Buscar Poemas con Vals


  ·En el buscador de poemas puedes encontrar entre más de doce mil poemas todos aquellos que contienen las palabras de búsqueda. Los poemas forman parte de la antología poética de los 344 poetas más importantes en lengua Española de todos los tiempo. Puedes elegir entre dos tipos de búsqueda:
  ·Buscar entre todos los poemas los que contienen las palabras de la búsqueda.
  ·Buscar sólo los poemas cortos -aquellos que tienen 8 versos o menos- que coinciden con el criterio de búsqueda.

Se han encontrado 13 poemas con la palabra vals

Si lo prefieres puedes ver sólo los poemas cortos, aquellos que tienen ocho versos o menos aquí

Amado Nervo

regnum tuum

-- de Amado Nervo --

Fuera, sonrisas y saludos,
vals, esnobismo de los clubs,
mundanidad oropelesca.
Pero al volver a casa, tú.
En el balcón, en la penumbra,
vueltos a los ojos al azul,
te voy buscando en cada estrella
del misterioso cielo augur.
¿Desde qué mundo me contemplas?
¿de qué callada excelsitud
baja tu espíritu a besarme?
¿cuál el astro cuya luz
viene a traerme tus miradas?
¡oh qué divina es la virtud
con que la noche penetra
bajo su maternal capuz!
hasta mañana, salas frívolas,
trajín, ruidos, inquietud,
mundanidad oropelesca,
poligononales fracs, abur.
Y tú, mi muerta, ¡buenas noches!
¿cómo te va? ¿me amas aún?
vuelvo al encanto misterioso,
a la inefable beatitud
de tus lejanos besos místicos.
¡Aquí no reinas más que tú!

Poema regnum tuum de Amado Nervo con fondo de libro

Luis Lloréns Torres

carnaval

-- de Luis Lloréns Torres --

Bella ficción de reinas y de reyes...
Oh, carnaval, alegre carnaval,
que unces tus yuntas de mejores bueyes
y aras la carne en el vaivén del vals.

Arado quo revuelcas corazones,
en surcos de dolor y de placer,
y arrancas las raíces y tocones,
que dejaron las siembras del ayer.

Queda, desnuda, la cachonda era,
apta para la nueva primavera,
que vaticina el grito del amor.

Grito y clarín de la fecunda guerra
en que hasta las lombrices de la tierra
sueñan el sueño de la flor.

Poema carnaval de Luis Lloréns Torres con fondo de libro

Dulce María Loynaz

la canción del amor olvidado

-- de Dulce María Loynaz --

Para el amor más olvidado
cantaré esta canción:

no para el que humedece los ojos todavía...
Ni para el que hace ya
sonreír con un poco de emoción...

Canto para el amor sin llanto
y sin risa;
el que no tiene una rosa seca
ni unas cartas atadas con una cinta.

Sería algún amor de niño acaso...

Una plaza gris... Una nube... No sé...

Para el amor más olvidado cantaré.

Cantaré una canción
sin llamar, sin llorar, sin saber...
El nombre que no se recuerda
pudo tener dulzura:

canción sin nombres
quiero cantarte
mientras la noche dura...

Cantar para el amor que ya no evocan
las flores con su olor
ni algún vals familiar...
Para el que no se esconde entre cada crepúsculo,
ni atisba ni persigue ni vuelve nunca más...

Para el amor más olvidado
-el más dulce...-,
El que no estoy segura de haber amado.

Poema la canción del amor olvidado de Dulce María Loynaz con fondo de libro

Oliverio Girondo

verona

-- de Oliverio Girondo --

¡se celebra el adulterio de maría con la paloma sacra!
una lluvia pulverizada lustra la plaza de las verduras, se hincha englobitos que navegan por la vereda y de repente estallan sin motivo.
Entre los dedos de las arcadas, una multitud espesa amasa sudesilusión; mientras, la banda gruñe un tiempo de vals,para que los estandartes den cuatro vueltas y se paren.
La virgen, sentada en una fuente, como sobre un bidé, derramaun agua enrojecida por las bombitas de luz eléctrica que le hanpuesto en los pies.
¡Guitarras! ¡mandolinas! ¡balcones sin escalas y sinjulietas! paraguas que sudan y son como la supervivencia de una floraya fósil. Capiteles donde unos monos se entretienen desde hacenueve siglos en hacer el amor.
El cielo simple, verdoso, un poco sucio, es del mismo color que eluniforme de los soldados.



Pablo Neruda

soneto lxxx cien sonetos de amor (1959) noche

-- de Pablo Neruda --

Soneto lxxx
de viajes y dolores yo regresé, amor mío,
a tu voz, a tu mano volando en la guitarra,
al fuego que interrumpe con besos el otoño,
a la circulación de la noche en el cielo.
Para todos los hombres pido pan y reinado,
pido tierra para el labrador sin ventura,
que nadie espere tregua de mi sangre o mi canto.
Pero a tu amor no puedo renunciar sin morirme.
Por eso toca el vals de la serena luna,
la barcarola en el agua de la guitarra
hasta que se doblegue mi cabeza soñando:
que todos los desvelos de mi vida tejieron
esta enramada en donde tu mano vive y vuela
custodiando la noche del viajero dormido.



