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-- de Duque de Ribas --
Mísero leño, destrozado y roto,
que en la arenosa playa escarmentado
yaces del marinero abandonado,
despojo vil del ábrego y del noto.
¡Cuánto mejor estabas en el soto,
de aves y ramas y verdor poblado,
antes que, envanecido y deslumbrado,
fueras del mundo al término remoto!
Perdiste la pomposa lozanía,
la dulce paz de la floresta umbrosa,
donde burlabas los sonoros vientos.
¿Qué tu orgulloso afán se prometía?
¿También burlarlos en la mar furiosa?
He aquí el fruto de altivos pensamientos.
Poema "Mísero leño" de Duque de Ribas
-- de Rafael María Baralt --
Ave de paso que vagando gira
de nación en nación, de gente en gente
y de su amor y de su nido ausente
hoy llora aquí, mañana allí suspira.
Rama infeliz que el ábrego en su ira
del almo tronco desgajó inclemente;
pobre arroyuelo que de ignota fuente
fluye gimiendo y en la mar espira.
Ausente así del caro patrio suelo,
afanosa busco mi edad florida
para el alma un amor y mis amores.
Tormentas fueron y furor del cielo.
Gocen otros el bien: que yo en la vida,
abeja de dolor, libo dolores.
Poema "El viajero (Baralt)" de Rafael María Baralt
-- de José Tomás de Cuellar --
CRUZANDO voy el valle de la vida
Infeliz, fatigado caminante
Por dilatado erial,
Sin que encuentre la mente entristecida
Con que curar del corazón amante
El íntimo pesar.
Cruzando voy, cual hoja que arrebata
COn ímpetu feroz allá en los montes
El ábrego cruel;
Ya me acerca á la horrible catarata,
Ya me lleva á lejanos horizontes
En desigual vaivén.
Poema "Ecos del alma" de José Tomás de Cuellar
-- de Miguel Unamuno --
Nudo preso al azar de los caminos
bajo el agüero de una roja estrella,
él desde el cierzo, desde el ábrego ella,
rodando á rumbo suelto peregrinos.
Al mismo arado uncieron sus destinos
y sin dejar sobre la tierra huella
se apagaron igual que una centella
de hoguera. Y se decían los vecinos:
Poema "Al azar de los caminos" de Miguel Unamuno
-- de Juan Nicasio Gallego --
Sacude abril su fértil cabellera
y el ancho suelo puéblase de flores;
el alba le saluda, y mil colores
en torno brillan de la clara esfera.
Anuncia alegre el soto y la pradera
la vuelta de la risa y los amores,
y arroyos, aves, selvas y pastores
cantan la deliciosa primavera.
Ríe el zagal; alégrase el ganado;
todo el placer de su presencia siente;
el bosque, el río, el páramo, el poblado,
mas yo, que estoy de mi Pradina ausente,
suspiro solo y de tristeza helado,
cual si bramara el ábrego inclemente.
Poema "La primavera (Gallego)" de Juan Nicasio Gallego
-- de Julio Flórez --
¡oh, bosques seculares,
refugio del silencio y de la sombra,
que el cielo y los eternos luminares
por techumbre tenéis, y por alfombra,
de hojas marchitas rumorosos mares!
dadme un eterno asilo
en vuestros hondos laberintos frescos;
ay, donde pueda reposar tranquilo...
Donde no sienta el penetrante filo
de mi dolor... ¡Oh, bosques gigantescos!
y cuando al fin termine la borrasca
de mi vida, y en mí se acabe todo,
mi cadáver cubrid con la hojarasca
de vuestros viejos árboles... De modo
que no sienta del ábrego los besos,
que no nazca una flor sobre mi lodo,
ni nadie pueda descubrir mis huesos.
Julio flórez