Ejemplos con defiende

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Este roedor tropical se alimenta principalmente en la tierra y se defiende de sus enemigos con agudas púas huecas que son pelos modificados.
Allí en el lugar Rikimaru se topa una vez más con Suzaku acompañado , esta vez, por su prometida quien lo defiende y lucha contra Rikimaru que sale vencedor.
Morfeo: capitán de la nave Nabucodonosor, principal defensor de la corriente que defiende la existencia del elegido, y el que libera a Neo de Matrix.
También se defiende exitosamente de un ataque realizado con el Ejército Republicano Irlandés Provisional contra su base, luego se descubre que este ataque fue ordenado por un grupo radical eco-terrorista, al cual Rainbow le da cacería y lo destruye.
En todos los casos se defiende el equilibrio comunitario, amenazado por las leyes civiles y religiosas de la Revolución.
Señora: reconozco que usted es mucho más lista que yo y que pone las cosas de manera que no acierto a responder, pero, como la respeto y la estimo, estoy seguro que usted, en su conciencia, reconoce que yo tengo razón y que usted defiende, con mucha habilidad, una mala causa.
Porque resulta que los gobiernos al uso, ya porque se les defiende, ya porque no se les pegue con mucha fuerza, lo mismo necesitan ser rumbosos con sus huestes que con las enemigas.
Toda mi castadijo la más seria y conceptuosaviene de reyes, y en mi casa las camas son de oro y las ropas de seda de la India, y si mi papá gana el pleito que le defiende el papá de ésta, ensanchará la huerta en más de otro tanto, y como soy tan fina por principios, cuando me apesta una niña ordinaria, se lo digo, y al sol.
¡Si! Que digan que tú alabas a VIRGILIO, porque él se ha portado bien contigo, que JUNO defiende a HOMERO, pues él es el cantor de las venganzas, que os hacéis mútuas caricias y atentos cumplidos.
Si me defiende es que alguien me ha atacadorespondió don Rosendo con más sequedad aún.
Era la niña de tal hermosura que llevaba consigo, y de sí misma, la majestad que la defiende, y lo usual iba siendo que cuando Lucía encontraba modo de ir a ver si los pajaritos azules tenían agua, o si había llegado la leche fresca, no mudarse la conversación entre Sol y Pedro, abierta por lo demás y no muy amena, del asunto en que se estaba antes de que Lucía fuera a ver los pájaros.
Refiriéndose a los ataques personales que se le hicieron escribió: Y ahora señor Collazo, ¿qué le diré de mi persona? Si mi vida me defiende nada puedo alegar que me ampare más que ella.
Era la fe del pueblo, que, una vez toma carrera hacia delante, lo acepta todo, lo defiende todo, sin otra condición que la de la novedad, y desprecia los principios tradicionales que acaba de abandonar.
La otra, tiesa en su asiento, erguida la cabecita como la de una víbora que se defiende, escupía sus desvergüenzas sin moverse, sin mirar a ninguna parte, como una figurilla de ira petrificada.
¡Usted qué ha de decir! Usted la defiende porque ¡vaya! ¡porque está usted enamorado de ella!.
Esto es un puñal bien afilado Hay que tener en cuenta que la bestia se defiende, por muy decaída que esté.
Yo fui Metz, que cayó demasiado pronto, y ella es Belfort, que se defiende, pero al fin cae también ¡Ah!, las señas son mortales.
De veras que desconfiaba, porque cuando ella extendió sus manos para coger las papeletas, acudió él a defenderlas como se defiende una propiedad sagrada.
No existe nada que se resigne a morir, y el error es quizás lo que con más bravura se defiende de la muerte.
—¡Defiende usted las tinieblas! ¡Defiende usted la Inquisicion y el fanatismo! ¡Defiende usted la mentira, profesada como industria para tiranizar y explotar a los hombres!—¡En cambio, nosotros los filósofos defendemos los fueros de la razon, la causa de la verdad, la despreocupacion del entendimiento, la dignidad de la especie humana!—¡Nosotros no queremos que nadie viva engañado, ni sometido a las desigualdades de la suerte, en la esperanza de otra vida y de un Cielo que no pueden existir, que no existen, que repugnan a la buena lógica, como lo demuestra el célebre dilema de Epicuro!.
Á todas estas razones jamas se levantó Cornelio del lugar donde le hallé sentado, ántes se estuvo quedo, mirándome como embelesado sin moverse: y a las levantadas voces con que le dije lo que has oido, se fué llegando la gente que por la huerta andaba, y se pusieron a escuchar otros mas improperios que a Cornelio le dije, el cual tomando ánimo con la gente que acudió, porque todos o los mas eran sus parientes, criados o allegados, dió muestras de levantarse, mas ántes que se pusiese en pié puse mano a mi espada y acometíle no solo a él, sino a todos cuantos allí estaban, pero apénas vió Leonisa relucir mi espada cuando le tomó un recio desmayo, cosa que me puso en mayor coraje y mayor despecho, y no te sabré decir, si los muchos que me acometieron atendian no mas de a defenderse, como quien se defiende de un loco furioso, o si fué mi buena suerte y diligencia, o el cielo que para mayores males queria guardarme, porque en efecto herí siete ú ocho de los que hallé mas a mano: a Cornelio le valió su buena diligencia, pues fué tanta la que puso en los piés huyendo, que se escapó de mis manos.
—Pues de aquí adelante, respondió Monipodio, quiero y es mi voluntad que vos, Rincon, os llameis Rinconete, y vos, Cortado, Cortadillo, que son nombres que asientan como de molde a vuestra edad y a nuestras ordenanzas, debajo de las cuales cae tener necesidad de saber el nombre de los padres de nuestros cofrades, porque tenemos de costumbre de hacer decir cada año ciertas misas por las ánimas de nuestros difuntos y bienhechores, sacando el estupendo para la limosna de quien las dice, de alguna parte de lo que se garbea, y estas tales misas, así dichas como pagadas, dicen que aprovechan a las tales ánimas por via de naufragio: y caen debajo de nuestros bienhechores el procurador que nos defiende, el guro que nos avisa, el verdugo que nos tiene lástima, el que cuando alguno de nosotros va huyendo por la calle, y detras le van dando voces: al ladron, al ladron, deténganle, deténganle, uno se pone en medio, y se opone al raudal de los que le siguen, diciendo: déjenle al cuitado, que harta mala ventura lleva, allá se lo haya, castíguele su pecado, son tambien bienhechoras nuestras las socorridas, que de su sudor nos socorren así en la trena como en las guras, y tambien lo son nuestros padres y madres que nos echan al mundo, y el escribano que si anda de buena, no hay delito que sea culpa, ni culpa a quien se dé mucha pena, y por todos estos que he dicho, hace nuestra hermandad cada año su adversario con la mayor popa y soledad que podemos.

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