Buscar Poemas con Vicio


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Se han encontrado 35 poemas con la palabra vicio

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Hernando de Acuña

Dijo el doctor Petrarca sabiamente

-- de Hernando de Acuña --

Dijo el doctor Petrarca sabiamente:
«Pobre y desnudas vas, Filosofía»,
lamentando su tiempo en que antevía
las faltas y miserias del presente;

do el vicio reina ya tan sueltamente,
que valen poco, y menos cada día,
la bondad, el saber, la valentía,
del mejor, o más sabio, o más valiente.

Mas cuanto el mal está más encumbrado
y el mundo aprueba más lo que debiera
tenerse por infamia y maleficio,

tanto merece ser más estimado
el virtuoso obrar, pues ya no espera
la virtud premio, ni castigo el vicio.

Poema Dijo el doctor Petrarca sabiamente de Hernando de Acuña con fondo de libro

Alberto Lista

La envidia

-- de Alberto Lista --

Dulce es a la codicia cuanto alcanza
doblar el oro inútil, que ha escondido;
sin tener otro afán, ni por sentido,
meditar ya el placer, ya la esperanza.

Dulce es también a la feroz venganza,
que no obedece al tiempo ni al olvido,
los sedientos rencores que ha sufrido
apagar entre el fuego y la matanza.

A un bien aspira todo vicio humano;
teñida en sangre, la ambición impía
sueña en el mando y el laurel glorioso.

Sola tú, envidia horrenda, monstruo insano,
ni conoces ni esperas la alegría;
que ¿dónde irás que no haya un venturoso?

Poema La envidia de Alberto Lista con fondo de libro

Amado Nervo

delicta carnis

-- de Amado Nervo --

Carne, carne maldita que me apartas del cielo;
carne tibia y rosada que me impeles al vicio;
ya rasgué mis espaldas con cilicio y flagelo
por vencer tus impulsos, y es en vano, ¡te anhelo
a pesar del flagelo y a pesar del cilicio!
crucifico mi cuerpo con sagrados enojos,
y se abraza a mis plantas afrodita la impura;
me sumerjo en la nieve, mas la templan sus ojos;
me revuelco en un tálamo de punzantes abrojos,
y sus labios lo truecan en deleite y ventura.
Y no encuentro esperanza, ni refugio ni asilo,
y en mis noches, pobladas de febriles quimeras,
me persigue la imagen de la venus de milo,
con sus lácteos muñones, con su rostro tranquilo
y las combas triunfales de sus amplias caderas.
.. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .... .. .. ..
¡Oh señor jesucristo, guíame por los rectos
derroteros del justo; ya no turben con locas
avideces la calma de mis puros afectos
ni el caliente alabastro de los senos erectos,
ni el marfil de los hombros, ni el coral de las bocas!

Poema delicta carnis de Amado Nervo con fondo de libro

A la verdad

-- de León de Arroyal --

Sacrosanta verdad, virtud divina,
del mundo aborrecida y desterrada,
este pequeño don, que te destina
mi lealtad, recibe; y si te agrada,
puesto que ingrato el siglo te abomina,
y pretende dexarte desarmada,
para que en algun modo te defienda,
de mi laud te hago humilde ofrenda.

Y no desprecies, no, mi ofrecimiento,
pues ya vendrá algun dia en que á tu mano
restituya su clava, que esto intento,
dándome vida el cielo soberano.

Y en tanto con debido acatamiento
en tu ara, á que no toca el vicio insano,
quemaré incienso, que hasta el cielo llegue
y al feroz opresor del mundo ciegue.



Manuel Bretón de los Herreros

A varios amigos tronados

-- de Manuel Bretón de los Herreros --

Esta turba famélica y bellaca
nunca se cansa de fumar de gorra;
como al hebreo en tiempo de Gomorra
yo os maldigo, y mi furia no se aplaca.

¿A qué tanto pedirme la petaca?
¿Cómo quieres, hambrón, que te socorra?
¿Soy acaso asqueroso hijo de zorra?
¿Recibo yo bajeles de Guaxaca?

¿Cómplice acaso soy del vicio ajeno?
Yo gano mi fumar con mi trabajo,
y en la aduana lo compro, malo o bueno.

Tú, que eres un pobre calandrajo,
estate sin fumar... O chupa heno...
O chúpate la punta del carajo.



Manuel del Palacio

La hipocresía

-- de Manuel del Palacio --

¿Qué hacer, si de un color andan vestidos
El vicio y la virtud? ¿Con qué mirada
Distinguirá la mente atribulada
De los puros afectos los fingidos?

Sonrisas de placer, ayes sentidos,
¿Sois lo que ser debeis, ó no sois nada?
¿Quién adivina la verdad ansiada
Cuando mienten del pecho los latidos?

Disfrázase de ingenio la osadía,
La astucia de valor, y entre las gentes
Muestra el crímen aspecto de hidalguía.

Tal del Índico mar en las corrientes
Arroyos mil desaguan á porfía
¡Que pareciendo arroyos son torrentes!



Ignacio María de Acosta

Nace fragante

-- de Ignacio María de Acosta --

Nace fragante, delicada, hermosa,
rica en colores, tímida y galana,
entre perlas que riega la mañana
en verde tallo la encendida rosa.

El aura la acaricia voluptuosa;
en agradarla el colibrí se afana;
y la rosa gentil de la sabana
es el hechizo y la adorada diosa.

Pero si envuelto en polvoroso aliento
con torpe labio y bárbara inclemencia
besa la flor el huracán violento,

entonces mustia, sin color ni esencia
muere infeliz, cual muere en un momento
al contacto del vicio la inocencia.



César Vallejo

¡de puro calor tengo frío

-- de César Vallejo --

¡de puro calor tengo frío,
hermana envidia!
lamen mi sombra leones
y el ratón me muerde el nombre,
¡madre alma mía!
¡al borde del fondo voy,
cuñado vicio!
la oruga tañe su voz,
y la voz tañe su oruga,
¡padre cuerpo mío!
¡está de frente mi amor,
nieta paloma!
de rodillas, mi terror
y de cabeza, mi angustia,
¡madre alma mía!
hasta que un día sin dos,
esposa tumba,
mi último hierro dé el son
de una víbora que duerme,
¡padre cuerpo mío!



Diego de Torres Villarroel

Engulle el poderoso rica sopa

-- de Diego de Torres Villarroel --

Engulle el poderoso rica sopa
cuando a mí me contenta una zurrapa;
y siendo el mundo dilatado mapa
le parece a su vicio estrecha copa.

Con bordada, sutil y blanda ropa
el barro humano diligente tapa;
y a mí me envuelve miserable capa
y un negro camisón de ruda estopa.

Ostenta a todos la gotosa tripa
y puede ser el que mejor me sepa
a mí la sucia bota que a él su pipa.

De la humana miseria huyendo trepa;
pero, por más que puja, anda y ahipa,
todos somos racimos de una cepa.



Diego de Torres Villarroel

la casa de un grande

-- de Diego de Torres Villarroel --

Un rodrigón que siempre está en pelea
con la de pajes lamerona junta
un pobre mayordomo que se unta
y un contador maldito que lardea
una señora a quien el ocio asea
y otras que siempre están de blanco en punta
una dueña arrugada y cejijunta
que rellena de chismes la asamblea
un conjurador que riñe roba y miente
un cocinero de esta misma masa
gran chusma de libreas insolente
envidia mucha adulación sin tasa
y el gran señor que sirve solamente
de testigo del vicio de su casa.



Diego de Torres Villarroel

confusión y vicios de la corte

-- de Diego de Torres Villarroel --

Mulas, médicos, sastres y letrados,
corriendo por las calles a millones;
duques, lacayos, damas y soplones,
todos sin distinción arrebujados;
gran chusma de hidalguillos tolerados,
cuyo examen lo hicieron los doblones,
y un pegujal de diablos comadrones,
que les tientan la onda a los casados;
arrendadores mil por excelencia;
metidos a señores los piojosos;
todo vicio, con nombre de decencia;
es burdel de holgazanes y de ociosos,
donde hay libertad suma de conciencia
para idiotas, malsínes y tramposos.



Emilio Bobadilla

La fuente envenenada

-- de Emilio Bobadilla --

Cantaba en el silencio de la noche la fuente,
y en torno suyo, luego de acabada la lucha,
fraternizaban todos, bebiendo ávidamente,
a la luz de los astros, sin temor del escucha.

Y era aquel un refugio de efímero sosiego,
de paz un simulacro, pasajero armisticio;
campo mustio que anhela el benéfico riego,
beso puro que ansía harto de carne el vicio.

Y un día envenenaron la fuente —intermediaria
de frescura y silencio, entre uno y otro bando—
(¿era más cruel el hombre de la edad cuaternaria?)

y con ritmo, al estruendo de la metralla ajeno,
en la noche la fuente continuaba cantando,
sin saber que brindaba en su linfa veneno...!



Enrique Lihn

rimbaud

-- de Enrique Lihn --

Él botó esta basura
yo le envidio su no a este ejercicio
a esta masturbacion desconsolada
me importa un trueno la belleza
con su chancro
ni la perversión ni la conversión interesan
no a la magia. Si de siempre a la siempre decepcionante evidencia de loque es
y que las palabras rasguñan, y eso
le poetizo también
este es un vicio al que solo se escapa como él
desdeñosamente
y pudo, en realidad, bloquearse en su neurosis
perder la lengua a manos de la peste
y ese no ser un sí a la lujuria de la peste
por todos los caminos llego a lo impenetrable
a lo que sirve de nada
poesía culpable quizás de lo que existe
cuánta palabra en cada cosa
qué exceso de retórica hasta en la última hormiga
pero en definitiva el botó esta basura
su sombrero feroz en el bosque.



Oliverio Girondo

habría

-- de Oliverio Girondo --

Habría
con cresta
o candor niño
o envión varón habría que osar izar un yo flamanteen gozo
o autoengendrar hundido en el propio ego pozo
un nimio virgo vicio
un semi tic o trauma o trac o toc novicios
un novococo inédito por poco
un mero medio huevo al menos de algo nuevo
e inmerso en el subyo intimísimo
volver a ver reverdecer la fe de ser
y creer en crear
y croar y croar
ante todo ende o duende visiblemente real o inexistente
o hacer hacer
dentro de un nido umbrío y tibio
un hijo mito
mixto de silbo ido y de hipo divo de ídolo
o en rancia última instancia del cotidiano entreasco
a escoplo y soplo mago
remodelar habría los orificios psíquicos y físicoscorrientes
de tanto espectro diario que desnutre la mecha
o un lazariento anhelo que todavía se yerga
como si pudiera
y darle con la proa de la lengua
y darle con las olas de la lengua
y furias y reflujos y mareas
al todo cráter cosmos
sin cráter
de la nada



Rafael María Baralt

A un ingenio de estos tiempos

-- de Rafael María Baralt --

Soy incapaz, Ernesto, de engañarte:
adoro la verdad, que el bien inspira,
y contra el vicio de falaz mentira
hay en mi corazón firme baluarte.

Ernesto, Ernesto, el corazón me parte
tu inútil afanar: rompe la lira
de tus cuerdas flojas «tu razón delira;
te falta inspiración; no tiene arte.»

Pero sírvate al menos de consuelo
que, si ascender no puedes la escabrosa
cumbre del Pindo en tu cansado vuelo,

tienes en tus escritos una cosa
mira si de franqueza soy modelo,
peor aún que tus versos... Y es tu prosa.



