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Se han encontrado 48 poemas con la palabra vienes

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Federico García Lorca

Cuatro baladas amarillas

-- de Federico García Lorca --

I

En lo alto de aquel monte
hay un arbolillo verde.

Pastor que vas,
pastor que vienes.

Olivares soñolientos
bajan al llano caliente.

Pastor que vas,
pastor que vienes.

Ni ovejas blancas ni perro
ni cayado ni amor tienes.

Pastor que vas.

Como una sombra de oro
en el trigal te disuelves.

Pastor que vienes.

Poema Cuatro baladas amarillas de Federico García Lorca con fondo de libro

Amado Nervo

Tú vienes con el alba

-- de Amado Nervo --

vienes con el alba, por eso eres rosada;
tus ojos, que se acuerdan del trópico,
son dos gemelos del ensueño... Mi almita enamorada,
que la ilusión te mime, ¡que te bendiga Dios!

Mi verso fue paloma, paloma querellosa;
mas hoy turba es de abejas que giran en tropel,
buscando tus perfumes, ¿acaso no eres rosa?
libando en tus pistilos, ¿acaso no eres miel?

Un hada, mi madrina risueña y leve, un hada
que tuvo por alcázar el cáliz de una flor,
bendijo nuestras nupcias en fresca madrugada.
Yo me llamé Tristeza, me llamo hoy Alborada;
tú te llamaste Infancia, ¡te llamas hoy Amor!

Poema Tú vienes con el alba de Amado Nervo con fondo de libro

Pedro Calderón de la Barca

David

-- de Pedro Calderón de la Barca --

¿Quién eres, ¡oh mujer!, que aunque rendida
al parecer, al parecer postrada,
no estás sino en los cielos ensalzada,
no estás sino en la tierra preferida?

Pero, ¿qué mucho, si del Sol vestida,
qué mucho, si de estrellas coronada,
vienes de tantas luces ilustrada,
vienes de tantos rayos guarnecida?

Cielo y tierra parece que, a primores,
se compitieron con igual desvelo,
mezcladas sus estrellas y sus flores;

para que en Ti tuviesen cielo y tierra,
con no sé qué lejanos resplandores
de flor del Sol plantada en el Carmelo.

Poema David de Pedro Calderón de la Barca con fondo de libro

Pedro Calderón de la Barca

La primera flor del Carmelo

-- de Pedro Calderón de la Barca --

¿Quién eres, oh mujer, que aunque rendida
al parecer, al parecer postrada,
no estás sino en los Cielos ensalzada,
no estás sino en la tierra preferida?

Pero, ¿qué mucho, si del sol vestida,
qué mucho, si de estrellas coronada,
vienes de tantas luces ilustrada,
vienes de tantos rayos guarnecida?

Cielo y tierra parece que, a primores,
se compitieron con igual desvelo,
mezcladas sus estrellas y sus flores;

para que en Ti tuviesen tierra y cielo,
con no sé qué lejanos resplandores
de flor del Sol plantada en el Carmelo.



Rubén Bonifaz Nuño

desde su nudo a ciegas

-- de Rubén Bonifaz Nuño --

Desde su nudo a ciegas, desde
su ramazón violeta, suena
encogida en su hervor la sola
fuente del conjuro que te llama.
Tú, palabra antigua, bajo el lirio
del vientre de la noche sabes
lo que no soy; desde lejanos
nombres como ciudades, vienes;
como pueblos de alas retenidas
vienes; como bocas no saciadas.

Mañana espacial entre despojos
nupciales; lecho reviviente
del amor de ramas libertadas
sobre la herrumbe de otras hojas;
juicio universal de cada instante.
Del tiempo matinal emerges
con terrestre peso de estaciones
al sol; en mi cuerpo te alimentas;
orden de vida restableces
en mi corazón desengranado.



Abraham Valdelomar

L'enfant

-- de Abraham Valdelomar --

A Francis Jammes.

Sollozante y medroso, vuelve al fin a su nido,
llorando como un niño, mi pobre Corazón.
Vienes lleno de sangre, Corazón! ¿Te han herido?
¿Qué ojos te hicieron daño, mi pobre Corazón?

Con una herida has vuelto cada vez que te has ido,
y dejaste tu nido, mi pobre Corazón.
Cobíjate en mi pecho. Yo solo te he querido.
Yo solo te comprendo, mi pobre Corazón.

¡Arrorró, pobrecito! Conmigo estás de nuevo.
Acuéstate en el pecho que adolorido llevo.
Te dormiré con una dulce y nueva canción.

¡Arrorró, pobrecito! Ven. No sigas llorando.
Besaré tus heridas, pero no llores... ¡Cuándo
dormirás para siempre, mi pobre Corazón!



