Sinónimos y Antónimos de Puestecita

A continuación se muestran los Sinónimos y Antónimos de puestecita ordenados por sentidos. Si tienes duda sobre alguna palabra, puedes hacer clic sobre ella para conocer su significado.

Sinónimos de puestecita

Puestecita Como adjetivo, diminutivo del femenino de puesto.

1 En el sentido de Acomodadita

Ejemplo: A lo lejos vi que Patrocinio arrimaba mi tropilla. Al día siguiente, pensé, me iría con ella. No hay querencia mejor que el lomo de sus caballos para un resero, ni cama más acomodadita que sus jergas y sus pellones. «No necesito mah'embras que mis pulgas», me dije.

  • Acomodadita diminutivo del femenino de acomodado, sustantivo femenino, adjetivo femenino, diminutivo de acomodada

2 En el sentido de Gastadita

  • Gastadita diminutivo del femenino de gastado, adjetivo femenino, diminutivo de gastada

3 En el sentido de Levantadita

  • Levantadita diminutivo del femenino de levantado, adjetivo femenino, diminutivo de levantada

4 En el sentido de Formadito

  • Formadito diminutivo del femenino de formado, participio de formar, verbo transitivo, verbo pronominal, verbo intransitivo, diminutivo de formada

5 En el sentido de Tapadilla

  • Tapadilla diminutivo del femenino de tapado, sustantivo femenino, adjetivo femenino, diminutivo de tapada
  • Envueltito diminutivo del femenino de envuelto, participio de envolver, verbo transitivo, verbo pronominal, diminutivo de envuelta

6 En el sentido de Metidita

Ejemplo: La miro a usted porque me gusta mirarla Anoche y anteanoche, y todos los días desde aquel en que hablamos, la tengo a usted metidita dentro de mis ojos, la veo cuando duermo y cuando no duermo.

  • Metidita diminutivo del femenino de metido, sustantivo femenino, adjetivo femenino, diminutivo de metida

7 En el sentido de Jugadita

  • Jugadita diminutivo del femenino de jugado, adjetivo femenino, diminutivo de jugada

8 En el sentido de Dejadita

  • Dejadita diminutivo del femenino de dejado, adjetivo femenino, sustantivo femenino, diminutivo de dejada
  • Posadilla diminutivo del femenino de posado, adjetivo femenino, diminutivo de posada

9 En el sentido de Hincadito

  • Hincadito diminutivo del femenino de hincado, participio de hincar, verbo transitivo, verbo intransitivo, verbo pronominal, diminutivo de hincada

10 En el sentido de Cerradilla

  • Cerradilla diminutivo del femenino de cerrado, adjetivo femenino, sustantivo femenino, diminutivo de cerrada
  • Techadillo diminutivo del femenino de techado, participio de techar, verbo transitivo, diminutivo de techada

