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César Vallejo

varios días el aire, compañeros

-- de César Vallejo --

Varios días el aire, compañeros,
muchos días el viento cambia de aire,
el terreno, de filo,
de nivel el fusil republicano.
Varios días españa está española.
Varios días el mal
mobiliza sus órbitas, se abstiene,
paraliza sus ojos escuchándolos.
Varios días orando con sudor desnudo,
los milicianos cuélganse del hombre.
Varios días, el mundo, camaradas,
el mundo está español hasta la muerte.
Varios días ha muerto aquí el disparo
y ha muerto el cuerpo en su papel de espíritu
y el alma es ya nuestra alma, compañeros.
Varios días el cielo,
éste, el del día, el de la pata enorme.
Varios días, gijón;
muchos días, gijón;
mucho tiempo, gijón;
mucha tierra, gijón;
mucho hombre, gijón;
y mucho dios, gijón,
muchísimas españas ¡ay! gijón.
Camaradas,
varios días el viento cambia de aire.

Poema varios días el aire, compañeros de César Vallejo con fondo de libro

César Vallejo

Varios días el aire, compañeros ...

-- de César Vallejo --

Varios días el aire, compañeros,
muchos días el viento cambia de aire,
el terreno, de filo,
de nivel el fusil republicano.
Varios días España está española.

Varios días el mal
moviliza sus órbitas, se abstiene,
paraliza sus ojos escuchándolos.
Varios días orando con sudor desnudo,
los milícianos cuélganse del hombre.
Varios días, el mundo, camarada,
el mundo está español hasta la muerte.

Varios días ha muerto aquí el disparo
y ha muerto el cuerpo en su papel de espíritu
y el alma es ya nuestra alma, compañeros.
Varios días el cielo,
éste, el del día, el de la pata enorme.

Varios días, Gijón;
muchos días, Gijón;
mucho tiempo, Gijón;
mucha tierra, Gijón;
mucho hombre, Gijón;
y mucho dios, Gijón,
muchísimas Españas ¡ay! Gijón.

Camaradas,
varios días el viento cambia de aire.

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Poema Varios días el aire, compañeros ... de César Vallejo con fondo de libro

Fernando de Herrera

Ardía, en varios cercos recogido

-- de Fernando de Herrera --

Ardía, en varios cercos recogido,
del crispante cabello en torno, el oro,
que en bellos lazos coronado adoro,
dichoso en el dolor del mal sufrido.

Vibraba el esplendor esclarecido
y dulces rayos, del amor tesoro,
por quien en pérdida busco fiel y lloro
la gloria de mi daño consentido.

Veste negra, descuido recatado,
suave voz de angélica armonía
era, mesura y trato soberano.

Yo, que tal no esperaba, transportado,
dije, en la pura luz que me encendía:
«No encierra tal valor semblante humano».

Poema Ardía, en varios cercos recogido de Fernando de Herrera con fondo de libro

Lope de Vega

No espanta al sabio ni ha de ser temida

-- de Lope de Vega --

No espanta al sabio, ni ha de ser temida
la muerte que amenazan varios casos,
y por la brevedad de nuestros pasos
no puede estar muy lejos de la vida.
El sueño es una muerte, aunque fingida,
que tiene como el sol tantos ocasos;
de tierra son nuestros mortales vasos:
con poco golpe quedará rompida.
La vida fue muy justo que estuviese
en esta suspensión, porque en concierto
el temor de la muerte nos pusiese.
Por eso hizo nos Dios su fin incierto
para que mientras más incierto fuese,
más cerca nos parezca de ser cierto.



Lope de Vega

Por convidado un sátiro tenía

-- de Lope de Vega --

Por convidado un sátiro tenía
un hombre, a cuyo rostro estando atento,
consideró que con un mismo aliento
calienta el frío y la comida enfría.

A las fieras después, «Guardaos decía
de un animal que con diverso intento,
trocando solamente el movimiento,
varios efectos de una causa cría.

Tal es la lengua, si aborrece o ama,
que lo que ama alaba y engrandece,
y vitupera aquello que desama.

Julio, ¿a qué fiera Antandro se parece,
que porque no se envidia no se infama,
y porque no se ve no se aborrece?



Góngora

Al tramontar del sol la ninfa mía

-- de Góngora --

Al tramontar del sol la ninfa mía,
de flores despojando el verde llano,
cuantas troncaba la hermosa mano,
tantas el blanco pie crecer hacía.

Ondeábale, el viento que corría,
el oro fino con error galano,
cual verde hoja de álamo lozano
se mueve al rojo despuntar del día;

mas luego que ciñó sus sienes bellas
de los varios despojos de su falda
(término puesto al oro y a la nieve),

juraré que lució más su guirnalda,
con ser de flores, la otra ser de estrellas,
que la que ilustra el cielo en luces nueve.



Manuel Bretón de los Herreros

A varios amigos tronados

-- de Manuel Bretón de los Herreros --

Esta turba famélica y bellaca
nunca se cansa de fumar de gorra;
como al hebreo en tiempo de Gomorra
yo os maldigo, y mi furia no se aplaca.