Adelardo López de Ayala

La semana que viene

-- de Adelardo López de Ayala --

De los holgazanes

Lunes, que, a rienda tendida,
vas del martes empujado,
¡cuántas veces te he fiado
la corrección de mi vida!

-¡Te vas! ¡La dejas sumida
en dudas desgarradoras!
Pero, al fin, algo mejoras
mi condición, pues hoy siento
más vivo el remordimiento
de haber perdido tus horas!

MARTES
¡Oh, martes! No me importunes
con los apodos que tienes;
pues a hacer fecunda vienes
la esterilidad del lunes.
Como tú te desayunes,
haciendo dar un respingo
a mi inspiración, un pingo
colgaré en tu templo en pago;
y, aunque te llamen aciago,
serás para mí domingo.



Amado Nervo

ya todo es imposible

-- de Amado Nervo --

¡dios no ha de devolvértela porque llores!
mientras tú vas y vienes por la casa
vacía; mientras gimes,
la pobre está pudriéndose en su agujero.
¡Ya todo es imposible!
así llenaras veinte lacrimatorias
con la sal de tus ojos; así suspires
hasta luchar en ímpetu
con el viento que pasa, destrozando
las flores de tus jardines;
así solloces hasta herir la entraña
de la noche sublime,
nada obtendrás: la muerte no devuelve
sino cenizas a los tristes...
La pobre está pudriéndose en su agujero,
¡ya todo es imposible!
dios lo ha querido... Inclina la cabeza,
humíllate, humíllate
y aguarda, recogido, en las tinieblas,
¡el beso de la esfinge!



Lope de Vega

¿Quién no se muere de tu amor si mira

-- de Lope de Vega --

¿Quién no se muere de tu amor si mira
con la piedad que escuchas y respondes?
¿Cómo es posible que las puertas rondes
de un alma, que te trata con mentira?
Mas eres Dios, Señor, ¿de qué me admira
el mirar que ofendido no te escondes?
A quien te quiere y ama correspondes,
y con quien te ofendió, templas la ira.
Cuando consideré mi desvarío,
temblaba yo tus iras y desdenes,
y hallé tu pecho fácil, tierno y pío.
¡Qué condición tan generosa tienes!
¿Quién es ingrato con tu amor, Dios mío,
pues apenas te llaman, cuando vienes?



Lope de Vega

Sentado Endïmión al pie de Atlante

-- de Lope de Vega --

Sentado Endïmión al pie de Atlante,
enamorado de la Luna hermosa,
dijo con triste voz y alma celosa:
«En tus mudanzas, ¿quién será constante?»
«Ya creces en mi fe, ya estás menguante,
ya sales, ya te escondes desdeñosa,
ya te muestras serena, ya llorosa,
ya tu epiciclo ocupas arrogante;
ya los opuestos indios enamoras,
y me dejas muriendo todo el día,
o me vienes a ver con luz escasa».
Oyóle Clicie, y dijo: «¿Por qué lloras,
pues amas a la Luna que te enfría?
¡Ay de quien ama al sol que solo abrasa!»



Luis Lloréns Torres

pancho íbero (a antonio pérez pierret)

-- de Luis Lloréns Torres --

¡pancho ibero! tronco de honda raíz ibérica
y encarnación de la américa española.
Una ola te trajo a las playas de américa.
¡Pancho ibero! ¡bendita sea la ola!

tramas la dictadura, pero armas la revolución;
que eres a un tiempo pulpero y soñador.
Y sabes llevar con arte el clac...
Pero prefieres tu sombrero de panamá.

Y mientras el tío sam en su águila cabalga
acaricias de tu cóndor las alas
y afilas en la piedra el cuchillo y la azada;

porque una noche sueñas en la vía láctea
y otra noche en la res que en la pampa destazas...
Que no en vano nos vienes de quijote y de panza.



Líber Falco

Lo que fue

-- de Líber Falco --

Vienes por un camino
que mi memoria sabe,
y me detengo entonces
indagándote el rostro.
Mas ah!, ya no es posible
siquiera, no es posible
detenerte un instante.

Todo está muerto, y muerto
el tiempo en que ha vivido.
Yo mismo temo, a veces,
que nada haya existido;
que mi memoria mienta,
que cada vez y siempre
–puesto que yo he cambiado–
cambie, lo que he perdido.



Líber Falco

Última cita

-- de Líber Falco --

Ya por el aire navega tu memoria
y todo viene a mí como fue entonces.
Oh! sueño, ensueño, tiempo y tiempo
para siempre y siempre detenido.

Monstruosamente múltiple
se alza
se alzaba el mar sobre los malecones
mordiendo los costados de la tierra.
Y tú tuviste miedo, frío, amor tuviste.
Y amor hubo, miedo, amor, en nuestros corazones.

