Antonio Lussich

Antonio Lussich

Poeta, Armador, Arboricultor y Escritor Uruguayo cuyo nombre completo es Antonio Dionisio Lussich Griffo

Montevideo, 23 de marzo de 1848 - Montevideo, 5 de junio de 1928

38 Poesías de Antonio Lussich

Poemas más populares de Antonio Lussich


Sumario

La Inscripción electoral en la República Oriental. La abstención del Partido Nacional. Muertos apareciendo para votar. El fraude en Canelones. Las elecciones. Polémica Gómez y Ramírez. Deuda Castro reconocida. Interesante discurso del juez Marcial. Los buenos patriotas. Instalación del Club Juventud. Corrida del General Borjes por Saavedra. El prolífico juez Manuel Rovira. Muñoz, Ellauri, Gomenzoro y Varela. Los traidores. Polémica Bustamante y Herrera. Consejos a Ellauri y biografía de Luciano Santos, con sus impresiones amorosas, etc., Etc.


Poema Sumario de Antonio Lussich con fondo de libro

Filosofía sobre el amor

Hasta se hinca de rodiyas
para hacerla consentir,
si hace empeño en resistir
de un modo fiero la humiya.

Y la que al pedido ceda,
infeliz, la pobresita,
siempre la marca maldita
grabada en su frente queda.

Cuando el hombre se haiga hartao
la deja por ahí tirada,
y la pobre atribulada
para el desprecio ha quedao.

Y si pa suerte más pior
echara algún hijo al mando,
su dolor seria projundo
y su disgracia mayor.

Y con razón pensaría
que cuando él llegase a hombre,
llamao El guacho por nombre
en tuitas partes sería.

Hoy todo en ella cambió,
su suerte indina y amarga
la lleva como una carga
que el santo Dios le mandó.

De sus ojos la mirada
briyaba más que el diamante,
dende que juyó su amante
son dos luces apagadas.

Sus trensas que antes cuidó
por lucirlas al querido,
hasta cortadas han sido
por el vil que la engañó.

Sus labios que un tiempo jueron
como claveles rosaos,
hoy marchitos han quedao,
y su frescura perdieron.

Hombre que siempre cargaste
la mala suerte a los tientos,
nunca olvidés los lamentos
de la pobre que engañaste.

Sino, vean en la aurora
cuando lalba se aparece,
qué lindo el campo verdese
y el sol a la tierra dora;
usté oirá la ave cantora
que alza el vuelo de su nido,
y de la oveja el balido
lo escuchamos con ternura,
mientras sufre mil torturas
la que a un ingrato ha querido.


Poema Filosofía sobre el amor de Antonio Lussich con fondo de libro

Los tres gauchos orientales

PERSONAJES

JULIÁN GIMÉNEZ.
MAURICIO BALIENTE.
JOSÉ CENTURIÓN.

JULIÁN GIMÉNEZ

¡Dios lo guarde! Ha madrugao
esta mañana aparcero,
ya tiene al juego un puchero
¡y un churrasquito ensartao!

MAURICIO BALIENTE

Don Julián, ¿cómo le va,
de su cuerpo contra el suelo,
agarró el pájaro al vuelo
¿qué anda haciendo por acá?

JULIÁN GIMÉNEZ

A visitarlo venía
pues nos van a licenciar,
y no me quiero marchar
sin que hablemos este día.

¿Y usté cordial no Baliente,
pero siempre muy prolijo,
¿a que tiene ya de fijo
también el agua caliente?

MAURICIO BALIENTE

¡Cuando nada me ha faltao,
soy gaucho muy albertido,
y como hombre prevenido
siempre estoy bien empilchao!

Arrime aquella carona
amigaso y siéntese,
si algo sabe, cuénteme
de esta paz tan comadrona.

JULIÁN GIMÉNEZ

¡Como no, cuñao Baliente,
vaya usté ensillando el mate,
para que ansí mi gasnate
pueda correr delijente!

MAURICIO BALIENTE

Tratemos pues de matiar
¿quiere dulce o cimarrón?
De los dos tengo ración
como poderlo agradar.

JULIÁN GIMÉNEZ

No soy gaucho resongón
como usté guste aparcero,
pero pa elejir prefiero,
al amargo, el con terrón.

MAURICIO BALIENTE

La helada ha sido muy juerte
de campo no mudaremos,
ansí es mejor que prosiemos
de nuestra tan triste suerte.

JULIÁN GIMÉNEZ

Algo serio le he de hablar,
ponga el oído compañero,
que es bastante lastimero
lo que le quiero contar.

MAURICIO BALIENTE

A su mancho aquí estoy
tiene pronta mi atención,
córrase más al fogón
porque a echarle leña voy.

JULIÁN GIMÉNEZ

El guacho voy a largar
y oigame amigo Mauricio,
que es de este horrible desquicio
lo que usté me va a escuchar.

