Ejemplos con delincuente

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Ferri Considera que las razones por las cuales el hombre es delincuente son ajenas a su voluntad, el delito para Ferri no existe, existen enfermedades que bien ha heredado o las adquirió en el trasncurso de su vida.
Este delincuente ha pasado a los manuales de economía por haber ideado lo que se conoce como esquema Ponzi, un tipo de estafa parecida al esquema piramidal.
Pero un tal Benito Velasco, de la villa de Campillos y delincuente como él, le invita a beber y le propone cambiar su chaleco por el suyo, aunque Esteban sospecha que viene a matarlo, al cambiarse le dispara y lo mata e intenta huir, pero regresa al olvidársele la munición y se topa con su antiguo compañero y ahora rival, Juan Romero, que lo mata, al creer que quien ha matado es uno de sus hombres.
Pero su compadre y paisano también delincuente Juan Romero carga contra los guardas y alguaciles y entre ambos hacen huir a la justicia.
Los planes de una posible reunión se frustraron cuando Patrick Waite, quien se había convertido en un delincuente juvenil, murió por causas cardiacas hereditarias mientras estaba a la espera de un jucio por asuntos de drogas.
En la casa es atendido por Abraham que se ve influido por un programa de televisión que cuenta como los criminales atacan a ancianos, el abuelo piensa que el comisionado es un delincuente y lo ataca.
Proponiéndose como un delincuente empleado por la banda, Southern está provisto con una pulsera y fue enviado al Castillo de la Cañada de Carrick en Escocia para juntarse con los miembros de banda de Dempsey y Kenyon.
Me salvó de que fuera quizás un delincuente.
Títulos clásicos como Soy un delincuente, Se solicita muchacha de buena presencia y motorizado con moto propia y Jericó se unieron a recientes estrenos venezolanos como Punto y raya, Maroa, Sangrador y Amor en concreto.
Sus items especiales son una pista de que el pudo haber sido en el pasado un delincuente juvenil, lo que demostraría también su destreza con el cuchillo.
El artículo terminaba mencionando la belleza y la elegancia de la delincuente, como si atribuyese a tales cualidades la demora en el castigo.
En los días que siguieron, éste no se mostró irritado, ni aun severo con la delincuente.
Aquel Juan brioso, que andaba siempre escondido en las ocasiones de fama y alarde, pero visible apenas se sabía de una prerrogativa de la patria desconocida o del decoro y albedrío de algún hombre hollados, aquel batallador temible y áspero, a quien jamás se atrevieron a llegar, avergonzadas de antemano, las ofertas y seducciones corruptoras a que otros vociferantes de temple venal habían prestado oídos, aquel que llevaba siempre en el rostro pálido y enjuto como el resplandor de una luz alta y desconocida, y en los ojos el centelleo de la hoja de una espada, aquel que no veía desdicha sin que creyese deber suyo remediarla, y se miraba como un delincuente cada vez que no podía poner remedio a una desdicha, aquel amantísimo corazón, que sobre todo desamparo vaciaba su piedad inagotable, y sobre toda humildad, energía o hermosura prodigaba apasionadamente su amor, había cedido, en su vida de libros y abstracciones, a la dulce necesidad, tantas veces funesta, de apretar sobre su corazón una manecita blanca.
El triple delincuente, volviéndose de mil colores é indignado por las palabras de , no pudo contenerse:
Al cavilar así doña Luz se llenaba de vergüenza y temblaba como una azogada y se enojaba contra sí misma, juzgándose delincuente, loca y hasta infiel.
Lo único que pudo recordar fue que el instinto de precaución le dominaba aún, y que al bajar la escalera lo hizo de puntillas, evitando roces, como si fuera un delincuente y temiera ser descubierto.
La compasión venció a la delincuente y se mostró tan afable aquella tarde y noche, que Maximiliano hubo de tranquilizarse.
¡Y a él menos!repitió doña Lupe, clavando en la delincuente sus miradas como flechas.
Las tres mujeronas que habían ido en busca de la delincuente, pasaban de la huerta al patio por la puertecilla verde, huyendo despavoridas y dando voces de pánico.
Sor Marcela traía en la mano derecha una gran llave, y apuntando con ella al esternón de la delincuente, hizo un castañeteo de lengua y no dijo más que esto: Andando.
El , como decía Torquemada, no podía menos de dulcificarla, y llegándose a donde estaba el delincuente, que no se había movido de la butaca, le puso una mano en el hombro, empuñando fuertemente en la otra los billetes, y le dijo:.
Venía el delincuente con las manos en los bolsillos y una gorrita escocesa en la cabeza, las botas nuevas y la ropa de dentro de casa, tan mustio y abatido que era preciso ser de bronce para no compadecerle.
Volvió al fin Jacinta, trayendo de la mano al delincuente ya lavado y vestido de limpio, y a poco entró Benigna, completamente aplacada, y encarándose con su cuñado, le dijo con la mayor severidad: ¿Tienes ahí un duro? No tengo suelto.
Jacinta besó al delincuente, con gran estupefacción de los otros chicos.
Daba sus descargos el delincuente como podía, fatigando su imaginación para procurarse respuestas que tuvieran visos de lógica, aunque estos fueran como fulgor de relámpago.
Su semblante pálido indicaba la consternación y el recelo del delincuente.
Señor gobernador, este mancebo venía hacia nosotros, y, así como columbró la justicia, volvió las espaldas y comenzó a correr como un gamo, señal que debe de ser algún delincuente.
Cuando pudiere y debiere tener lugar la equidad, no cargues todo el rigor de la ley al delincuente, que no es mejor la fama del juez riguroso que la del compasivo.
Llegaron los diligentes a los perezosos y saludáronse cortésmente, y uno de los que venían, que, en resolución, era canónigo de Toledo y señor de los demás que le acompañaban, viendo la concertada procesión del carro, cuadrilleros, Sancho, Rocinante, cura y barbero, y más a don Quijote, enjaulado y aprisionado, no pudo dejar de preguntar qué significaba llevar aquel hombre de aquella manera, aunque ya se había dado a entender, viendo las insignias de los cuadrilleros, que debía de ser algún facinoroso salteador, o otro delincuente cuyo castigo tocase a la Santa Hermandad.
Porque dicen ellos que tantas letras tiene un no como un sí, y que harta ventura tiene un delincuente, que está en su lengua su vida o su muerte, y no en la de los testigos y probanzas, y para mí tengo que no van muy fuera de camino.

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