Cuando entonces por eso
se puebla el mar a tu conjuro
y un aire conocido dispone sus fantasmas,
y yo estoy solo, y la furia del mar puebla la tierra,
seres de niebla, blancos, se sientan a mi lado
y conmigo conversan como hermanos.

Luego vienes tú, flotando como harina.
Y silenciosa y blanca, fina y fría
vas diciendo tu nombre, hermana mía,
y en el aire derramas tu aire triste.

Mas, ya no basta tu nombre y su dulzura
cuando ahora, el recuerdo de todo me golpea.
Tú del mar venida, hecha de bruma acaso,
o de los sueños acaso rescatada,
vete y déjame solo.

Deja morir lo que ha muerto.
Lo que hemos dejado morir,
muerto de frío
del otro lado de sus sueños, sueña.
Del otro lado está, y para siempre,
en un aterdecer de mar y olvido.



Líber Falco

Una noche en Malvín

-- de Líber Falco --

Brotando lenta, apacible y lenta,
nacida de las cosas, como un milagro sin prisa
la noche se estaba ahí, puesta.

Era un milagro la noche, y era blanca.
Las cosas todas eran blancas
y blancas eras las casas de los hombres.

Cerca, el mar estaba ausente.
Y por las calles de Malvín
los amigos cantaban:
–"El ejército del pueblo
una tarde cruzó el río".

Era blanca la noche,
era muy blanca.

Hacia abajo, por las calles, yelo,
niebla blanca. Pequeños, inmensos,
desvaídos como en un sueño,
los que cantaban, cantan.

Oh! canto libre. Vienes secreto
mientras la noche esplende
fija, total, definitiva
como una enorme rosa blanca.



Manuel de Zequeira

A la brisa

-- de Manuel de Zequeira --

Rompe en oriente sus prisiones Eolo,
Tiende sus alas, y con blando aliento
Bate en la concha del neptúneo carro
Lleno de Pompa.

Siguen su rumbo los tritones, siguen
Cándidas ninfas sus etéreos pasos
Liras templando de cristal sonoro
Dulces sirenas.

Bajo sus alas el campeón ibero
Llega a regiones peregrinas donde
Guarda su gloria y su memoria el ancho
Valle de Otumba.

Sobre tapices de esmeralda Ceres
Dulces placeres con Pomona parte
Cuando reparte la risueña brisa
Gratos aromas.

Puesto a la sombra del abeto, entonces
Oigo los mirtos y laureles santos
Cómo conversan con el aire, y cómo
Flora se anima.

La ave de Venus con amante pico
Llama al consorte de su nido ausente,
Dando al ambiente el parabién, y dando
Tiernos arrullos.

Todo se mueve con festivo enlace,
Driades y Faunos en sus verdes templos
Danzan los unos, y los otros tocan
Rudos silbatos.

Cuando tú soplas oh sagrada brisa,
Todo revive con tu aliento, y cuando
Vienes se alegra la fecunda en oro
Tórrida zona.



Manuel del Palacio

Alla Egregia Artista

-- de Manuel del Palacio --

¡Sí, te conozco! De la patria vienes
Donde el arte inmortal hizo su asiento,
Y ternura, y pasión, y sentimiento
En el alma y la voz y el rostro tienes.

Ora finjas halagos ó desdenes,
Ora expreses placer, ora tormento,
¿Qué corazón no inundas de contento?
¿Qué ojos hay que de lágrimas no llenes?

¡De nuestro amor has hecho la conquista;
Por eso, si laureles ambicionas
Y pueblo que á tu yugo no resista,

No olvides que en la tierra que abandonas,
Siempre habrá para tí, sublime artista,
Llanto, aplausos, recuerdos y coronas!



Jorge Manrique

coplas por la muerte de su padre 24

-- de Jorge Manrique --

Las huestes innumerables,
los pendones, estandartes
y banderas,
los castillos impugnables,
los muros y baluartes
y barreras,
la cava honda, chapada,
o cualquier otro reparo,
¿qué aprovecha?
que si tú vienes airada,
todo lo pasas de claro
con tu flecha.



César Vallejo

Trilce: XIX

-- de César Vallejo --

A trastear, Hélpide dulce, escampas,
cómo quedamos de tan quedarnos.

Hoy vienes apenas me he levantado.
El establo está divinamente meado
y excrementido por la vaca inocente
y el inocente asno y el gallo inocente.

Penetra en la maría ecuménica.
Oh sangabriel, haz que conciba el alma,
el sin luz amor, el sin cielo,
lo más piedra, lo más nada,
hasta la ilusión monarca.

