Ejemplos con alborotando

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El dictador de Libia, Coronel Muammar Gaddafi, un aliado cercano de Amin, oyó que el TPDF estaba alborotando través Uganda de sur y acercando a Kampala y Entebbe, las dos ciudades mayores de Uganda.
Los niños se agitaban alborotando a la llegada de las olas.
Su comercio consistía en una larga batea llena de objetos baratos, que paseaba con un socio compatriota, alborotando juntos los suburbios de la ciudad con el pregón de su industria: ¡A veinte centavos! ¡Todo a veinte!.
En efecto: el señor Canencia, vástago de una dinastía de conspiradores que venía alborotando desde la , era un andaluz muy , natural.
Irritóse mucho de que Currita no hubiese tirado por la ventana al jefe de orden público, juró que no saldría de allí aquel indecente sin oír antes de sus labios cuatro palabritas bien dichas, y alborotando y accionando, y sacando la lengua a los agentes de orden público que encontró al paso, fue a parar al comedor, porque eran ya las doce, estaba en ayunas, tenía hambre y se hacía imposible salir de allí hasta que terminara el registro.
Podría suceder muy bien que cuando todo iba como una seda, saliese con ciertas propias de su oficio, sacando el Cristo de debajo de la sotana y alborotando la casa.
Las vecinas se enracimaban en las puertas riendo y alborotando.
La criatura seguía alborotando, y su madre se quejaba de un desasosiego que no podía explicar.
Tenía la iglesia sus tribunas laterales, que fueron destinadas a los diplomáticos, a las señoras y al público distinguido, y en los pies del edificio abriéronse dos nuevas con barandal de madera, que se dedicaron al pueblo en general, y que éste invadió desde las primeras sesiones, alborotando más de lo que parecía conveniente al decoro de su recién lograda soberanía.
¡Qué escándalo! ¡En una casa como esta, en una casa de paz, de decoro, de virtudes! A las doce entró este caballerito, que sin duda pasó la noche en alguno de esos , como dicen, quizás alborotando y aprendiendo todas esas herejías que andan ahora por ahí.
Estuviste después alborotando toda la noche con los que apedrearon la casa de Morillo.
Esto decía, cuando entraron alborotando cuatro mujeres con careta, entendiéndose por ello no el antifaz de cartón, o trapo, prenda de Carnaval, sino la mano de pintura que se habían dado aquellas indinas con blanquete, chapas de carmín en los carrillos, los labios como ensangrentados y otros asquerosos afeites, falsos lunares, cejas ennegrecidas, y la caída de ojos también con algo de mano de gato, para poetizar la mirada.
Pero ¿cómo echarle tierra si la oposición seguía alborotando el cotorro, sobre todo si La Pampa no interrumpía su campaña? En la conveniencia de unos y otros no estaba quedarse calladitos como en misa, porque, sino, saldrían a bailar con ellos el mismo Silvestre y quién sabe cuántos más.
hubiera deshecho en gritos alborotando el convento, pero vos, encantadora niña, os habéis.
¡Con razón, concho, con razón nadie había tenido qué decirle al hijo de su madre! Y el hervor de aquella indignación consabida se acrecentaba, y sus burbujas subían al cerebro del chiquillo, casi adolescente, alborotando sus primeras pasionalidades.
Zalamero y Virginia estaban en una de las filas más altas, abajito, junto a la escalera de la derecha, en apretada falange, todos los demás huéspedes, alborotando más de lo regular y dando broma a D.
¡Qué escándalo! ¡En una casa como esta, en una casa de paz, de decoro, de virtudes! A las doce entró este caballerito, que sin duda pasó la noche en alguno de esos clubes, como dicen, quizás alborotando y aprendiendo todas esas herejías que andan ahora por ahí.
Estuviste después alborotando toda la noche con los que apedrearon la casa de Morillo.