11 En el sentido de Preparadita

Ejemplo: -¡Por vida del ocho de bastos! -exclamó éste interrumpiendo de pronto su descosido relato-. ¡A que estoy yo dándote que cavilar y hasta que temer con estos recovecos y estas parsimonias, lo mismo que si pensara en salirte a lo mejor con alguna historia del otro mundo? ¡Ja, ja, ja! Pues estaría bueno eso, ¡canástoles! Nada, hija, nada: todo se reduce a una especie de recuento de cosas y de planes que yo pensaba hacerte dentro de unos días, y se me ha antojado hacértele ahora mismo, desde que he notado que no necesitas el aprendizaje ni de esos pocos días siquiera para desempeñar en regla tu nuevo papelito de señorita formal... Y ahí tienes la razón de los treinta y tantos piropos que te llevo echados en un periquete... Esperaba verte con cierta inseguridad al principio... ¿eh? con cierto encogimiento, y hasta... En fin, al asunto, ¡qué canástoles! que todavía, por el empeño de huir del perejil, se me va a plagar de ello la frente. Al caso, pues, he dicho, y el caso, sin más rodeos, es éste: hay dos modos... dos principales, entiéndelo bien, de colarse por las puertas del mundo: el uno de sopetón, y el otro por sus pasos contados. Yo soy partidario de este modo, y hasta le considero de necesidad, como el conocer letra a letra el silabario para aprender a leer de corrido y como se debe. ¿Estás tú? Pues bueno. Tú sales del limbo ahora, te coge una modista que lo entiende, te emperejila y engalana a uso de mujer que es hija de un padre rico y bien relacionado en la tercera capital de España, y me dice a mí: «ahí está esa alhaja, preparadita para brillar entre las más resplandecientes. Dela usted el pase, y adentro con ella...» «Poco a poco», respondo yo entonces, no a la modista, sino a ti, que lo has oído: «a la parte de allá de esa puerta hay mucho bueno, pero también mucho malo: lo uno y lo otro tienta y seduce por igual, y todo ello anda revuelto y salta a los ojos voraces, hecho una ensalada. Hay, por consiguiente, que aprender a mirar, y que educar y fortificar el estómago antes de colarse ahí con la posible seguridad de que no se nos dé gato por liebre a lo mejor del cuento...» ¿Estás tú? Pues aplica ahora el símil a la realidad del caso nuestro, y te digo: mira, Nieves, yo, en tu lugar, a tu edad, en tu posición, con tus racionales esperanzas de una larga y regalona vida, tan regalona como decorosamente quepa en una mujer honrada y de buena y cristiana educación, no comenzaría a gustar los placeres lícitos del mundo por lo más revuelto y lo mayor, sino por lo más tranquilo y más pequeño, no me expondría a corromper mis buenos instintos con los aires viciados y los ejemplos peligrosos de la vida social de las grandes ciudades, sino que me prepararía debidamente con otros aires más puros y otros ejemplos más... vamos, más... ¡Canástoles! pongámoslo en plata y acabemos: quisiera yo, Nieves de mi alma, que, ante todo, nos fuéramos, pero en seguidita, por una temporada tan larga como pudieras resistirla tú, a Peleches, al solar de tus mayores, donde yo nací y deseo morir, cuanto más tarde, por supuesto, a Peleches, digo, donde no has estado nunca, porque la fuerza de las cosas lo ha querido así, no porque a mí se me haya pasado por alto la necesidad, como te consta por lo que me has oído lamentarlo a cada instante. ¡Oh, y cómo había de lucirnos en el cuerpo y en el alma esta determinación llevada a cabo en ocasión y en época tan oportunas! Sin obligaciones escolares tú, desligado yo de las trabas de mis negocios apremiantes, porque, en previsión de este caso, he ido arreglando las cosas a mi gusto con el sosiego y el pulso necesarios, libre tú, libre yo, con el tiempo y el dinero de sobra en aquella comarca tan alegre y tan saludable... Peleches, por sí, no es gran cosa para divertirse una mocita como tú, pero a dos pasos está la villa donde hay un poco de todo lo que hay aquí, hasta gentes bien educadas, con su correspondiente sociedad y respectivas diferencias de nivel, pero sencillo y noble y aun patriarcal si se quiere, y además de ello, pintorescas y sanas costumbres populares, horizontes admirables y ambiente salutífero. De todo ello te puedes henchir, hija mía, sin el menor riesgo de que te perjudique ni en la salud física ni en la moral: antes al contrario, caerá como fecundante rocío sobre la hermosa primavera de tu vida, y dando mayor firmeza y desarrollo a lo mucho bueno que ya tienes, hará que sea mejor que ello todavía lo que vayas acopiando. Ya sabes la fe que tengo yo en ciertos principios de higiene, aun puestos en práctica en los sitios y ocasiones menos a propósito para acreditarlos. No tiene escape, Nieves: dame un aire puro, y yo te daré una sangre rica, dame una sangre rica, y yo te daré los humores bien equilibrados, dame los humores bien equilibrados, y yo te daré una salud de bronce, dame, finalmente, una salud de bronce, y yo te daré el espíritu honrado, los pensamientos nobles y las costumbres ejemplares. ''In corpore sano, mens sana''. Es cosa vista... salvo siempre, y por supuesto, los altos designios de Dios. Me lo has oído muchas veces, y no podrás negarme que durante tu niñez, a falta del aire libre de mi tierra, te has sorbido la mitad del que corre a caño suelto en los paseos más desahogados de Sevilla. Pues si la receta no falla ni en naturalezas míseras y enclenques y de mal enderezados pensamientos, ¡qué prodigios no obrará en la tuya, que es modelo de naturalezas ricas, nobles y bien equilibradas? Miel sobre hojuelas, hija mía... Para concluir de una vez: véate yo en Peleches alegre y satisfecha y triscando como suelta cabritilla, aclimatada a aquellos lugares y aquellas costumbres medio bravías y medio urbanas, y de tu cuenta dejo el señalarme entonces el día y la hora para hacer tu presentación al mundo ruidoso de las grandes capitales... Con el temple de las armas que hayas adquirido de ese modo, que te entren moscas aquí... ni en San Petersburgo... Y éste es el caso, mondo y lirondo.

