Francisco Acuña de Figueroa

Francisco Acuña de Figueroa

cuyo nombre completo es Francisco Acuña de Figueroa

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He aquí nuestra vida

He aquí nuestra vida: ¡de arena un reló!
En polvo sus horas se ven deslizar,
Leves ondas que el río conmueve
Y una a una desata en el mar,
Que entre dos eternidades,
Del pasado al porvenir,
Punto imperceptible
Marca su existir:
Tal del joven
Que brillo
La vida
Voló;
Si,
Cayó,
¡Oh Pena
Como arena,
Cual río pasó
Hijos y consorte
Dejas, caro amigo, si,
En una patria adoptiva
Que ora gime en pos de ti.
Mil honores debidos viviendo
En este recuerdo amor te dejó,
Ora que no vives, te deja un genido;
He aquí nuestra vida: ¡de arena un reló!


Poema He aquí nuestra vida de Francisco Acuña de Figueroa con fondo de libro

Nomenclatura y apología del carajo

PREFACIO

El autor de esta producción, según un reputado publicista y literato de éste país, es el poeta festivo, satírico y epigramático don Francisco Acuña de Figueroa, inteligencia peregrina, gloria no sólo del Uruguay, su cuna, sino del Nuevo Mundo.

Me he determinado a publicarla porque al mismo tiempo que doy a conocer un trabajo completamente desconocido, digno por su singular rareza que exalta la extraordinaria facilidad para versificar del fecundo vate demuestro lo rico que es el idioma castellano.

Es posible que algunos consideren inconveniente o impropia esta publicación por creer que así contribuimos al relajamiento moral de nuestra civilización febril y vertiginosa; pero las censuras de éstos moralistas no me preocupan mayormente por cuanto considero la "Nomenclatura y Apología del Carajo" una obra de erudición lexicográfica. Pocos poetas americanos han escrito mejor, con mas pureza la lengua española que Acuña de Figueroa cuyo innegable talento le permitía abordar todos los temas y todos los metros.

Por otra parte, me interesa dejar la debida constancia, que la presente edición circulará privadamente y entre determinadas personas como se ha hecho en Buenos Aires, con las producciones de ésta misma índole de Juan Cruz Varela y Florencio Madero.

EL EDITOR.

Nomenclatura y Apología del Carajo.

La lengua castellana es tan copiosa,

En voces y sinónimos, tan rica,

Que con nombres diversos, cualquier cosa

O con varias metáforas explica

Monarca Soberano, y Rey... ¡Qué encanto!

Todo es un mismo nombre repetido;

Y tres veces también con un sentido

Son, Pontífice; Papa, y Padre Santo.

Pero hay de grande aprecio entre los hombres,

Un cierto pajarraco, o alimaña,

Que tiene más sinónimos, y nombres

Que títulos tenia el Rey de España.

Yo, por tal de evitárosle trabajo

De una investigación algo penosa,

Diré que esa alimaña, o quisicosa

No es el Papa, ni el Rey sino... El Carajo!

Miembro Viril, o miembro solamente

Le llama el diccionario... ¡Qué Mezquino!

Sus nombres en el uso más frecuente

Son el nabo, el zurriago, y el pepino

El cimborio, la tripa, y el virote

(flores son de la Lengua Castellana)

el visnago, la pica y la macana

son como la mazorca y el cipote.

El príapo, la porra, y el chorizo

El rábano, la pija, y el badajo;

Picha y ciruela en Español castizo

Son sinónimos todos del Carajo.

El vergajo; la guasca, y mango

el tarugo, el lenguado, y la banana

el pito, y el vitoque... Es cosa llana

que equivalen al chocho, y al zanguango.

La butifarra, el tronco, y la batata

O el lagarto, le llama cualquier topo

el aquello, o la cosa, la Beata

y el Fraile, la correa, y el hisopo.

Muchos suelen llamarle, el trompo, el sapo

otros, el motillón, y el calabrote;

los músicos, la flauta, o el fagote

y el artillero espeque, o sacatrapo.

