Ven a mirar conmigo el final de la lluvia. Caen las últimas gotas como diamantes desprendidos de la corona del invierno, y nuevamente queda desnudo el aire. Pronto un rayo de sol encenderá los verdes del patio, y saltarán al césped una vez más los pájaros. Ven conmigo y fijemos el instante -mariposa de vidrio- en esta página. !--Img
Cuánto te quise, amor, cuánto te quiero, más allá de la vida y de la muerte. Y aunque ya nunca más he de tenerte, eres de cuanto es mío lo primero. Más que el sol del estío, verdadero, tu recuerdo mitiga, por mi suerte, la sombra que me ciñe, y se convierte en la luz que ilumina mi sendero. Nada ni nadie desterrar haría de mi frente aquel tiempo jubiloso en que eterna la dicha parecía. Contra el olvido y su tenaz acoso defenderá por siempre y a porfía su condición de escudo milagroso. !--Img
En las manos del alba vi la rosa. Huía de sí misma perseguida por su propia hermosura repetida en pétalos y en rosa jubilosa. Con un alto vaivén de mariposa la rosa, ya en el aire, detenida quedaba entre la luz, estremecida de aromas y de fuga luminosa. Inmóvil sobre el viento desvelado en rosa de vitral se convertía la rosa del temblor atormentado. El día la tocaba. Y era el día en torno de la rosa, desalado arroyo de insistente melodía. !--Img