Quemaremos todas las naves!
Quemaremos la última esencia!

Mas si se ha de sufrir de mito a mito,
y a hablarme llegas masticando hielo,
mastiquemos brasas,
ya no hay dónde bajar,
ya no hay dónde subir.

Se ha puesto el gallo incierto, hombre.



César Vallejo

a trastear, hélpide dulce, escampas

-- de César Vallejo --

xix
a trastear, hélpide dulce, escampas,
cómo quedamos de tan quedarnos.
Hoy vienes apenas me he levantado.
El establo está divinamente meado
y excrementido por la vaca inocente
y el inocente asno y el gallo inocente.
Penetra en la maría ecuménica.
Oh sangabriel, haz que conciba el alma,
el sin luz amor, el sin cielo,
lo más piedra, lo más nada,
hasta la ilusiónmonarca.
Quemaremos todas las naves!
quemaremos la última esencia!
mas si se ha de sufrir de mito a mito,
y a hablarme llegas masticando hielo,
mastiquemos brasas,
ya no hay dónde bajar,
ya no hay dónde subir.
Se ha puesto el gallo incierto, hombre.



Pablo Neruda

soneto xxix cien sonetos de amor (1959) mañana

-- de Pablo Neruda --

Soneto xxix
vienes de la pobreza de las casas del sur,
de las regiones duras con frío y terremoto
que cuando hasta sus dioses rodaron a la muerte
nos dieron la lección de la vida en la greda.
Eres un caballito de greda negra, un beso
de barro oscuro, amor, amapola de greda,
paloma del crepúsculo que voló en los caminos,
alcancía con lágrimas de nuestra pobre infancia.
Muchacha, has conservado tu corazón de pobre,
tus pies de pobre acostumbrados a las piedras,
tu boca que no siempre tuvo pan o delicia.
Eres del pobre sur, de donde viene mi alma:
en su cielo tu madre sigue lavando ropa
con mi madre. Por eso te escogí, compañera.



Pedro Salinas

la voz a ti debida - no quiero que te vayas

-- de Pedro Salinas --

No quiero que te vayas
dolor, última forma
de amar. Me estoy sintiendo
vivir cuando me dueles
no en ti, ni aquí, más lejos:
en la tierra, en el año
de donde vienes tú,
en el amor con ella
y todo lo que fue.
En esa realidad
hundida que se niega
a sí misma y se empeña
en que nunca ha existido,
que sólo fue un pretexto
mío para vivir.
Si tú no me quedaras,
dolor, irrefutable,
yo me lo creería;
pero me quedas tú.
Tu verdad me asegura
que nada fue mentira.
Y mientras yo te sienta,
tú me serás, dolor,
la prueba de otra vida
en que no me dolías.
La gran prueba, a lo lejos,
de que existió, que existe,
de que me quiso, sí,
de que aún la estoy queriendo.



Pedro Salinas

versos 1104 a 1121

-- de Pedro Salinas --

Versos 1104 a 1121
¡cómo me dejas que te piense!
pensar en ti no lo hago solo, yo.
Pensar en ti es tenerte,
como el desnudo cuerpo ante los besos,
toda ante mí, entregada.
Siento cómo te das a mi memoria,
cómo te rindes al pensar ardiente,
tu gran consentimiento en la distancia.
Y más que consentir, más que entregarte,
me ayudas, vienes hasta mí, me enseñas
recuerdos en escorzo, me haces señas
con las delicias, vivas, del pasado,
invitándome.
Me dices desde allá
que hagamos lo que quiero
unirnos al pensarte.
Y entramos por el beso que me abres,
y pensamos en ti, los dos, yo solo.



Rafael de León

y sin embargo te quiero

-- de Rafael de León --

I
me lo dijeron mil veses,
mas yo nunca quise poner atención.
Cuando vinieron los llantos
ya estabas muy dentro de mi corazón.
Te esperaba hasta muy tarde,
ningún reproche te hasía;
lo más que te preguntaba
era que si me querías.
Y bajo tus besos en la madrugá,
sin que tú notaras la cruz de mi angustia
solía cantá:

estribillo

te quiero más que a mis ojos,
te quiero más que a mi vía,
más que al aire que respiro
y más que a la mare mía.
Que se me paren los pulsos
si te dejo de queré,
que las campanas me doblen
si te farto arguna ve.
Eres mi vía y mi muerte,
te lo juro, compañero,
no debía de quererte,
no debía de quererte
y sin embargo te quiero.

Ii

vives con unas y otras
y na se te importa de mi soledá;
sabes que tienes un hijo
y ni el apellido le vienes a da.
Llorando junto a la cuna
me dan las claras del día;
¡mi niño no tiene pare...
Qué pena de suerte mía!
anda, rey de españa, vamos a dormí...
Y, sin darme cuenta, en ve de la nana
yo le canto así:

(al estribillo) ...Y fin.



José Zorrilla

Himno a S. M. la Reina Doña Isabel II, en sus días

-- de José Zorrilla --

CORO
El sol abre su oriente
Detrás de tu dosel,
Y ve la hispana gente
Su sol en ti, Isabel.

ESTROFA 1.ª
En pos de largos años de belicoso duelo
Tu cándida sonrisa nos vienes a mostrar
Cual muestra sus colores el iris en el cielo,
Cual sus rosadas luces el alba sobre el mar.
CORO.-El sol, etc.

ESTROFA 2.ª
Tú, estrella de esperanza en nuestras sombras eres,
Tú, de mejores días apetecido sol,
Tú, el ángel que nos brinda la paz y los placeres,
Tú, escudo a cuyo amparo se acoge el español.
CORO.-El sol, etc.

ESTROFA 3.ª
Por ti nos olvidamos de la feroz pelea
De las sangrientas horas del tiempo que pasé,
Por ti tranquilo y solo nuestro pendón ondea,
Que ayer en dos jirones contrarios tremoló.
CORO.-El sol etc.

ESTROFA 4.ª
Por él, de hoy más, osados con fe pelearemos,
De hoy más, al campo unidos iremos detrás de él;
Bajo él, como españoles, con honra moriremos,
Los nombres invocando de España y de Isabel.

CORO
El sol abre su oriente
Detrás de tu dosel,
Y ve la hispana gente
Su sol en ti, Isabel.



José Ángel Buesa

elegía iv

-- de José Ángel Buesa --

Me llegas en la brisa y en la espuma,
tú, la perdida para siempre...
Tú, la que ennoblecías el sabor del recuerdo,
que ahora llegas más casta y más ausente...
Me llegas en el viento que huele a lejanía,
me llegas en la sal que sabe a muerte,
tú, sombra arrinconada en un silencio;
tú, la perdida para siempre...
Ya no sé por qué sordo camino de la ausencia,
bajo qué estrellas moribundas vienes,
con los pies inseguros llenos de polvo y de rocío,
tú, la perdida para siempre...



José Ángel Buesa

me llegabas en la brisa y en la espuma

-- de José Ángel Buesa --

Me llegabas en la brisa y en la espuma,
tú, la perdida para siempre...
Tú, la que ennoblecías el sabor del recuerdo,
que ahora llegas más casta y más ausente...
Me llegas en el viento que huele a lejanía,
me llegas en la sal que sabe a muerte,
tú, sombra arrinconada en un silencio;
tú, la perdida para siempre...
Ya no sé por qué sordo camino de la ausencia
bajo que estrellas moribundas vienes,
con los pies inseguros llenos de polvo y de rocío,
tú, la perdida para siempre...



Juan Boscán

A la tristeza

-- de Juan Boscán --

Tristeza, pues yo soy tuyo,
tú no dejes de ser mía;
mira bien que me destruyo
sólo en ver que el alegría
presume de hacerme suyo.

¡Oh, tristeza!
que apartarme de contigo
es la más alta crueza
que puedes usar conmigo.
No huyas ni seas tal
que me apartes de tu pena;
soy tu tierra natural,
no me dejes por la ajena
do quizá te querrán mal.

Pero, di:
ya que estó en tu compañía,
¿cómo gozaré de ti,
que no goce de alegría?
Que el placer de verte en mí,
no hay remedio para echallo,
¿quién jamás estuvo así?
que de ver que en ti me hallo,
me hallo que estoy sin ti.

¡Oh ventura!
¡Oh amor, que tú hiciste
que el placer de mi tristura
me quitase de ser triste!
Pues me das por mi dolor
el placer que en ti no tienes,
porque te sienta mayor,
no vengas, que si no vienes,
entonces vernás mejor.
Pues me places,
vete ya, que en tu ausencia
sentiré yo lo que haces
mucho más que en tu presencia.



Hernando de Acuña

Oh celos, mal de cien mil males lleno

-- de Hernando de Acuña --

¡Oh celos, mal de cien mil males lleno,
interior daño, poderoso y fuerte,
peor mil veces que rabiosa muerte,
pues bastas a turbar lo más sereno!

Ponzoñosa serpiente, que en el seno
te crías, donde vienes a hacerte
en próspero suceso adversa suerte
y en sabroso manjar cruel veneno.

¿De cuál valle infernal fuiste salido?
¿Cuál furia te formó?, porque natura
nada formó que no sirviese al hombre.

¿En qué constelación fuiste nacido?,
porque no sólo mata tu figura,
pero basta a más mal sólo tu nombre.