Siguiendo a la metáfora la hebra

Llámanle, el narigón, el nene, el chato

el tramojo, el merengue y de barato,

van péndulo, panal, bicho y culebra.

La berenjena, la pistola, el dómine,

bien lo sabe cualquiera chuchumeco

todos vienen a ser Carajo "in nomine"

lo mismo que el gazapo, y el muñeco.

En el estilo vulgar, llámanle el rabo

y algunos el peludo... ¡Impropio nombre!

pues por más pendejudo que sea un hombre

no tiene tales pelos en el nabo!

Tiene otros cien apodos que no cuento

que aplica cada cual, según su antojo

como el corvo, la pieza, el instrumento.

El mondongo, el apéndice, el hinojo.

El negocio, la polla, y la poronga

van como suplemento... Y pica punto

que no falta purista que suponga

que esto el miembro, y cojones todo junto.

He aquí en todas sus fases, y conforme

a la ley, por el uso sancionada

con setenta y tres nombres señalada

aquella quisicosa-multiforme.

La cajeta de nombres menos rica

no puede competirle y alza moño

aunque ostenta sus títulos, de Chica

o de raja, argolla, concha y coño.

Lejos de competirle, queda abajo

En buena hora, le añadan papo, y chocho,

Nombres de morondanga... Ellos son ocho

Y entre todos no valen un ¡Carajo!.

Yo, en cualquiera emoción, desahogo el pecho

Cuando un fuerte ¡Carajo! desembucho...

Interjección potente del despecho

Que si es echada a tiempo, vale mucho.

Del sexto en los sentidos corporales,

es el carajo la mejor prescea;

y más si es de esos miembros burricales

que ostentan a la par Fajardo y Zea.

Palabra comodín, que entra al destajo

en todo, pues se dice sin reproche,

fría como un Carajo está la noche

O caliente está el sol, como un Carajo.

Un buen gallo contenta a cien gallinas

y a diez hembras, cualquier mameluco

y por ser bien armado, el Rey Nabuco,

se preñó a cuatro cientas concubinas.

No me vengan hipócritas devotos,

tratando de indecentes mis razones,

ellos dicen, testículos y escrotos,

y se asustan de huevos y cojones.

El venerable Astete, sin reparo,

Y en verdad que ninguno lo acrimina

No fornicar prescribe en su doctrina

que es decir, no joder hablando claro.

Masturbación... ¡Satánico delito!

Clama el predicador; pero un galopo

sigue en la tanda de sobarse el pito

¿Porqué? Porque no entiende aquel piropo.

En asunto de nabo, o de cajeta

pan, pan, y vino, vino, es lo acertado

dígase claramente que es pecado

el hacerse la paja o la puñeta.

El profeta Ezequiel, dis que Doliba

se entregaba a cualquiera rodaballo

con tal de que le arrimasen panza arriba

Verga de burro, y chorro de caballo.

Un Carajo de un seme, grueso y sano

es digno de coronas y guirnaldas

Así ante tan potente soberano

Las Nobles y plebeyas, caen de espaldas.

Hay de Carajos, variedad bastante

Largos, cortos, redondos, puntiagudos!

derechos y torcidos, servigudos!

Y romos y de punta de Diamante.

Si el miembro de botón, como el de un perro

se engancha al fornicar y es un estorbo

y es bueno que sea duro, como un hierro

y es mejor es derecho, que no corvo.

En fin, aquí termina mi trabajo

Si algún censor severo lo condena

Que me eche un buen Carajo... En hora buena

¡Que más quisiera yo, que un buen Carajo!.

FIN


Poema Nomenclatura y apología del carajo de Francisco Acuña de Figueroa con fondo de libro

A una flaquísima tuerta

Aquí yace Estefanía,
flaca y aguda mujer,
que bien pudo aguja ser,
pues sólo un ojo tenía.

Momia, esqueleto de alambre,
en torno a sus huesos vanos
yacen también los gusanos,
pues se murieron de hambre.


Poema A una flaquísima tuerta de Francisco Acuña de Figueroa con fondo de libro

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