José Ángel Buesa

ya era muy viejecita

-- de José Ángel Buesa --

Ya era muy viejecita... Y un año y otro año
se fue quedando sola con su tiempo sin fin.
Sola con su sonrisa de que nada hace daño,
sola como una hermana mayor en su jardín.
Se fue quedando sola con los brazos abiertos,
que es como crucifican los hijos que se van,
con su suave manera de cruzar los cubiertos,
y aquel olor a limpio de sus batas de holán.
Déjenme recordarla con su vals en el piano,
como yéndose un poco con lo que se le fue;
y con qué pesadumbre se mira la mano
cuando le tintineaba su taza de café.
Se fue quedando sola, sola... Sola en su mesa,
en su casita blanca y en su lento sillón;
y si alguien no conoce que soledad es esa,
no sabe cuánta muerte cabe en un corazón.
Y diré que en la tarde de aquel viernes con rosas,
en aquel «hasta pronto» que fue un adiós final,
aprendí que unas manos pueden ser mariposas,
dos mariposas tristes volando en su portal.
Sé que murió de noche. No quiero saber cuándo.
Nadie estaba con ella, nadie, cuando murió:
ni su hijo guillermo, ni su hijo fernando,
ni el otro, el vagabundo sin patria, que soy yo.



Gerardo Diego

abanico

-- de Gerardo Diego --

Abanico
el vals llora en mi ojal
silencio
en mi hombro se ha posado el sueño
y es del mismo temblor que sus cabellos



Juan Ramón Molina

El jardín

-- de Juan Ramón Molina --

Cuelgan racimos de odorables pomas,
negras uvas en gajos tentadores,
fingiendo los alegres surtidores
un murmullo de besos y de bromas.

Dormitan en las ramas las palomas
los buches esponjando arrulladores,
y el capitoso aliento de las flores
unge el follaje y el parral de aromas.

Un sol ardiente esparce ses madejas
de luz, sobre el jardín; y las abejas
un vals preludian, áspero y sonoro.

Bailan las mariposas deslumbrantes,
y picotean pájaros brillantes
unas naranjas que parecen de oro.



José Martí

la copa envenenada

-- de José Martí --

¡desque toqué, señora, vuestra mano
blanca y desnuda en la brillante fiesta,
en el fiel corazón intento en vano
los ecos apagar de aquella orquesta!
del vals asolador la nota impura
que en sus brazos de llama suspendidos
rauda os llevaba al corazón sin cura,
repítenla amorosos mis oídos.
Y cuanto acorde vago y murmurío
ofrece al alma audaz la tierra bella,
fíngelos el espíritu sombrío
tenue cambiante de la nota aquella.
¡Óigola sin cesar! al brillo, ciego,
en mi torno la miro vagarosa
mover con lento son alas de fuego
y mi frente a ceñir tenderse ansiosa.
¡Oh! mi trémula mano bien sabría
al aire hurtar la alada nota hirviente
y, con arte de dulce hechicería,
colgando adelfas a la copa ardiente,
en mis sedientos brazos desmayada
daros, señora, matador perfume:
mas yo apuro la copa envenenada
y en mí acaba el amor que me consume.
4 De marzo.



Rafael Pombo

Valsando

-- de Rafael Pombo --

Casta madonna del siglo trece,
En fondo de oro la blanca luna;
Un cielo inmenso, sin mancha alguna,
que al que lo mira rejuvenece,
Y en su éter puro nos desvanece,
Dando alas de ángel al corazón:
Y en mis oídos vibrando el rápido
Vals embriagante de aquellos días
En que girando loca de júbilo
Entre mis brazos amanecías,
Y negra hallábamos el alba hermosa
Que con sus tintas de perla rosa
Nos daba el toque de dispersión.

En esta noche, bajo este cielo,
A sus compases inflamadores,
Que alegre mi alma levanta el vuelo
Y torna al cielo de sus amores,
ya percibe tu aura de flores,

Y
Y el dulce peso...
De tus amores.



Ramón López Velarde

y pensar que pudimos...

-- de Ramón López Velarde --

Y pensar que pudimos...
Y pensar que extraviamos
la senda milagrosa
en que se hubiera abierto
nuestra ilusión, como perenne rosa...
Y pensar que pudimos
enlazar nuestras manos
y apurar en un beso
la comunión de fértiles veranos...
Y pensar que pudimos
en una onda secreta
de embriaguez, deslizarnos,
valsando un vals sin fin, por el planeta...
Y pensar que pudimos,
al rendir la jornada,
desde la sosegada
sombra de tu portal y en una suave
conjunción de existencias,
ver las cintilaciones del zodíaco
sobre la sombra de nuestras conciencias...



Ramón López Velarde

Nuestras vidas son péndulos

-- de Ramón López Velarde --

¿Dónde estará la niña
que en aquel lugarejo
una noche de baile
me habló de sus deseos
de viajar, y me dijo
su tedio?

Gemía el vals por ella,
y ella era un boceto
lánguido: unos pendientes
de ámbar, y un jardín
en el pelo.

Gemían los violines
en el torpe quinteto...
E ignoraba la niña
que al quejarse de tedio
conmigo, se quejaba
con un péndulo.

Niña que me dijiste
en aquel lugarejo
una noche de baile
confidencias de tedio:
dondequiera que exhales
tu suspiro discreto,
nuestras vidas con péndulos...

Dos péndulos distantes
que oscilan paralelos
en una misma bruma
de invierno.



Ramón López Velarde

Y pensar que pudimos

-- de Ramón López Velarde --

Y pensar que extraviamos
La senda milagrosa
En que se hubiera abierto
Nuestra ilusión, como una perenne rosa...

Y pensar que pudimos
Enlazar nuestras manos
Y apurar en un beso
La comunión de fértiles veranos...

Y pensar que pudimos
En una onda secreta
De embriaguez, deslizarnos,
Valsando un vals sin fin, por el planeta...

Y pensar que pudimos,
Al rendir la jornada,
Desde la sosegada
Sombra de tu portal y en una suave
Conjunción de existencias,
Ver las cintilaciones del zodíaco
Sobre la sombra de nuestras conciencias...



© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba