Ejemplos con admiraban

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

¡Cómo lo admiraban todo! Iban por la calle como asustados ¿Y Margalida? ¡Qué muchacha tan hermosa!.
En el Casino le admiraban los señores al ver cómo sacaba tranquilamente de sus bolsillos los billetes de Banco a puñados.
¡Lástima que hubiese nacido en esta isla para no salir de ella jamás! ¡Y su belleza sería para alguno de aquellos bárbaros que la admiraban con perruna mirada de ansiedad! ¡Tal vez para el , el odioso que parecía protegerlos a todos con sus ojos sombríos!.
Todos le admiraban, con esa cobardía colectiva de la multitud temerosa.
Las admiraban y vivían aparte de ellas, a pesar de moverse en un estrecho espacio que les obligaba a continuos encuentros.
Al mismo tiempo lo admiraban como una gloria local.
El podía afirmarlo, que había conocido la notoriedad y pasaba ahora como un desconocido entre las mismas gentes que le admiraban meses antes.
Estos bretones, acostumbrados a la disciplina y la sobriedad de otros buques, admiraban los fueros extraordinarios del cocinero, que podía mostrarse generoso lo mismo que un capitán.
Fingían sorpresa al verla, la abrazaban, admiraban su traje, hacían elogios de su hermosura, le pedían datos sobre las últimas modas, y escapaban, procurando no tropezarse con ella otra vez.
Cuanto más de cerca se la observase, más se admiraban las singulares partes de que estaba, dotada.
Se murmuraba mucho de él entre las menestralas, con motivo del lance de Valentina, se le llamaba falso, traidor, bribón, pero todas ellas, hasta las mismas amigas de la víctima, le admiraban, le adoraban en secreto, y hubieran caído a pocos embates en sus brazos, por más que juraban y perjuraban que era bien tonta la que hacía caso de aquel.
Los ricos aplaudían a la guardia civil cuando daba tormento, resucitando los procedimientos salvajes de la Inquisición, los pobres admiraban al fuerte, al audaz, viendo muchos de ellos la suprema gloria en la bomba de dinamita, los gobiernos, ante el más insignificante motín, abominaban de la libertad como si fuese un fardo abrumador En otros tiempos, los católicos rancios presentaban sus pruebas de pureza de sangre para demostrar que estaban limpios de todo origen judío o mahometano.
En el fondo estaba el altar, y en su parte baja, detrás de un vidrio, admiraban los devotos un verdadero interior de museo de figuras de cera.
El campanero y los amigos le admiraban.
Todos ellos admiraban a Dios, tan previsor y cuidadoso, que había fabricado la luna para que alumbrase a los hombres por las noches, y las estrellas para que la obscuridad no fuese absoluta.
Le admiraban como admiran siempre las gentes sencillas a los que descienden hasta ellas para ejercer el apostolado de las nuevas ideas.
Por todo lo expuesto, nadie ponía malicia, nadie comentaba de modo injurioso la intimidad y convivencia de doña Luz y del Padre, quienes, por otro lado, donde se trataban, se veían, se hablaban y aun se admiraban inocentemente, con el mayor abandono, era en el seno de la pequeña tertulia, de la cual, nada trascendía, y en la cual todo se explicaba santísimamente, o mejor dicho, no se explicaba, pues ni para D.
Decía don Pedro que le admiraban dos cosas: haberse resuelto a salir de los Pazos, y hallarse tan decidido a , idea que antes le parecía irrealizable.
Todos los que conocían a Sancho Panza se admiraban, oyéndole hablar tan elegantemente, y no sabían a qué atribuirlo, sino a que los oficios y cargos graves, o adoban o entorpecen los entendimientos.
No se admiraban de ver cautivos libres, ni moros cautivos, porque toda la gente de aquella costa está hecha a ver a los unos y a los otros, pero admirábanse de la hermosura de Zoraida, la cual en aquel instante y sazón estaba en su punto, ansí con el cansancio del camino como con la alegría de verse ya en tierra de cristianos, sin sobresalto de perderse, y esto le había sacado al rostro tales colores que, si no es que la afición entonces me engañaba, osaré decir que más hermosa criatura no había en el mundo, a lo menos, que yo la hubiese visto.
Quedaron admirados los dos de lo que Sancho Panza les contaba, y, aunque ya sabían la locura de don Quijote y el género della, siempre que la oían se admiraban de nuevo.

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