Andrés Héctor Lerena Acevedo
Poeta y Escritor Uruguayo cuyo nombre completo es Andrés Héctor Lerena Acevedo
Uruguay 1895 - 1920
12 Poesías de Andrés Héctor Lerena Acevedo
Poemas más populares de Andrés Héctor Lerena Acevedo
Aquellos ojos
Eran aquellos ojos, inmensos y rasgados.
Los conocí hace tiempo, siempre puros e iguales,
quietos, como el ensueño de los claustros sellados.
En las horas de éxtasis vibraban musicales
al igual de esos pozos frescos, de aguas cantantes.
Jamás los vi cerrados. Fijos en los caminos
contemplaban, absortos, el ir de los viandantes
con la ignota indulgencia de los rostros divinos.
Solía verlos, ya tarde, bajo un rayo postrero;
y cuando me miraban, mi alma ardiente y gozosa
se sustraía al frágil tiempo perecedero.
Pero han pasado lustros. La rueca silenciosa
sobre mi adolescencia devanó su telar.
Los antiguos ensueños de mi alcázar interno,
como las naves nómadas que buscan cielo y mar,
se han perdido, uno a uno, rumbo al azul eterno.
Como las naves nómadas, bogan, lejos, remotos...
Sólo del fondo ambiguo de los tiempos vividos
siguen, siempre, mirándome esos ojos devotos
quietos, como la vida de los claustros dormidos!
Poema "Aquellos ojos" de Andrés Héctor Lerena Acevedo
Canta el campanario...
Hay algo en el aire, divino y sonoro,
hay sol en tus ojos, en tus labios, pomas;
suena mi esperanza como el agua de oro
que viene saltando por las verdes lomas.
Las tierras trascienden como un incensario,
y en los cerros, lejos, canta el campanario.
¿En qué tiempo estamos? ¿Sabemos acaso?
Luce el sol, dichoso. Las palomas hembras
se alejan radiosas por sobre el ribazo
buscando los granos de las nuevas siembras.
Aroman tus ojos como un incensario,
mientras bajo el cielo canta el campanario.
¡Qué aéreos se escuchan los toques lejanos!.
Ante ti, temblando, me inclino de hinojos.
El viento campestre que enciende los granos
enciende el milagro nuevo de tus ojos.
Nuestras almas arden como un incensario
y un idilio eterno canta el campanario.
Poema "Canta el campanario..." de Andrés Héctor Lerena Acevedo
El monje
Vive alegre su vida, humilde el corazón,
bajo la albura intacta de un santo escapulario,
sintiendo el goce místico de la maceración,
en el convento en ruinas, viejo y estacionario.
En la quietud beatífica duerme la hora impávida
cantada por el bronce de un campanil sonante.
El cielo es lapiz-lázuli. Y una atmósfera grávida
de sol y de sahumerio baña el claustro fragante.
Salmodia el enclaustrado su fervor en el huerto,
plegando las dos manos, rígido como un muerto.
La esquila conventual apaga su bullicio.
Es la hora de sexta. Y tramonta la tarde;
y, mientras reza el monje, divinamente, arde
una lámpara de oro bajo el tosco cilicio.
Poema "El monje" de Andrés Héctor Lerena Acevedo