Ejemplos con conmiseración

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Pero luego se revolvió contra su conmiseración.
Por esto los únicos enemigos que le inspiraban conmiseración eran los soldados obscuros y de pocas letras que se pudrían en aquellas tumbas.
¡Un hijo único, y podía perderlo! El mutismo de Chichí le inspiraba aún mayor conmiseración.
¿Qué hacía allí esperando? ¿Alguna nueva aventura que le deparaba su buena suerte? Y la sonrisa de todas ellas tenía algo de grave: una sonrisa de personas mayores que conocen el verdadero significado de la vida y sienten conmiseración ante los ilusos que aún se entretienen con frivolidades.
El cariño y la conmiseración le hacían insistir en sus recomendaciones.
Hablan de la guerra , volvió a repetirse, pero con la conmiseración de una inteligencia superior que conoce el porvenir y se halla por encima de las impresiones del vulgo.
La conmiseración iba tomando en él una vehemencia de enamoramiento.
Miraba a su hijo con trágica conmiseración, como si presintiese enormes desgracias que iban a desplomarse sobre su cabeza.
Hablaba de la decadencia de su poeta con la conmiseración de un ser fuerte y sano.
Al pasar junto a los burgueses de Valencia sentados en los muelles caña en mano, lanzaba una mirada de conmiseración al fondo de sus cestas vacías.
Pensaba con irónica conmiseración en su existencia antes de conocerla.
Siendo inútiles todos los esfuerzos que doña Brígida hizo para que se durmiese a una hora racional, le arrojó de casa sin conmiseración.
Ella se había apiadado del dolor del gigante, de la mueca desesperada del pobre patriarca, y con la conmiseración maternal que siente toda mujer por un hombre que llora, lo había tomado en sus brazos, apoyándole la cabeza en uno de sus hombros desnudos, acariciándole las barbas encanecidas.
Él, podía apreciar a todas horas la dureza de aquel trabajo, sentía una conmiseración infinita por los obreros, cerrando los ojos ante sus defectos.
Sintiendo cierta conmiseración por su optimismo, intentó animarle, disminuyendo los obstáculos ante los cuales se aterraba Fernando.
Le saludaban, oían sus palabras con la misma atención de antes, pero notaba en ellos cierto gesto de independencia fuera y al mismo tiempo de conmiseración, como si admirándole por haberles transmitido sus ideas, tuviesen lástima de su carácter dulce, enemigo de la violencia.
La vuelta a la libertad hacía renacer en él su antigua dulzura, la conmiseración filosófica en que envolvía a todos los hombres, perdonando sus errores.
La ruina física de Gabriel despertaba en ella honda conmiseración, evocando al mismo tiempo maliciosas suposiciones.
No, Esteban, el amor a los hijos y la conmiseración para sus faltas deben estar por encima de todas las preocupaciones.
Te abandonó para ser engañada, para caer en la miseria y la vergüenza, y viéndola infeliz, ¿no merece tu conmiseración, más aún que si la vieses dichosa? Reflexiona, Esteban, en la manera como cayó tu pobre hija.
Y sin embargo, he sentido lástima, profunda conmiseración ante un ser de sangre real.
Y los dos inválidos de la vida se olvidaban de la propia dolencia para pensar en la del otro, estableciéndose entre sus almas una corriente de conmiseración amorosa, atrayéndose, no por el apasionamiento del sexo, sino por la simpatía fraternal que les inspiraba su desgracia.
La conmiseración por las miserias humanas, el odio a la desigualdad y la injusticia, la abnegación por los humildes y los desgraciados, eran iguales en los dos.
Todos los seres de la tierra le parecían pequeños, y sintiendo la tierna conmiseración de las almas grandes, sonreía dulce pero compasivamente al pensar en su madre, en sus hermanas y hasta en la misma Tónica.
Una profunda conmiseración invadió el ánimo de Juanito.
El recuerdo del pobre Melchor Peña le inspiraba cierta conmiseración.
Ahora comprendía las palabras de don Eugenio, su sonrisa triste, la mirada de conmiseración con que había acompañado su rápida salida de la tienda.
Doña Manuela experimentaba una profunda conmiseración cada vez que se fijaba en la pobre esposa.
El cesante más digno de conmiseración es aquel que sólo pide unos cuantos días más de empleo para poder reclinar sobre la almohada de las Clases Pasivas una frente cargada de años, de sustos y de servicios.
El aprecio que le tenía, la gratitud, y aquella conmiseración inexplicable, porque no se compadece a los superiores, eran causa de que refrenase su repugnancia.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba