Ejemplos con civiles

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Entre las construcciones civiles, acomodadas al cerco del castillo, hay interesantes ejemplares de los siglos XVI, XVII y XVIII, algunas blasonadas y palaciegas.
En todos los casos se defiende el equilibrio comunitario, amenazado por las leyes civiles y religiosas de la Revolución.
La Comisión de Derechos Civiles de los Estados Unidos organizó un Comité presidido por Arthur Hays, miembro de la Unión Americana por las Libertades Civiles.
No se encontraron armas en las manos de los civiles heridos, ni de los muertos.
En el edificio, rematado por una cornisa labrada de cantería, se puede apreciar el relieve del esgrafiado en su fachada que simula sillares a modo de damero, siendo este un aspecto desaparecido bajo varias capas de pintura, desde finales del siglo XIX, de la mayor parte de las construcciones civiles y religiosas en la que se manifiesta como sucede en la Casa de la Cultura Agustín de La Hoz, farmacia Tenorio, iglesia de San Roque, etc.
Otro problema es que mucha gente, para escapar de los problemas civiles, se incorporaban a los monasterios con la finalidad de evitar el servicio militar.
El concilio dedicó un canon a la cuestión, pero el rey, en cambio, publicó diez leyes civiles y una vez más se obligó a los judíos a un nuevo compromiso colectivo en el que prometían ser fieles a la fe cristiana.
Esta es una de varias organizaciones civiles que proporcionan el servicio de rescate en helicóptero.
Debido al trabajo pobre de policía y la actitud descuidada hacia los derechos civiles de sospechosos, el crimen fue atribuido a un joven negro, George Whitmore, después de obtener ilegalmente una confesión, la policía detuvo al sospechoso.
¿Verdad, don Jaime, que es un disparate? Los civiles sólo sirven para los cobardes.
Estas civiles afectaciones no se producían en Xuantipa sino en coyunturas extraordinarias y con razón suficiente.
Mas ya que el individuo se aplica a realizar el concepto de ciudad, es decir, de un esquema, una estructura, con propósitos ideales, de la cual él no es sino subordinada partícula, surge la ciudad helénica, arquetipo de urbes, surgen la norma, el canon, la simetría, las calles soleadas, regulares y homogéneas, las viviendas civiles de hospitalario pórtico e inviolable hogar, los jardines, el mercado, el ágora, el templo armonioso, que no esa catedral bárbara y campanuda.
El nombre de Ferragut era objeto en Berlín de una atención especial, en todas las naciones de la tierra lo repetían en aquellos momentos los batallones civiles de hombres y mujeres encargados de trabajar por el triunfo germánico.
Nadie quería servir a los civiles.
Tal vez las glorias del Imperio habían modificado su existencia, y en vez de ir a la cervecería frecuentaba el casino de los oficiales, mientras su familia se mantenía aparte, aislada de los civiles, por el orgullo de la casta militar, pero en el fondo era siempre el alemán bueno, de costumbres patriarcales, pronto a derramar lágrimas ante una escena de familia o un fragmento de buena música.
El adversario era fusilado aunque no tuviese armas, el prisionero moría a culatazos, las poblaciones civiles emprendían en masa el camino de Alemania, como los cautivos de otros siglos.
Ya van al cementerio sin acordarse de don Facundo, escoltados por centenares de badulaques que se pirran por molestar a la Iglesia asistiendo a eso que llaman actos civiles.
¡Ay, el intruso! El maldito intruso! ¡Cómo había penetrado entre ellos, matando todo afecto, anulando con el poder frío de la muerte todo un pasado de cariño fraternal! No habían reñido cuerpo a cuerpo como los hermanos en las guerras civiles: pero se habían herido en el alma, separándose para siempre, como bestias enfurecidas.
Señores ¡entierros civiles en las Encartaciones! ¿Quién podía figurarse que veríamos esto?.
Sin él, ¡quién sabe en lo que hubiesen parado las guerras civiles, en este país tan estacionario y tímido ante las reformas! Lo repito: no desconozco este servicio, pero crea usted que las guerras civiles entre la libertad y el absolutismo político no se repetirán, como no podrían reproducirse con éxito las guerrillas de la Independencia.
Don Gil de Albornoz, el famoso cardenal, marcha a Italia, huyendo de don Pedro el Cruel, y, como experto capitán, reconquista todo el territorio de los papas refugiados en Aviñón, don Gutierre III va con don Juan II a batallar con los moros, don Alfonso de Acuña pelea en las revueltas civiles durante el reinado de Enrique IV, y como digno final de esta serie de prelados políticos y conquistadores, ricos y poderosos como verdaderos príncipes, surgen el cardenal Mendoza, que guerrea en la batalla de Toro y en la conquista de Granada, gobernando después el reino, y Jiménez de Cisneros, que, no encontrando en, la Península moros a quienes combatir, pasa el mar y va a Orán, tremolando la cruz, convertida en arma de guerra.
Nadie había visto nada, nadie sabía nada, contaba con risotadas brutales cómo se había roto él mismo la cabeza volviendo de la taberna, a consecuencia de su apuesta, que le hizo andar con paso vacilante, chocando contra los árboles del camino, y los dos guardias civiles tuvieron que volverse a su cuartelillo de Alboraya, sin sacar nada en claro de los vagos rumores de riña y sangre que habían llegado hasta ellos.
¡Qué bien dicho! El único que se resistía a dejar el local fue Díaz Quintero, que empezó a pegar gritos y a forcejear con los guardias civiles Los diputados y el presidente abandonaron el salón por la puerta del reloj y aguardaron en la biblioteca a que les dejaran salir.

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