¿Cómo se escribe apelsonamiento?

En español diversas letras comparten el mismo sonido, esto da lugar a infinidad de dudas ortográficas, en muchos casos estas dudas se pueden resolver aplicando las reglas generales de ortografía. Por esa razón, si dudas de cómo se escribe una palabra, introdúcela en nuestro corrector y te la corregimos mostrándote la regla que deberás aplicar para poderla escribir correctamente.

    Los errores ortográficos más comunes son:

  • Errores de acentuación de las palabras, sobre todo en caso de que la sílaba tónica forme parte de un hiato o un diptongo.
  • Empleo de las letras j y g porque dependiendo de la palabra la letra g ha de pronunciarse con el fonema /j/.
  • Empleo de las letras c,z y el dígrafo "qu" para los fonemas /z/ /k/ y /s/, el fenómeno del seseo y del ceceo.
  • Empleo de la letra h que al ser muda, es decir, no tiene un sonido asociado, da lugar a errores.
  • Empleo de r o rr. Ya que en ocasiones la letra r se corresponde al fonema que el dígrafo rr.
  • Empleo de las letras y, ll para los fonemas /y/ y /ll/ y el fenómeno del yeísmo.
  • Empleo de las letras b,v dos letras distintas que comparten el mismo fonema /b/.
  • Empleo de la letra x para representar el fonema /s/ o /k+s/.

La palabra apelsonamiento se escribe con R

La manera correcta de escribirla es APERSONAMIENTO. Puedes ver la definición de apersonamiento aquí

Las posibles dudas a la hora de escribir una R o una L, vienen dadas porque tanto la letra erre como la letra ele son líquidas, esto es, no hay oclusión del aire, sino que se articulan con el tracto abierto y los posibles obstáculos no impiden la salida del aire.

En algunas regiones hispanohablantes, ambos fonemas se pronuncian de la misma manera, a este echo se le conoce como lambdacismo y normalmente se da en las erres al final de palabra, de esta manera palabras como amor se pronuncian como amol, o dolor como dolol.

Ejemplos con la palabra Apersonamiento

Pues aunque labrador, digo que no soy lerdo, y que si no me falta paciencia, condición primera del que se pone a dar azadonazos en la tierra mirando siempre para el cielo, me sobra lo que llamamos orgullo, o como se dice, apersonamiento, que es el hipo de no dejarse atropellar, ni permitir que a uno le popen y atosiguen.
Nos sentarnos, y sacando cigarrillos, a todos les di, y fumaron el padre y los hijos mayores. Mi mujer, que de mi brazo se colgó pesándome en algunos momentos, no desplegaba los labios, y Miedes hablaba en voz queda con la moza Lucila, cuyo timbre de voz hasta mí llegaba como dulce y lejana música. Interrogado Ansúrez por el Cura y por mí acerca de las desdichas que le habían traído a tal pobreza y desamparo, se sentó en una piedra, y con gran sencillez de lenguaje, ni jactancioso ni servil, sino en un punto de sinceridad grave, nos dijo: «Yo, señores míos, soy un hombre de buen natural, ni de los que van para santos, ni de los que merecen condenarse, bueno cuando me ponen en condición de serlo, malo cuando me obligan a volver por mi interés, mas no tanto que puedan los más tirarme la piedra. El mundo es malo de por sí, y esta nuestra tierra de España tan sembrada y rodeada está de males, que no puede vivir en ella quien no se deje poner trabas en manos y pies, dogales en el pescuezo, que al modo de cordeles son las tantísimas leyes con que nos aprieta el maldito Gobierno, y lazos los arbitrios en que nos cogen para comernos tantos sayones que llamamos jefe político, alcalde, obispo, escribano, procurador síndico, repartidor de derramas, cura párroco, fiel de fechos, guardia civil, ejecutor y toda la taifa que mangonea por arriba y por abajo, sin que uno se pueda zafar... Yo, aquí donde me ven, no soy de los más legos, que los benitos de Lupiana me enseñaron lectura y escritura, y me apacentaron el entendimiento con libros que en mí dejaron alguna ciencia, aunque corta... Pero sin saber cómo pasé de aquel vivir a otro, y me metí a labrador, lo cual fue, pueden creérmelo, como meterme en el laberinto de la perdición y en el infierno de la miseria. Quien dice labranza dice palos, hambre, contribución, apremios, multas, papel sellado, embargo, pobreza y deshonra... Pues aunque labrador, digo que no soy lerdo, y que si no me falta paciencia, condición primera del que se pone a dar azadonazos en la tierra mirando siempre para el cielo, me sobra lo que llamamos orgullo, o como se dice, apersonamiento, que es el hipo de no dejarse atropellar, ni permitir que a uno le popen y atosiguen. Labrar la tierra es cosa dura, ¡ay!... ¡con doscientos y el portero!... y por labrarla de la peor suerte, con trabajo propio en tierras ajenas, salta en cada momento la cuestión de las cuestiones, aquella que ya trae revueltos a los hombres desde que los hijos de Adán, o sus nietos y biznietos, dieron en sembrar la primera semilla: la cuestión del tuyo y mío, o del averiguar si siendo mío el sudor, mía, verbigracia, la idea, y míos los miedos del ábrego y del pedrisco, han de ser tuyos los terrones abiertos y la planta y el fruto... Pues yo, que sé trabajar como el primero, que en el libro de la tierra y del cielo estrellado leo sin equivocarme, no he podido trabajar nunca sin que a cada vuelta me salieran la Partida tal, el Fuero cual, el fisco por este lado, la escribanía por otro, las ordenanzas, los reglamentos, las premáticas, el amo de la tierra, el amo del agua, el amo del aire, el amo de la respiración, y tantos amos del Infierno, que no puede uno moverse, pues de añadidura viene el sacerdote con sus condenaciones, y delante de todos el guardia civil, que se echa el fusil a la cara... y si uno chista, cátate muerto. ¿Quién vive así? Yo he sido honrado, luego tentado a no serlo. Me han perseguido, me han atropellado, me han quitado lo mío y lo que tomaba para que los tomadores de lo mío me pagaran con lo suyo... me han metido en cárceles, me han puesto en escritura con papeles, y aquí estoy valiendo menos que la tinta que gastaron en contar mis desavíos, he perdido en una semana lo que en seis años gané, he recibido palos y los he dado con más gana de romper cabezas que de guardar la mía, y, por fin, llego a la vejez cansado de la lucha y sin otro provecho que las amarguras, rabietas y achuchones...
Ver ejemplos de oraciones con la palabra apersonamiento

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