José Ángel Buesa

arte poética

-- de José Ángel Buesa --

Ama tu verso, y ama sabiamente tu vida,
la estrofa que más vive, siempre es la mas vivida.
Un mal verso supera la más perfecta prosa,
aunque en prosa y en verso digas la misma cosa.
Así como el exceso de virtud hace el vicio,
el exceso de arte llega a ser artificio.
Escribe de tal modo que te entienda la gente,
igual si es ignorante que si es indiferente.
Cumple la ley suprema de desdeñarlas todas,
sobre el cuerpo desnudo no envejecen las modas.
Y sobre todo, en arte y vida, sé diverso,
pues sólo así tu mente revivirá en tu verso.



Hernando de Acuña

En cuanto la materia es más subida

-- de Hernando de Acuña --

En cuanto la materia es más subida
y más se aparta de profanidad,
en tanto, señor, vuestra habilidad
ha quedado de mí más conocida.

Y pues el santo tiempo nos convida
a dejar todo vicio y vanidad,
volvamos con amor y caridad
a Cristo, que es bondad summa cumplida;

y olvidando por él toda otra cosa,
vaga de su pasión el fundamento,
para la gloria que apetece, el alma;

que, sin él, vuestra vida trabajosa
es nave rota que le falta el viento
y en playa de enemigos queda en calma.



Salvador Díaz Mirón

A Berta

-- de Salvador Díaz Mirón --

Ya que eres grata como el cariño
ya que eres bella como el querub,
ya que eres blanca como el armiño,
¡sé siempre ingenua, sé siempre tú!

El torpe engaño que el vicio fragua
nunca se aviene con la virtud.
¡Sé transparente como es el agua,
como es el aire, como es la luz

Que tu palabra -dulce armonía
que tu alma exhala como un laúd,
como una alondra que anuncia el día
presa en la sombra que flota aún-

sea un arroyo sereno y puro
do, al inclinarme como un saúz,
mire las guijas del fondo oscuro
y las estrellas del cielo azul.



Antonio-Plaza-Llamas

¡siempre solo!

-- de Antonio-Plaza-Llamas --

¡siempre solo!
si de la aurora diamantina
se dibujan los célicos albores
los pájaros del viento moradores
al éter mandan su canción divina.
Y si el sol orgulloso se reclina
sobre un lecho radiante de colores,
llenas de amor las carminadas flores
entreabren su corola purpurina.
Todos tienen un ser que los comprenda,
yo al vicio y la virtud indiferente
aislado cruzo la maldita senda,
cual se arrastra en las rocas la serpiente;
mas tengo un alma de vivir cansada
que ni al cielo ni al mundo pide nada.
Antonio plaza llamas



Manuel Reina

La catarata y el ruiseñor

-- de Manuel Reina --

I
Desplómase la rauda catarata
envuelta en luz y plata,
rompiendo en mil pedazos su diadema;
al abismo se lanza y precipita,
y ruge, canta, grita,
formando con sus ritmos un poema.

Al ver sus vestiduras y cendales
cubiertos de cristales
y de resplandeciente pedrería,
un ruiseñor contémplala extasiado,
y canta entusiasmado
sublime y amorosa melodía.

Y en torno del torrente que flamea
el pájaro aletea;
moja en el agua límpida su pluma,
y por la catarata arrebatado
el pájaro, asfixiado,
en el abismo rueda entre la espuma.

II
El vicio es una hirviente catarata
que rauda se desata
y en el oscuro abismo se despeña;
y al mirar su diadema de brillantes,
su luz y sus cambiantes,
el alma, alguna vez, suspira y sueña.



Rosalía de Castro

Aún otra amarga gota en el mar sin orillas

-- de Rosalía de Castro --

Aún otra amarga gota en el mar sin orillas,
Donde lo grande pasa de prisa y lo pequeño
Desaparece o se hunde, como piedra arrojada
De las aguas profundas del estancado légamo.

Vicio, pasión, o acaso enfermedad del alma,
Débil a caer vuelve siempre en la tentación.
Y escribe corno escriben las olas en la arena,
El viento en la laguna y en la neblina el sol.

Mas nunca nos asombra que trine o cante el ave,
Ni que eterna repita sus murmullos el agua;
Canta, pues, ¡oh poeta!, canta, que no eres menos
Que el ave y el arroyo que en ondas se desata.