¿A qué tanto pedirme la petaca?
¿Cómo quieres, hambrón, que te socorra?
¿Soy acaso asqueroso hijo de zorra?
¿Recibo yo bajeles de Guaxaca?

¿Cómplice acaso soy del vicio ajeno?
Yo gano mi fumar con mi trabajo,
y en la aduana lo compro, malo o bueno.

Tú, que eres un pobre calandrajo,
estate sin fumar... O chupa heno...
O chúpate la punta del carajo.



Manuel del Palacio

A varios amigos

-- de Manuel del Palacio --

¿Sabéis lo que es, amigos, el garrote?
Pues es un aparato muy sencillo,
En que un hombre sentado en un banquillo
Siente como le aprietan el cogote.

Despues el alma vá de bote en bote
Y salva de los cielos el rastrillo,
Quedando el cuerpo en tierra ¡pobrecillo!
Donde gusanos mil sacan su escote.

De esa felicidad el gran presente
Hoy os ofrece la persona augusta
Á quien la historia llamará clemente.

¡Oh! ¡sacra majestad tierna y robusta!
No al garrote acostumbres á la gente,
Que eso en cabeza propia nunca gusta.



Diego Hurtado de Mendoza

Lenguas extrañas y diversa gente

-- de Diego Hurtado de Mendoza --

Lenguas extrañas y diversa gente
A esta fiera cruel amando sigue;
Ella huye de todos, y persigue
A cada cual por donde mas lo siente.

Da á gustar el corazon caliente
A unos de otros, porque nos obligue;
Ninguno lo entendió que no castigue,
Aunque nadie lo prueba que escarmiente.

Su gloria es encubrir pechos abiertos
Y publicar entrañas escondidas.
¡Oh compuesto de varios desconciertos,

Que á nuestra propia carne nos convidas,
Y despues que á tus piés nos tienes muertos,
Por los que llegan sanos nos olvidas!



Juan de Tassis y Peralta

es tan glorioso y alto el pensamiento

-- de Juan de Tassis y Peralta --

Que me mantiene en vida y causa muerte,
que no sé estilo o medio con que acierte
a declarar el mal y el bien que siento.
Dilo tú, amor, que sabes mi tormento,
y traza un nuevo modo que concierte
estos varios extremos de mi suerte
que alivian con su causa el sentimiento;
en cuya pena, si es glorioso efecto
el sacrificio de la fe más pura
que está ardiendo en las alas del respeto,
ose el amor, si teme la ventura,
que entre misterios de un amor secreto
amar es fuerza y esperar locura.



Félix María Samaniego

El brocal

-- de Félix María Samaniego --

El pozo de los padres trinitarios

tuvo brocales varios:

ya de mampostería,

ya de piedra de buena sillería,

en fin de berroqueño le pusieron,

el último que eterno ellos creyeron;

pero tal faena de sacar agua

en el convento había,

que al año ya tenía

el brocal una brecha grande y buena.

-¡Virgen!, el superior

dijo al saberlo,

que no sé ya qué materia hacerlo

para que no se roce o desmorone.

Llamar al albañil en el momento

a ver de qué dispone

se haga el brocal al pozo del convento.

El albañil llamado

al punto fue enterado,

y dijo: -Aquí lo que conviene

es hacer un brocal como

el que tiene mi mujer,

que ha veinte años cabalmente

que echo por él la soga de frecuente

con dos cubos que al par le han golpeado,

y ni una pizca se ha desmoronado.



Rosalía de Castro

Más rápidos que el rayo

-- de Rosalía de Castro --

Más rápidos que el rayo,
Más alados que el viento,
Inquietos vagamundos que no pueden
Refrenar nunca el inconstante vuelo,
Así descienden de la mar al fondo
Como escalan la altura de los cielos.

Mas si son impalpables e incorpóreos
Y múltiples y varios,
¿Por qué llamarles pensamientos negros
O pensamientos blancos,
Si no tienen color, esos del alma
Invisibles
Eternos e invisibles soberanos?



Miguel Hernández

Mis ojos

-- de Miguel Hernández --

Mis ojos, sin tus ojos, no son ojos,
que son dos hormigueros solitarios,
y son mis manos sin las tuyas varios
intratables espinos a manojos.

No me encuentro los labios sin tus rojos,
que me llenan de dulces campanarios,
sin ti mis pensamientos son calvarios
criando cardos y agostando hinojos.

No sé qué es de mi oreja sin tu acento,
ni hacia qué polo yerro sin tu estrella,
y mi voz sin tu trato se afemina.

Los olores persigo de tu viento
y la olvidada imagen de tu huella,
que en ti principia, amor, en mí termina.



Miguel Unamuno

¡Dime qué dices, mar!

-- de Miguel Unamuno --

¡Dime qué dices, mar, qué dices, dime!
Pero no me lo digas; tus cantares
son, con el coro de tus varios mares,
una voz sola que cantando gime.