Hoy de nuevo la Nación
vuelve a cerrarnos la puerta,
que sólo se encontró abierta
por nuestra revolución;
otra vez es la ocasión
de emigrar al extranjero,
esto por acá está fiero
pa el blanco puro y lial,
y como güen nacional
a otra tierra dirme quiero.

¿Qué les importa a esa gente
nuestros grandes sacrificios,
o si hemos prestao servicios
a nuestra causa, fielmente?;
usté ha de estar bien corriente
con quien vamos a tratar,
y yo, como he de olvidar
a los que han muerto a mi hermano;
y antes de darles la mano
mejor me mando mudar.

Si amigaso don Mauricio
nos han engüelto y boliao,
lindaso nos ha pialao
el General Aparicio;
ya se acabó el sacrificio
y el desarme va a venir,
yo de acá quiero salir
de este enrriedo o barajusta,
y usté aparcero, si gusta
me puede tamién seguir.

Seis años de emigración
en suelo extraño tuvimos,
penurias, males, sufrimos
con grande risinación;
cuando vino la invasión
nos encontró decididos
y hoy desgraciaos y vendidos
cono hacienda por dinero,
volvemos al extranjero
dejando bienes queridos.

MAURICIO BALIENTE

Don Julián, ansí es la suerte
fortuna o albercidá,
¡unas veces gloria da
y otras veces da la muerte!

Yo una haciendita tenía
y un rancho de material;
la suerte de en par en par
tuitas seis huertas me abría.

Y sin mermar trabajaba,
pasando alegres los días,
¡cuando yo me pensaría
que ansí mi suerte acababa!

Tuito, tuito se perdió
lo tuve que abandonar,
saqué lo que pude alzar
y a lo demás, dije adiós!

¡La guerra se lo comió
y el rastro de lo que jue,
será lo que encontraré
cuando al pago caiga yo!

Y una prenda yo tenía,
su ricuerdo me entristece,
la vista se me humedece
al acordarme tuabía,
triste para mi jue el día
que tuve que separarme,
para dir a presientarme
a mi causa voluntario:
¡siempre traigo el relicario
que ella medió al ausentarme!

La guerra cuñao siguió
y la que ansí me quería,
vivir sin mi no podía
y la pobre se murió;
dende entonces ando yo
echando al aire lamentos,
que son quejosos acentos
de un alma de amor partida;
que en esta tan triste vida
sólo encontró sufrimientos.

JULIÁN GIMÉNEZ

¡Ha sentido usté esa muerte!
El ricuerdo lo ha abatido,
está tristaso, aflijido
¡que quiere cuñao! ¡la suerte!

MAURICIO BALIENTE

Don Julián, si usté sabiera
Lo que se sufre en amando,
¡uno vive suspirando
aunque suspirar no quiera!

Ella es su prenda querida
ella es su sueño durmiendo,
sin ella vive sufriendo
sin ella ¡pa que es la vida!

Pero vamos a dejar
eso amigo, en la ocasión
yo no encuentro una razón
en lo que acaba de hablar,
lo he sentido a usté culpar
al General Aparicio,
el que tanto sacrificio
ha hecho dende la invasión;
voy a darle mi openión
y causa de este desquicio!

¡Usté se acuerda, cuñao!
el suelo patrio pisamos,
y a poco andar lo golpiamos
a Frenedoso el mentao;
de allí juimos a otro lao
tierra adentro cabriolando,
de vez en cuando sentando
lindo la gama, aparcero;
es decir a lo certero
porque díbamos triunfando.

Y el que no aflojaba a uaides
en crudaso y terutero,
jue a golpiarse con su apero
hasta la gran Güenos Aires;
diciendo que por desaires
de su pago se había alsao;
mienta criollaso a otro lao,
cuente lo que ha sucedido,
que en el Rincón jue vencido
don Másimo y redotao.

Tamién con Carabajal
lindamente nos topamos,
¡pucha digo! si lo arriamos
como yeguas a un corral;
y don Castro el General
nunca olvidará a Espuelitas,
pues le dimos tortas fritas
hasta que quedó atorao;
¡ese día si he carchao
prendas de plata nuevitas!

Dispués vino Ceverino
allí rayamos los pingos;
que día de matar gringos
si era lansiar a lo fino:
ricuerda cuando se vino
aquel batallon a un flanco
que cargaba quepi blanco,
ahí si jue berenjenal
y vieron que el nacional
no había sido ni era manco.

En Mercedes, Corralito,
en Soriano, y en la Unión,
siempre y en tuita ocasión
sabimos pegarle al frito;
pero por Cristo bendito
se vino el dotorerio,
de bombilla y tinterio,
y ya empezó el barajuste,
sin que habiese más ajuste
peliaban po el poderío.

