Ejemplos con declive

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El cambio de local de los túmulos y el progresivo declive del castillo-monasterio vinieron después de la Desamortización lo que llevó al deterioro del edificio.
El urbanismo de Lastres presenta un blanco caserío escalonado en fuerte declive hasta el puerto con calles estrechas y empinadas.
Debido a diversas circunstancias, como pueden ser la introducción de mejoras en las salinas costeras o la revolución de los transportes con la instalación del ferrocarril, las salinas entraron en una fase de declive que culminó con su abandono a mediados del siglo XX.
Se ha respetado la idiosincrasia de este pequeño núcleo rural en declive, integrándolo en la propuesta mediante un diseño adecuado, y potenciando así su identidad en el contexto del nuevo proyecto.
Sin embargo este éxito en lugar de consolidar su carrera le hacen comenzar su declive.
A partir de este momento, la ciudad comienza un declive que llevará hasta su total abandono, con presencia árabe y medieval de escasa relevancia.
En el siglo XV, el castillo está completamente abandonado y su territorio va en declive.
Igualmente, ocurriría en su altura propiciando el declive hacia el centro del patio.
Fue la obra más importante acerca del Imperio Otomano hasta la mitad del siglo XIX - fue usado, por ejemplo, como referencia por Edward Gibbon, en su Historia del declive y de la caída del Imperio Romano.
Su obra más conocida es Historia del aumento y declive del Imperio Otomano.
El breve reinado de tefan Cantacuzino vio el declive final de los Cantacuzino, él, junto con su padre, fue ejecutado por los otomanos, quienes vieron como la solución para el riesgo de una alianza valaco-rusa la imposición del rígido sistema dirigiente fanariota - inaugurado en Valaquia por Nicholas Mavrocordatos, quien, por su anterior reinado en Moldavia, es considerado también el primer líder fanariota de ese país.
Por el suroeste del municipio, el declive del relieve favorece el desagüe natural hacia la subcuenca del río Acatlán, que forma parte de la región hidrológica del Balsas-Atoyac en la vertiente del océano Pacífico.
La ciudad fue abandonada definitivamente en el siglo VI en el momento en que las otras ciudades romanas del estrecho entraban en declive o desaparecían.
Como se deduce, la principal actividad económica era regida por los diferentes molinos que en la zona se erigieron, desde los tiempos coloniales, hasta mediados del siglo XX, cuando supuestamente la actividad molinera se modernizó con la llegada de la luz eléctrica, lo que trajo como consecuencia el declive de los antiguos molinos.
Esto se interpreta como un constante declive del reino meroítico.
Con el declive de la familia Dávila a principios del siglo XIX esta gran edificación sufrió numerosas transformaciones dividiéndose en dos propiedades.
El declive de los Trava permitió que poco a poco fueran ocupando su lugar preeminente.
Algunos otros artistas que se reunieron en Montparnasse fueron Pablo Picasso, Guillaume Apollinaire, Ossip Zadkine, Moise Kisling, Jean Cocteau, Erik Satie, Marios Varvoglis, Marc Chagall, Nina Hamnett, Fernand Leger, Jacques Lipchitz, Max Jacob, Blaise Cendrars, Chaim Soutine, Michel Kikoine, Pinchus Kremegne, Amedeo Modigliani, Ford Madox Ford, Toño Salazar, Ezra Pound, Max Ernst, Marcel Duchamp, Suzanne Duchamp-Crotti, Constantin Brancusi, Paul Fort, Juan Gris, Diego Rivera, Marevna, Tsuguharu Foujita, Marie Vassilieff, Léon-Paul Fargue, Alberto Giacometti, René Iché, André Breton, Jules Pascin, Salvador Dalí, Henry Miller, Samuel Beckett, Joan Miró y, en sus años de declive, Edgar Degas.
Estas actuaciones, sumadas a un estilo propio, con cuidados arreglos vocales, cierta innovación a nivel instrumental y la selección de su repertorio, lograron consolidarlo como uno de los grupos pioneros en la reconstrucción del canto popular uruguayo, luego de su fuerte declive de años anteriores.
A finales del siglo XIX comenzaron a comprar las tierras a nobleza de Georgia, que inició el declive después de la emancipación de los siervos.
La llegada de muchos europeos del norte y franceses a la zona ha producido una avalancha de construcciones, principalmente chalés, que ha frenado, en parte, el declive de habitantes que sufrían todos los pequeños pueblos de la zona.
El camino nuevo de Possilipo, obra del rey Murat, costeaba el golfo, elevándose lentamente por la falda de la montaña, haciendo cada vez mayor el declive entre su calzada y el borde del mar.
La vía era ascendente, aunque sin gran declive.
Don Feliciano en el mismo punto se despojó con violencia del sombrero, dejando al descubierto su enorme calva en declive, lo agitó con frenesí algunos segundos, y gritó: ¡Hurra! no se sabe a quién, tal vez al dios astuto que le había suministrado tan famosa idea.
Las faldas de los montes aparecían desgarradas: lo que en otros tiempos era suave declive, asustaba ahora con el pavoroso corte del despeñadero.
Terminaba el senderito que seguían en una reducida explanada, rodeada por todas partes de rocas, que la pleamar cubría por completo y salpicaban entonces las olas con blancos espumarajos, dejando al retirarse, en el declive, una pequeña hondonada, una especie de pozo lleno de agua que cubriría a ambos niños hasta la cintura.
Extendíase esta frente a ella, solitaria por completo, subiendo en suave declive hasta la de Serrano, y veíanse cruzar a través, con cierto aspecto fantástico, como por el cristal de una linterna mágica, transeúntes que el frío hacía marchar apresurados, coches que llevaban máscaras a los bailes, y de cuando en cuando, los tranvías que subían y bajaban con sordo ruido, pareciendo a lo lejos monstruosos faroles ambulantes.
A un grito de Tom Sickles fustigó Jacobo los caballos bárbaramente, azuzólos Fritz dando voces y el coche arrancó al fin crujiendo, bamboleándose un momento hacia el precipicio, dando, al entrar en la carretera, un vaivén violentísimo, que despidió al hombre dormido desde lo alto de su banqueta en mitad del camino, donde cayó inerte y pesado cual una piedra de diez arrobas, mientras el coche desaparecía entre una gran polvareda por el declive de la cuesta y seguía corriendo hasta llegar frente de Oiquina, donde pudo al fin Jacobo detener el tiro a la sombra de unas higueras, cubierto de polvo, sudoroso, jadeante Ya era tiempo: el roble, descuajado por completo, cayó a lo largo del violento repecho del camino, quedando suspendido sobre el precipicio por algunas raíces.
Otras tenían los pisos en declive, y en todas ellas oíase hasta el respirar de los vecinos.
Y era pendiente de veras aquel repecho del camino real de Santiago a Orense en términos que los viandantes, al pasarlo, sacudían la cabeza murmurando que tenía bastante más declive del no sé cuántos por ciento marcado por la ley, y que sin duda al llevar la carretera en semejante dirección, ya sabrían los ingenieros lo que se pescaban, y alguna quinta de personaje político, alguna influencia electoral de grueso calibre debía andar cerca.

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