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Se han encontrado 46 poemas con la palabra vea

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Jorge Manrique

canción quien tanto veros desea

-- de Jorge Manrique --

I
quien tanto veros desea,
señora, sin conoceros,
¿qué hará después que os vea,
cuando no pudiere veros?
ii
gran temor tiene mi vida
de mirar vuestra presencia,
pues amor en vuestra ausencia
me hirió de tal herida;
aunque peligrosa sea,
deliro de conoceros,
y si muero porque os vea,
mi victoria será veros.

Poema canción  quien tanto veros desea de Jorge Manrique con fondo de libro

Vicente García de la Huerta

Remedio contra los celos de Filis

-- de Vicente García de la Huerta --

Si más me pides celos, Filis mía,
que te burlas creeré de mi fineza,
o que mal satisfecha tu belleza
de su merecimiento desconfía.

¿Quién goza de la luz del claro día
que busque de la noche la torpeza?
¿Y quién en la abundancia y la riqueza
que padece escasez persuadiría?

¿Será posible abrigues en tu idea
caprichos tan extraños o infundados
cuando te atreves a pedirme celos?

¿Quién habrá, Filis, que tus celos crea,
cuando en ti vea la copia de los cielos
y en mi el original del amor vea?

Poema Remedio contra los celos de Filis de Vicente García de la Huerta con fondo de libro

Alfonsina Storni

Vaticinio

-- de Alfonsina Storni --

La ciudad que desde arriba
vea,
se levantará sobre sus flancos
y caminará.
Sus grandes remos
de hierro,
moviéndose a un compás
solemne,
avanzarán río adentro
y el agua
los sostendrá.
Con su ancha proa roma,
hecha para calar
en el horizonte
túneles gigantes,
sus selvas de chimeneas,
lanzas negras;

Poema Vaticinio de Alfonsina Storni con fondo de libro

Lope de Vega

Contaba, Clori, ayer un estudiante

-- de Lope de Vega --

Contaba, Clori, ayer, un estudiante
que, Hércules, os hizo la mamona,
de cuya hazaña el bárbaro blasona
como si fuera trompa de elefante.
Que de veros tan frígida me espante,
no me puede negar vuestra persona,
pero no diré yo que fuiste mona
por más que lo pida el consonante.
Ninguno con razón en vos se emplea;
calva sois de nariz, y así no toma
nadie vuestra ocasión por más que os vea
Nacisteis cuervo y presumís paloma;
muchas faltas tenéis para ser fea,
pocas gracias tenéis para ser Roma.



Lope de Vega

Si amare cosa yo que Dios no sea

-- de Lope de Vega --

Si amare cosa yo que Dios no sea,
y de lo que su amor también procede,
que en odio al cielo y la tierra quede,
que sí estaré, como sin Él me vea
¿Y qué de mucho que el alma, que desea
el centro, donde sólo parar puede,
ame aquel bien que todo excede,
pues no hay descanso que sin Dios posea?
Tú, Rey del cielo, que mi amor procuras,
serás el centro de las ansias mías,
de aquel eterno bien prendas seguras.
Son las del mundo breves tiranías
que no merecen nombre de hermosuras,
sujetas al imperio de los días.



Luis Cernuda

como una vela sobre el mar

-- de Luis Cernuda --

Resume ese azulado afán que se levanta
hasta las estrellas futuras,
hecho escala de olas
por donde pies divinos descienden al abismo,
también tu forma misma,
ángel, demonio, sueño de un amor soñado,
resume en mí un afán que en otro tiempo levantaba
hasta las nubes sus olas melancólicas.
Sintiendo todavía los pulsos de ese afán,
yo, el más enamorado,
en las orillas del amor,
sin que una luz me vea
definitivamente muerto o vivo,
contemplo sus olas y quisiera anegarme,
deseando perdidamente
descender, como los ángeles aquellos por la escala de espuma,
hasta el fondo del mismo amor que ningún hombre ha visto.



