Categoría gramatical / tiempo verbal de amenguaría

Existen varias categorías gramaticales para Amenguaría dependiendo de su origen, puedes verlas todas a continuación.

Como Conjugación De Amenguar

Verbo Transitivo

Los Verbos Transitivos son aquellos que necesitan de complemento para tener sentido pleno.

Verbo Intransitivo

Los Verbos Intransitivos son aquellos que no necesitan de complemento para tener sentido pleno.

1ª Persona Singular Del Condicional De Amenguar

El Condicional Simple se puede utilizar para expresar la posibilidad de que una acción tenga lugar o para hacer una petición de manera educada. Veamos algunos ejemplos:

  • Yo iría si me dijeras que es necesario. Aquí expresa la posibilidad de que una acción teng alugar
  • Podría usted indicarme si esta es la dirección correcta. Aquí se utiliza para realizar una petición de manera educada

Como Conjugación De Amenguar

Verbo Transitivo

Los Verbos Transitivos son aquellos que necesitan de complemento para tener sentido pleno.

Verbo Intransitivo

Los Verbos Intransitivos son aquellos que no necesitan de complemento para tener sentido pleno.

3ª Persona Singular Del Condicional De Amenguar

El Condicional Simple se puede utilizar para expresar la posibilidad de que una acción tenga lugar o para hacer una petición de manera educada. Veamos algunos ejemplos:

  • Yo iría si me dijeras que es necesario. Aquí expresa la posibilidad de que una acción teng alugar
  • Podría usted indicarme si esta es la dirección correcta. Aquí se utiliza para realizar una petición de manera educada

Ejemplos con la palabra Amenguaría

El miedo era el estado crónico de Pelegrín. Miedo a su padrastro, que le atizaba leña al menor descuido, miedo a la portera, que era bigotuda, y le gruñía si no restregaba muy bien los zapatos en los hierros del umbral, al volver de la calle, miedo a los guardias de Orden Público, que un día le tiraron de las orejas, sin piedad de sus sabañones, miedo a su hermana, que le llevaba dos años y mandaba a zapatos en él, miedo al maestro, que no le había castigado nunca, pero que gastaba unas cejas peludas como jopos de conejo, miedo a los guripas de la calle, procaces y osados cual gorriones, que le hacían burla y le amenazaban con morradas, y cumplían la amenaza a veces. El miedo constante había llegado a ser en Pelegrín segunda naturaleza. ¡Tenía miedo hasta a su madre, tan deshecha, tan demacrada la infeliz! ¡Miedo a las flacas manos que le lavaban, le servían el café chirle y el cocidillo tan escaso! Tal vez, comiendo unos garbanzos más, el miedo de Pelegrín se amenguaría. Probablemente, con un buen filete de carne y un caldo substancioso, Pelegrín sería un valentón. Lo cierto era que vivía temblando. Tenía vagamente la convicción de que cuanto hiciese era malo, digno de reprimenda, rechifla o golpes. Por instinto, cuando le dirigían la palabra, bajaba la cabeza, como el que ve a otro alzar el brazo o un arma para herirle, y trata de esquivar la agresión. Y si alguien le hubiese dicho a Pelegrín que esto no era justo, que no todas las cosas ni las personas debían serle hostiles, le sorprendería mucho: se mostraría incrédulo. Él, Pelegrín, había nacido para eso: para aguantar candela.
Ver ejemplos de oraciones con la palabra amenguaría

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