Ejemplos con cura

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Al sentir esta estocada al pecho, Simón miró a Juana, Juana miró a Simón, y el señor cura, mirando al uno y a la otra, adivinó lo que, al cabo de un rato y después de sonreír y vacilar mucho, contestó Simón en estas palabras:.
¿Qué importa? Digo que si entonces me hubiera retirado, creería usted que yo era un cura sinvergüenza y falsario.
Cuanto más le miraba, menos me parecía un cura y más un hombre de mundo.
Pero se conoce que el cura que me bautizó no se había enterado.
No delataba el aplomo del cura conquistador ni el hipócrita y meloso encogimiento del curilla faldero.
No ha reformado con una mala teja su antigua casita de la plaza, ni ha vuelto a poner en ésta los pies, y se comprende en un hombre de sus circunstancias, muerto el señor cura, don Justo, ¿qué otra persona quedaba allí con quien pudiera entenderse él?.
Nosotros tenemos : ¿quién será capaz de probar que no tenemos hasta ? No sé lo que diría a esto el cura de mi pueblo, pero llevo corrido ya mucho mundo y tratados muchos hombres, y a mi experiencia me agarro.
Creyendo lo primero, iba a dar la comisión por aprobada la base, cuando se levantó un pobre cura, viejo ya, y achacoso como viejo, que había obtenido voz, pero no voto, en el salón, por una especial merced de los congregados, a protestar contra las palabras del presidente.
Te aseguroañadió en tono aún más campanudoque , y que me pesa en ella mucho más que las palabras del señor cura.
El único que no fumaba era un cura, de piel lechosa, nariz colgante, ojos tiernos y postura de feto, todo encogido.
Pues aconséjate de tu mujerrepuso el cura, que parece no necesitar consejos de nadie.
Pues quedaos con Diosdijo el señor cura, que ya conocía el humor de Juana, disponiéndose a salir de la tienda.
En esto entró el señor cura, venerable viejecito, a comprar dos cuartos de hilo negro para recoserse la sotana.
En el tal pueblo todos los vecinos eran pobres, incluso el señor cura, que se remendaba sus propios calzones y se aderezaba las cuatro patatas y pocas más alubias con que se alimentaba cada día.
Por la zapatería caían de visita, periódicamente, Pedro Barquín, el cura Chapaprieta, el magistrado don Hermenegildo Asiniego, y otros claros varones de la urbe.
Este cura, don Cebrián Chapaprieta, era quien decía la misa particular para la duquesa y sus criados.
y donde los chicos de la Escuela del Cura y los de la Escuela Nacional reñían tremendas batallas.
El cura nos predicó el domingo tantas cosas altisonantes sobre las herejías y ofensas a la religión que hacen en Madrid.

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