En la carretera de la costa, en el trayecto de Gijón a Avilés, casi a mitad de camino, entre ambas florecientes villas, se detuvo el coche de carrera al salir del bosque de la Voz, en la estrechez de una vega muy pintoresca, mullida con infinita hojarasca de castaños y robles, pinos y nogales, con los naturales, tapices de la honda pradería de terciopelo verde oscuro que desciende hasta refrescar sus lindes en un arroyo que busca deprisa y alborotando el cauce del Aboño.
Todo el día están alborotando.
Hubo gritos de alegría, de sorpresa sobre todo, algunos de malicia, bromas, jarana y pretexto para seguir divirtiéndose y alborotando: Emma continuaba protestando, se sentía mejor, era verdad, después de haber desahogado por completo, pero el susto, al cambiar de especie, había empeorado, no estaba enferma, como había temido, pero estaba en estado interesante, y esto era horroroso.
Sale alborotando el barrio un chico pelón montado en una caña, con una bandera.
Hubo un ciudadano que, no queriendo sujetarse a pagar una multa que se le habla impuesto, apeló a César, gritando y alborotando acaloradamente, y Bruto, vuelto a los que se hallaban presentes: “A mí- les dijo- César no me quita ni me quitará que decida conforme a las leyes”.
No eran muchos los días que llevaban de seguir a Luculo después de la batalla, cuando ya se le resistieron, primero, con ruegos y enviando el mensaje con los tribunos, y después, ya con mayor tumulto y alborotando por las noches en las tiendas, que parece es la señal de un ejército sublevado.
De su inconsecuencia en los castigos, alborotando, el mundo por cualquiera leve motivo, y pasando blandamente por las mayores maldades, aplacándose benignamente en cosas que parecían insufribles y propasándose a muertes y publicacio- nes de bienes por faltas ligeras y sin importancia, la razón que puede darse es que, siendo por índole iracundo y pronto a castigar.
Dícese que como los Galos diesen muchos pasos hacia la reconciliación, y también el Senado se inclinase a la paz, Marcelo irritó al pueblo para que apeteciese la guerra, y aun sin embargo de que llegó a hacerse la paz, los Galos mismos parece que obligaron a la guerra, pasando los Alpes y alborotando a los Insubres, porque siendo unos treinta mil, se unieron a éstos, que les excedían mucho en número, y llenos de altanería marcharon sin detención contra Acerra, ciudad fundada a las orillas del Po, de allí salía el rey de los Gesatas, Virdómaro, con unos diez mil hombres, y talaba todo el país por donde discurre este río.
Era costumbre que los elegidos cónsules, para mostrar su agradecimiento, saludaran al pueblo con semblante risueño desde la tribuna, mas Emilio, congregando en junta a los ciudadanos, les dijo que él había pedido el primer consulado apeteciendo el mando, y el segundo porque ellos buscaban un general, por tanto, que ninguna gratitud les debía, y que si pensaban que otro conduciría mejor las cosas de la guerra, se desistía del mando, mas si confiaban en él, que en nada se mezclaran ni anduvieran alborotando, sino que con silencio se ayudaran a preparar lo necesario para la expedición, pues si querían mandar al que los mandaba, se harían más ridículos de lo que eran en las cosas de la guerra.
¡Y hubo un día en que unos cuantos mequetrefes, como los del salón vecino, alborotando a la sociedad y seduciéndola, lograron barrenar sus estatutos tradicionales y hacer que se bailara, ¡que se bailara! cuando los mocosos tuvieran antojo de ello, en aquel salón jamás profanado, ¡precisamente en aquél! Y ya se había bailado muchas veces, y se bailaría otras muchas más, y cada vez que se bailaba, los candelabros con lágrimas de estearina al día siguiente, y la alfombra pisoteada, y los muebles trastrocados.
Terminó el conciliábulo, salieron Obdulia y Visitación, corriendo, alborotando, haciendo alarde de la confianza con que trataban a los marqueses, y los jóvenes se despidieron.
Por el aire que traen se deja conocer que no van de brujuleo: si hubieran salido con este fin, ya estarían alborotando las tiendas y corrillos que dejan atrás, y no yendo de brujuleo, ni habiendo música en la plaza, ni paseo en la Alameda, ni baile de campo, necesariamente van de reunión.

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