  • Preparadita diminutivo del femenino de preparado, adjetivo femenino, diminutivo de preparada

12 En el sentido de Preparadita

Ejemplo: -¡Por vida del ocho de bastos! -exclamó éste interrumpiendo de pronto su descosido relato-. ¡A que estoy yo dándote que cavilar y hasta que temer con estos recovecos y estas parsimonias, lo mismo que si pensara en salirte a lo mejor con alguna historia del otro mundo? ¡Ja, ja, ja! Pues estaría bueno eso, ¡canástoles! Nada, hija, nada: todo se reduce a una especie de recuento de cosas y de planes que yo pensaba hacerte dentro de unos días, y se me ha antojado hacértele ahora mismo, desde que he notado que no necesitas el aprendizaje ni de esos pocos días siquiera para desempeñar en regla tu nuevo papelito de señorita formal... Y ahí tienes la razón de los treinta y tantos piropos que te llevo echados en un periquete... Esperaba verte con cierta inseguridad al principio... ¿eh? con cierto encogimiento, y hasta... En fin, al asunto, ¡qué canástoles! que todavía, por el empeño de huir del perejil, se me va a plagar de ello la frente. Al caso, pues, he dicho, y el caso, sin más rodeos, es éste: hay dos modos... dos principales, entiéndelo bien, de colarse por las puertas del mundo: el uno de sopetón, y el otro por sus pasos contados. Yo soy partidario de este modo, y hasta le considero de necesidad, como el conocer letra a letra el silabario para aprender a leer de corrido y como se debe. ¿Estás tú? Pues bueno. Tú sales del limbo ahora, te coge una modista que lo entiende, te emperejila y engalana a uso de mujer que es hija de un padre rico y bien relacionado en la tercera capital de España, y me dice a mí: «ahí está esa alhaja, preparadita para brillar entre las más resplandecientes. Dela usted el pase, y adentro con ella...» «Poco a poco», respondo yo entonces, no a la modista, sino a ti, que lo has oído: «a la parte de allá de esa puerta hay mucho bueno, pero también mucho malo: lo uno y lo otro tienta y seduce por igual, y todo ello anda revuelto y salta a los ojos voraces, hecho una ensalada. Hay, por consiguiente, que aprender a mirar, y que educar y fortificar el estómago antes de colarse ahí con la posible seguridad de que no se nos dé gato por liebre a lo mejor del cuento...» ¿Estás tú? Pues aplica ahora el símil a la realidad del caso nuestro, y te digo: mira, Nieves, yo, en tu lugar, a tu edad, en tu posición, con tus racionales esperanzas de una larga y regalona vida, tan regalona como decorosamente quepa en una mujer honrada y de buena y cristiana educación, no comenzaría a gustar los placeres lícitos del mundo por lo más revuelto y lo mayor, sino por lo más tranquilo y más pequeño, no me expondría a corromper mis buenos instintos con los aires viciados y los ejemplos peligrosos de la vida social de las grandes ciudades, sino que me prepararía debidamente con otros aires más puros y otros ejemplos más... vamos, más... ¡Canástoles! pongámoslo en plata y acabemos: quisiera yo, Nieves de mi alma, que, ante todo, nos fuéramos, pero en seguidita, por una temporada tan larga como pudieras resistirla tú, a Peleches, al solar de tus mayores, donde yo nací y deseo morir, cuanto más tarde, por supuesto, a Peleches, digo, donde no has estado nunca, porque la fuerza de las cosas lo ha querido así, no porque a mí se me haya pasado por alto la necesidad, como te consta por lo que me has oído lamentarlo a cada instante. ¡Oh, y cómo había de lucirnos en el cuerpo y en el alma esta determinación llevada a cabo en ocasión y en época tan oportunas! Sin obligaciones escolares tú, desligado yo de las trabas de mis negocios apremiantes, porque, en previsión de este caso, he ido arreglando las cosas a mi gusto con el sosiego y el pulso necesarios, libre tú, libre yo, con el tiempo y el dinero de sobra en aquella comarca tan alegre y tan saludable... Peleches, por sí, no es gran cosa para divertirse una mocita como tú, pero a dos pasos está la villa donde hay un poco de todo lo que hay aquí, hasta gentes bien educadas, con su correspondiente sociedad y respectivas diferencias de nivel, pero sencillo y noble y aun patriarcal si se quiere, y además de ello, pintorescas y sanas costumbres populares, horizontes admirables y ambiente salutífero. De todo ello te puedes henchir, hija mía, sin el menor riesgo de que te perjudique ni en la salud física ni en la moral: antes al contrario, caerá como fecundante rocío sobre la hermosa primavera de tu vida, y dando mayor firmeza y desarrollo a lo mucho bueno que ya tienes, hará que sea mejor que ello todavía lo que vayas acopiando. Ya sabes la fe que tengo yo en ciertos principios de higiene, aun puestos en práctica en los sitios y ocasiones menos a propósito para acreditarlos. No tiene escape, Nieves: dame un aire puro, y yo te daré una sangre rica, dame una sangre rica, y yo te daré los humores bien equilibrados, dame los humores bien equilibrados, y yo te daré una salud de bronce, dame, finalmente, una salud de bronce, y yo te daré el espíritu honrado, los pensamientos nobles y las costumbres ejemplares. ''In corpore sano, mens sana''. Es cosa vista... salvo siempre, y por supuesto, los altos designios de Dios. Me lo has oído muchas veces, y no podrás negarme que durante tu niñez, a falta del aire libre de mi tierra, te has sorbido la mitad del que corre a caño suelto en los paseos más desahogados de Sevilla. Pues si la receta no falla ni en naturalezas míseras y enclenques y de mal enderezados pensamientos, ¡qué prodigios no obrará en la tuya, que es modelo de naturalezas ricas, nobles y bien equilibradas? Miel sobre hojuelas, hija mía... Para concluir de una vez: véate yo en Peleches alegre y satisfecha y triscando como suelta cabritilla, aclimatada a aquellos lugares y aquellas costumbres medio bravías y medio urbanas, y de tu cuenta dejo el señalarme entonces el día y la hora para hacer tu presentación al mundo ruidoso de las grandes capitales... Con el temple de las armas que hayas adquirido de ese modo, que te entren moscas aquí... ni en San Petersburgo... Y éste es el caso, mondo y lirondo.