Andaban como manada
los ases en esa Unión,
haciendo la división
y basa con la gauchada;
hasta con la muchachada
pueblera que había venido,
les hablaban de un bandido
tal o cual pa su interés;
ansí que dende esa vez
jue cayéndose el partido.

De allí templamos cuñao
pa con Suárez retozar,
cuando juimos a acordar
el pájaro había volao;
Se nos había eclisao
de la Sierra ese gilguero,
y hasta el Sauce compañero
no se nos quiso sentar:
¡más vale no ricordar
lo que pasó allí aparcero!

Que retirarnos tuvimos
dispués de esa grande aición,
ese día la opinión
por casi, casi perdimos,
pero pronto nos golvimos
otra vez al gran montón,
y vivando a la Nación
estubimos disponidos,
pa peliar a los bandidos
con valor y decisión.

Ya se estaban desgranando
tinterillos delicaos,
y los de en silla, montaos
tamién se estaban sentando;
sólo nos juimos quedando
los güenos y parejitos,
lanciadores probaditos
y nada de entreveraos,
otra bez ansí cuñaos
nos juntamos los puritos.

Pero pa más estrupicio
los letraos se nos golvieron,
y ya tamién disunieron
a Munis con Aparicio;
ay empesaron su oficio
de entregas y plumería,
ansí que de día en día
la cosa se jue mermando,
y el patriotismo acabando
con esa ambición que había.

¡Don Julián! sólo un dotor
salió güeno y guapetón,
ese no afloja al botón
es letrao y escrebidor;
güen gaucho como el mejor
pa entreverarse en pelea,
su lansa remolinea
como culebra enojada;
siempre sale ensangrentada
¡jue pucha! que colorea.

JULIÁN GIMÉNEZ

¡Que me bá a decir Baliente!
lo conosco de piapa;

MAURICIO BALIENTE

¡Pucha! nada se le escapa
conoce a tuita la gente.

JULIÁN GIMÉNEZ

¡Cómo no conocer yo
al Coronel más mentao,
que ande quiera que ha peliao
de siguro que triunfó!
Dolores, Tacuarembó,
Cuñapirú y los Queguays,
y en tuitas partes del país
Salvaña, es tan conocido,
como ese pasto estendido
que en tuita tierra echa rais.

¡Y qué mozo! da calor
verlo montao en su flete,
bien aperao y paquete
y peine para el amor;
tenía un bayo rayador
como benao de lijero,
siempre con él el primero
dentraba con bisarría,
¡ay juna! daba alegría
el ver a ese compañero.

MAURICIO BALIENTE

Aura si que me ha tirao
dos cuerpos en la carrera,
será por la vez primera
que otro me haiga aventajao.

JULIÁN GIMÉNEZ

¡Quien me ha ganao a prosiar
a bailarín ni a cantor,
ni a manates de mi flor
le he sabido recular.

MAURICIO BALIENTE

Ansina yo me he esplicao
por la queja que usté dio,
no es el general, crealo
quien nos deja tan tiraos;
son unos cuantos letraos
mala plaga de este país,
que el diablo les diera mais
en vez de pluma y tintero;
o alfalfa de algún potrero
y otras yerbas, ¡e ainda mais!

JULIÁN GIMÉNEZ

Tamién medio portuguez
amigaso es por lo visto;
¡no tiene nada de cristo
cuando canta alguna vez!

MAURICIO BALIENTE

Ansí soy yo, dibertido,
pero cuando el lomo hincho,
¡sambullo como el capucho
que de cerca es persiguido!

JULIÁN GIMÉNEZ

Tiene razón y no miente,
mejor habiéramos ido,
si nunca habiese venido
a enviedarnos esa gente;
que se llama inteligente
y nos quiere enbozalar,
para hacernos cabristiar
y servirles de estrumentos,
por que tienen el talento
de las lauchas pa uñatiar.

A la raya acérquese,
¿que le gusta, paz o guerra,
o emigrar para otra tierra?
sin tapujo esplíquese;
bien se sabe, ya se ve,
la patria es mejor dejuro,
pero tamién le asiguro
que tranquilo no va a estar,
pues se lo van a limpiar
y yo, por eso me apuro.

Como quedar no va a haber
van a enlasarnos mansitos
y como a los corderitos
pialar nos han de querer;
conmigo no han de poder,
soy arisco pa promesas,
¡que no me vengan con esas!
¡Es falso ese oro aparcero!
¡Enjaulen a otro jilguero,
no son para mí esas presas!

MAURICIO BALIENTE

Yo no sé que retrucar
estoy como un ay de mí,
es tanto lo que sufrí
que no sé ni ande dentrar:
¡dese güelta! va a llegar
nuestro amigo Centurión,
de juro en esta ocasión
su parecer nos va a dar;
¡llámelo! ¡se va a acercar
y paremos la atención!

JULIÁN GIMÉNEZ

¿Qué es eso don Centurión?
de largo pasa este día,
está la mañana fría
¡alléguese a este fogón!

¡Aprosímese a está yunta!
¿Y como va ese valor?
véngase al calentador
y chupará por la punta.

JOSÉ CENTURIÓN

Aunque voy medio apurao
quiero acetarle el enbite,
pues ya he tomao el desquite
en lo mucho que he trotiao.

JULIÁN GIMÉNEZ

¡Está gordaso su flete!

JOSÉ CENTURIÓN

¡Como no, le doy gramilla,
pa que no afloje en la orquilla
si lo monta algún paquete!

JULIÁN GIMÉNEZ

¿Qué quiere decir usté?
¡Ya lo piensa regalar!

JOSÉ CENTURIÓN

Me lo acaba de comprar
Pelais el de San José.
Como es gaucho paquetaso
le gusta ensillar güen pingo;
¡pa montar ni es medio gringo
sino paisano amachaso!

JULIÁN GIMÉNEZ

¿Qué se dice por su cancha
qué tal está con la paz,
yo creo que es nada más
pa nuestra causa otra mancha?

JOSÉ CENTURIÓN

¡Déjemne, ya prosiaré
dispués de desenfrenar;
le voy la sincha a aflojar
que él pellisque, y yo hablaré!

JULIÁN GIMÉNEZ

¿Tiene estaca?

JOSÉ CENTURIÓN

Y de mi flor,
¡cuando yo ando desprovisto,
siempre tengo tuito listo
de la jerga al maniador!

Soy gaucho lindo y parejo
de bosal, laso y coyunda,
poco me enrriedo en la junda
de mi reborber ¡canejo!

JULIÁN GIMÉNEZ

Dejémonos de parola,
vamos al frito, que ya
estamos con ansiedá
pa que nos largue la bola.

JOSÉ CENTURIÓN

Que tienen para empinar
que el garguero está en ayuna,
dende que salió la luna
que no sé lo que es chupar;
mas hoy nos van a pagar
y las botas nos pondremos,
pucha ¡que le pegaremos
al trago fiero! ¡cuñaos!
Vamos a quedar mamaos,
porque ya la paz tendremos.

JULIÁN GIMÉNEZ

Sabe que es usté ladino,
no se cansa ni un momento;
¡su lengua es el movimiento
de la rueda de un molino!

Si me hace acordar a un pion
estrangis que yo tenía,
era labia tuito el día
en su idomia aquel nación.

Y pa mi era una ceguera
sin poderlo remediar,
tuito se golvía hablar
que en su tierra rico era.
Que tenía allí que tanto
¡trigo, mais, verdulería;
y pienso que si tenía
sería en el camposanto!

JOSÉ CENTURIÓN

Y sabe que uste no mengua
ya andamos medios parejos,
nunca le faltan consejos
y sin pelos en la lengua.

JULIÁN GIMÉNEZ

¡Ya me tiró en la parada!
Pero lárguese por fin,
¡No está oyendo este el clarín
que está tocando carniada!

JOSÉ CENTURIÓN

¡Tráiganse pues el porrón
que a flus no quiero quedar,
por la prenda he de empinar
que me roba el corazón!

JULIÁN GIMÉNEZ

¿Quién es la favorecida?

JOSÉ CENTURIÓN

Eso sí quiero contar;
¡me gusta desembuchar
y hablarles de mi alma y vida!

Cuando juimos a la Unión
a sitiar Montebideo,
¿recuerdan ustedes creo
que mandaba medio tristón?
Como no, mi corazón
del cuerpo se me saltó,
y tan juerte relinchó
como bagual sin bastera,
pialao por la vez primera
que un domador ensilló.

JULIÁN GIMÉNEZ

¿Pero por qué corcobiaba
tan juerte don Centurión,
desembuche la razón
de lo que ansí lo atristaba.

JOSÉ CENTURIÓN

¡Saben que cuando un puñal
dentra con juerza en el pecho,
caí al suelo uno derecho
sintiendo un agudo mal!

El amor es como un tajo
que a fondo va al corazón,
si antes con prebisión
no le dice ¡aquí te atajo!

¡Y como podrá pararse
el tajo para librarlo,
si no se siente clavarlo
tampoco podrá quitarse!

¡Pero cuando ve que aprieta,
usté se larga sin más;
ni vuelve la cara atrás
dejándolo al muy sotreta.

Pero siguiendo mi cuento
empriéstenme su atención,
sino esta linda ocasión
se la va a llevar el viento.

