Ejemplos con ahorcando

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Su patada es capaz de noquear enemigos y puede asesinar silenciosamente ahorcando con una cuerda de piano.
En respuesta, el Irgún cumplió con su amenaza, ahorcando a los dos sargentos.
Algún tiempo después, salió por la costa del norte a recorrer los puertos hasta la ciudad de Trujillo para oponerse a que los barcos que venían desde Panamá al servicio de Pedro de la Gasca, hiciesen aguada, pero los marinos de esos barcos le tendieron una emboscada que pudo obviar sin contratiempos, De todas formas, Acosta desempeñó su encargo tomando algunos prisioneros realistas y ahorcando a los que le pareció.
El verdugo se dice que el verdugo dijo posteriormente Sentó que estaba ahorcando a un hombre inocente, y es aun lo que aun creo.
Cruzan como cazas veloces por la oscuridad de la historia, tumbando catedrales, ahorcando estatuas.
-Trabajan para nosotros, y ahorcando a los liberales se ahorcan a sí mismos.
¿Pues no he dado en soñar que soy verdugo y que la estoy ahorcando?.
Pero, ya que no quemando, seguimos ahorcando, fusilando y guillotinando a los criminales de nuestra pequeña época.
-Lugar sagrado es la tierra, y cumplo con todos ahorcando al criminal y enterrándolo en sitio bendito -pensó el alcalde, y dio por contestación al oficio arzobispal el cuerpo del reo balanceándose en la horca.
Temblores formidables en Quito, Latacunga, Trujillo y Concepción de Chile, la inundación de Santa, un incendio que devoró a Panamá y la rebelión de los indios de Huarochirí, que se sofocó ahorcando a los principales cabecillas, figuran entre los sucesos siniestros de esa época.
Y en medio de aquella vida nómada que arrastraran escépticas por el servilismo en que yacían, aquellas pobres generaciones de siervos, fanatizadas por un grosero sistema, resignaban pasivas su destino al arbitrio y buena voluntad discrecional de sus orgullosos señores, verdaderos monarcas microscópicos, que reinaran a veces según les placía, indiferentes ante tanta miseria, ahorcando, enrodando o descuartizando a sus pecheros, deshonrando a sus hijas, y monopolizando la voluntad con repugnantes abusos jurisdiccionales, y si alguna vez en fuerza de tanta presión se sublevaba aquel mismo sufrimiento pasivo, otros nuevos desafueros más violentos solían ahogar aquel doloroso clamor con todo ese lujo de crueldad inherente a la tiranía en su vértigo.
Carbajal previno caritativamente a los vecinos de Lima que estaba resuelto a seguir ahorcando prójimos y saquear la ciudad, si ésta no aceptaba por gobernador del Perú a Gonzalo Pizarro, quien, con el grueso de su ejército, se encontraba esperando la respuesta a dos leguas del camino.

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