Ejemplos con bozo

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Mismo título utilizó SBT para emitir la serie en los shows Programa do Bozo y Domingo no Parque,.
Entre ellas se incluyen el mandinka, soninke, bambara, dioula, kagoro, bozo, mende, yacouba, y vai.
Los jóvenes suelen nombrarse como gacela o corzo y se habla a menudo sobre el bozo, la primera pelusilla de la barba, con el que los efebos llegan a la culminación de su belleza.
Ensayos de Dominique Bozo, Bernard Blistène, Catherine Millet, Rudi Oxenaar, Alain Coulange, Johannes Cladders, Entrevista con Christian Besson.
En algunas zonas geográficas no se le da importancia a tener algo de vello, como es el caso del bozo o pelusilla del bigote en Francia.
Enrique Parra Bozo, admirador de Franco, y notorio por su catolicismo y anticomunismo, lideró el Partido Auténtico Nacionalista de inspiración falangista.
Uno de los primeros cuadros que yo vi en la puerta de mi adolescencia, cuando sostenía ese dramático diálogo del bozo naciente con el espejo familiar, fue un cuadro de María.
Los dogón y los bozo se burlan recíprocamente pero paralelamente se deben asistencia.
Los dogón están vinculados con la etnia Bozo por la figura tradicional del parentesco a broma.
El presidente actual del concurso es Petri Bozo.
Algunas jóvenes, bajo la crítica severa de un tribunal de padres y de tías, recitaban versos en francés, tapándose con un abanico los ojazos ardientes de criolla o la boca carmesí, en la que empezaba a diseñarse la seda de un leve bozo, contorsionando con reverencias de dama versallesca sus caderas en capullo de futuras procreadoras.
Diez y seis años contaba entonces, el bozo en flor y el pájaro en el alma y España quiso matarlo.
El que salió chiquillo volvía hecho un mancebo, venía crecido y guapo, negro bozo le sombreaba los labios, no había malogrado tantos afanes, y en él cifraban las buenas señoras toda su dicha.
Era casi imberbe, dado que el tenue bozo que sombreaba su labio superior no merecía en conciencia el nombre de bigote.
Sobre el labio superior, fino y violado cual los bordes de una reciente herida, le corría un bozo tenue, muy tenue, como el de los chicos precoces, vello finísimo que no la afeaba ciertamente, por el contrario, era quizás la única pincelada feliz de aquel rostro semejante a las pinturas de la Edad Media, y hacía la gracia el tal bozo de ir a terminarse sobre el pico derecho de la boca con una verruguita muy mona, de la cual salían dos o tres pelos bermejos que a la luz brillaban retorcidos como hilillos de cobre.
Manolita ofrecía otro tipo distinto, admirándose en ella lozanas carnes y suma gracia, unida a un defecto que para muchos es aumento singular de perfección en la mujer, y a otros, verbigracia a don Pedro, les inspira repulsión: un carácter masculino mezclado a los hechizos femeniles, un bozo que iba pasando a bigote, una prolongación del nacimiento del pelo sobre la oreja que, descendiendo a lo largo de la mandíbula, quería ser, más que suave patilla, atrevida barba.
No habia acabado de crecer, ó, mejor dicho, faltábale crecer por igual: su tez era verde: apuntábale el bozo, y sus ojos parecian dos ascuas.
—Con todo, la natural lozanía de los diez y seis abriles prestaba entónces al rostro del adolescente su encantadora suavidad y virginal frescura, más realzadas que oscurecidas todavía por las vagas penumbras del apénas incipiente bozo.
Tenía Jacintito semblante agraciado y carilleno, con mejillas de rosa como una muchacha, y era rechoncho de cuerpo, de estatura pequeña tirando un poco a pequeñísima, y sin más pelo de barba que el suave bozo que lo anunciaba.
No sé si he dicho que en mí se estaba verificando la trasformación propia de la edad, y que un repentino desarrollo había engrosado mi cuerpo y redondeado mi cara, donde ya me apuntaba ligero bozo.
Y, por último, para que esta efigie fuera más singular, adornaban airosamente su labio superior unos vellos negros que habían sido agraciado bozo y eran ya un bigotillo barbiponiente, con el cual formaban simetría dos o tres pelos arraigados bajo la barba, apéndices de una longitud y lozanía que envidiara cualquier moscovita.
Tras ese bozo asomaban a veces unos dientes blancos, chicos y parejos, y he aquí lo que constituía la magia de la sonrisa de Isabel.
Para que nada faltase al aire varonil y resuelto de su persona, debe añadirse que sombreaba su boca expresiva un bozo oscuro y sedoso, al cual sólo faltaba una tonsura frecuente para convertirse en bigote negro y poblado.
Cuando, por la ganancia que se prometieron de lo sabroso de aquellas agudezas, sin enmienda ni mejora, algunos mercaderes extranjeros las pusieron en la publicidad de la imprenta, sacándome en las canas lo que atropellé antes del primer bozo, y no solo publicaron aquellos escritos sin lima ni censura, de que necesitaban, antes añadieron a mi nombre tratados ajenos, añadiendo en unos y dejando en otros muchas cosas considerables, yo, que me vi padecer no solo mis descuidos, sino las malicias ajenas, dotrinado del escándalo que se recibía de ver mezcladas veras y burlas, he desagraviado mi opinión y sacado estas manchas a mis escritos, para darlos bien corregidos, no con menos gracia, sino con gracia más decente, pues quitar lo que ofende no es disminuir, sino desembarazar lo que agrada.
-¿Quién está allá a las sepulturas?- con una cara hecha de un orejón, los ojos en dos cuévanos de vendimiar, la frente con tantas rayas y de tal color y hechura, que parecía planta de pie, la nariz en conversación con la barbilla, que casi juntándose hacían garra, y una cara de la impresión del grifo, la boca a la sombra de la nariz, de hechura de lamprea, sin diente ni muela, con sus pliegues de bolsa a lo jimio, y apuntándole ya el bozo de las calaveras en un mostacho erizado, la cabeza con temblor de sonajas y la habla danzante, unas tocas muy largas sobre el monjil negro, esmaltada de mortaja la tumba, con un rosario muy grande colgando, y ella corva, que parecía con las muertecillas que colgaban dél que venía pescando calaverillas chicas.
Un ligero bozo apuntaba en su labio superior, y el cabello negro y lacio que caía sobre su frente oprimida y estrecha y le daba un aspecto casi infantil.
Entonces apenas me apuntaba el bozo y era un mocetón bien plantado, derecho como un huso, un gallito para las buenas mozas.
con el bozo y lirio agudo de sus montañas invisibles,.
algo hombruno en toda ella, en el bozo que le sombrea el labio.

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