Salvador Díaz Mirón

Rimas (Salvador Díaz Mirón)

-- de Salvador Díaz Mirón --

Al ver mi honda aflicción por tus desvíos,
fijas en mi tu angelical mirada
y hundes tus dedos pálidos y fríos
en mi oscura melena alborotada.

¡Pero en vano, mujer! No me consuelas.
Estamos separados por un mundo.
¿Por qué, si eres la nieve, no me hielas?
¿Por qué, si soy el fuego, no te fundo?

Me aproximo... Y te tiñes de escarlata
y huyes... ¡Oh niña pudorosa y bella!
¡Sensitiva que tiembla y se recata
hasta de sospechar que pienso en ella!

Te llamo, abro los brazos... Y no vienes...
Inútilmente solicito y lloro.
¡Tú no alientas pasión! por eso tienes
ojos de cielo y cabellera de oro.

Tu mano espiritual y transparente,
cuando acaricia mi cabeza esclava,
es el copo glacial sobre el ardiente
volcán cubierto de ceniza y lava.

¡Tu mano espiritual y transparente
cuando acaricia mi cabeza esclava,
es el copo glacial sobre el ardiente
volcán cubierto de ceniza y lava.



Caridad (Castro)

-- de Vicenta Castro Cambón --

Señor, cuando a la busca de una oveja perdida
al camino te lanzas, el alma agradecida
se anonada y no acierta la palabra de amor.
Señor, yo sé que vienes en busca de mi hada
y a la puerta te aguardo de mi pobre morada;
más sólo sé decirte: ¡Heme a tus pies, Señor!



Angel González

porvenir

-- de Angel González --

Te llaman porvenir
porque no vienes nunca.
Te llaman: porvenir,
y esperan que tú llegues
como un animal manso
a comer en su mano.
Pero tú permaneces
más allá de las horas,
agazapado no se sabe dónde.
... Mañana!
y mañana será otro día tranquilo
un día como hoy, jueves o martes,
cualquier cosa y no eso
que esperamos aún, todavía, siempre.



Antonio Machado

Anoche cuando dormía...

-- de Antonio Machado --

Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que una fontana fluía
dentro de mi corazón.
Di: ¿por qué acequia escondida,
agua, vienes hasta mí,
manantial de nueva vida
en donde nunca bebí?
Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que una colmena tenía
dentro de mi corazón;
y las doradas abejas
iban fabricando en él,
con las amarguras viejas,
blanca cera y dulce miel.
Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que un sol ardiente lucía
dentro de mi corazón.
Era ardiente porque daba
calores de rojo hogar,
y era sol porque alumbraba
y porque hacía llorar.
Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que era Dios lo que tenía
dentro de mi corazón.



Anónimo

Por el val de las Estacas...

-- de Anónimo --

Por el val de las Estacas
pasó el Cid a mediodía,
en su caballo Babieca:
¡oh, qué bien que parecía!
El rey moro que lo supo
a recibirle salía,
dijo: -Bien vengas, el Cid,
buena sea tu venida,
que si quieres ganar sueldo,
muy bueno te lo daría,
o si vienes por mujer,
darte he una hermana mía.
-Que no quiero vuestro sueldo
ni de nadie lo querría,
que ni vengo por mujer,
que viva tengo la mía,
vengo a que pagues las parias
que tú debes a Castilla.
-No te las daré yo, el buen Cid,
Cid, yo no te las daría;
si mi padre las pagó,
hizo lo que no debía.
-Si por bien no me las das,
yo por mal las tomaría.
-No lo harás así, buen Cid,
que yo buena lanza había.
-En cuanto a eso, rey moro,
creo que nada te debía,
que si buena lanza tienes,
por buena tengo la mía;
mas da sus parias al rey,
a ese buen rey de Castilla.
-Por ser vos su mensajero,
de buen grado las daría.



Medardo Ángel Silva

Amada

-- de Medardo Ángel Silva --

¡El duro son de hierro tornaré melodía
para cantar tus ojos! —violetas luminosas—
la noche de tu negra cabellera y el día
de tu sonrisa, pura más que las puras rosas.

vienes con el alba y con la primavera
espiritual, con toda la belleza que existe,
con el olor de lirio azul de la pradera
y con la alondra alegre y con la estrella triste.

La historia de mi alma es la del peregrino
que extraviado una noche en un largo camino
pidió al cielo una luz... Y apareció la luna;

pues, estaba de un viejo dolor convaleciente,
y llegaste lo mismo que una aurora naciente,
en el momento amargo y en la hora oportuna.



Meira Delmar

otra presencia

-- de Meira Delmar --

Ahora estamos unidos
para siempre.
No importa que te hayas
marchado,
que la puerta
no se abra más
para esperar tus pasos,
ni importa que en las manos
que me encuentran
no me rocen las tuyas.
Andas conmigo,
vas, vienes a mi lado,
y miras con mis ojos
derramarse en el mar
el ocaso.
Oyes el viento en la noche
cuando pasa estremeciendo
las ventanas,
y me sigues constante
por la oscura comarca
del insomnio.
Revestida de ausencia
tu perdida presencia
me acompaña.
!--Img



Meira Delmar

ofelia

-- de Meira Delmar --

Con paso de gacela vulnerada
cantando vienes por el bosque umbrío
coronada de juncos, ramos , lirios.
Oculto entre los árboles
un silencio de pájaros anuncia
tu presencia,
y te llama el arroyo con los lentos
ademanes del sauce.
Enajenada sigues recogiendo
las últimas violetas. En tus manos
la postrera corona es la más bella.
Pronto la linfa sentirá tu peso
de seda,
y un breve instante flotará en su espejo
tu memoria.
!--Img



Miguel Hernández

10

-- de Miguel Hernández --

10
tengo estos huesos hechos a las penas
y a las cavilaciones estas sienes:
pena que vas, cavilación que vienes
como el mar de la playa a las arenas.
Como el mar de la playa a las arenas,
voy en este naufragio de vaivenes,
por una noche oscura de sartenes
redondas, pobres, tristes y morenas.
Nadie me salvará de este naufragio
si no es tu amor, la tabla que procuro,
si no es tu voz, el norte que pretendo.
Eludiendo por eso el mal presagio
de que ni en ti siquiera habré seguro,
voy entre pena y pena sonriendo.



Nicasio Álvarez de Cienfuegos

Haces grande merced en despreciarme

-- de Nicasio Álvarez de Cienfuegos --

Haces grande merced en despreciarme,
en mostrárteme dura y desdeñosa
y en ser para conmigo escrupulosa
me haces merced pensando tú injuriarme.

Te obligas más queriendo desdeñarme
y te das la sentencia rigurosa
queriendo presumida y cautelosa
según tu corto juicio condenarme.

Porque en medio de todos tus rigores,
de esas tus esquiveces y desdenes
permaneciendo yo siempre constante

sin que se disminuyan mis amores
a acreditarte tú de ingrata vienes
y yo de firme y verdadero amante.



Juan Ramón Jiménez

el mar lejano

-- de Juan Ramón Jiménez --

El mar lejano
la fuente trueca su cantata.
Se mueven todos los caminos...
Mar de la aurora, mar de plata,
¡qué nuevo estás entre los pinos!
viento del sur ¿vienes sonoro
de granas? ciegan los caminos...
Mar de la siesta, mar de oro,
¡qué loco estás sobre los pinos!
dice el verdón no sé qué cosa.
Mi alma se va por los caminos...
Mar de la tarde, mar de rosa,
¡qué dulce estás bajo los pinos!



Evaristo Carriego

La vuelta de Caperucita

-- de Evaristo Carriego --

Entra sin miedo, hermana: no te diremos nada.
¡Qué cambiado está todo, qué cambiado! ¿no es cierto?
¡Si supieras la vida que llevamos pasada!
Mamá ha caído enferma y el pobre viejo ha muerto...

Los menores te extrañan todavía, y los otros
verán en ti la hermana perdida que regresa:
puedes quedarte, siempre tendrás entre nosotros,
con el cariño de antes, un lugar en la mesa.

Quédate con nosotros. Sufres y vienes pobre.
Ni un reproche te haremos: ni una palabra sobre
el oculto motivo de tu distanciamiento;

ya demasiado sabes cuánto te hemos querido:
aquel día, ¿recuerdas? tuve un presentimiento...
¡Si no te hubieras ido!...



Federico García Lorca

Canción primaveral

-- de Federico García Lorca --

I

Salen los niños alegres
De la escuela,
Poniendo en el aire tibio
Del abril, canciones tiernas.
¡Que alegría tiene el hondo
Silencio de la calleja!
Un silencio hecho pedazos
por risas de plata nueva.

II

Voy camino de la tarde
Entre flores de la huerta,
Dejando sobre el camino
El agua de mi tristeza.
En el monte solitario
Un cementerio de aldea
Parece un campo sembrado
Con granos de calaveras.
Y han florecido cipreses
Como gigantes cabezas
Que con órbitas vacías
Y verdosas cabelleras
Pensativos y dolientes
El horizonte contemplan.

¡Abril divino, que vienes
Cargado de sol y esencias
Llena con nidos de oro
Las floridas calaveras!



Francisco Villaespesa

eres como una ola

-- de Francisco Villaespesa --

Eres como una ola
de sombra que me envuelve,
y espumeando de amargura pasa,
y entre otras negras olas va a perderse...