  • Preparadita diminutivo del femenino de preparado, adjetivo femenino, diminutivo de preparada
  • Acomodadita diminutivo del femenino de acomodado, sustantivo femenino, adjetivo femenino, diminutivo de acomodada

13 En el sentido de Presumidilla

Ejemplo: Ella, siempre tan modesta y enemiga de galas, se tornó presumidilla.

  • Presumidilla diminutivo del femenino de presumido, adjetivo femenino, diminutivo de presumida

14 En el sentido de Contadina

Ejemplo: Museo della Civiltà contadina e dell'Artigianato Locale, cerca de la escuela media inferior de Castel San Lorenzo,.

  • Contadina diminutivo del femenino de contado, adjetivo femenino, diminutivo de contada

15 En el sentido de Montadita

Ejemplo: Carlos ceñiría la corona, el Demonio nos traía de nuevo a nuestra compañera montadita en la nube, y nos la ponía en el tejado, no sin algún quebranto de huesos de la monja volandera.

  • Montadita diminutivo del femenino de montado, sustantivo femenino, adjetivo femenino, diminutivo de montada

16 En el sentido de Pasadilla

Ejemplo: En el camino se realizan paradas en enclaves determinados como son La Mula, El Alto de Navahonda y la pasadilla.

  • Pasadilla diminutivo del femenino de pasado, adjetivo femenino, sustantivo femenino, diminutivo de pasada

17 En el sentido de Untadito

  • Untadito diminutivo del femenino de untado, participio de untar, verbo transitivo, verbo pronominal, diminutivo de untada

18 En el sentido de Abogadete

  • Abogadete diminutivo del femenino de abogado, participio de abogar, verbo intransitivo, diminutivo de abogada

19 En el sentido de Agregadito

  • Agregadito diminutivo del femenino de agregado, participio de agregar, verbo transitivo, verbo pronominal, diminutivo de agregada

20 En el sentido de Ordenadita

  • Ordenadita diminutivo del femenino de ordenado, adjetivo femenino, diminutivo de ordenada
  • Mandadito diminutivo del femenino de mandado, participio de mandar, verbo transitivo, verbo intransitivo, verbo pronominal, diminutivo de mandada

21 En el sentido de Vestidillo

Ejemplo: Repasó minuciosamente su mejor vestidillo de lana negra, y con el betún del señor sacó brillo a sus zapatos.

  • Vestidillo diminutivo del femenino de vestido, participio de vestir, verbo transitivo, verbo pronominal, verbo intransitivo, diminutivo de vestida
  • Calzadilla diminutivo del femenino de calzado, adjetivo femenino, sustantivo femenino, diminutivo de calzada

22 En el sentido de Prendidita

  • Prendidita diminutivo del femenino de prendido, adjetivo femenino, sustantivo femenino, diminutivo de prendida

23 En el sentido de Dichaeta

  • Dichaeta diminutivo del femenino de dicho, adjetivo femenino, sustantivo femenino, diminutivo de dicha
  • Echadilla diminutivo del femenino de echado, adjetivo femenino, sustantivo femenino, diminutivo de echada
  • Arregladita diminutivo del femenino de arreglado, adjetivo femenino, diminutivo de arreglada
  • Validita diminutivo del femenino de valido, adjetivo femenino, sustantivo femenino, diminutivo de valida
  • Costadillo diminutivo del femenino de costado, participio de costar, verbo intransitivo, diminutivo de costada
Sinónimo de puestecita

Antónimos de puestecita

Puestecita Como adjetivo, diminutivo del femenino de puesto.

1 En el sentido de Apagadita

  • Apagadita diminutivo del femenino de apagado, adjetivo femenino, sustantivo femenino, diminutivo de apagada
Antónimos de puestecita

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