Cerca del Paso Durana
una manguera se hallaba,
y una quinta, donde estaba
la que ha sido mi tirana;
jui por allí un mañana
y oí un canto, ¡que si viera,
del Cielo creí que saliera
y haí no más paré la oreja
haciéndome comadreja,
me quedé oyendo de ajuera!

¡Pero que tiernos lamentos!
¡Qué tristesa! ¡qué aflición!
Si el más duro corazón
debiera sentir tormentos,
al escuchar los acentos
de aquella voz lastimera,
si alzar el vuelo pudiera
me le había emparejao,
y algo le habiese cantao
a esa mujer hechisera.

Dispués se salió a la puerta,
entonces más me almiré;
¡le asiguro que quedé
con tamaña boca abierta!

¡Qué brillantes rilumbrosos!
¡Ni en el cielo las estrellas
alumbran nunca tan bellas
como la luz de sus ojos!

¡Qué cutis! Dios nos dejara
como escarcha blanco era,
si hacerme pulga pudiera
lo sangre yo le chupara!

Otra también se salió
¡madre mía! que gran cosa,
linda como mariposa
que en un rosal se perdió.

A dos más bide benir
de Cristo ya me pasaba,
¿por qué de allí no templaba
quedrán ustedes decir?

¡Es que estaba tan pegao
como la mugre a sus güesos!
¡Como al tacaño los pesos!
¡Como el engrudo colao!

JULIÁN GIMÉNEZ

Ya se nos volvió a ladiar
con su prosa compañero,
¡sujete más el garguero
y deje de retozar!

La mugre aunque cosa fiera
siempre se puede lavar;
¿y usté como va a sacar
del cuerpo su madriguera?

JOSÉ CENTURIÓN

Se equiboca mi criollaso
ni un tubiano yo ya tengo,
en este momento vengo
de darme un bailo amachaso.

Siguiendo mi rilasión,
otra salió ¡qué lucero!
más brilloso y hechicero
que aquel de la madrugada.

Ellas en mí se fijaron
y una a la otra dijo ansí;
¡Qué andará haciendo po aquí
este moro, y me miraron!

¿Cómo lo pasa, señor?
No gusta unté descansar,
puede a la sala pasar
¿quiere hacernos tal honor?

Nada me hice del rogar
y el pellón le refalé
a mi flete, y lo dejé,
sujeto en un matorral.

Pero sin saber por qué,
ni en lo que en mí yo sentí,
sé que a las mosas seguí
y fue a la casa dentré.

Allí tuitas cariñosas
quién era yo, me dijieron,
y a una viejita trajieron
aquellas muy güenas mosas.

Sentada estaba y sufría
una grande enfermedá,
era el ritrato en verdá
de nuestra Virgen María.

La pobre me saludó
de güen modo y cariñosa,
había sido muy hermosa
en su mocedá, creo yo.

Muy mucho me agasajaron
y una tocó un estrumento;
¡qué manos! qué movimiento
del tuito me intusiasmaron.

¡Qué guitarra! ¡qué acordión!
¡qué flauta! ¡ni qué pandero!
¡Si aquello diba certero
al medio del corazón!

Otra de ellas me ofertó
colijo jue la cantora,
¡una debisa dotora,
que bordadita me dio!

Dende entonces les tomé
pasión grande y hermanal,
amor puro y sin igual
que en mi pecho lo encerré.

No es ese amor quemador
como brasa que está ardiendo,
y tuito va consumiendo
con su juego matador.

¡Es el amor que en el alma
suavesito va creciendo,
y nunca vamos perdiendo
por él, la paz ni la calma!

¡Es la pasión adorada
que tiene la flor de rosa,
cuando ve salir briosa
la aurora tan esperada!

JULIÁN GIMÉNEZ

¡Acabe no Centurión
que esa yerba ya ha cansao,
en tuabía usté no ha hablao
de la paz de esta ocasión!

JOSÉ CENTURIÓN

Tiene razón, pondré fin
al amor, penas, dolores,
¡dejaremos esas flores
pa dentrar a otro jardín!

Aunque el amor y la guerra
son casi de un parecer,
nos hiere el uno sin ver
nos echa la otra por tierra.

¡Yo prefiero un entrevero
ande se pueda chusiar,
que con polleras peliar
para decirles te quiero!

JULIÁN GIMÉNEZ

No es cristo don Centurión
¡ah grullo que ha pelechao,
el amor lo ha refinao
dele pues al pericón!

Vea si viene el mercachifle
de la caña, mi aparcero,
que hacer gárgara yo quiero,
y echar un poco en el chifle.

Yo no entiendo más pasión
ni más requiebros ni amores,
que respirar los olores
de jinebra un güen porrón.

¡Ella pa mí es la razón!
¡y el anís el sentimiento!
¡el licor es mi lamento!
¡y la caña el corazón!

JOSÉ CENTURIÓN

Si el barbijo más aprieta,
don Julián hoy va a salir,
compositor de a pedir;
e intelijente pueta.