Luis Gonzaga Urbina

madrigal efusivo

-- de Luis Gonzaga Urbina --

Déjame amar tus claros ojos. Tienen
lejanías sin fin, de mar y cielo,
y sus fulgores apacibles vienen
hasta mi corazón como un consuelo.

Deja que con tus ojos, se iluminen
mis viejas sombras y se vuelvan flores;
deja que con tus ojos se fascinen,
como aves de leyenda, mis dolores.

Que vea en ellos astros errabundos,
que en ellos sueñe inexplorados mundos
que en ellos bañe mi melancolía...
Son tristes, luminosos y profundos,
como puestas de sol, amada mía.....



Luis Palés Matos

canciones de la vida media

-- de Luis Palés Matos --

Ahora vamos de nuevo a cantar alma mía;
a cantar sin palabras.
Desnúdate de imágenes y poda extensamente
tus viñas de hojarasca.

No adulteres el mosto que hierve en tus lagares
con esencias extrañas,
y así, te dará un vino sencillo pero puro,
porque es vino de casa.

Anda el viejo camino para que se te vea
la intención noble y clara,
y huye de las retóricas travesuras ingenuas
que inquietaron tu infancia.

Ya eres vieja, alma mía. Árbol que entra en la zona
de la vida mediada.
Como fruta madura te cuelga el sentimiento
de la rama más alta.

Rama de bella fronda que perfumó al canto,
ahora se ve pelada...
Para cuajar el fruto tuvieron que caerse
las hojas de la rama.

Así estás, alma mía, en tu grave hora nueva,
toda desnuda y blanca,
erguida hacia el silencio milenario y profundo
de la estrella lejana.



Lupercio Leonardo de Argensola

Al sueño (Argensola)

-- de Lupercio Leonardo de Argensola --

Imagen espantosa de la muerte,
sueño cruel, no turbes más mi pecho,
mostrándome cortado el nudo estrecho,
consuelo solo de mi adversa suerte.

Busca de algún tirano el muro fuerte,
de jaspe las paredes, de oro el techo,
o el rico avaro en el angosto lecho
haz que temblando con sudor despierte.

El uno vea popular tumulto
romper con furia las herradas puertas,
o al sobornado siervo el hierro oculto;

el otro, sus riquezas descubiertas
con llave falsa o con violento insulto:
y déxale al amor sus glorias ciertas.



Manuel del Cabral

¿a quién viene a ver usted

-- de Manuel del Cabral --

Hoy está el pueblo en mi cuerpo.
¿A quién viene a ver usted?
usted no ve que esta herida
es corno un ojo de juez...

Usted que se trae los grillos,
¿a quién viene a ver usted,
que anda más con el instinto
que con los pies?

usted que trae el olfato,
pero con luz viene a oler;
meta la conciencia aquí...
Y no la deje en la piel.

Usted que se trae la bala,
viene a saber por qué fue...
Si hay un rico en este lío,
¿a qué viene? ¿para qué?

aquí só1o hay una boca,
hay una voz, una sed.
Un trozo de grito sangra.
¡Lo cortaron como res!

usted que se trae las llaves,
¿a quién viene a ver usted?
vea estas manos callosas,
ropa rota y sin zapatos
unos pies.

Usted que se trae las manos
pesadas como pared...
¿No ve el hambre?
¿no la ve?

tápenle el grito a este hombre;
y aunque es más la voz que el pie,
pónganle grillos, que sólo
el pobre cabe en la ley...

¿No ve que la sangre huye
y no se sabe por qué ...?
Pero yo sé que hay aquí
quien se la quiere beber ...

¿A quién viene a ver usted?



Manuel del Cabral

niño muerto en un patio

-- de Manuel del Cabral --

Tal vea no diga nada, ni siquiera del patio.

Todo está en aquel sitio.
Su caída levanta todas mis cualidades,
porque sé que estas cosas
son las que bien me obligan a no desperdiciarme.

Tal vez no hable con nadie sobre este niño muerto.

