Ejemplos con cervantismo

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Francisco Cuevas Cervera El cervantismo de Agustín García de Arrieta, Insula: Revista de letras y ciencias humanas, núm.
''Cervantismo'': La manía de los Cervantistas, y por.
-Pero ¿qué tiene que ver todo esto con el cervantismo? -preguntará el lector, oliéndole lo dicho a artículo de oposición más que a otra cosa.
Acaso en el cervantismo vea yo algo de la intemperancia, que, entre nosotros, lleva en todo lo demás hasta el ridículo las cosas más serias y respetables, quizá esa manía me ha hecho recordar la tendencia española a perder en escarbar el huerto del vecino, el tiempo que necesitamos para cultivar el propio, quizá me asaltó las mientes el dicho de Chateaubriand pensando en los valientes que conquistan el Quijote, y no pasan de allí, y allí se quedan, rebuscando hasta las polillas, como si ya no hubiera otra cosa que leer ni que estudiar en el mundo, acaso coinciden los dos asuntos por el lado de la facilidad con que pasamos de la apatía al asombro, de la indiferencia al entusiasmo, de la fiebre al delirio.
¡Ah!, y si al pasar esto -porque ha de pasar como pasan las epidemias y las tempestades- nos viéramos libres de las extravagancias del cervantismo, pudiéramos darnos con un canto en los pechos, pero, no obstante lo impresionables que somos y lo propensos, por ende, a olvidar mañana lo que hoy nos alborota, como el mal deja semillas, éstas germinarán andando los años, y, cuando menos menos, ha de nacer de ellas una raza que, empezando por ver zurcidos en el Quijote, acabe por negar la existencia de su autor.
Entre tanto, cosa es que abruma el espíritu la contemplación del cervantismo de nuestros días, malgastando lo mejor de la vida en resobar, sin pizca de respeto, al más ilustre de los nombres y a la más hermosa de las creaciones del humano ingenio, apesta y empalaga ese fervor monomaníaco con que todo el mundo se da hoy a buscar misterios en el fondo del libro, y habilidades en el autor.
Popularícese el Quijote, y, si es necesario, declárese de texto en las escuelas, pero no el que nos ofrezca, arreglado a su caletre, el cervantismo al uso.
Volviendo al cervantismo inconsciente e intemperante, digo que no mezcle berzas con capachos, ni confunda tan lastimosamente lo serio con lo bufo.
¿Habrá trastrueque de párrafos, ni razonamientos que valgan lo que dice del caso el mismo Cervantes en la segunda parte de la novela? ¿No son estos descuidos y aquellos arrepentimientos y los otros deslices gramaticales, el mejor testimonio de la frescura y espontaneidad de la obra? ¿O creen los químicos del cervantismo que un libro como el Quijote puede hacerse con regia, compás y tiralíneas?.
¡Dichoso día aquél en que el cervantismo pase y vuelva a reinar el Quijote en la patria literatura, sin enmiendas, reparos ni aditamentos, y su autor perínclito sin habilidades ni misterios! Venga, pues, la inmortal obra sin teologías, náutica ni jurisprudencia, y, sobre todo, sin claves ni itinerarios ni almanaques, venga, en fin, como la hemos conocido los que peinamos ya canas, cuando en ella aprendimos a leer, a pensar y a sentir, que así, al pie de la letra y hasta con las erratas y garrafales descuidos de los primeros impresores, ha sido admirada de todos los hombres y traducida a todas las lenguas, y servido de pedestal a la fama de Cervantes, que ya no cabe en el mundo.

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