JULIÁN GIMÉNEZ

Ya me quieren engolver
no son lauchas pal menudo;
nunca naide pa mí pudo
¡cuando el querer es poder!

JOSÉ CENTURIÓN

Óiganme, voy a empezar
lo que si ya les aviso,
que es más largo que chorizo
lo que quiero rilatar.

En mi puesto me encontraba
con un terne divertido,
pegándole decidido
a una jugada de taba;
cuando siento se acercaba
un soldao de polecía,
el que a dos laos se venía,
y hasta el cerco se allegó
sin tapujos, y me dio
un papel que me traía.

Lo mandaba el comisario
de nuestro pago el Minoano,
medio diablón el paisano
y pa los blancos corsario.

En el papel me decía,
amigo don Centurión,
es llegada la ocasión
de amostrarse en este día;
Aparicio y compañía
nos acaban de invadir,
apróntese pa venir,
limpie su lansa y el sable,
que mañana es muy probable
que en su busca hemos de dir.

Sin querer nada esperar
las pilchas a luz saqué,
el sable y muarra limpié
y me dispuse a marchar.

De un facón que tenía allí
y de tacuara una caña,
hice una lanza tamaña
poniéndole un tongorí.

Dejé el puesto al capataz
con la haciendita y el rancho;
y dije, ¡ya está el carancho
que se vengan los demás!

Me alzé con tuito mi apero,
freno rico y de coscojas,
riendas nuevitas en hoja
y trensadas con esmero;
linda carona de cuero
de vaca muy bien sobada,
jergas, bajeras, ni nada
de las carchas olvidé
hasta mi chapiao cargué
de pura plata labrada.

Copas, fiador y pretal
estribos y cabezadas,
con nuestras armas bordadas
de la gran Banda Oriental;
no he güelto a ver uno igual
recao tan lindo y paquete,
¡ay juna! encima del flete
como un sol aquello era,
ni recordarlo quisiera
pa que ¡si es al santo cuete!

¡Qué cojinillo llevaba!
de hilo puro y tan tupido,
para hacer un lindo nido
cuando la gente campaba;
y un poncho que me quedaba
de paño fino lo alcé,
al fin casi completó
del tuito mi pilcherío,
lo que si del platerío
otras cosas más saqué.

Mis espuelas macumbés,
mi rebenque con birolas,
rico facón, güenas bolas,
y linda manea, llevé;
para el tirador me alcé
diez pesos en plata blanca
pa llegar a cualquier banca,
pues soy medio jugador;
¡no me arrolla ni el mejor
ni tengo la mano manca!

Monté un saino brasiador
pingo grande y parejito,
para andar muy asiadito
y bastante escarciador,
¡su cuerpo daba calor!
y el herraje que llevaba
como la luna brillaba
en noche de escuridá;
yo con orgullo en verdá
en su lomo me sentaba.

A los tientos del recao
puse el poncho y até el laso,
tamién arreglé de paso
un maniador muy sobao,
con presillas, bien cortao
estacas, y una maceta,
tuito sampé en mi maleta,
y además até al bozal
una mordaza oriental
bien hechita y muy paqueta.

JULIÁN GIMÉNEZ

Amigo don Centurión
¿pa tantas pilchas colijo,
llevaría usté de fijo
carguero con tal montón.

JOSÉ CENTURIÓN

En la vida andar tirando
me ha gustao un mancarrón;
y menos en la ocasión
llevar uno cabristiando.

JULIÁN GIMÉNEZ

Vamos dejuro aparcero
a tarjarle el chiripá,
tantas tarjas tiene ya
que se parece a un arnero.
No se empaca pa contar
ni es lerdo en la rilasión,
ya va largo el pericón
acabe pues de prosiar.

JOSÉ CENTURIÓN

¡Ya le albertí antes de ahora
que el petardo era largaso,
como tres tiros de laso,
y una consulta dotora!

JULIÁN GIMÉNEZ

Si siempre tiene salidas
este fantasma embrujao;
hasta a el diablo lo hace a un lao
con tan juertes embestidas.

JOSÉ CENTURIÓN

Ansina soy, y seré
ansina marcho viviendo,
el mesmo seguiré siendo
y el mesmito moriré.
Pero no corten la hilada
de la historia que seguía,
sino ni basta este día
pa que se quede acabada.
Me salí de aquel tirón
con tantas prendas de plata,
que del cogote a la pata
era un vivo rilumbrón.

JULIÁN GIMÉNEZ

Usté va a sacar de aquí
más de veinte rajaduras,
tarjas y melladuras
si sigue prosiando ansí.
¡Si no quedará esquilmao
pa mentir don Centurión!
¡que labia al santo botón,
va pareciendo un letrao!

