Ejemplos con arrogantísima

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En él venía, en pie, una mujer arrogantísima que en su mano agitaba un pañuelo.
Eran estas de cierto capitán de artillería, andaluz, de gran familia, arrogantísima figura y poquísima vergüenza, que había antecedido a Juanito Velarde en el puesto de confianza que a la sazón ocupaba este en la casa.
Esta vez fue Arespacochaga quien palideció, afectado por la actitud arrogantísima del capellán, por su voz entera y vibrante, por el fuego de sus ojos.
Para servir a vuecenciadijo una voz en la puerta, y al mirar, encaró Jacinta con la arrogantísima figura de , quien no le pareció tan fiero como se lo habían pintado.
Y ella se les puso delante en actitud arrogantísima, alzó el brazo que tenía libre y les dijo:.
Los circunstantes no le dijeron nada, y Cristina misma, con ojos encendidos de tanto llorar y el seno palpitante, enmudecía ante la arrogantísima actitud de aquella nueva Semíramis, su hermana.
Los quince años transcurridos desde el día en que lo sacáramos a relucir por vez primera habían transformádolo, convirtiéndolo de mozo esbelto, de movimientos tardos y rudos, en hombre de arrogantísima presencia, de sueltos modales y de semblante varonil, en el que se iniciaban las primeras arrugas con que la edad madura pone en derrota el frescor de nuestros años primeros.
Y si el señor Frasquito había llegado a la casi total abdicación de sus ya remotas arrogancias, en cambio Dolorcita estaba que metía miedo de buena moza, los cinco años transcurridos habíanle convertido en arrogantísima matrona de amplísima y redonda cadera, de talle siempre esbelto y de seno de tentadora curvatura, su rostro, antes algo enjuto, habíase redondeado, atersándose su piel blanca como el marfil y fina como el raso, el amor al acariciarla con un ala solamente no había podido ajar su espléndida hermosura.
Dicho esto, Nazarín pudo contemplar a sus anchas la arrogantísima figura del anciano señor de la Coreja, don Pedro de Belmonte.
En él venía, en pie, una mujer arrogantísima que en su mano agitaba un pañuelo.
A una arrogantísima figura y a un aire marcial y desenvuelto, unía el vigor del hombre en la plenitud de la vida, pues el de Esquilache apenas frisaba en los treinta y cinco años.
-Parose delante de mí una arrogantísima máscara, vestida con elegante dominó, al través de cuyos largos pliegues se adivinaban las formas de una Juno.

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