En incesante encarnizada lucha,
En pugilato eterno,
Unos tras otros al palenque vienen
Para luchar, seguidos del estruendo



Medardo Ángel Silva

Reminiscencia siglo XVIII

-- de Medardo Ángel Silva --

Vaga el olor por la antigua vereda,
donde marmóreo Sileno retoza,
del dieciochesco vestido de seda
en la ducal y dorada carroza.

Erán Trianón y la Arcadia —artificio
que hizo más suaves las ásperas horas—
el pastorial y bucólico vicio
de las divinas marquesas pastoras.

Eran los iris, las joyas temblantes
y las espumas de los surtidores:
la sombra azul en los kioskos galantes
y el sonreír de los lindos Amores.

Eran los mórbidos brazos de lira,
inclinaciones de blancas pelucas
y Pompadour y la cruel Lindamira
y los lunares en las rubias nucas.

Ardiente roce de la mano cauta
y acariciante boca diminuta...
Era el idilio al sonar de la flauta
del verde fauno de la barba hirsuta...

¡Oh, siglo lindo! —amarilla viñeta,
rasos, perfumes, risas, terciopelos,—
que tuvo un viejo y galante poeta:
Pablo Verlaine que se encuentra en los cielos.



Juan Nicasio Gallego

A la reina Isabel

-- de Juan Nicasio Gallego --

Cual viene en pos de nebuloso invierno
brotando rosas la estación florida,
y la campiña yerta y aterida
revive al soplo de favonio tierno,

así de España al liberal gobierno,
débil un tiempo, sin vigor, sin vida,
brío y lustre darás, reina querida,
y harás su dicha y tu renombre eterno.

Lanzado en fin al báratro profundo,
no verterá en mi patria su veneno
de la anarquía el monstruo furibundo.

A tu sombra, Isabel, aliente el bueno,
y a tu cetro feliz aclame el mundo
de la virtud imán, del vicio freno.



Juan Nicasio Gallego

Cual viene en pos del borrascoso invierno

-- de Juan Nicasio Gallego --

Cual viene en pos del borrascoso invierno
los campos alegrando abril florido
y la furia del austro embravecido
cede al arrullo del favonio tierno;

así el estado y público gobierno,
que en desdichas sin fin gimió sumido,
su esplendor volverás, oh Rey querido,
y harás su dicha y tu renombre eterno.

Ya el déspota cayó. Ya del profundo
sueño tornando de arrogancia lleno
ruge el león de España furibundo.

A tu sombra, de hoy más, aliente el bueno,
y en tu trono feliz te admire el mundo,
alma de la virtud, del vicio freno.



Julio Flórez

Caos

-- de Julio Flórez --

Poem

No hay miedo en sombra para el hombre fuerte que ve, sin pestañar, el precipicio; que conoce las úlceras del vicio y no tiembla jamás ni ante la muerte!

Para el que al cabo de la vida, advierte la sinrazón de todo sacrificio; para el que nunca halló nada propicio y fue siempre vejamen de la suerte.

¡Ah qué puede temer el que por huellas de los pies dejó sangre!... El que, contrito, pide alivio a sus múltiples querellas,

y ve solo, ante el eco de su grito, la inmutabilidad de las estrellas en medio del sopor del infinito!



Evaristo Carriego

Detrás del mostrador

-- de Evaristo Carriego --

Ayer la vi, al pasar, en la taberna,
detrás del mostrador, como una estatua...
Vaso de carne juvenil que atrae
a los borrachos con su hermosa cara.

Azucena regada con ajenjo,
surgida en el ambiente de la crápula,
florece, como muchas, en el vicio
perfumando ese búcaro de miasmas.

¡Canción de esclavitud! Belleza triste,
belleza de hospital, ya disecada
quien sabe porque mano que la empuja,
casi siempre, hasta el sitio de la infamia..