¿Adónde vas?...
¿De dónde vienes?
¡sólo sé que soy tuyo, que me arrastras!...
¡Y cuando tú me dejes,
vendrá acaso otra ola,
como tú ignota y como tú inconsciente,
y sin querer me arrastrará de nuevo
gin saber dónde va ni dónde viene!...



Francisco Villaespesa

canción del recuerdo I

-- de Francisco Villaespesa --

Igual que en un sepulcro me he encerrado
en tu eterno recuerdo, y en él vivo,
la frente entre las manos, pensativo,
evocando las glorias del pasado.
¿Será posible que un amor tan fuerte
se haya para mi amor desvanecido?
¡el amor es más fuerte que la muerte,
y la muerte más fuerte que el olvido!
largas horas de espera... Eternidades
que llenan de ansiedad mis soledades.
Solo y soñando con tu amor me tienes;
solo y soñando con tu vuelta muero...
Si nunca has de venir, ¿por qué te espero?
y si te espero aún, ¿por qué no vienes?



Francisco Villaespesa

canción del recuerdo XIII

-- de Francisco Villaespesa --

Todas las noches a la cita vienes,
no sé de dónde, lívido el semblante
los cabellos pegados a las sienes,
cual los cabellos de un agonizante.
Descorres las cortinas, y te paras
en el umbral, inmóvil, silenciosa,
llena de tierra, como si acabaras
de alzarte de las piedras de tu fosa.
Ni a respirar ante tu faz me atrevo,
y en tan profundos éxtasis me sumo,
que ni siquiera las pestañas muevo...
Mi ilusión se conforma con mirarte
temiendo que, cual ráfaga de humo,
pudiera con mi aliento disiparte.



Carolina Coronado

en otro. traducido del dante

-- de Carolina Coronado --

¡eh!... Peregrino que por esta vía
atraviesas con planta indiferente,
¿vienes tal vez de tan remota gente
que el duelo ignoras de la patria mía?
¿cómo no lloras ¡ay! cuando sombría
cruzas por medio su ciudad doliente,
como quien nada sabe, nada siente
del grave luto que oscurece el día?
si te detienes a escuchar el caso,
yo sé de cierto que llorando, amigo,
no pudieras de aquí mover el paso:
perdió italia a beatriz; y cuanto dijo
a otros hombres hablando de la bella,
tiene virtud de hacer llorar por ella.



Carolina Coronado

bendito seas, alberto

-- de Carolina Coronado --

Aunque serena y callada
a tus suspiros me veas,
no indiferente me creas;
es que el alma enamorada
diciendo está embelesada
alberto, bendito seas.
Si a responderte no acierto
cuando me vienes hablando,
¿piensas que tu voz no advierto?
pues es que estoy murmurando
con un acento muy blando
bendito seas, alberto.
Alberto, ¿qué más deseas
de quien tanto vive amando?
yo te ruego que me creas,
que aunque callada me veas
estoy entre mí cantando
alberto, bendito seas.
Muda estoy, fáltame vida;
queda el espíritu muerto,
la mente desvanecida;
pero esta voz repetida
forma en el alma concierto:



Cristóbal de Castillejo

a un vizcaíno

-- de Cristóbal de Castillejo --

Servido no ge lo tienes,
aunqu'en gana le tenía;
mas mire su señoría,
generación, dónde vienes.

No mires merecimiento
de barbero guipuzquiano,
mas el razón que le cuento;
y machín vaya contento
con guinaldo de su mano.



Ramón de Campoamor

Los progresos del amor

-- de Ramón de Campoamor --

Así un esposo le escribió a su esposa:

"O vienes o me voy. ¡Te amo de modo

que es imposible que yo viva, hermosa,

un mes lejos de ti!

¡Mi amor es tan profundo, tan profundo,

que te prefiero a todo, a todo!..."

Y ella exclamó: -¡No hay nada en este mundo

que él quiera como a mí!

Mas pasan unos meses, y la escribe:

"¡Qué hermoso debe estar nuestro hijo amado!

¡Sólo él, él sólo en mis entrañas vive!

Piensa en él más que en ti.

Su cuna se pondrá junto a mi cama.

No hay cielo para mí más que a su lado."

Y ella prorrumpe: -¡Es que, el ingrato, ya ama

al hijo más que a mí!

Después de algunos años le escribía:

"Espérame. Ya sabes lo que quiero:

mucho orden, mucha paz y economía.

¿Estás? Yo soy así.

Cierra el coche: me espanta el reumatismo;

avísale que voy al cocinero."

Y ella pensó: -¡Se quiere ya a sí mismo

más que al hijo y a mí!



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