Yo llegaré a mi casa como todos los días;
me sentaré a la mesa, tomaré mi jengibre,
quizás acaricie el pelo de seda de mi gato,
y tal vez dos palabras conmigo o con mi hermano
sobre la lluvia o sobre la cosecha.

Tal vez no hable con nadie...

¿Qué puede hacer la edad de la palabra
donde la eternidad parece un niño?



Manuel del Palacio

En el aniversario de la batalla de Alcolea

-- de Manuel del Palacio --

Hoy hace un año que á la luz del día
Armados de furor y frente á frente,
Se vieron el pasado y el presente,
Gigante el uno, el otro en la agonía.

Como buenos lucharon á porfía,
Y el vencido lo fué como valiente;
Mientras medrosa, y cínica, y demente
Firmaba su baldón la dinastía.

¡Paz á los muertos! ¡á los vivos gloria!
Nunca manchada el universo vea
La página mejor de nuestra historia.

Al calor de la fé brote la idea,
Y si hace alguno estéril la victoria,
¡Caiga sobre él la sangre de Alcolea!



Jorge Cuesta

entre tú y la imagen de ti que a mí llega

-- de Jorge Cuesta --

Entre tú y la imagen de ti que a mí llega
hay un espacio al cabo del cual eres sólo una memoria.
Tienes tiempo de abrir la puerta sin que te vea,
huir y regresar después de haber cambiado o muerto del todo.
Tienes tiempo de hacerte presente a otros ojos
y dejar en ellos otra visión deshabitada.
Tus palabras son hondas para contener en sus ecos
otras obscuras que escucharé precisas cuando te hayas apagado,
para sepultar en sus silencios dichas que no posees,
dicha que de ti apartan -porque no de tu ausencia-
los fragmentos de ti, que las sujetan,
distantes uno de otro, dispersos y recónditos,
sin reintegrarte nunca la vida que te arracan
y sólo tu muerte recupera.



Jorge Luis Borges

ausencia

-- de Jorge Luis Borges --

Ausencia
habré de levantar la vasta vida
que aún ahora es tu espejo:
cada mañana habré de reconstruirla.
Desde que te alejaste,
cuántos lugares se han tornado vanos
y sin sentido, iguales
a luces en el día.
Tardes que fueron nicho de tu imagen,
músicas en que siempre me aguardabas,
palabras de aquel tiempo,
yo tendré que quebrarlas con mis manos.
¿En qué hondonada esconderé mi alma
para que no vea tu ausencia
que como un sol terrible, sin ocaso,
brilla definitiva y despiadada?
tu ausencia me rodea
como la cuerda a la garganta,
el mar al que se hunde.



Jorge Manrique

esparza pensando, señora, en vos

-- de Jorge Manrique --

Pensando, señora, en vos,
vi en el cielo una cometa:
es señal que manda dios
que pierda miedo y cometa
a declarar el deseo
que mi voluntad desea,
porque jamás no me vea
vencido como me veo
en esta fuerte pelea
que yo conmigo peleo.



Jorge Manrique

Esparza: Pensando, señora, en vos

-- de Jorge Manrique --

Pensando, señora, en vos,
vi en el cielo una cometa:
es señal que manda Dios
que pierda miedo y cometa

a declarar el deseo
que mi voluntad desea,
porque jamás no me vea
vencido como me veo
en esta fuerte pelea
que yo conmigo peleo.



Diego Hurtado de Mendoza

Yo soy, cruel amor, el que has traido

-- de Diego Hurtado de Mendoza --

Yo soy, cruel amor, el que has traido
Con vanas esperanzas engañado,
Y quien habia de haber escarmentado
Ya en los propios males que ha sufrido.

Yo soy quien tus mentiras ha creido,
Y aquel que por creellas ha llegado
A ser contigo el mas desventurado
De cuantos tus banderas han seguido.

Pero si en todo el tiempo que viviere
Tornare á tu poder, que en él me vea
Muriendo por quien mas aborreciere.

Y porque mi jurar mas firme sea,
Que si jamás, amor, yo te creyere,
Quien causare mi mal no me lo crea.



José Pedroni

cuna

-- de José Pedroni --

Haz con tus propias manos
la cuna de tu hijo.
Que tu mujer te vea
cortar el paraíso.

Para colgar del techo,
como en los tiempos idos
que volverán un día.
Hazla como te digo.

Trabajarás de noche.
Que se oiga tu martillo.
Estás haciendo la cuna
que diga tu vecino.

Alguna vez la sangre
te manchará el anillo.
Que tu mujer la enjuague.
Que manche su vestido.

Las noches serán blancas,
de columpiado pino.
Harás según el árbol
la cuna de tu niño.

Para que tenga el sueño
en su oquedad de nido.
Para que tenga el ángel
en un oculto grillo.

La obra será tuya.
Verás que no es lo mismo.
Será como tus brazos
la cuna de tu hijo.

Se mecerá con aire.
Te acordarás del pino.
Dirás: duerme en mi cuna .
Verás que no es lo mismo.



Gaspar Melchor de Jovellanos

a enarda

-- de Gaspar Melchor de Jovellanos --

Quiero que mi pasión, ¡oh enarda!, sea,
menos de ti, de todos ignorada;
que ande en silencio y sombras embozada,
y ningún necio mofador la vea.
Sea yo dichoso, y más que nadie crea
que es con tu amor mi fe recompensada;
que no por ser de muchos envidiada,
crece la dicha a más sublime idea.
Amor es un afecto misterioso,
que nace entre secretas confianzas,
mas muere al soplo de mordaz censura;
y sólo aquel que logra, ni envidioso
ni envidiado, cumplir sus esperanzas,
colma su gozo y fija su ventura.



Gutierre de Cetina

por nuestro polo el sol no parescía

-- de Gutierre de Cetina --

Al venturoso antártico alumbraba,
cuando un pastor que, sin él, ciego estaba,
con lágrimas llorando, así decía:
«¡oh luz sola que luz da al alma mía!
mas, ¡ay!, ¿qué digo luz?: que la daba
cuando dejaros ver ya os agradaba.
¿Quién de veros me aparta y me desvía?
»si no meresce ver beldad del cielo
un mísero pastor desventurado,
si no os queréis mostrar porque no os vea,
»considerad, por dios, gloria del suelo,
que el alma, que ya en vos se ha transformado,
no os dejará de ver doquier que sea».



Gutierre de Cetina

sigue a la obscura noche el claro día

-- de Gutierre de Cetina --

Y aquella obscuridad que el aire hace,
el sol la aclara toda y la deshace,
y la sombra y temor de sí desvía.
Así de mi verdad, señora mía,
el sol que alguna vez mirar os place,
aclara, justifica y satisface
la obscuridad que mala lengua envía.
Desterrad, pues, por dios, aquella sombra
que el aire os ocupó claro y sereno,
para que el sol de la verdad se vea.
Y entonces, si de mí cosa os asombra,
veréis de un tal amor mi pecho lleno,
tan claro que no hay sol que más lo sea.



Gutierre de Cetina

luz que en el fuego vivo, en el tormento

-- de Gutierre de Cetina --

Mayor que se haya visto entre mortales,
ardéis mi corazón con ansias tales
que en medio de su mal vive contento;
si las partes que en vos escribo y siento
a vuestro merescer no son iguales,
excúsenme con vos mis propios males,
que embarazan el flaco entendimiento.
Y si no puede haber cosa que sea
igual a lo que sois, ¿cómo podría
mostraros comparando al que no os vea?,
salvo pintando un bien la fantasía
con la imaginación, cual lo desea
y cual os pinta agora el alma mía.



Gutierre de Cetina

ira y amor me están dentro en el pecho

-- de Gutierre de Cetina --

Y cada cual me causa un mal extraño;
el amor fue principio del engaño;
después, del mismo amor nació el despecho.
Deseo aborrecer por mi provecho,
visto que del amor me viene el daño;
mas no basta la ira en mal tamaño
el nudo deshacer que amor ha hecho.
Ira me mueve a ser vuestro enemigo
y muéstrame razón por que lo sea;
mas ¿qué vale, si amor a amar me tira?
y así mientras los dos tratan conmigo,
es fuerza que la triste alma se vea,
siendo esclava de amor, sujeta de ira.



Gutierre de Cetina

a la condesa laura gonzaga

-- de Gutierre de Cetina --

Laura, si cuando en la gran selva idea
hizo el juicio aquel pastor troyano,
donde a venus fue dado el soberano
premio a pesar de la una y otra dea,
fuérades vos, ante vos fuera fea
la más hermosa, y presumiera en vano
haber lo que están vuestro y que tan llano
confesará cualquier dama que os vea.
Si zeúxis de vos sola tomara
cuanto bueno entre mil tomar pudiera,
cuando en crotón la bella imagen hizo,
más gracia, más beldad, más ser mostrara,
y a juno más perfecta pareciera:
¡tanto el cielo de vos se satisfizo!



Gutierre de Cetina

como el que enfermedad de muerte tiene II

-- de Gutierre de Cetina --

Del cuidado mayor, que más quería,
un sospiro secreto en que abscondía
la hermosa ocasión de su tormento,
todo cuanto favor, cuanto contento
tuvo jamás, cuanto tener podría,
vandalio, pastor bético, ofrecía
al amor, muy lloroso y descontento.
«Señor dijo al fin si el sacrificio
miras cuál puede ser que mayor sea,
si a la intención tú sabes bien mi historia,
»sólo te pido, en premio del servicio,
la salud de amarílida: no vea
el mundo así perder su mayor gloria».



Gutierre de Cetina

como al que grave mal tiene doliente

-- de Gutierre de Cetina --

Después de haber con la paciencia larga
faltado la virtud, que el mal se alarga,
la rabia y el dolor hace impaciente;
y como cuando afloja el accidente,
la lengua el pesar la culpa carga,
la conciencia se duele, el alma amarga,
y de cuanto ha hablado se arrepiente.
Así en la furia yo de aquel tormento
que me causáis, me quejo y me maldigo,
y ruego a dios que cual me veis os vea.
Después me reconozco y arrepiento,
mas no puedo hacer, por más que digo,
que lo que dije ya, dicho no sea.



Gutierre de Cetina

si no os digo verdad, si en algo os miento

-- de Gutierre de Cetina --

Sobre mi vida torne el desengaño;
si falta hay en mi fe, si os trato engaño,
dolor no quepa en vos del mal que siento;
si no sois causa vos del mal que siento
de vos sea yo tratado como extraño;
si por vos tengo en algo el mayor daño,
no pueda en vos caber consentimiento;
si no estáis hecha ya sola señora
de aquella libertad que no era mía,
¡plega a dios que sin vos y ella me vea!
mas si la mísera ánima os adora,
si está llena de vos mi fantasía,
¿qué puedo yo decir que a sí no sea?



Gutierre de Cetina

como en cera imprimir sello podría

-- de Gutierre de Cetina --

Lo mismo que en aquel fuese esculpido,
de aquel anillo, que en señal ha sido
dado de la fe vuestra a la fe mía,
el nombre me quedó que en él tenía,
desde el dedo en el alma así imprimido
que en el mismo metal fue convertido
el corazón, que mal se defendía.
Bien fue que fuese así, porque mudado
en oro el corazón siempre se vea
mientras se abrasa más, más afinado.
Vencerme otra beldad ninguno crea:
que nadie compra esclavo señalado
do el nombre del señor escrito sea.



Gutierre de Cetina

crüel y venturosa gelosía

-- de Gutierre de Cetina --

Si de humano sentido alcanzas parte,
¿por qué enemiga así quieres mostrarte
al mundo, a mí y a la señora mía?
cuanta el mundo beldad mirar podría,
celas con importuna e invidiosa arte;
a mí causas dolor con tu cerrarte
y a mi señora ofende tu porfía.
Ella quiere ser vista porque vea
la tierra el mayor bien que puede verse,
y el cielo la beldad que allá desea.
¡Aquel fuego que en mí pudo encenderse
te abrase! pero no, porque no sea
tu encenderte ocasión de su esconderse.



Gutierre de Cetina

entre armas, guerra, fuego, ira y furores

-- de Gutierre de Cetina --

Que al soberbio francés tienen opreso,
cuando el aire es más turbio y más espeso,
allí me aprieta el fiero ardor de amores.
Miro el cielo, los árboles, las flores,
y en ellos hallo mi dolor expreso,
que en el tiempo más frío y más avieso
nacen y reverdecen mis temores.
Digo llorando: «¡oh dulce primavera,
cuándo será que a mi esperanza vea
ver de prestar al alma algún sosiego!»
mas temo que mi fin mi suerte fiera
tan lejos de mi bien quiere que sea,
entre guerra y furor, ira, armas, fuego.



Gutierre de Cetina

a la princesa de molfeta I

-- de Gutierre de Cetina --

Como al rayo de sol nueva serpiente
en virtud del calor sale y se aviva,
muéstrase más lozana y más altiva
y el esfuerzo y valor doblado siente,
y como mientra el sol no es tan caliente,
la falta del calor hace que viva
tímida, solitaria, obscura, esquiva,
do ni la puede ver ni vea la gente,
tal ha sido de mí, señora mía,
que en virtud del calor de los favores
mientra el sol me duró, ledo vivía,
hasta que los helados disfavores
hicieron encoger mi fantasía,
esconderme y huir de los amores.



Hernando de Acuña

Amor y un gran desdén, que le guerrea

-- de Hernando de Acuña --

Amor y un gran desdén, que le guerrea,
han ya venido a singular combate;
no hay quien entre ellos de concierto trate,
por do fuerza será que el fin se vea.

Mas mi razón vencida, que desea
que el fiero vencedor se desbarate,
para que tanto mal no se dilate,
de nuevo armada, en mi favor pelea.

Ya Amor con dos contrarios se congoja,
y en su poder, do tanto confiaba,
no se asegura ya ni se confía.

Del arco tiene ya la cuerda floja,
ya vuelve las saetas a su aljaba,
ya de mi libertad se acerca el día.



Hernando de Acuña

Cantad, pastores, este alegre día

-- de Hernando de Acuña --

«Cantad, pastores, este alegre día
porque en las selvas memorable sea
y, pues tan altamente aquí se emplea,
de amor se canten versos a porfía;

que hoy hinchen nuestros campos de alegría
con su vista la bella Galatea;
hoy huye en parte do jamás se vea
la gran tristeza que sin ella había».

Así dijo Damón, y los pastores,
al son de sus zampoñas, comenzaron
a alabar aquel día tan venturoso;

la ninfas del Tesín, llenas de flores,
con su suave concepto acompañaron
el canto pastoral dulce y sabroso.



Hernando de Acuña

Viendo Tirsi a Damón por Galatea

-- de Hernando de Acuña --

Viendo Tirsi a Damón por Galatea
en un continuo llanto dolorido,
que con ansia mortal, cual nunca ha sido,
campos y montes sin parar rodea,

porque el alto poder de Amor se vea,
como levanta un pastoral sentido,
seis versos en un mármol ha esculpido
do pena y nombre de Damón se lea:

«Contra el poder del tiempo, señalado
quede este nombre y alto atrevimiento,
y permanezca aquí después que muera.

Damón, que, pastor siendo de ganado,
a poner se atrevió su pensamiento
donde por premio sola muerte espera».



Miguel Unamuno

La intrusa

-- de Miguel Unamuno --

Aprieta mas y tápeme tu abrazo;
que no me vea cuando llega y pasa
avizorando en torno de mi casa
por si prenderme puede con su lazo.

Deja que hunda mi frente en tu regazo
pues su mirada el corazón me arrasa
y si es la vida que me resta escasa
que no lo sepa, no, nada de plazo!



Juan Meléndez Valdés

La humilde reconvención

-- de Juan Meléndez Valdés --

Dame, traidor Aminta, y jamás sea
tu cándida Amarili desdeñosa,
la guirnalda de flores olorosa
que a mis sienes ciñó la tierra Alcea.

¡Ay!, dámela, cruel; y si aún desea
tomar venganza tu pasión celosa,
he aquí de mi manada una amorosa
cordera; en torno fenecer la vea.

¡Ay!, dámela, no tardes, que el precioso
cabello ornó de la pastora mía,
muy más que el oro del Ofir luciente,

cuando cantando en ademán gracioso
y halagüeño mirar, merecí un día
ceñir con ella su serena frente.



Juana de Ibarbourou

el pozo

-- de Juana de Ibarbourou --

Asiento de musgo florido
sobre el viejo brocal derruido.
Sitio que elegimos para hablar de amor,
bajo el enorme paraíso en flor.

¡Ay, pobre del agua que del fondo mira,
tal vez envidiosa, quizás dolorida!
¡tan triste la pobre, tan muda, tan quieta
bajo esta nerviosa ramazón violeta!

-vámonos. No quiero que el agua nos vea
cuando me acaricies. Tal vez eso sea
darle una tortura. ¿Quién la ama a ella?
-tonta! ¡si de noche la besa una estrella!



Fernando de Herrera

Mi bello sol, si voy de vos ausente

-- de Fernando de Herrera --

Mi bello sol, si voy de vos ausente
a parte extraña, do el dolor me ofende,
y el fuego, que mi alma presa enciende,
en dulce amor contino está presente;

aunque el color purpúreo de Oriente,
do el sol menor de vuestra luz desciende,
vea cerca, y do el manto oscuro tiende
el apartado extremo de Occidente;

conmigo irá el Amor en igual parte
con la mitad del alma, que me alienta;
que el resto vive en vuestra faz, que adora;

y dividido en una y otra parte,
presente con el bien que me sustenta,
siempre veré resplandecer mi Aurora.



Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 81

-- de Francisco de Quevedo --

Llámanle rey, y véndanle los ojos,
y quieren que adivine, y que no vea;
cetro le dan, que el viento le menea;
la corona, de juncos y de abrojos.
Con tales ceremonias y despojos,
quiere su rey el reino de judea:
que mande en caña, que dolor posea,
y que ciego padezca sus enojos.
Mas el señor, que, en vara bien armada
de hierro, su gobierno justo cierra,
muestra en su amor clemencia coronada.
La paz compra a su pueblo con su guerra;
en sí gasta las puntas y la espada:
aprended de él los que regís la tierra.



Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 86

-- de Francisco de Quevedo --

Si de vos pasa el cáliz de amargura,
¿quién le podrá endulzar, para que sea
bebida alegre, que salud posea
contra la enfermedad antigua y dura?
bebed el cáliz vos, pues os apura
amor del alma por la culpa fea,
que en vos le beberá (después que os vea
líquido dios en sangre) la criatura.
Pase por vos, y así será triaca,
mas no pase de vos, pues, ofendido,
mi culpa sus castigos os achaca.
Bebiendo sanaréis lo que he comido:
bebed cáliz que tanta sed aplaca
de ser en cáliz inmortal bebido.



Francisco de Quevedo

salmo vii quevedo

-- de Francisco de Quevedo --

¿dónde pondré, señor, mis tristes ojos
que no vea tu poder divino y santo?
si al cielo los levanto,
del sol en los ardientes rayos rojos
te miro hacer asiento;
si al manto de la noche soñoliento,
leyes te veo poner a las estrellas;
si los bajo a las tiernas plantas bellas,
te veo pintar las flores;
si los vuelvo a mirar los pecadores
que tan sin rienda viven como vivo,
con amor excesivo,
allí hallo tus brazos ocupados
más en sufrir que en castigar pecados.
Esta obra se encuentra en dominio público.
Esto es aplicable en todo el mundo debido a que su autor falleció hace
más de 100 años. La traducción de la obra puede no estar en dominio
público.



