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Se han encontrado 28 poemas con la palabra vena

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Alberto Lista

La belleza

-- de Alberto Lista --

¿Dónde cogió el Amor, o de qué vena,
el oro fino de su trenza hermosa?
¿En qué espinas halló la tierna rosa
del rostro, o en qué prados la azucena?

¿Dónde las blancas perlas con que enfrena
la voz suave, honesta y amorosa?
¿Dónde la frente bella y espaciosa
más que el primer albor pura y serena?

¿De cuál esfera en la celeste cumbre
eligió el dulce canto, que destila
al pecho ansioso regalada calma?

Y ¿de qué sol tomó la dulce lumbre
de aquellos ojos que la paz tranquila
para siempre arrojaron de mi alma?

Poema La belleza de Alberto Lista con fondo de libro

Lope de Vega

Bien puedo yo pintar una hermosura

-- de Lope de Vega --

Bien puedo yo pintar una hermosura,
y de otras cinco retratar a Elena,
pues a Filis también, siendo morena,
ángel, Lope llamó, de nieve pura.
Bien puedo yo fingir una escultura,
que disculpe mi amor, y en dulce vena,
convertir a Filene en Filomena
brillando claros en la sombra escura.
Mas puede ser que algún lector extrañe
estas musas de amor hiperboleas,
y viéndola después se desengañe.
Pues si ha de hallar algunas partes feas,
Juana, no quiera Dios que a nadie engañe,
basta que para mí tan linda seas.

Poema Bien puedo yo pintar una hermosura de Lope de Vega con fondo de libro

Lope de Vega

Deste mi grande amor, y el poco tuyo

-- de Lope de Vega --

Deste mi grande amor, y el poco tuyo,
no tengo culpa yo, tengo la pena;
que a tu naturaleza, en todo ajena,
juntarse dos contrarios atribuyo.

Este mi amor y tu desdén arguyo
de aquel humor que de una misma vena
de dulce y agro fruto el ramo enllena,
siendo una tierra, un agua, un tronco el suyo.

Veo la cera, y veo el barro, al fuego,
ésta ablandarse, aquél endurecerse,
que uno se rinde y otro se resiste;

y con igual efecto miro luego,
(siendo una causa Amor para encenderse)
que si me enternecí, te endureciste.

Poema Deste mi grande amor, y el poco tuyo de Lope de Vega con fondo de libro

Lope de Vega

Erase el mes de más hermosos días

-- de Lope de Vega --

Bien puedo yo pintar una hermosura,
y de otras cinco retratar a Elena,
pues a Filis también, siendo morena,
ángel, Lope llamó, de nieve pura.

Bien puedo yo fingir una escultura,
que disculpe mi amor, y en dulce vena
convertir a Filene en Filomena,
brillando claros en la sombra escura.

Mas puede ser que algún letor extrañe
estas musas de Amor hiperboleas,
y viéndola después se desengañe.

Pues si ha de hallar algunas partes feas,
Juana, no quiera Dios, que a nadie engañe:
basta que para mi tan linda seas.



Manuel del Palacio

En una función

-- de Manuel del Palacio --

Pasaron ya los venturosos dias
En que con rica vena no agotada,
Esta de inspiración sacra morada
Llenaste con tus dulces armonías.

Aun resuena en las anchas galerías
El ¡bravo! de la gente entusiasmada;
Aun ansiosa te busca la mirada
Donde tu imágen ostentar solías.

¡Bárbara y triste ley de la natura!
Ruin desenlace de la humana historia,
Así el dolor concluye y la ventura;

Pero si es esta vida transitoria,
Algo hay en ella que subsiste y dura:
¡La eternidad del genio y de la gloria!



Jorge Debravo

hijos

-- de Jorge Debravo --

Por la hija que ríe estoy doliente,
por el hijo que llora estoy en pena,
porque los dos me han puesto la colmena
del alma toda abierta y toda ardiente.

Porque los dos han hecho que ese diente
con que la vida muerde y envenena,
me clave más veneno entre la vena
y me vuelva el espanto incandescente.

Porque los dos son chorros de esperanza.
Porque los dos me pedirán mañana
un mendrugo de paz que no se alcanza.
Porque tendré que darles la campana
de la muerte, del odio y la venganza.
Y nutrirles la voz con sangre humana.



Josefina Pla

el soneto de tu voz

-- de Josefina Pla --

Blanda en mi entraña, como tibia lluvia,
beso aplastado corazón a vena;
tiembla en mis ojos, como sol en río
tañe en mis pulsos dolorida plata.

Pincel que te dibuja estremecida
rama en el agua azul de mis anhelos
pasa por mí, y se lleva mi dulzura
como un rayo de luz que fuese abeja.

Ave a quien le nací con viento y nido,
su ala sabe el curso de mi arroyo,
y en el ángulo agudo de su vuelo

-punta de corazón hiriendo en flecha-
una gota de sangre nueva siempre
recarmina las rosas del deseo.

1939



Rafael de León

duda

-- de Rafael de León --

¿por qué tienes ojeras esta tarde?
¿dónde estabas, amor, de madrugada,
cuando busqué tu palidez cobarde
en la nieve sin sol de la almohada?

tienes la línea de los labios fría,
fría por algún beso mal pagado;
beso que yo no sé quién te daría,
pero que estoy seguro que te han dado.

¿Qué terciopelo negro te amorena
el perfil de tus ojos de buen trigo?
¿qué azul de vena o mapa te condena

al látigo de miel de mi castigo?
¿y por qué me causaste este pena
si sabes, ¡ay, amor!, que soy tu amigo?



José Zorrilla

con el hirviente resoplido moja

-- de José Zorrilla --

Con el hirviente resoplido moja
el ronco toro la tostada arena,
la vista en el jinete ata y serena,
ancho espacio buscando el asta roja.
Su arranque audaz a recibir se arroja,
pálida de valor la faz morena,
e hincha en la frente la robusta vena
el picador, a quien el tiempo enoja.
Duda la fiera, el español la llama;
sacude el toro la enastada frente,
la tierra escarba, sopla y desparrama;
le obliga el hombre, parte de repente,
y herido en la cerviz, húyele y brama,
y en grito universal rompe la gente.



Gabino Alejandro Carriedo

abierta está mi puerta

-- de Gabino Alejandro Carriedo --

Abierta está la puerta a esta mi suerte
taimadamente corta y recubierta
de una parte de vida medio muerta
confabulada para nunca verte.
Abierto mi dolor a este amor fuerte
y esta emoción a tu ilusión abierta.
Mujer o enigma de la abierta puerta,
mira mi vaso que a tu vena vierte.
Desierta nave por mi canto riza
concierto extraño pronunciado lejos
y espigas lloro cada vez que escucho.
La puerta abierta hacia tu ser desliza
la rota gota en luz de los espejos
con que desesperadamente lucho.



Garcilaso de la Vega

SONETO XXIII

-- de Garcilaso de la Vega --

En tanto que de rosa y de azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
con clara luz la tempestad serena;

y en tanto que el cabello, que en la vena
del oro se escogió, con vuelo presto
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena:

coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto antes que el tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.

Marchitará la rosa el viento helado,
todo lo mudará la edad ligera
por no hacer mudanza en su costumbre.



Garcilaso de la Vega

En tanto que de rosa y azucena

-- de Garcilaso de la Vega --

En tanto que de rosa y azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
enciende al corazón y lo refrena;

y en tanto que el cabello, que en la vena
del oro se escogió, con vuelo presto,
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena:

coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto, antes que el tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.

Marchitará la rosa el viento helado,
todo lo mudará la edad ligera
por no hacer mudanza en su costumbre.