JOSÉ CENTURIÓN

No soy criollo de esa gente
llamada letra menuda,
pero usté no ponga duda
que soy gaucho entiligente.

JULIÁN GIMÉNEZ

¿Cómo es eso amigo Mauricio?
Como su labia sujeta,
¡haber pues tamién si aprieta
o habrá ya dejao el vicio.

MAURICIO BALIENTE

¡Cuando diantre yo he apretao!
Siempre me gusta escuchar,
y dispués que oigo prosiar
abro entonces mi candao.

JULIÁN GIMÉNEZ

¡Con que quedrá ser alcalde
pero su ley será poca!

MAURICIO BALIENTE

Me gusta verle la boca
cuando quiere hacer alarde.
Denle duro al mancarrón
que no afloje en lo parlero,
en tanto que yo el puchero
voy a sacar del fogón.
¡Pucha! que esta espumadito,
¡qué churrasco bien asao,
córranse para este lao
y corten del calientito.

JULIÁN GIMÉNEZ

¡Si este Baliente, es matarse!
Pa tuito tiene albertencia,
y una grande conocencia
pa siempre desempeñarse.

MAURICIO BALIENTE

¡Están hablando de hambre
y quieren que los combiden;
de los que ni dan ni piden
es este rico matambre.

JOSÉ CENTURIÓN

Y yo que no me iba a piar
¡pucha! sonso habiese sido,
porque me habiera perdido
poder de arriba embuchar.

MAURICIO BALIENTE

¡Qué don José, tan diablón
siempre tiene dicharachos,
y algunos dentres amachos
pa chantar cada ocasión!

JULIÁN GIMÉNEZ

El puchero y el asao
hay de juro que asentar,
¿quién me quiere convidar
con un negro bien armao?

MAURICIO BALIENTE

Cigarro le voy a dar
pero si quiere ármelo,
porque este lo arreglo yo
a mi modo de pitar.

JULIÁN GIMÉNEZ

En la comida perdimos
nuestra gran conversación.

JOSÉ CENTURIÓN

Voy a limpiar mi facón
y ya otra vez la seguimos.
Siguiendo la rilasión
salió mi flete escarsiando,
y yo una copla cantando
de la guerra al pericón;
la pierna en esa ocasión
lindamente me gustaba,
y hasta el saino relinchaba
de contento, créamelo;
por eso colijo yo
que el batuque le agradaba.

Un tiro largo, trotié
pa de paso visitar,
un viejaso melitar
en la barra del Cufré;
cuando a la estancia llegué
con gusto me recibieron,
y desencillar me hicieron
pa que mi flete pastiara;
y ya sin finas que dentrara
entre tuitos me dijieron.

Pregunté por mi tocayo,
y mi comadre me dijo,
que había ensillao de fijo
al primer canto de gallo;
llevando el mejor caballo
que en su tropilla tenía,
pa llegar con sol tuabía
a la estancia de Carrión,
ande había una riunión
de blancos para ese día.

Entonces me dio pesar
y quedé medio tristaso
ella me dijo de paso
lo que yo voy a contar.

Compadre don Centurión,
esto en confianza le digo
yo sé que usté es nuestro amigo
y no nos hará traición;
a más es de la opinión
y por eso le he albertido,
pa que quede prevenido
que Aparicio ya invadió,
y mi marido marchó
a riunirse a su partido.

¡Pobre viejo mi tocayo
siempre guapo y tan patriota,
no andaba espiando a la sota
para ensillar su caballo!

JULIÁN GIMÉNEZ

En los juegos de la tierra
hay que andar muy delijentes,
no hacen basa los suplentes
en los naipes de la guerra.

JOSÉ CENTURIÓN

Otro paisano llegó
con el pingo muy sudao,
y venía tan trasijao
que al llegar se le aplastó;
uno pa mudar pidió,
se echó al corral la manada,
y a la primer reboliada
un oberito enlasó,
ahí mesmito lo sentó
de una solo rastrillada.
Forastero ser debía
de un pago medio lejaso,
pues preguntó por el paso
que más cerquita estaría;
diciéndonos que tenía
de dirse, gran presición,
de baqueano en la ocasión
me oferté para endilgarlo,
y en la picada dejarlo
a seguir su comisión.

Yo me fijé en el apero,
sencillito, y sin chapiao,
eso sí, poncho forrao
como para un aguacero,
un facón muy terutero
le bide yo de un gataso,
y un pistolón trabucaso
de su cintura colgaba;
en guascas no le faltaba
dende los tientos al laso.
Mi comadre lo embitó
pa que un rato descansase,
y un matesito tomase
que aunque de priesa acetó.
Comenzamos a prosiar,
y del paso le abisé,
que estaba muy bola a pie
y difícil de pasar;
más que lo diba a llevar
a una picada matrera
en donde pasar pudiera,
si él me quería endilgar
pa que rumbo iva a tirar
si curiosidá no era.

