Ejemplos con avaricia

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Pero como en la Sevilla del siglo XVI ya existía el espionaje comercial, los astutos factores que tenían los Fúcar y los Welser en la capital hispalense, ven con avaricia los buenos negocios indianos de los hermanos Caballero, toman nota, pasan información y los alemanes se apresuran a mover los hilos de influencias amistosas.
Envidia, lujuria y avaricia: Moe va a un local nudista y es golpeado en los genitales después de intentar robarle en dinero a una nudista, luego él dice que tiene envidia por los que no tienen genitales.
Por ello, son habituales en él los poemas de circunstancias en que elogia a algún poderoso para solicitar su protección económica y también las críticas a la avaricia de sus mecenas.
Debido a su fragilidad y, especialmente, a la avaricia que las riquezas no dejaron nunca de inspirar, son raros los relicarios y objetos sagrados labrados en oro o plata que han logrado sobrevivir al transcurso del tiempo sin sufrir daños.
El infierno, presidido por Satanás, donde se castiga a los pecados capitales: la Soberbia, desarzonada de un caballo, la Avaricia ahorcada con su propia bolsa de dinero, la Envidia, cuya lengua es arrancada por un demonio, la Lujuria, representada por una mujer con sus pechos desnudos, atada por el cuello con su amante.
Mi padre, como autor dramático, suponía que cada persona es víctima de una pasión, necesariamente, si no el amor, el odio, si no el odio, la envidia, si no, la cólera, si no, la avaricia.
Todos le querían: los capitanes vascos, sobrios en palabras, rudos y de tuteo confianzudo, los capitanes asturianos y gallegos, enamoradizos y derrochadores, que desmienten con su carácter la avaricia y la tristeza de tierra adentro, los capitanes andaluces, que parecen llevar en su gracioso lenguaje un reflejo de la blanca Cádiz y sus vinos luminosos, los capitanes valencianos, que hablan de política en el puente, imaginando lo que podrá ser la marina de la futura República, los capitanes de Cataluña y de Mallorca, conocedores de los negocios tan a fondo como sus armadores.
Chichí protestaba de la avaricia de papá al verle comprar lentamente, con tanteos y vacilaciones.
Sólo un campesino rico, famoso en el pueblo por su avaricia, lloriqueaba desesperado, repitiendo: Yo no quiero morir yo no quiero morir.
¡Venir de tan lejos, para que se burlasen de ellos unos pobretones! Renacía su avaricia de antiguos miserables, que turbaba muchas veces con detalles de ruindad sus alardes de ostentación.
Había querido, al irse del mundo, morir abrazada a aquellas hortalizas que todas las mañanas llevaba al mercado de Bilbao, con avaricia de aldeana.
¡Y quién sabe si aun esos pocos privilegiados no se sienten mordidos por el demonio de la vanidad, y al extremar los ascetismos de su vida, piensan en la gloria de verse en los altares! El sacerdote que logra dominar la carne cae en la avaricia, que es el vicio eclesiástico por excelencia.
Los deudores le contestaban altivamente, alegando la miseria como un derecho para no sufrir su avaricia, sus órdenes imperiosas tardaban en ser ejecutadas, y tenía la percepción clara de que al andar por el claustro se reían a su espalda o le hacían gestos amenazadores.
Era vergonzoso que el hombre, que sólo aparecía un instante sobre el planeta, un minuto, un segundo, pues su vida no equivalía a más ante la vida de la inmensidad, pasase este soplo de existencia peleándose con el semejante, robándolo, agitado por la fiebre del despojo, sin gozar siquiera la majestuosa calma de la bestia feroz, que, cuando ha comido, reposa, sin ocurrírsele causar daño por vanidad o avaricia.
Ya sabes que-mis adversarios me echan en cara lo que ellos llaman mi avaricia.
En él, la avaricia y la usura iban unidas a la más absoluta probidad para los intereses de la iglesia.
Ahorraba en secreto, con esa avaricia fría y dominadora de la gente de iglesia en todos los tiempos.
Y eran inútiles todos los argumentos de los dos solterones, furiosos al verse atacados en su avaricia.
Jacobo, con la egoísta y rapaz avaricia con que moderaba todos los gastos de Currita, y la despótica autoridad que sobre ella ejercía, reprendióle agriamente aquel derroche de perlas, desperdiciadas en regalar corbatas a sus.
Y Batiste seguía pensando en su campo, sentado ante la mesilla enana, rodeado de toda su familia menuda, que a la luz del candil miraba con avaricia una cazuela humeante de bacalao con patatas.
El primo Rafael, amante rabioso de los placeres y obligado a reprimir sus deseos en la atmósfera de sórdida avaricia en que se había educado, lanzóse sin temor a saciar sus apetitos al verse dueño de la fortuna de su esposa.
Era el más fiel representante de la avaricia atribuida a los de su gremio, y en el Mercado se contaban de él cosas graciosísimas.
El deseo de alcanzarla es la única disculpa que tiene la avaricia.
Vuestra avaricia ha engendrado su prodigalidad.
¡Instintos de coleccionista, que son variantes de la avaricia! Alguna vez llegó hasta cortarle los botones de los vestidos, pero con un solfeo que le dieron no le quedaron ganas de repetirlo.
Pues hija, yo no tengo la culpa Te acordarás que estuvo con el medio duro en la mano, ofreciéndolo y retirándolo, hasta que al fin su avaricia pudo más que la ambición, y dijo: Para lo que yo me he de sacar, más vale que emplee mi escudito en anises.
Guárdate tus carros de pedernal, que ya te los pondrán en la balanza el día del gran saldo final, ya sabes, cuando suenen las trompetas aquellas, sí, y entonces, cuando veas que la balanza se te cae del lado de la avaricia, dirás: Señor, quítame estos carros de piedra y cascote que me hunden en el Infierno , y todos diremos: no, no, no échenle carga, que es muy malo.
Barbarita no gustaba de prodigar su tesoro, y apenas acercaba el papel a las respingadas narices de las otras, lo volvía a retirar con movimiento de cautela y avaricia, temiendo que la fragancia se marchara por los respiraderos de sus amigas, como se escapa el humo por el cañón de una chimenea.
Una de las habilidades de don Gabriel fue hacer partijas con su hermana cogiéndole mañosamente casi toda su legítima, despojo a que asintió la pobre señora, absolutamente inepta en materia de negocios, hábil sólo para ahorrar el dinero que guardaba con sórdida avaricia, y que tuvo la imprudente niñería de ir poniendo en onzas de oro, de las más antiguas, de premio.
El usurero tenía sudores de muerte, pero, al cabo de una espantosa batalla, pudo más el odio que la avaricia, y, levantándose indignado, exclamó con rabioso acento:.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba