Pedro Julio Mir

Pedro Julio Mir

Poeta y Escritor Dominicano cuyo nombre completo es Pedro Julio Mir Valentín

San Pedro de Macorís, 3 de junio de 1913 - Santo Domingo, 11 de julio del 2000

10 Poesías de Pedro Julio Mir

Poemas más populares de Pedro Julio Mir


ni un paso atrás

Árbol de luna que obedece al clima
un sistema de nocturnidad,
no permitas que el murciélago te oprima.
Ni un paso atrás.

No permitas que el largo regimiento
de los años de crimen pertinaz,
te toque el hombro con el pensamiento.
Ni un paso atrás.

Que la alta flor que de tus ramas brota
en este chapuzón de libertad,
no pierda en miel ni la más breve gota.
Ni un paso atrás.

Ni un paso atrás, soldados y civiles
hermanados de pronto en la verdad.
La vida es una sobre los fusiles,
que no hay trincheras para los reptiles,
de malos nuestros a extranjeros viles.
Ni un paso atrás.

La libertad como un antiguo espejo
roto en la luz, se multiplica más,
y cada vez que un trozo da un reflejo
el tiempo nuevo le repite al viejo:
ni un paso atrás.

Ni un paso atrás, ni un paso atrás,
ni un paso de retorno al ayer, ni la mitad
de un paso en el sentido del ocaso,
ni un paso atrás.

Que en la lucha del pueblo se confirme,
-sangre y sudor- la nacionalidad.
Y pecho al plomo y la conciencia en firme.
Y en cada corazón... Ni un paso atrás.


Poema ni un paso atrás de Pedro Julio Mir con fondo de libro

amén de mariposas

El autor bajo el título de
amén de mariposas

a la embajadora norteamericana
en méxico, el año de 1914
porque, durante la ocupación de veracruz
por tropas de su propio país, exclama:

¡esta es la danza de la muerte
y creo que nosotros tocamos el violín!

y por lo que en sus palabras suena de admonitorio,
de desgarrador y quién sabe si hasta de maternal,

dedica

este poema
cincuenta años después,
cuando es más alegre el gatillo del violín,
cuando más tumultuoso el delirio de la danza.

Mariposa:
caricatura de aeroplano.
Pulso de abismo,
erudita de pétalos.

Antes que las manos
en la pared te mataron ..
... Los ojos de las niños... .

(Pedro m. Cruz
raíces iluminadas)

primer tiempo

1

cuando supe que habían caído las tres hermanas
mirabal
me dije:
la sociedad establecida ha muerto.

(Lapislázuli a cuento de todo emblema ruidoso
mentís en a referido a un imperio en agonía
y cuanto ha sido conocido desde entonces
me dije
y cuanto ha sido comprendido desde entonces
me dije
es que la sociedad establecida ha muerto)

comprendí
que muchas unidades navales alrededor del mundo
inician su naufragio
en medio de la espuma
pensadora
y que grandes ejércitos reconocidos en el planeta
comienzan a derramarse
en el regazo de la duda
pesarosa.

Es que
hay columnas de mármol impetuoso no rendidas al
tiempo
y pirámides absolutas erigidas sobre las civilizaciones
que no pueden resistir la muerte de ciertas mariposas

2

cuando supe que tres de los espejos de la sociedad
tres respetos del brazo y orgullo de los hombres
tres y entonces madres
y comienzo del día

habían caído
asesinadas
¡oh, asesinadas!

a pesar de sus telares en sonrisa
a pesar de sus abriles en riachuelo
a pesar de sus neblinas en reposo

(y todo el día lleno de grandes ojos abiertos)

roto el cráneo
despedazado el vientre
partida la plegaria
¡oh, asesinadas!

comprendí que el asesinato como bestia incendiada
por la cola

no se detendría ya

ante ninguna puerta de concordia
ante ninguna persiana de ternura
ante ningún dintel ni balaustrada
ni ante paredes
ni ante rendijas
ni ante el paroxismo
de los progenitores iniciales
porque a partir de entonces el plomo perdió su rumbo
y el sentido su rango
y sólo quedaba en pie
la humanidad
emplazada a durar sobre este punto
escandaloso
de la inmensidad
del universo

supe entonces que el asesinato ocupaba el lugar
del pensamiento
que en la luz de la casa
comenzaba a aclimatarse
el puerco cimarrón
y la araña peluda
que la lechuza se instalaba en la escuela
que en los parques infantiles
se aposentaba el hurón
y el tiburón en las fuentes
y engranaje y puñal
y muñón y muleta
en los copos de la cuna
o que empezaba entonces la época rotunda
del bien y del mal
desnudos
frente a frente
conminados a una sola
implacable definitiva
decidida victoria
muerte a muerte