Como el apero me vio
el sable, trabuco y lansa,
Colijo, que gran confiansa
no tuvo, y me receló;
Ansí lo malicié yo,
y le dije, mi aparcero
usté de acá es forastero
pero entre amigos está,
tal vez no conocerá
otra cosa compañero.

De la orilla del Cufré
a la más alta cuchilla,
naide lo afrenta ni humilla
a este gaucho que usté ve;
he sido, y siempre seré
el taita entre los de aquí;
pero siempre fiel le jui
al que de amigo le hablé;
y de hoy suyo lo seré
¡y esos cinco deme a mí!

Ande quiera es Centurión
amigo de sus amigos,
terror de los enemigos
y criollaso de riunión;
no soy manso pa el facón
y lo que es pa barajar,
como pulga en el picar
de listo, soy rajacuero;
y pa más, soy el puestero
del estrangis más bosal.

Don Fruto me retrucó
con voz rellena y muy juerte,
¡alabo mucho su suerte
y sépase quién soy yo!

Me llamo Fruto de nombre
y Costa de apelativo,
de gaucho guapo y altivo
tengo en mi pago renombre,
le asiguro que no hay hombre
más mentao en el Chaná,
ni la mesma autoridá,
me lleva con el encuentro,
ellos saben que ande dentro
respetao tuito será.

Aunque me ve medio viejo
tamién me gusta el amor,
y soy pa compositor
peine que ni liendres dejo;
en tuito yo soy parejo
soy gauchaso y soy dotor,
pa bailar soy volador
y en el eje soy lijero,
¡es al fin un terutero,
don Costa, su servidor!

Y ya que nos relinchamos
¿vamos a desembuchar?
Si se quiere emparejar
de esta cancha nos ladiamos.
Con tapujos jamás ando
y ande quiera decensillo;
¡ni me engüelbo en el obillo
y tuito a guardar lo mando!

¡Con qué don Fruto sea franco
ahí mesmo le pregunté;
¿De que opinión es usté,
será colorao o blanco?

Aunque el viejo era matrero,
me dijo, le tengo fe,
y ahora mesmo empesaré
¡y ansí se vino al pandero!
Usté me parece lial
amigo don Centurión,
¡voy a abrirle el corazón
como lo hace el Oriental!

Paisano soy y he de ser,
y de la blanca debisa,
no es bordada, sino lisa
pero la sé defender;
ande quiera lo hago ver,
y ahora voy a la riunión
a ofertar a mi opinión
este brazo en su servicio,
para ayudar a Aparicio,
en su gran rebolución.

¡De este compinche la mano
que la apriete usté yo quiero,
de hoy más tiene un compañero
para peliar al tirano!
Nunca José Centurión
pelió contra su partido,
jue siempre muy decidido
pa ayudar a su opinión;
ya que empieza el pericón
para el frito nos iremos,
y allí juntos bailaremos,
vamos pues a presientarnos,
y ante Aparicio mostrarnos
que recibidos seremos.

¡Y eché al diablo al comisario
que la carta me escribió,
pa mi causa me iva yo
como blanco partidario!
Y a don Fruto le conté
del cristo que me escribió,
muy mucho lo dibertió
el modo que lo engañé.
A esas horas ya la cruz
de juro que me habría echao
lo había al sonso madrugao,
¡y con patas de avestruz!

Seguimos siempre marchando
en un bajo, y por la orilla,
de una machasa cuchilla
la que estábamos costiando;
cerca digamos llegando
a una estancia y pulpería;
el hambre nos perseguía
y era tiempo de embuchar,
allí fuimos a buscar
por si algo pronto tenía.

¡Llegamos a la ramada
de la esquina o del boliche,
pedí al pulpero un espiche
pa tomar la convidada!

¡Jue pucha! que mostrador
pintao de negro por junto
¡como cajón de dijunto
de tamañaso grandor!

¡Y qué le parece hermano!
Le dije, ¿hay que churrasquiar?
Aber patrón nos va a abiar
con algo que tenga a mano.
Sino, es cosa de un ratito
armarnos de un asador,
de ese membrillo cantor
y chantarle un churrasquito.
Que entre los gauchos cumplidos,
pocas güeltas debe haber,
pedir, pagar, y querer
son siempre güenos partidos.
Pero el gringo no era lerdo,
y no se enredó en las cuartas,
pronto llegó con dos sartas
de chorizos, ¡puro cerdo!

Ansí me gusta amigaso
usté está bien engrasao,
de juro ha de estar sobao
en la mordasa de un laso.

Les asiguro en verdá
que don Fruto era parlero,
como loro barranquero
de primera calida.


Poema Los tres gauchos orientales de Antonio Lussich con fondo de libro

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