Ese mero gemido nos redime
de la letra fatal, y sus pesares,
bajo el oleaje de nuestros azares,
el secreto secreto nos oprime.

La sinrazón de nuestra suerte abona,
calla la culpa y danos el castigo;
la vida al que nació no le perdona;

de esta enorme injusticia sé testigo,
que así mi canto con tu canto entona,
y no me digas lo que no te digo.



Miguel Unamuno

Te da en la frente el sol de la mañana

-- de Miguel Unamuno --

Te da en la frente el sol de la mañana
recién nacido, pálida doncella,
misteriosa visión, fugaz estrella,
que te derrites en la luz. Hermana

de la que nace cuando la campana
tocando a la oración doliente sella
la fatiga de un día más, la mella
que sume el alma en la mortal desgana.

El alba y el ocaso cruzan manos,
y así, a la silla de la reina, al día
ya la noche, rendidos soberanos,

Los llevan a enterrar. Triste sería
que al despertar de nuestros sueños varios
luz y sombra lucharán a porfía.



José Martí

penachos vívidos

-- de José Martí --

Como taza en que hierve
de transparente vino
en doradas burbujas
el generoso espíritu;
como inquieto mar joven
del cauce nuevo henchido
rebosa, y por las playas
bulle y muere tranquilo;
como manada alegre
de bellos potros vivos
que en la mañana clara
muestran su regocijo,
ora en carreras locas,
o en sonoros relinchos,
o sacudiendo el aire
el crinaje magnífico;
así mis pensamientos
rebosan en mis vívidos,
y en crespa espuma de oro
besan tus pies sumisos,
o en fúlgidos penachos
de varios tintes ricos,
se mecen y se inclinan
cuando tú pasas hijo!



Baltasar del Alcázar

Cercada está mi alma de contrarios

-- de Baltasar del Alcázar --

Cercada está mi alma de contrarios;
la fuerza, flaca; el castellano, loco;
el presidio, infïel, bisoño y poco,
ningunos los pertrechos necesarios.

Los socorros que espero, voluntarios,
porque ni los merezco ni provoco;
tan desvalido, que aun a Dios no invoco
porque mis consejeros andan varios.

Los combates, continuos, y la ofensa;
los enemigos, de ánimo indomable;
rota por todas partes la muralla.

Nadie quiere acudir a la defensa...
¿Qué hará el castellano miserable
que en tanto estrecho y confusión se halla?



Carlos Pezoa Véliz

Nada

-- de Carlos Pezoa Véliz --

Era un pobre diablo que siempre venía
cerca de un gran pueblo donde yo vivía;
joven, rubio y flaco, sucio y mal vestido,
siempre cabizbajo... ¡Tal vez un perdido!
Un día de invierno lo encontraron muerto
dentro de un arroyo próximo a mi huerto,
varios cazadores que con sus lebreles
cantando marchaban... Entre sus papeles
no encontraron nada... Los jueces de turno
hicieron preguntas al guardían nocturno:
éste no sabía nada del extinto;
ni el vecino Pérez, ni el vecino Pinto.
Una chica dijo que sería un loco
o algún vagabundo que comía poco,
y un chusco que oía las conversaciones
se tentó de risa... ¡Vaya, unos simplones!
Una paletada le echó el panteonero;
luego lió un cigarro, se caló el sombrero
y emprendió la vuelta... Tras la paletada,
nadie dijo nada, nadie dijo nada...



Clemente Althaus

A Elena (4 Althaus)

-- de Clemente Althaus --

I

Contemplando callaba embelesado,
feliz visitador, a dos doncellas,
tan puras y graciosas como bellas,
y bellas ambas en el mismo grado:
mas, apenas llegaste, y el estrado
alto asiento te diera en medio de ellas,
como ante el sol se apagan las estrellas,
así se oscurecieron a tu lado.
Que, como el mismo sol humanas teas,
así tú, Elena, a las demás mujeres
cubres con tu luz fúlgida y afeas.
Cesan contigo varios pareceres,
y aunque la sola en ignorarlo seas,
tú la beldad de las beldades eres!

II

Cuando contemplo el delicado velo
que a tu alma bella da digna morada,
y pienso que beldad tan extremada,
de ideal perfección tipo y modelo,
ha de sentir de la vejez el hielo,
y que la Muerte con su mano airada
ha de sumirla en espantosa nada,
de ley tan dura con horror me duelo.
Mas ¿qué diciendo está mi Musa impía?
¿Alta revelación no me asegura
que, gloriosa y mas bella todavía,
la de mí tan amada vestidura
ha de resucitar el postrer día
para unirse de nuevo a tu alma pura?



Ramón de Campoamor

El Método

-- de Ramón de Campoamor --

VIÓ Gil de un árbol caer
Cinco pájaros, y todos,
Corriendo por varios modos,
Los quiso a un tiempo coger.

— «Deja, buen Gil, de correr,
Pues no cogerás ninguno.
¿A qué tras cinco ¡importuno!
A un tiempo vas con ahinco,
Si para coger los cinco
Tienes que empezar por uno?»

Campoamor.



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