¡oh asesinadas!
no era una vez
porque no puedo contar la historia de los hombres
que cayeron en maimón
y estero hondo
a unos pocos disparos de constanza
en el mismo corazón del año de 1959
puesto que todo el mundo sabe que somos el silencio
aun en horas de infortunio

no era una vez porque no puedo contar la historia
de este viejo país del que brotó la américa latina
puesto que todo el mundo sabe que brotó de sus
vértebras
en una noche metálica denominada
silencio

de una vértebra llamada esclavitud
de otra vértebra llamada encomienda
de otra vértebra llamada ingenio

y que de una gran vértebra dorsal le descendió
completa
la doctrina de monroe

no contaré esta historia porque era una vez no
la primera
que los hombres caían como caen los hombres
con un gesto de fecundidad
para dotar de purísima sangre los músculos de la
tierra.

La espada tiene una espiga
la espiga tiene una espera
la espera tiene una sangre
que invade a la verdadera

que invade al cañaveral
litoral y cordillera,
a todos se nos parece
de perfil en la bandera

la espiga tiene una espada
la espada una calavera.

3

Pero un día se supo que tres veces el crepúsculo
veces el equilibrio de la maternidad
tres la continuación de nuestro territorio
sobre la superficie de los niños adyacentes
reconocidas las tres en la movida fiebre
de los regazos y los biberones
protegidas las tres por la andadura
de su maternidad navegadora
navegable
por el espejo de su matrimonio
por la certeza de su vecindario
por la armonía de su crecimiento
y su triple escuela de amparo
habían caído en un mismo silencio asesinadas
y eran las tres hermanas mirabal
¡oh asesinadas!
entonces se supo que ya no quedaba más
que dentro de los cañones había pavor
que la pólvora tenía miedo
que el estampido sudaba espanto
y el plomo lividez
y que entrábanos de lleno en la agonía de una edad
que esto era el desenlace de la era
cristiana

4

¡oh dormidas!
¡oh delicadas!
qué injuria de meditar.

El mes de noviembre descendía sobre los hombros
como los árboles aún debajo de la noche y aún
dando
sombra.

¡Oh eternas!

el péndulo palpitaba las horas del municipio
y el pequeño reloj destilaba en silencio gota a gota
veinticinco visiones de un día llamado de noviembre.

Pero aún no era el fin
¡oh dormidas! aún no era el fin
aún no era el fin

segundo tiempo

1


Poema amén de mariposas de Pedro Julio Mir con fondo de libro

alegría de la mañana blanca

Son
las nubes
de almidón.
¡Estoy de besos henchido
como una vela blanca!
alza mi alma un sonoro
cáliz de ritmo de plata
en la misa del sol y del verso
bajo los cúmulos de algodón.

Esta es la fiesta de un hombre
que emborrachó de emoción.
¿Quién te llevó por el río
para besarte la falda?
¿quién te decía los versos
y te confiaba las cartas?
¿quién te apretaba el meñique
y los besos te robaba?

¡ah, las nubes de almidón
me poetizan la mañana!
nadie te cuenta mis gozos
de almidón de nube blanca,
y tu sombra me persigue
por esta alegría larga...
¡Siga el canto! ¡siga el canto!

que el pecho me da en merengues
un corazón de guitarras!
están de almidón los días
y de almidón las semanas:
días,
semanas,
días,
semanas
y siempre las alegrías
de almidón por las mañanas.

¿Quién sorprendió los cariños
y te contó las pisadas?
¿quién se achicó en tus pupilas
por culpa de una mirada?
¡ah, la mañana se asombra
de nubes almidonadas...!

Fiebre de luz y de sombra
violentamente contrastan,
las mismas que me dibujan
y en tus ojos me retratan.

¿Fiesta? la de tus ojos.
¿Parranda? la de tu cara.
Felicidad y alegría.
¡Triunfo de las nubes blancas!
conviérteme todo en besos
para estamparme en tu cara.


Poema alegría de la mañana blanca de Pedro Julio Mir con fondo de libro

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