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Clemente Althaus

Al mismo (Colón)

-- de Clemente Althaus --

Gloria suprema del linaje humano,
que al griego excedes y al valor latino,
Oh tú en quien plugo al Hacedor divino
juntar sus dones con profusa mano:

¡Oh grande vencedor del océano,
y vencedor más grande del destino,
descubridor de un mundo y adivino,
tipo ideal del héroe y del cristiano!

Sin duda el mundo ante grandezas tantas
absorto, y grato a tan heroicas penas,
del orbe el cetro colocó a tus plantas...

Mas ¡ay! de asombro y de dolor me llenas,
cuando indignadas tus cenizas santas
agitan en la tumba tus cadenas!

Poema Al mismo (Colón) de Clemente Althaus con fondo de libro

Abraham Valdelomar

Ritornello

-- de Abraham Valdelomar --

Para vivir en el amor
basta que un alma nos sonría.
¿Qué nos importa que el dolor
con un rictus de vencedor
exhiba su máscara fría?
Para vivir en el amor
basta que un alma nos sonría.

Para luchar contra el destino
basta que un alma nos escude.
Torvo y siniestro, en el camino,
que el búho envidioso y cetrino
nos grite al paso y se demude.
Para luchar contra el destino
basta que un alma nos escude.

Para librarnos del olvido
basta que un alma nos comprenda,
¿qué importa el ser o no haber sido
o que el destino adverso, herido,
sus iras trágicas encienda?
Para librarnos del olvido
basta que un alma nos comprenda.

Poema Ritornello de Abraham Valdelomar con fondo de libro

Lope de Vega

Digna siempre será tu docta frente

-- de Lope de Vega --

Digna siempre será tu docta frente,
Alcïato español, del verde engaste;
venciste para mí, don Juan, triunfaste,
y mi fortuna lo contrario intente.

¡Qué claro, qué erudito, qué elocuente
al senado católico informaste!,.
En cuya heroica majestad mostraste
tus letras y elocuencia ilustremente.

Premio tendrás, que hables o que escribas,
del senado real, cuando a sus puertas
el parabién de vencedor recibas.

Las leyes vivas siempre fueron ciertas;
mas ¿qué importan, don Juan, las leyes vivas
en pleito donde están las dichas muertas?

Poema Digna siempre será tu docta frente de Lope de Vega con fondo de libro

Lope de Vega

¿Quién es aquel Atleta esclarecido

-- de Lope de Vega --

¿Quién es aquel Atleta esclarecido,
que sale de la bélica palestra
con tres coronas en la mano diestra,
y el manto negro en púrpura teñido?
Si vence y triunfa, ¿cómo viene herido?
Si viene herido, ¿cómo el triunfo muestra?
Que es nueva imagen a la vista nuestra
laurel sangriento y vencedor vencido.
¡Oh solo peregrino de Verona!,
¿negras y blancas armas, sangre y palma
no muestran que es de Pedro la persona?
Si sangre, si laurel te tuvo en calma,
así reparten lo que Dios corona:
las heridas al cuerpo, el triunfo al alma.



Lope de Vega

Si ya después de Leviatán vencido

-- de Lope de Vega --

Si ya después de Leviatán vencido
y atravesado con la dura armella;
teñida en sangre Babilonia bella
la púrpura y el oro del vestido;
rota la copa, y el licor vertido,
que dio veneno a la mayor estrella,
en cítara suave, que con ella
cesara el llanto del eterno olvido,
el vencedor con dulce voz cantaba,
admirada de todas las naciones,
¿Quién no te teme, gran Señor, y alaba?
¡Oh cordero Divino, qué canciones
te cantará quien a sus pies estaba,
si en el sagrado de tu Cruz le pones!



Lope de Vega

Sosiega un poco, airado temeroso

-- de Lope de Vega --

Sosiega un poco, airado temeroso,
humilde vencedor, niño gigante,
cobarde matador, firme inconstante,
traidor leal, rendido victorioso.

Déjame en paz, pacífico furioso,
villano hidalgo, tímido arrogante,
cuerdo loco, filósofo ignorante,
ciego lince, seguro cauteloso.

Ama si eres Amor, que si procuras
descubrir, con sospechas y recelos
en mi adorado sol nieblas escuras,

en vano me lastimas con desvelos.
Trate nuestra amistad, verdades puras:
no te encubras, Amor, si quieres celos.



Lope de Vega

Verdad debe ser que de la rama

-- de Lope de Vega --

Verdad debe de ser que de la rama
de aquel laurel, cuya dureza admira,
Apolo fabricó la dulce lira,
que fue de su dolor perpetua fama,

pues ya desde el Parnaso, Laura, os llama
y desde el cielo, enamorado, os mira,
para que le cantéis mientras suspira,
como instrumento y parte de su dama.

Dafnes fue hermosa, pero hermosa y loca,
vos tan discreta para vuestro Apolo,
que al del cielo matáis de envidia y celos.

Y así, de hoy más ser su laurel os toca,
que pues en todo sois sola, éste sólo
darán por premio al vencedor los cielos.



Lope de Vega

Vos conocéis, Señor la compostura

-- de Lope de Vega --

Vos conocéis, Señor, la compostura
del hombre y sus primeros fundamentos;
Vos, de sus encontrados elementos
la guerra vil que hasta acabarle dura.
Vos, de qué suerte corre y se apresura
a convertirse en nada, y los intentos
con que fabrica en locos pensamientos
fantástica de error arquitectura.
Todo os obliga, cuando más airado,
a perdonarle, habiendo conocido
su culpa a vuestras plantas humillado.
Porque vos, vencedor esclarecido,
como sois noble, nunca habéis probado
lo que corta la espada en un rendido.



Lope de Vega

Ardese Troya, y sube el humo escuro

-- de Lope de Vega --

Ardese Troya, y sube el humo escuro
al enemigo cielo, y entretanto,
alegre, Juno mira el fuego y llanto:
¡venganza de mujer, castigo duro!

El vulgo, aun en los templos mal seguro,
huye, cubierto de amarillo espanto;
corre cuajada sangre el turbio Janto,
y viene a tierra el levantado muro.

Crece el incendio propio el fuego extraño,
las empinadas máquinas cayendo,
de que se ven rüinas y pedazos.

Y la dura ocasión de tanto daño,
mientras vencido Paris muere ardiendo,
del griego vencedor duerme en los brazos.



Luis Gonzaga Urbina

¡ave césat!

-- de Luis Gonzaga Urbina --

Herido voy, herido; no me alienta
la muchedumbre que en el circo clama,
y entona canto a la verde rama
que allí en la sien del vencedor se ostenta.

La misma multitud es la que afrenta
al que en la lucha desigual, se inflama,
y al fin sucumbe, sin honor ni fama,
la espada rota y la cerviz sangrienta.

Yo entré a la lid intrépido y gozoso.
Los muertos te saludan, dije al mundo.
Miré a las fieras; me sentí coloso:

luché; me hirió la duda en lo profundo,
y entre el polvo del carro victorioso,
ya ruedo por la arena, moribundo.



Manuel de Zequeira

Contra la guerra

-- de Manuel de Zequeira --

De cóncavos metales disparada,
sale la muerta envuelta en estampido
y en torrentes de plomo repartido
brota el Etna su llama aprisionada.

El espanto, el dolor, la ruina airada,
al vencedor oprimen y al vencido,
huye esquivo el reposo apetecido,
solo esgrime el valor sangrienta espada.

El hombre contra el hombre se enfurece,
su propia destrucción forma su historia,
y de sangre teñido comparece

en el sagrado templo de la gloria.
Cese hombre tu furor, tu ambición cese,
si al destruirte a ti mismo es tu victoria.



Jorge Isaacs

La tumba del soldado

-- de Jorge Isaacs --

El vencedor ejército la cumbre
Salvó de la montaña,
Y en el ya solitario campamento
Que de lívida luz la tarde baña,
Del negro terranova,
Compañero jovial del regimiento
Resuenan los aullidos
Por los ecos del valle repetidos.

Llora sobre la tumba del soldado,
Y bajo aquella cruz de tosco leño
Lame el césped aún ensangrentado
Y aguarda el fin de tan profundo sueño.

Meses después, los buitres de la sierra
Rondaban todavía
El valle, campo de batalla un día.
Las cruces de las tumbas ya por tierra
Ni un recuerdo ni un nombre...
¡Oh!, no: sobre la tumba del soldado,
Del negro terranova
Cesaron los aullidos,
Mas del noble animal allí han quedado
Los huesos sobre el césped esparcidos.
1874



Ernesto Noboa y Caamaño

Vox Clamans

-- de Ernesto Noboa y Caamaño --

Oigo en la sombra, a veces, una voz que me advierte:
Poeta, entre tus ruinas, yérguete vencedor:
deja la flauta débil de tu canción inerte,
y alza el himno a la vida, al orgullo, al vigor.

Acalla tu secreto, sé fuerte con la muerte,
Y oigo otra voz que clama: fuerte como el amor.
(En mi conciencia íntima no sé cuál es más fuerte,
si el gesto de la vida o el gesto destructor).

De súbito, en tumulto, cual luminosas teas,
en el cerebro atónito se encienden las ideas,
mas, cuando de su foco, como de ardiente pira,

va a levantar las notas del vigoroso canto,
como una flauta débil el corazón suspira;
y la canción se trueca por un raudal de llanto.



Pablo Neruda

las vidas

-- de Pablo Neruda --

Las vidas
ay qué incómoda a veces
te siento
conmigo, vencedor entre los hombres!
porque no sabes
que conmigo vencieron
miles de rostros que no puedes ver,
miles de pies y pechos que marcharon conmigo,
que no soy,
que no existo,
que sólo soy la frente de los que van conmigo,
que soy más fuerte
porque llevo en mí
no mi pequeña vida
sino todas las vidas,
y ando seguro hacia delante
porque tengo mil ojos,
golpeo con peso de piedra
porque tengo mil manos
y mi voz se oye en las orillas
de todas las tierras
porque es la voz de todos
los que no hablaron,
de los que no cantaron
y cantan hoy con esta boca
que a ti te besa.



Juan Bautista Arriaza

Brindando por la última batalla

-- de Juan Bautista Arriaza --

Venid, ticianos, a ilustrar pinceles:
Fidias, llegad a eternizar metales:
prevenid plumas, cisnes inmortales
prodigad, Musas, cantos y laureles.

Seréis divinos cuando seáis más fieles
pintando, ya de Galia en los umbrales,
al Cid britano; y d pavor mortales
huyendo de él los bárbaros crueles.

Unid al cuadro en mágicos colores
la independencia hispana, y su alta gloria,
como hermanas gozándose entre flores.

Y si queréis más timbre a su memoria,
llamadle vencedor de vencedores,
y a su triunfo victoria de Vitoria.



Juan de Arguijo

Andrómeda y Perseo

-- de Juan de Arguijo --

Expuesta en firme escollo al mar insano
La no culpada hija de Cefeo,
Mueve á piedad el reino de Nereo,
Remedio á su dolor pidiendo en vano,

Cuando rompiendo el aire con liviano
Vuelo se muestra el vencedor Perseo,
Que con el gran despojo meduseo
Orna glorioso la triunfante mano.

De la doncella el llanto y la hermosura
Enviaron á un tiempo al pecho fuerte
De lástima y amor agudas flechas.

Del mar la libra y de la bestia dura,
Trocando en vida la temida muerte,
Y en nupciales cantares las endechas.



Juan de Arguijo

Apolo a Dafne

-- de Juan de Arguijo --

«Victorioso laurel, Dafnes esquiva,
En cuyas verdes hojas la memoria
De tu rigor y de mi triste historia
Quiere el amor que eternamente viva.

»La antigua palma y abundante oliva
A tí de hoy mas inclinarán su gloria;
Tú ceñirás en premio de vitoria
Del fuerte vencedor la frente altiva.»

Dijo el burlado Cintio, y á la dura
Corteza asido, la contempla, y luego
Repite: «¡Dafne liera! ¡Mármol frio!

»Del rayo ardiente vivirás segura;
Que no es bien que consiente ajeno fuego
Quien pudo resistir al fuego mio.»



Juan de Arguijo

Ulises

-- de Juan de Arguijo --

El griego vencedor que tantos años
Vió contra sí constante la fortuna;
El que pudo sagaz de la importuna
Circe vencer los mágicos engaños;

El que en nuevas regiones y en extraños
Mares temer no supo vez alguna;
El que, bajando á la infernal laguna
Libre volvió de los eternos daños,

Los ojos cubre y cierra los oídos
De las sirenas á la vista y canto,
Y se manda ligar á un mástil duro;

Y negando al objeto los sentidos,
La engañosa belleza y fuerte encanto
Huyendo vence, y corta el mar seguro.



Gutierre de Cetina

mientra, por alegrarme, el sol mostraba

-- de Gutierre de Cetina --

La divina beldad que en sí tenía,
de pura envidia de la gloria mía
nube enojosa, oscura, lo celaba.
Céfiro, que a mirar atento estaba
aquel bien que la nube en sí escondía,
de enamorado, por mirar, la abría,
mas luego, de celoso, la cerraba.
El amor, que mirando estaba el juego,
vencedor a la fin quiso mostrarse,
encendido quizá de un mesmo fuego;
y a fuerza de saetas alargarse
hizo la nube que me tenía ciego,
o por cegarme más o por holgarse.



Hernando de Acuña

Amor y un gran desdén, que le guerrea

-- de Hernando de Acuña --

Amor y un gran desdén, que le guerrea,
han ya venido a singular combate;
no hay quien entre ellos de concierto trate,
por do fuerza será que el fin se vea.

Mas mi razón vencida, que desea
que el fiero vencedor se desbarate,
para que tanto mal no se dilate,
de nuevo armada, en mi favor pelea.

Ya Amor con dos contrarios se congoja,
y en su poder, do tanto confiaba,
no se asegura ya ni se confía.

Del arco tiene ya la cuerda floja,
ya vuelve las saetas a su aljaba,
ya de mi libertad se acerca el día.



Hernando de Acuña

Un novillo feroz y un fuerte toro

-- de Hernando de Acuña --

Un novillo feroz y un fuerte toro
lidian delante su becerra amada,
y mirábalos Silvia descuidada,
de gracia y de beldad rico tesoro,

cuando por la ribera un sacro coro
de ninfas ve venir, y en su llegada
fue de ellas mi pastora coronada
de flores, que eran perlas sobre el oro.

Y como el fuerte vencedor furioso
dio alegre fin a la obstinada empresa,
zampoña no quedó que no tocase,

diciendo: «¡Oh bien nacido y venturoso
Silvano, si tu llanto, que no cesa,
con fin tan venturoso se acabase».



Tirso de Molina

Triunfo de amor

-- de Tirso de Molina --

Hagan plaza, den entrada,
que viene triunfando Amor
de una batalla mortal
en que ha sido vencedor.



Anónimo

Romance que dice:Tres cortes armara el rey

-- de Anónimo --

Tres cortes armara el rey,
todas tres a una sazón:
las unas armara en Burgos,
las otras armó en León,
las otras armó en Toledo,
donde los hidalgos son,
para cumplir de justicia
al chico con el mayor.
Treinta días da de plazo,
treinta días, que más non,
y el que a la postre viniese
que lo diesen por traidor.
Veintinueve son pasados,
los condes llegados son;
treinta días son pasados,
y el buen Cid no viene, non.
Allí hablaran los condes:
-Señor, dadlo por traidor.
Respondiérales el rey:
-Eso non faría, non,
que el buen Cid es caballero
de batallas vencedor,
pues que en todas las mis cortes
no lo habría otro mejor.
Ellos en aquesto estando,
el buen Cid allí asomó
con trescientos caballeros,
todos hijosdalgo son,
todos vestidos de un paño,
de un paño y de una color,
si no fuera el buen Cid,
que traía un albornoz.
-Manténgaos Dios, el rey,
y a vosotros, sálveos Dios,
que no hablo yo a los condes,
que mis enemigos son.



Manuel Machado

Al mariscal Joffre, vencedor del Marne

-- de Manuel Machado --

Este que veis aquí, grave y sereno,
Con la tranquila majestad del roble,
Fue el paladín más noble de lo noble,
Como otro Alonso de Quijano, el Bueno.

Por los eternos bárbaros hollada,
Francia inmortal le dio su espada un día,
Y él escribió aquel día con su espada
“vivir”, “vencer”, donde “morir” decía.

Salva a orillas del Marne fue la Tierra,
Y alzó el caudillo la divisa fuerte
Que en tres palabras toda gloria encierra:

Titán feliz, porque domó a la Suerte.
Gran capitán, porque venció a la Guerra.
Héroe inmortal, porque mató a la Muerte.



A la circuncisión de Cristo Nuestro Señor

-- de Juan Díaz Rengifo --

¿Jesús circuncidado? ¿Dios herido?
La vida con prenuncios de la muerte?
de sangre el soberano Sol teñido?
Sagrado el sano enflaquecido el fuerte?

Subjeto el libre, el vencedor rendido?
Con suma dignidad tan baja suerte?
Herrado el Rey, el siervo esclarecido?
O Dios, porque así quieres deshacerte?

Sin duda humana fuerza no bastara
juntar en uno extremos tan distantes:
mas aquestas tan heroicas hazañas

descubren el ardor de tus entrañas,
que para amar mil mundos son bastantes,
y aun de ellas infinito amor sobrara.



Fernando de Herrera

A la derrota de Castelnovo

-- de Fernando de Herrera --

Esta desnuda playa, esta llanura
de astas y rotas armas mal sembrada,
do el vencedor cayó con muerte airada,
es de España sangrienta sepultura.

