Ejemplos con aperado

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Mariano montaba un caballo obscuro de su predilección, aperado con sencillez.
No concurría a las pulperías sino en los días de carreras en que iba a ellas montado sobre un magnífico caballo parejero, aperado con ese lujo del gaucho que reconcentra toda su vanidad en las prendas con que adorna su caballo en los días de paseo.
-Persiguiendo y matarlo y degollando -repuso Coliqueo, y trayendo caballo aperado, pues no se conformaba con la pérdida del overo, cuya hermosura y calidades le habían hecho nacer desde el primer momento el deseo irresistibles de poseerlo, aunque lo hubiera cambiado por todos sus animales.
Apenas había andado unas cuatro leguas, cuando se encontró con un paisano hermoso, paquetísimo y montado sobre un magnífico caballo overo bayo, aperado con un lujo pintoresco.
Venía en un caballo flaco y mal aperado, y su chiripá roto, su poncho hecho trizas, sus alpargatas agujereadas cantaban, en coro lastimero, la miseria del pobre viejo.
Un día llegó a la estancia un gaucho viejo, bastante haraposo, jinete en un malacara flaco, pobremente aperado.
Caminando, se dio cuenta de que él también iba muy bien vestido y montado en un caballo de valor y ricamente aperado.
Y lo mismo que en la noche anterior, encontró a éste bien vestido y montado en caballo lujosamente aperado, rodeado de peones que le obedecían, y supo por él, que un gran rodeo de vacas mestizas que allí cerca estaba parado, era de su propiedad, de él, Florentino.
Un día que, hecho ya todo un ricacho, iba el criollo viejo arreando para Mendoza unos novillos enormes de gordos, para el abasto de la ciudad, encontró por el camino a un jinete regularmente aperado y vestido y bastante buen mozo, y se detuvieron ambos, de golpe, abriendo tamaños ojos.
Montado en un mancarrón overo, modestamente aperado, sale del palenque de la estancia, para el campo, a parar rodeo o a repuntar la hacienda, el señor, con su séquito.
Hacía muchos años ya que había perdido el timón, don Anselmo, cuando apareció en la estancia de don Tomás, una tarde, miedosamente colocado en un mancarrón mal aperado, prestado en la pulpería, donde había llegado a pie, desde el pueblito, distante de tres leguas, objeto de la burlona curiosidad de los paisanos, con sus harapos de pueblero, mestizados de prendas campestres, sus alpargatas nuevas y su galerita aboyada, su levita remendada, recuerdo de grandezas pasadas, sus pantalones arremangados en las medias sucias, y sus manos sin ampollas.
-Tiene pa ganarle a dos como el caballo de aquí -aseguraba un viejo, montado en un zaino aperado de plata-, .
Los caballos estaban prontos, y el que debía montar yo aperado con una montura inglesa, perfectamente pelada, obtenida por requisición en la casa del maestro de escuela.

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