Buscar Poemas con Vuelvan


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Se han encontrado 7 poemas con la palabra vuelvan

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Gabriela Mistral

miedo

-- de Gabriela Mistral --

Yo no quiero que a mi niña
golondrina me la vuelvan;
se hunde volando en el cielo
y no baja hasta mi estera;
en el alero hace el nido
y mis manos no la peinan.
Yo no quiero que a mi niña
golondrina me la vuelvan.
Yo no quiero que a mi niña
la vayan a hacer princesa.
Con zapatitos de oro
¿cómo juega en las praderas?
y cuando llegue la noche
a mi lado no se acuesta...
Yo no quiero que a mi niña
la vayan a hacer princesa.
Y menos quiero que un día
me la vayan a hacer reina.
La subirían al trono
a donde mis pies no llegan.
Cuando viniese la noche
yo no podría mecerla...
¡Yo no quiero que a mi niña
me la vayan a hacer reina!

Poema miedo de Gabriela Mistral con fondo de libro

Lope de Vega

Poned la limpia mesa a Cristo, y coma

-- de Lope de Vega --

Poned la limpia mesa a Cristo, y coma,
espíritus divinos, del cordero,
de cuyo sacrificio verdadero
el humo sube en oloroso aroma.
Color de rosa en las parrillas toma;
sazón le ha dado amor, servidle entero;
vuele a mejor Arabia y hemisfero
deste fénix la cándida paloma.
Está sin corazón, asóse presto,
y que le vuelvan de otro lado avisa,
para llevar mejor el fuego impreso.
Ángeles, si la mesa se habéis puesto,
decidle que la carne coma aprisa,
que el más cristiano Rey espera un hueso.

Poema Poned la limpia mesa a Cristo, y coma de Lope de Vega con fondo de libro

Lope de Vega

Tu ribera apacible, ingrato río

-- de Lope de Vega --

Tu ribera apacible, ingrato río,
y las orillas que en tus ondas bañas,
se vuelven peñas cóncavas y extrañas,
y fuego tu licor sabroso y frío.

Abrase un rayo tu frescor sombrío,
los rojos lirios y las verdes cañas,
niéguente el agua sierras y montañas,
y sólo te acompañe el llanto mío.

Hasta la arena, que al correr levantas
se vuelvan fieros áspides airados;
mas, ¡ay!, ¡cuán vana maldición espera!,

que cuando en ti mi sol baño sus plantas,
con ofenderla tú, dejó sagrados
lirios, orilla, arena, agua y riberas.

Poema Tu ribera apacible, ingrato río de Lope de Vega con fondo de libro

Góngora

De un caballero que llamó soneto a un romance

-- de Góngora --

Música le pidió ayer su albedrío
a un descendiente de don Peranzules;
templáronle al momento dos baúles
con más cuerdas que jarcias un navío.

Cantáronle de cierto amigo mío
un desafío campal de dos Gazules,
que en ser por unos ojos entreazules
fue peor que gatesco el desafío.

Romance fue el cantado, y que no pudo
dejarle de entender, si el muy discreto
no era sordo, o el músico era mudo.

Y de que le entendió yo os lo prometo,
pues envió a decir con don Bermudo:
«que vuelvan a cantar aquel soneto».



Luis Gonzaga Urbina

madrigal efusivo

-- de Luis Gonzaga Urbina --

Déjame amar tus claros ojos. Tienen
lejanías sin fin, de mar y cielo,
y sus fulgores apacibles vienen
hasta mi corazón como un consuelo.

Deja que con tus ojos, se iluminen
mis viejas sombras y se vuelvan flores;
deja que con tus ojos se fascinen,
como aves de leyenda, mis dolores.

Que vea en ellos astros errabundos,
que en ellos sueñe inexplorados mundos
que en ellos bañe mi melancolía...
Son tristes, luminosos y profundos,
como puestas de sol, amada mía.....



Rosalía de Castro

Cayendo van los bravos combatientes

-- de Rosalía de Castro --

Cayendo van los bravos combatientes
Y más se aclaran cada vez las filas.
No lloréis, sin embargo;
En el vacío que los muertos dejan
Otros vendrán a proseguir la liza.

¡Vendrán!...; Mas presto del vampiro odioso
Destruid las guaridas,
Si no queréis que los guerreros vuelvan
Tristes y obscuros a morir sin gloria
Antes de ver la patria redimida.



José Cadalso

idilio anacreóntico a batilo II

-- de José Cadalso --

Ya no verán, oh tormes,
tus áridas orillas
los manes de galeno
y del estagirista.
Alza la anciana frente
tanto tiempo oprimida,
y esparce por el campo
desde hoy jovial la vista.
¿No ves como se acercan
con música divina
a tus arenas sacras
el gusto y la alegría?
en torno de ellas vuelvan
los juegos y las risas,
cerca vienen las musas,
del gran febo seguidas.
En medio de aquel carro,
¿no ves cómo camina
un joven, de quien tiene
ganímedes envidia?
¿no escuchas que al acento
de su süave lira
las nueve musas cantan
y el verde prado pisan?
para adornar sus sienes
y cabellos que brillan
más que el oro que llega
de las lejanas indias,
tejiendo van guirnaldas;
y de flora las ninfas
para tejerle flores
van y vienen a prisa.
Pues ese mismo joven
es por quien tus orillas
verán llegar las gracias,
el gusto y la alegría,
huyendo de sus voces
y célica armonía
los manes de galeno
y del estagirista.



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