Gutierre de Cetina

a don juan de rojas sarmiento, enviándole a pedir ciertos papeles que le pidió

-- de Gutierre de Cetina --

Cuando oro bajo y de grosera mina
suele hallar tal vez minero experto,
si con otro metal sale cubierto,
al fuego lo consagra y lo destina;
allí se purifica, allí se afina,
allí descubre su valor más cierto;
si del acaso está dudoso, incierto,
el fuego lo quilata y determina.
Yo, que a pesar de febo y de parnaso,
de helicona hallé, no digo vena,
mas cierto humor peor que de locura,
para saber si debo dar más paso
en seguirla, o dejar tan loca pena,
consagro al fuego vuestro esta escriptura.



Gutierre de Cetina

al príncipe [de ascoli]

-- de Gutierre de Cetina --

Deje el estilo ya la usada vena,
mude el suave en doloroso canto;
mudar conviene el llanto en mayor llanto
y pasar de una grande a mayor pena.
Muerto es el que hacer solía serena
la vida, y nuestra edad alegre tanto;
muerta es virtud, muerto es el vivir santo;
no viva puede haber ya cosa buena.
Eterno lamentar, lloroso verso,
lágrimas de dolor, obscuro luto
hagan al mundo fe de común daño.
Lloran, príncipe invicto, a quien adverso
hado cortó, en el dar de primer fruto,
el árbol más hermoso. ¡Ay, fiero engaño!



Salvador Novo

tema de amor

-- de Salvador Novo --

Dentro de estos cuatro muros
pretendí ocultar mi dicha:
pero el fruto, pero el aire
¿cómo me los guardaría?

hora mejor que pospuse,
voces que eran para mí,
camino que no elegí
destino que no dispuse;
¡cómo os volvisteis oscuros!
¡qué amargo vuestro sabor
cuando nos encerró mi amor
dentro de estos cuatro muros!

entre tu aurora y mi ocaso
el tiempo desaparecía
y era nuestra y era mía
sangre, labio, vino y vaso.

En perdurar se encapricha
mi sombra junto a tu luz
y bajo negro capuz
pretendí ocultar mi dicha.
Pero el fruto, pero el aire,
pero el tiempo que no fluya,
pero la presencia tuya
fuerte, joven, dulce, grande;
sangre tuya en vena mía,
lazos a instantes maduros,
dentro de estos cuatro muros
cómo me los guardaría?



Tomás de Iriarte

Aunque es verdad

-- de Tomás de Iriarte --

Aunque es verdad que he escrito algunos miles
de versos, si no buenos, tales cuales,
líricos, amorosos, pastoriles,
satíricos, dramáticos, morales,

¿qué han pecado mis coplas juveniles,
para que con trompetas y atabales,
con pregonero y sendos alguaciles
salgan por esas calles y portales?

No, Fabio; las sepulta una gaveta,
donde el sol no las ve, ni yo tampoco;
ni han de estamparme en pública tarjeta,

pues temo al vulgo como niño al coco.
Déjame con mi vena de poeta,
y no quieras que tenga la de loco.



Meira Delmar

soneto del amor evocado

-- de Meira Delmar --

Toca mi corazón tu mano pura,
lejano amor cercano todavía,
y se me vuelve más azul el día
en la clara verdad de la hermosura.
Memoria de tu beso, la dulzura
recobra su perdida melodía.
Y torna al cielo de la frente mía
el ángel inicial de la ventura.
El viento es otra vez un manso río
de jazmines abiertos. El estío
entreabre su vena rumorosa.
Y el tiempo se detiene desvelado,
a orillas del recuerdo enamorado
que enciende el corazón cuando le roza.
!--Img



Miguel Unamuno

Lluvia de arena

-- de Miguel Unamuno --

Si Dios escatimándonos la lluvia
nos hurta el agua de frescura llena,
es para que del páramo la arena
usemos en bautismo; arena rubia

cual la que azota en la abrasada Nubia
el simún. Es el Sol el que almacena
la fé de fuego ardiente en nuestra vena,
y nos da un arenal por cada zubia.



Juan Nicasio Gallego

En la traslación de los restos de D. Pedro Calderón

-- de Juan Nicasio Gallego --

Gloria y delicia de los patrios lares,
¡buen Calderón!, de tu fecunda vena
el copioso raudal el orbe llena
venciendo espacios y cruzando mares.

Difunden hoy tus dramas a millares
las prensas de Leipsick, los oye Viena,
y hasta en las playas bálticas resuena
el cisne del modesto Manzanares.

¡Oh hispana juventud! Si al arduo empeño
de hollar del Pindo la sublime altura
no te alentare porvenir risueño,

esa pompa. Ese mármol te asegura
con muda voz que, si la vida es sueño,
siglos de siglos el renombre dura.



Julio Zaldumbide Gangotena

El llanto (Zaldumbide)

-- de Julio Zaldumbide Gangotena --

Cuando yo considero que en la vida
no he cogido de amor ninguna rosa;
cuando no miro en duda tenebrosa
surgir lejana una ilusión querida;

cuando de hiel colmada la medida
de mi dolor el cálice rebosa;
cuando el alma en su lucha tormentosa
se postra al fin sin fuerzas abatida,

la frente inclino; en abundante vena
desátase mi llanto, y baña el suelo,
y mi alma poco a poco se serena.

De la tormenta así el nubloso velo,
revuelto en confusión, se rompe, truena,
desciende en lluvia, y resplandece el cielo.



Fernando de Herrera

¿Dó vas? ¿dó vas cruel, dó vas? Refrena

-- de Fernando de Herrera --

"¿Dó vas? ¿dó vas cruel, dó vas? Refrena,
refrena el presuroso paso en tanto
que de mi dolor grave el largo llanto
a abrir comienza esta honda vena.

"Oye la voz de mil suspiros llena
y de mi mal sufrido el triste canto,
que no podrás ser fiera y dura tanto
que no te mueva esta mi acerba pena.

Vuelve tu luz a mí, vuelve tus ojos
antes que quede oscuro en ciega niebla".
Decía en sueño o en ilusión perdido.

Volví, halléme solo y entre abrojos,
y en vez de luz, cercado de tiniebla
y en lágrimas ardientes convertido.



Fernando de Herrera

Qué bello nudo y fuerte me encadena

-- de Fernando de Herrera --

¿Qué bello nudo y fuerte me encadena
con tierno ardor, en quien amor airado
me enciende el corazón, y en un cuidado
duro y terrible siempre me enajena?

El oro que al Gange indo en su ancha vena
luciente orna, y en hebras dilatado,
con luengo cerco y terso ensortijado,
gentil corona en blanca frente ordena.

¡Oh vos, que al sol vencido, prestáis fuego,
en quien mi pensamiento no medroso
las alas metió libre, y perdió el vuelo!

Lazos que me estrecháis, mi pecho ciego
abrasad, porque en prez del mal penoso
segura mi fe rinda su recelo.



Fernando de Herrera

Serena Luz, presente, en quien espira

-- de Fernando de Herrera --

Serena Luz, presente, en quien espira
divino amor, que enciende y junto enfrena
pecho gentil, que en la mortal cadena
al alto olimpo glorioso aspira;

ricos cercos y oro, do se mira
tesoro celestial de eterna vena;
armonía de angélica sirena,
que entre las perlas y el coral respira.

¿Cuál nueva maravilla, cuál ejemplo
de la inmortal grandeza nos descubre
la sombra del hermoso y puro velo?

Que yo en esa belleza que contemplo,
aunque a mi flaca vista ofende y cubre,
la inmensa busco y voy siguiendo al cielo.



Francisco de Aldana

De sus hermosos ojos, dulcemente

-- de Francisco de Aldana --

De sus hermosos ojos, dulcemente,
un tierno llanto Filis despedía
que por el rostro amado parecía
claro y precioso aljófar transparente.

