Ejemplos con arrebato

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Tiene influencias de Chalay, Camela, El Arrebato, Kiko y Sara, Palofumeke, Rosario Flores, Paraíso, Calaitos, Yoa, David de Maria, Santa Fe y muchos otros artistas españoles con los que ha compartido escenario.
Javier Labandón, más conocido como El Arrebato, es un cantautor español de rumba-pop.
Cuando Piel Morena se disolvió, El Arrebato mandó una maqueta a Dioni, éste se la envió a su discográfica, EMI, la cual apostó por él y decidió grabar lo que seria el primer disco de El Arrebato: Poquito a poco, con el que logró un éxito muy superior al que había tenido con Piel Morena y mucho mayor del que él mismo esperaba.
De plus, para la parte francesa la risa provocada por la ópera cómica era considerada como nociva porque hace perder la maestría de sí y era contraria a la razón mientras que la parte italiana hacia un llamado al arrebato y a la emoción.
En un arrebato salvaje Ridley disparó un rayo de su boca hacia Samus pero su madre se interpuso provocándole la muerte, luego, justo antes de matar a Samus, se oye la explosión y el general de los piratas se va a su planeta sembrando el rencor en una pequeña niña que se convertiría en su mas aguérrida rival.
Alicia, llena de rencor y en un arrebato de ira, lo encara noches después, entrando furtivamente en su casa.
Sentíase avergonzado de su arrebato.
Y ahora, ¿qué dicen ustedes?preguntó Escobar, en un arrebato impropio de su natural modosidad.
Su historia es, toda ella, el arrebato de una actividad viril.
Y desapareció con su paso firme de hermosa cazadora, sereno el rostro, como si no quedase en ella el menor recuerdo de su fiero arrebato pasional.
Temo que a tu padre le dé un arrebato de sangre.
Jamás recordaba el millonario haber notado en su compañera un momento de abandono, un arrebato de pasión.
Aresti quedó inmóvil, avergonzado de su arrebato.
En ciertos momentos se dejaba arrastrar por su carácter imperioso, como si llevase en el cuerpo algo que exacerbaba sus nervios con oculta molestia, pero al momento replegábase dentro del caparazón de su bondad y con los ojos pedía perdón por su arrebato.
El golpe fue cruel, porque al oírle, Diógenes sintió que le arrancaban de allá, muy hondo, algo que era la esperanza de la vida, la más arraigada de todas las esperanzas, por ser la última, que no se arranca nunca sin llevarse detrás lágrimas de los ojos y sangre del corazón Cególe un movimiento feroz de ira, porque nada hay más ilógico que el terror, y pareciéndole aquello un robo descarado que venía a hacerle, revolvióse furioso contra el médico como si fuera él quien pretendiera hacerle el hurto, y arrojóle a la cara cuantas injurias y obscenidades encontraron en la sentina de su alma la cólera y el horror Asustados y sorprendidos el médico y el fondista, retiráronse al punto, dejando a Diógenes solo, revolcándose furioso, comprendiendo por la postración y la angustia que le embargaron al punto tras su arrebato, que el médico no exageraba ni mentía, que la muerte se aproximaba, en efecto, y que era forzoso condenarse o capitular.
¡No ir! ¡No ir!repetía Diógenes, y púsose a combinar al punto un fantástico viaje de huida, en que se le figuraba subir al coche que acababa de parar en la puerta, cuyos sonoros cascabeles llegaban a su oído taladrándole la cabeza, y correr a escape a San Sebastián, y embarcarse allí para el fin del mundo, huyendo como Caín de aquel juez que le perseguía, dando vueltas por la tierra, vueltas y más vueltas, que vinieron por fin a marearle, produciéndole bascas terribles, entre las que creyó ver asomar ya la guadaña de la muerte ¡La muerte! Aquel maldito despertador que estaba sobre la mesa se la recordaba de continuo, pareciéndole que al compás de su siniestro tic-tac regulaba su paso, rapidísimo como nunca, y lleno de ira mandó a la mujer que lo parase, mas entendió esta que quería verlo para enterarse sin duda de la hora que apuntaba, y apresuróse a llevárselo Diógenes, arrancándoselo de la mano con un arrebato feroz de rabia, estrellólo contra la pared de enfrente, haciéndolo trizas.
Prevaleciendo y aun privando en Villafría tan sanas doctrinas acerca de la longevidad de los noviazgos, ya se hará cargo el lector del asombro que produciría aquel arrebato, aquella impremeditación con que doña Luz se decidió.
Aquel marido aceptado en un arrebato de ira, sí no llegó a inspirarla amor mereció la tierna simpatía del agradecimiento.
Su rompimiento con él fue un arrebato de su carácter atrabiliario, pero por no mostrarse débil, permaneció alejado, aunque sin dejar por esto de enterarse de la marcha de sus negocios.
La hija del se había dejado llevar de un arrebato del carácter violento que mostraba en las grandes ocasiones.
Estaba en efecto amenazada de un arrebato de sangre, y la cosa no era para menos.
Reparó que la moza no llevaba pendientes y que tenía una oreja rota, entonces recordó habérsela partido él mismo, al aplastar con la culata de su escopeta el zarcillo de filigrana, en un arrebato de brutales celos.
Julián, por su parte, quedó tembloroso, agitado, descontento de sí mismo, cual suelen los pacíficos cuando ceden a un arrebato de ira: hasta sentía dolor físico, en el epigastrio.
estuvo para gritar el infeliz, loco de dicha, en el primer arrebato de su pasion.
Manuel se llegó entónces a su querida con los brazos abiertos, en los cuales se arrojó ella, sin poder dominar el amoroso arrebato de su alma y de su sangre.

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