Ejemplos con correveidile

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Pándaro se ofrece a hacer de correveidile, incluso a pesar de ser pariente de Crésida y tener que guardar su reputación.
Pequé de obcecación, de inocencia, falté a la lealtad que debo a mi Dios y a mi Rey, abriendo mi corazón a un traidorzuelo que con máscara carlista es correveidile de Montpensier y miserable instrumento de sus intrigas.
Mi primera impresión ha sido de repugnancia y miedo, luego me he dejado tentar de aquel diablete o correveidile fabuloso, y nos hemos metido en un coloquio de extremada dificultad, pues su sordera es desesperante, y tienes que valerte de signos y modulaciones labiales muy acentuadas para hacerte comprender.
Y dime otra cosa: ¿oíste o viste si con el Rey viene un italiano llamado Rapella, que es el correveidile entre cortes verdaderas y falsas para tratar de un arreglo por bodorrio?.
Me da en la nariz que el nombre de Rapella es también falso, y que bajo él se esconde un correveidile de Cristina, maestro en intrigas, que en Madrid era conocido por Marqués de Lagrua.
Retirose Calpena contento a su dormitorio, porque el trato de aquellos señores, en general afables y comunicativos, dábale esperanzas del pronto esclarecimiento de su magno asunto, y fijándose especialmente en Urra, en quien vio un eficaz correveidile, sabedor de cuanto en el pueblo ocurría, se propuso utilizar con maña su oficiosa complacencia.
El traje es un artificio o salvoconducto para la conspiración que se trae esa señora, correveidile de una taifa de capellanes masónicos y de carlistas vendidos a la nefanda Constitución.
Pues bien, mi querido y respetable Hillo: en compañía de ese intrigante y correveidile salió Fernando de Madrid.
, según dicen, no hay nada difícil, todo lo consigue y es el más activo correveidile, el más bullidorcito y hormiguilla de los empleados públicos de hoy.
En esto era correveidile del francés que deseaba probar a España los inconvenientes de no reconocer a los reyes nuevos.
Todos los manipuladores de aquella intriga se agitaban mucho, pero ninguno como Pipaón, el correveidile de Calomarde, el que tan pronto llevaba un recado al embajador de Nápoles, caballero Antonini, como un papelito al Padre Carranza para que lo diera a las infantas.
y ese correveidile que se necesita.
-Correveidile no, sino agente, ese agente que se necesita eres tú.
Decía la voz pública, que es hembra vocinglera y calumniadora, que don Jaime había sido en Palacio correveidile o intermediario de su Excelencia para todo negocio nada limpio, y como siempre Ias puIgas pican, de preferencia, al perro flaco, resultó que muchos de los perjudicados, más que al virrey, odiaban al mayordomo.
-Quien tiene la culpa de todo es ese correveidile de Plutarco.
RUDECINDA: Andá, correveidile, buscá camorra no más pa después dirle a contar a tu tata que te estamos martirizando.
—¡Holmes, el correveidile de Scotland Yard! Holmes soltó una risita cordial.
Como no disfrutaban de medios para mantener criada y como ninguna sirvienta tampoco hubiera podido soportar los bríos faunescos de los tres golfos cabelludos y los malos humores de las quisquillosas doncellas y los caprichos de las brujas dentudas, Enrique era el correveidile necesario para el buen funcionamiento de aquella coja máquina económica, y tan acostumbrado estaba a pedir a crédito, que su descaro en ese sentido era inaudito y ejemplar.
Un maître d'hôtel rubio y grave, reclutado en cualquier cafetín de París, y que se habría parecido a un lord inglés si no lo impidiera su servilismo melifluo y su agitación de correveidile, se acercó a la marquesa para pedirle órdenes.
A buena parte iba la correveidile de Glocester».
Ya que se halló decente el correveidile de los dioses, salió en pernetas con su caduceo en la mano y en la cabeza el acostumbrado sombrerillo.
Pues y ¿qué me dirán de aquella maldita casualidad de venir el honrado correveidile de Rodolfo a dar su recado precisamente cuando el horno estaba menos para rosquillas y el señor más furioso, y equivocarse y tirarle nada menos que un dúo de tiros? Ya se ve, ¿qué ha de ser?, consecuencias del juego, y si no, a ver si hay un jugador a quien no le requiebren la mujer, y ¿qué jugador hay que no haya hecho alguna muerte equivocadamente y a dos manos? Y a ver si hay alguna otra mujer, sino la de un jugador, que se vea en unos lances tan apurados: ciertamente que no, y aunque no fuese así, no se puede decir que no haya podido suceder aquella maldita casualidad.
Una mañana, un correveidile celeste se detuvo ante la masía.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba