Ejemplos con describiré

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

No describiré los movimientos de la numerosa hueste que llevaba consigo don Manuel de la Concha.
- Sigo contando, y describiré brevemente las batallas que andaban dentro de mí.
No describiré la ceremonia, poco aparatosa en verdad, conforme al gusto de mi nueva familia, que era también el mío: una vez que nos dimos el sí, y significamos con la unión de las manos el venturoso empalme de las existencias, recibidas las bendiciones, oída la Epístola y cuanto quiso endilgarnos el curita que nos casó, fuimos en coche a La Latina, a recibir los plácemes de mi hermana y de otras monjas muy reverendas, de quienes hablaré en su día.
El espectáculo que a mis ojos se presentó en el patio de la Enseñanza, convertido en hospital de sangre, no te lo describiré, por dos razones: no sé hacerlo con la exacta expresión del horror que me produjo, no quiero poner ante tu vista cuadros tan lastimosos.
Describiré aquella hermosa mansión para que ustedes puedan formarse idea de su esplendor en tan célebre noche.
Escucha, pues, ¡oh Maimuna! ¡Te hablaré de su cabellera! ¡Luego te describiré su rostro! ¡Luego sus mejillas, luego sus labios, su saliva, su lengua, su garganta, sus pechos, su vientre, sus caderas, sus nalgas, su centro, sus muslos, y por fin sus pies, oh Maimuna!.
Los Cabeles Meones que llaman Lasonios imitaban a los Cilicios en la armadura, que describiré cuando llegue a hablar de los últimos en su lugar.
No describiré la ceremonia, poco aparatosa en verdad, conforme al gusto de mi nueva familia, que era también el mío: una vez que nos dimos el sí, y significamos con la unión de las manos el venturoso empalme de las existencias, recibidas las bendiciones, oída la Epístola y cuanto quiso endilgarnos el curita que nos casó, fuimos en coche a La Latina, a recibir los plácemes de mi hermana y de otras monjas muy reverendas, de quienes hablaré en su día.
«¡Oh, sí!, y como ella lo exija, llegaré a escribir crónicas de salones, y describiré trajes de bailes y bibelots de chimenea.
No la describiré, pero no olvidaré nunca, tampoco, aquellos manteles inmundos y aquel infernal desorden, en que la patrona, las chinitas, los huéspedes y los visitantes nos burlábamos como a porfía de las reglas más elementales del buen vivir.

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