En brazos de Damón, con baja frente,
triste, rendida, muerta, helada y fría,
estas palabras breves le decía
creciendo a su llorar nueva corriente:

«¡Oh pecho duro, oh alma dura y llena
de mil durezas!, ¿dónde vas huyendo?,
¿do vas con ala tan ligera y presta?»

Y él, soltando de llanto amarga vena,
della las dulces lágrimas bebiendo,
besola, y solo un ¡ay! fue su respuesta.



Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 72

-- de Francisco de Quevedo --

El ver correr de dios la sangre clara
en abundante vena por el suelo
(que borró el sentimiento todo el cielo
y al sol desaliñó cabello y cara);
ver la generación dura y avara
hartarse de venganza en su consuelo,
oír la grande voz que rompió el velo;
amaneciendo sombras que declara,
no fue bastante, con afán tan fuerte,
a desatar un alma combatida
que por los ojos en raudal se vierte.
Pues aunque fue mortal la despedida,
aun no pudo, de lástima, dar muerte,
muerte que sólo fue para dar vida.



Blanca Andreu

escucha, escúchame, nada de vidrios verdes o doscientos días

-- de Blanca Andreu --

Escucha, escúchame, nada de vidrios verdes o doscientos días de historia, o de libros
abiertos como heridas abiertas, o de lunas de jonia y cosas así,
sino sólo beber yedra mala, y zarzas, y erizadas anémonas parecidas a flores.
Escucha, dime, siempre fue de este modo,
algo falta y hay que ponerle un nombre,
creer en la poesía, y en la intolerancia de la poesía, y decir niña
o decir nube, adelfa,
sufrimiento,
decir desesperada vena sola, cosas así, casi reliquias, casi lejos.
Y no es únicamente por el órgano tiempo que cesa y no cesa, por lo crecido, para la sonriente,
para mi soledad hecha esquina, hecha torre, hecha leve notario, hecha párvula muerta,
sino porque no hay forma más violenta de alejarse.



Clemente Althaus

A Lope de Vega (Althaus)

-- de Clemente Althaus --

¡Salve, gran Lope, de la tierra espanto,
de España eterno honor, oh el más fecundo
de cuantos vates vio jamás el mundo
y la Gloria endiosó en su templo santo!

Si a tu tan fácil vena, a caudal tanto,
arte correspondiera más profundo,
sin par te declarara, y sin segundo
el dios augusto que preside al canto.

¡Cuántas veces tu rica fantasía
las tres jornadas animó de un drama
en el pasmoso término de un día!

Y aunque imperfectos la Razón los llama,
bástele de tu patria a la ufanía
que de ti sólo lo contó la Fama.



Clemente Althaus

Al Rímac

-- de Clemente Althaus --

I

En muda calma la ciudad reposa:
y yo, de codos en tu vasto puente,
miro brillar tu rápida corriente,
que al mar se precipita bulliciosa,
hoy del placer la taza deleitosa
bebió de Lima la festiva gente,
y yo la del dolor, que eternamente
de hiel amarga para mí rebosa.
Y ahora, Rímac, tu raudal sonoro
su sueño arrulla bajo puro cielo,
azul dosel con lentejuelas de oro:
¡y yo tan solo, con perenne duelo,
de la ciudad en la alegría lloro,
de la ciudad en el reposo velo!

II
¡Cuánto crecieron con el llanto mío
Arno y Betis y Támesis y Sena,
testigos todos de mi larga pena
y de mi insano amor y desvarío!
Y hoy también a tus ondas, patrio río,
mezclan mis ojos su encendida vena;
que en la tierra natal como en la ajena,
tenaz me sigue mi recuerdo impío.
Y en vano busco junto a ti reposo,
y el alivio del mal que me atormenta
al refrigerio de tus ondas pido:
¡Ah! sólo del Leteo silencioso
beber puedo en el agua soñolienta
la paz profunda der eterno olvido.



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