Ejemplos con afabilísimo

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Por eso, si no presenta su conducta privada el modelo perfecto del hombre, tampoco hay en su gestión pública actos de crueldad, si por la doctrina ultra-reaccionaria que profesó fue odioso a muchos que no le conocían, su trato encantador y afabilísimo le hizo simpático a cuantos le trataban.
Fueron a visitar al grande hombre, a quien hallaron frío y reservado en la conversación política, afabilísimo y jovial en todo lo que era de pensamiento libre.
Tanto y con tanto ardor insistió Fajardo en su pretensión humanitaria, que el otro, si no se dio a partido resueltamente, bien claro mostraba en su rostro la flexibilidad inherente a todo político español, blandura de voluntad que si en el común de los casos que afectan al interés público es defecto grande, en algún particular caso, como el que ahora se cuenta, era hermosa virtud. Un poco más de matraca del bravo Beramendi, y ya podría Leoncio reírse de la trampa que le tenían armada... No era, en efecto, el Ministro de la Gobernación tan fiero como se le pintaba. Su destemplado ultramontanismo, manifiesto en la vaguedad de los principios y en la retumbancia de los discursos, apenas tenía eficaz acción en la vida práctica, y si en la general esfera política funcionaba con estridente ruido el potro de tormento, en la esfera privada y en los casos particulares, todos los garfios y ruedas de la tal máquina se volvían completamente inofensivos. Era Nocedal un hombre culto, de trato amenísimo, que había tomado la postura ultramontana porque con ella descollaba más fácilmente entre sus contemporáneos. Si los caracteres son producto y resultancia de elementos éticos que, difusos y sin conformidad entre sí, se ramifican en el fondo social, el complejo ser de don Cándido había tomado su fundamental savia de yacimientos morales muy desperdigados y diferentes. Sensible como pocos al amor, la ternura de su corazón ante el sexo débil le inspiraba la piedad en la vida política. Por eso, si no presenta su conducta privada el modelo perfecto del hombre, tampoco hay en su gestión pública actos de crueldad, si por la doctrina ultra-reaccionaria que profesó fue odioso a muchos que no le conocían, su trato encantador y afabilísimo le hizo simpático a cuantos le trataban. Juzgándole por el aspecto declamatorio y vano que lleva en sí todo papel político, aparece como un discípulo de Torquemada, o como Gregorio VII redivivo, pero si le hacemos bajar a las llanezas de la Administración, vemos en él un excelente gobernante, que supo llevar el orden, la actividad y la rectitud al departamento que regía.
En casa de Lantigua había ganado Morton las simpatías de los dos hermanos por su trato afabilísimo y la amenidad de su conversación.
En substancia, era un pícaro afabilísimo, del cual se podía esperar cualquier favor y también alguna trastada.

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