Y pasa sin dolor, así, inconsciente,
su vida material de carne esclava:
¡copa de invitaciones y de olvido
sobre el hastiado bebedor volcada!



Evaristo Carriego

En la sombra

-- de Evaristo Carriego --

Llegaba la noche con tono violento.
Llorando de miedo la tarde caía,
y, en hondas y abiertas prisiones, se oía
correr desbocados los potros del viento

Tomaba infinito contorno sangriento
el áspero traje que todo cubría.
Misterio en un símbolo negro reía,
mostrando en su risa terrible contento.

El Mal, desataba los monstruos del Vicio.
Marchaba un apóstol hacia el sacrificio...
Cantando sus grandes, sus fuertes ideales,

sus fuertes ideales cantando muy quedo...
Y, allá, amenazada por sombras fatales,
la tarde caía llorando de miedo...



Francisco Sosa Escalante

A Lesbia

-- de Francisco Sosa Escalante --

Ornada al verte de sin par belleza
De humilde hogar en el recinto oscuro,
Y al sentir que es el pan amargo y duro
Del sér abandonado á la pobreza;

Sin fé tu corazón, sin fortaleza,
De la santa virtud franqueaste el muro
Y fuiste en brazos del deleite impuro
Huyendo del dolor y la tristeza.

Al despertar de tu delirio insano
Te encuentras para siempre envilecida,
Y es inútil tu afán, tu clamor vano.

Ya del vicio en los antros sumergida
Eres lirio en el cieno del pantano,
Perla en inmundo lodazal caida.



José Alonso y Trelles

Sofrenazo

-- de José Alonso y Trelles --

A mi querido amigo Alberto Zipitría

¡Adiosito, flor de yuyo,
Pero de yuyo oloroso,
Pa que usté lo yáme suyo
La va siguiendo un buen mozo.

¡Pucha, si es como culebra
Pa ondular cuando camina!...
La vi hacer feliz, mi china,
Si el palito no se quiebra.

¿Que no contesta? ¡Mejor!
¿Si sabrá ya este budín
Que a mi me gusta el picor
De la pulpa el macachín?

Dese güelta, mi chiruza,
Muestre la gloria e su cara;
¡No se diga que dispara
Lo mesmo que la ola rusa!

¿Que hay por medio un compromisio?
Pues sepan sus excelencias
Que la sigo... Como al vicio,
Sin medir las consecuencias.

¡Echa y que no se redame
La chirucita macuca
Con un rulito en la nuca
Que va diciendo: "besáme"!

¿Quiere que yame un chofer
Que es amigo y muy cáuto.
Y nos damos el placer
De irnos de garufa en auto?

¡Qué busto pa una caricia
Al blando rodar del coche!...
¡Y que han ca... Ñoneáo anoche
Los ravioles a Gorizia!...

¿Quiere no ser inprudente?
¿Quiere dejar de ser chancho?
-¡Que la parió a la creciente,
Que casi me yeva el rancho!...



Carolina Coronado

a mi tío don pedro romero

-- de Carolina Coronado --

Si para entrar en tan difícil vía
el aliento a mi numen no faltara,
ya de la patria nuestra lamentara
los males en tristísima elegía.
Ya la virtud, ya el genio cantaría,
ya el vicio a deprimir me consagrara;
pero mi voz de niña desmayara
y desmayara endeble el arpa mía.
Mas quiero humilde abeja, aquí en el suelo
vagar de flor en flor siempre ignorada,
que al águila siguiendo arrebatada
con alas cortas remontar mi vuelo.
Canto las flores que en los campos nacen;
cántolas para ti, que a ti te placen.



Clemente Althaus

El juicio final

-- de Clemente Althaus --

Ya en el postrero universal jüicio
del Juez supremo a la presencia me hallo,
y aguardo el justo inapelable fallo
que eterno espera a la virtud y al vicio.

Mas ¡ay! ¿adverso me será o propicio?
¿de Cristo o de Satán seré vasallo?
En duda tan crüel, temblando callo,
mas digno que de premio de suplicio.

Ya las turbas el Juez ha separado,
y el rostro favorable o enemigo
al diestro vuelve y al siniestro lado:

pero yo, justo Dios ¿a quienes sigo,
cuando a la Virtud abras y al Pecado
los palacios del premio y del castigo?



Ricardo Güiraldes

Antedicho

-- de Ricardo Güiraldes --

Escribir es mi vicio.
Primero, fueron cartas, luego cuentos, ahora palabras.
Y de las tres costumbres, ninguna es mejor.
Lo mismo es placer. La pluma que escriba o escriba el pensar.



Romildo Risso

Faltaba más!

-- de Romildo Risso --

Llevo los güeyes cansaos.
Y me faltan doce leguas!...
Si por tiempo las carculo,
Dentran cién en la docena...

...Uno dice: salgo, y sale...
Lo demás, no hay quién lo sepa!
...Ni que uno juese adivino...
Llover la semana entera!...
... ... ... ... ... ... ... ...
Carcular!... ¿No sé pa qué?...
Puro vicio de hacer cuentas...
Cuando no Dios, es el Diablo
Que por gusto, las enrieda.

¿Que valemos tanto y cuanto!...
Póngalé, nomás, que acierta;
Es el número de arriba;
Hay que ver, lo que le restan!...

Claro que siempre hay recursos:
(Lo borran, al que no tenga!)
Procurar que no lo igualen;
Estirarse, mientras dea!

Son días, sin verse el Sol!...
Tumbas, parecen las güeyas...
A mi, ¿que me traguen vivo?...
Puede ser... Si me manean!...
... ... ... ... ... ... ... ...
Ciego, marcha el tucu-tucu,
Y pa pior, debajo 'e tierra...
Nosotros: menos que un bicho?!...
Faltaba más!... Güeya... Güeya!!...

Que salga el Sol o no salga:
Dispués haremos las cuentas...



Rubén Darío

prólogo ii

-- de Rubén Darío --

Juntos hemos visto el mal
y en el mundano bullicio,
cómo para cada vicio,
se eleva un arco triunfal.
Vimos perlas en el lodo,
burla y baldón a destajo,
el delito por debajo
y la hipocresía en todo.
Bondad y hombría de bien,
como en el mar las espumas,
y palomas con las plumas
recortadas a cercén.
Mucho tigre carnicero,
bien enguantadas las uñas,
y muchísimas garduñas
con máscaras de cordero.
La poesía con anemia,
con tisis el ideal
bajo la capa el puñal
y en la boca la blasfemia.
La envidia, que desenrosca
su cuerpo y muerde con maña;
y en la tela de la araña
a cada paso la mosca...
¿Eres artista? te afeo.
¿Vales algo? te critico.
Te aborrezco si eres rico,
y si pobre te apedreo.
Y de la honra haciendo el robo
e hiriendo cuanto se ve,
sale cierto lo de que
el hombre del hombre es lobo.



Rubén Darío

Prólogo II (Rubén Darío)

-- de Rubén Darío --

Juntos hemos visto el mal
y en el mundano bullicio,
cómo para cada vicio,
se eleva un arco triunfal.
Vimos perlas en el lodo,
burla y baldón a destajo,
el delito por debajo
y la hipocresía en todo.
Bondad y hombría de bien,
como en el mar las espumas,
y palomas con las plumas
recortadas a cercén.
Mucho tigre carnicero,
bien enguantadas las uñas,
y muchísimas garduñas
con máscaras de cordero.
La poesía con anemia,
con tisis el ideal
bajo la capa el puñal
y en la boca la blasfemia.
La envidia, que desenrosca
su cuerpo y muerde con maña;
y en la tela de la araña
a cada paso la mosca...
¿Eres artista? Te afeo.
¿Vales algo? Te critico.
Te aborrezco si eres rico,
y si pobre te apedreo.
Y de la honra haciendo el robo
e hiriendo cuanto se ve,
sale cierto lo de que
el hombre del hombre es lobo.



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