Francisco de Quevedo

Salmo XIV Quevedo

-- de Francisco de Quevedo --

Perdióle a la razón el apetito
el debido respeto,
y es lo peor que piensa que el delito
tan grande, puede a Dios estar secreto,
cuya sabiduría
la oscuridad del corazón del hombre,
desde el cielo mayor, leerá más claro.
Yace esclava del cuerpo la alma mía,
tan olvidada ya del primer nombre
que hasta su perdición compra tan caro,
que no teme otra cosa
sino perder aquel estado infame,
que debiera temer tan solamente,
pues la razón más viva y más forzosa
que me consuela y fuerza a que la llame,
aunque no se arrepiente,
es que está ya tan fea,
lo mejor de la edad pasado y muerto,
que imagino por cierto
que se ha de arrepentir cuando se vea.
Sólo me da cuidado
ver que esta conversión tan prevenida
ha de venir a ser agradecida
más que a mi voluntad, a mi pecado;
pues ella no es tan buena
que desprecie por mala tanta pena,
y él es tan vil y de dolor tan lleno,
aunque muestra regalo,
que sólo tiene bueno
el dar conocimiento de que es malo.



Francisco Sosa Escalante

Reconciliación

-- de Francisco Sosa Escalante --

Y es verdad? y es verdad? y no es un sueño
Que al fín, dolida de mi mal, me llamas
A tu lado otra vea, y que proclamas
Que soy tu solo amor, tu solo dueño?

Tu semblante dulcísimo y risueño
Aun más que el labio, dice que te inflamas
En intensa pasion, y que reclamas
Mis besos puros con febril empeño.

Ven á mis brazos, ven; daré al olvido
De tu ausencia fatal las tristes horas
Y de mi pecho callará el gemido.

Ven, Lélia mia, ven; tus seductoras
Caricias, gozaré de amor rendido
Y fiel te adoraré cual tú me adoras.



Carolina Coronado

soneto

-- de Carolina Coronado --

¿mi vida, carolina, escribir quieres?
deja por dios tan peregrina idea
que podrás sólo hacer que el mundo vea
en vez de lo que soy lo que tú eres.
Digno de ti será lo que escribieres
a tu alma harás brillar en tu tarea,
mas nunca harás que el juicio exacto sea
de cómo yo he cumplido mis deberes.
Mi vida por ti escrita, amiga mía,
un poema completo sólo fuera
hijo del corazón y fantasía,
donde con gran vergüenza yo me viera
cual debiera haber sido o ser debía
y no cual soy o he sido en mi carrera.



Clemente Althaus

A Méjico

-- de Clemente Althaus --

Desgraciada Nación, tan sólo rea
de ser menor en armas y pujanza,
en cuya reconquista hoy hace alianza
la codicia famélica europea:

no el universo sucumbir te vea,
cual res cobarde, sin blandir la lanza;
y, aunque del triunfo falte la esperanza,
entra en la cruda desigual pelea.

Cae a lo menos con honor y gloria,
y en el mayor conflicto nunca olvides
que es la lucha el deber, no la victoria;

mas, si defensa al patriotismo pides,
tal vez en ti renovará la Historia
de Salamina y Maratón las lides.



Ramón López Velarde

Si soltera agonizas

-- de Ramón López Velarde --

Amiga que te vas:
quizá no te vea más.

Ante la luz de tu alma y de tu tez
fui tan maravillosamente casto
cual si me embalsamara la vejez.

Y no tuve otro arte
que el de quererte para aconsejarte.

Si soltera agonizas,
irán a visitarte mis cenizas.

Porque ha de llegar un ventarrón
color de tinta, abriendo tu balcón.
Déjalo que trastorne tus papeles,
tus novenas, tus ropas, y que apague
la santidad de tus lámparas fieles...

No vayas, encogido el corazón,
a cerrar tus vidrieras
a la tinta que riega el ventarrón.

Es que voy en la racha
a filtrarme en tu paz buena muchacha.



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