Mostró el valor su esfuerzo, mas ventura
negó el suceso y dio a la muerte entrada,
que rehuyó dudosa y admirada
del temido furor la suerte dura.

Venció otomano al español ya muerto;
antes del muerto el vivo fue vencido,
y España y Grecia lloran la victoria.

Pero será testigo este desierto
que el español, muriendo no rendido,
llevó de Grecia y Asia el nombre y gloria



Fernando de Herrera

Las hebras de oro puro que la frente

-- de Fernando de Herrera --

Las hebras de oro puro que la frente
cercan en ricas vueltas, do el tirano
señor teje los lazos con su mano,
y arde en la dulce luz resplandeciente;

cuando el invierno frío se presente,
vencedor de las flores del verano,
el purpúreo color tornando vano,
en plata volverán su lustre ardiente.

Y no por eso amor mudará el puesto;
que el valor lo asegura y cortesía,
el ingenio y del alma la nobleza.

Es mi cadena y fuego el pecho honesto,
y virtud generosa lumbre mía,
de vuestra eterna, angélica belleza.



Este Real de amor desbaratado

-- de Francisco de la Torre --

Este Real de amor desbaratado,
de rotas armas y despojos lleno,
aguda roca y mal seguro seno
de mi doliente espíritu cansado,

al enemigo vencedor amado
rendido francamente como bueno,
de mí le siento eternamente ajeno,
por verse de contrarios ocupado.

Y el tirano cruel de mi contento,
burladas mis antiguas confianzas,
los vencedores escuadrones sigue.

¿Quién podrá remediar mi perdimiento,
si faltan del amor las esperanzas,
y si quien amó tanto me persigue?



Francisco Sosa Escalante

Al Popocatepetl

-- de Francisco Sosa Escalante --

No te quiero pedir tu lava ardiente
Para inundar con ella la campiña,
Ni que tu aliento abrasador constriña
Al invasor á doblegar la frente.

Baste al Anáhuac el amor ferviente
De sus hijos mejores, cuando riña
En combate feral; su frente ciña
Del vencedor el lauro refulgente.

Gran Popocatepetl! si fiero estalla
De la guerra implacable el ronco estruendo,
Ilumina con tu lumbre la batalla;

Anuncie al mundo tu bramar horrendo
Que nadie al mexicano le avasalla,
Que su honra sabe defender muriendo.



Francisco Sosa Escalante

El tormento

-- de Francisco Sosa Escalante --

La miserable chusma vocifera
Al ver burlada su voraz codicia,
Y pide á Hernán Cortés que la justicia
En aras viole de pasion rastrera.

El duro vencedor teme á la fiera
Desbordada altivez de su milicia,
Y criminal y torpe la acaricia
Y al grande Cuauhtemoc manda á la hoguera.

Ibero capitán! tú no comprendes
La negra mancha y el eterno daño
Que sobre el nombre de tu patria tiendes.

Contempla á Cuauhtemoc al miedo extraño
Cuando la hoguera sin piedad enciendes,
Como si fuera de deleite un baño.



José Eustasio Rivera

en un bloque saliente

-- de José Eustasio Rivera --

En un bloque saliente de la audaz cordillera
el cóndor soberano los jaguares devora;
y olvidando la presa, las alturas explora
con sus ojos de un vivo resplandor de lumbrera.

Entre locos planetas ha girado en la esfera;
vencedor de los vientos, lo abrillanta la aurora,
y al llenar el espacio con su cauda sonora,
quema el sol los encajes de su heroica gorguera.

Recordando en la roca los silencios supremos,
se levanta al empuje colosal de sus remos;
zumban ráfagas sordas en las nubes distantes,

y violando el misterio que en el éter se encierra,
llega al sol, y al tenderle los plumones triunfantes
va corriendo una sombra sobre toda la tierra.



Bartolomé de Argensola

Dime, Padre común, pues eres justo

-- de Bartolomé de Argensola --

«Dime, Padre común, pues eres justo,
¿por qué ha de permitir tu providencia,
que, arrastrando prisiones la inocencia,
suba la fraude a tribunal augusto?

»¿Quién da fuerzas al brazo, que robusto
hace a tus leyes firme resistencia,
y que el celo, que más la reverencia,
gima a los pies del vencedor injusto?

»Vemos que vibran vitoriosas palmas
manos inicas, la virtud gimiendo
del triunfo en el injusto regocijo.»

Esto decía yo, cuando, riendo,
celestial ninfa apareció, y me dijo:
«¡Ciego!, ¿es la tierra el centro de las almas?»



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