Buscar Poemas con Usted


  ·En el buscador de poemas puedes encontrar entre más de doce mil poemas todos aquellos que contienen las palabras de búsqueda. Los poemas forman parte de la antología poética de los 344 poetas más importantes en lengua Española de todos los tiempo. Puedes elegir entre dos tipos de búsqueda:
  ·Buscar entre todos los poemas los que contienen las palabras de la búsqueda.
  ·Buscar sólo los poemas cortos -aquellos que tienen 8 versos o menos- que coinciden con el criterio de búsqueda.

Se han encontrado 25 poemas con la palabra usted

Si lo prefieres puedes ver sólo los poemas cortos, aquellos que tienen ocho versos o menos aquí

Manuel del Cabral

¿a quién viene a ver usted

-- de Manuel del Cabral --

Hoy está el pueblo en mi cuerpo.
¿A quién viene a ver usted?
usted no ve que esta herida
es corno un ojo de juez...

Usted que se trae los grillos,
¿a quién viene a ver usted,
que anda más con el instinto
que con los pies?

usted que trae el olfato,
pero con luz viene a oler;
meta la conciencia aquí...
Y no la deje en la piel.

Usted que se trae la bala,
viene a saber por qué fue...
Si hay un rico en este lío,
¿a qué viene? ¿para qué?

aquí só1o hay una boca,
hay una voz, una sed.
Un trozo de grito sangra.
¡Lo cortaron como res!

usted que se trae las llaves,
¿a quién viene a ver usted?
vea estas manos callosas,
ropa rota y sin zapatos
unos pies.

Usted que se trae las manos
pesadas como pared...
¿No ve el hambre?
¿no la ve?

tápenle el grito a este hombre;
y aunque es más la voz que el pie,
pónganle grillos, que sólo
el pobre cabe en la ley...

¿No ve que la sangre huye
y no se sabe por qué ...?
Pero yo sé que hay aquí
quien se la quiere beber ...

¿A quién viene a ver usted?

Poema ¿a quién viene a ver usted de Manuel del Cabral con fondo de libro

Mario Benedetti

currículum

-- de Mario Benedetti --

El cuento es muy sencillo
usted nace en su tiempo
contempla atribulado
el rojo azul del cielo
el pájaro que emigra
y el temerario insecto
que será pisoteado
por su zapato nuevo
usted sufre de veras
reclama por comida
y por deber ajeno
o acaso por rutina
llora limpio de culpas
benditas o malditas
hasta que llega el sueño
y lo descalifica
usted se transfigura
ama casi hasta el colmo
logra sentirse eterno
de tanto y tanto asombro
pero las esperanzas
no llegan al otoño
y el corazón profeta
se convierte en escombros
usted por fin aprende
y usa lo aprendido
para saber que el mundo
es como un laberinto
en sus momentos claves
infierno o paraíso
amor o desamparo
y siempre siempre un lío
usted madura y busca
las señas del presente
los ritos del pasado
y hasta el futuro en cierne
quizá se ha vuelto sabio
irremediablemente
y cuando nada falta
entonces usted muere

Poema currículum de Mario Benedetti con fondo de libro

Mario Benedetti

hagamos un trato

-- de Mario Benedetti --

Compañera usted sabe
puede contar conmigo
no hasta dos o hasta diez
sino contar conmigo
si alguna vez advierte
que a los ojos la miro
y una veta de amor
reconoce en los míos
no alerte sus fusiles
ni piense que deliro
a pesar de esa veta
de amor desprevenido
usted sabe que puede
contar conmigo
pero hagamos un trato
nada definitivo
yo quisiera contar
con usted es tan lindo
saber que usted existe
uno se siente vivo
quiero decir contar
hasta dos hasta cinco
no ya para que acuda
presurosa en mi auxilio
sino para saber
y así quedar tranquilo
que usted sabe que puede
contar conmigo

Poema hagamos un trato de Mario Benedetti con fondo de libro

Vital Aza

Duda histórica

-- de Vital Aza --

–Dígame usted, don Vicente,
usted que es tan competente...
–Pregunte usted, don Facundo.
–¿Cómo es nuevo un continente
que es ya tan viejo en el mundo?

–Era nuevo; no lo es ya.
Como creado por Dios
existía, claro está,
antes del año mil cua-
trocientos noventa y dos.

Pueblo inculto lo habitaba;
pero aquella pobre gente
ni sé cómo respiraba,
pues el Nuevo mundo estaba
cubierto completamente.

–¿Cubierto?
–¡No hay discusión!
–¡Hombre, venga una razón!
–Lo dice la Historia y basta.
Estuvo cubierto, hasta
que lo descubrió Colón.



Nicolás Guillén

canción

-- de Nicolás Guillén --

¡de qué callada manera
se me adentra usted sonriendo,
como si fuera
la primavera!
(yo, muriendo.)
Y de qué modo sutil
me derramó en la camisa
todas las flores de abril.
¿Quién le dijo que yo era
risa siempre, nunca llanto,
como si fuera
la primavera?
(no soy tanto.)
En cambio, ¡qué espiritual
que usted me brinde una rosa
de su rosal principal!
¡de qué callada manera
se me adentra usted sonriendo,
como si fuera
la primavera!
(yo, muriendo.)



Manuel del Cabral

no le tire ..

-- de Manuel del Cabral --

No le tire, policía;
no lo mate, no;
¿no ve
que tiene la misma cara
que tiene usted?

corre roto,
sin zapatos.
¿No lo ve?

corre tal vez
con una honradez tan seria
que corre en busca del juez....

Acérquese, policía,
pero guardando el fusil.
Acérquese.
¿No lo ve?

se parece a usted,
y a mí...

Mírelo bien.

Huye de la tierra y siempre
se va con ella al partir...

Acérquese... No le hiera
ni con el ojo
su dril...

Mire sus pies ...
Mírelo bien ...

Policía, no le tire.
Fíjese
que corre como la sed...



Pedro Bonifacio Palacios

En un abanico

-- de Pedro Bonifacio Palacios --

Si con la masa doliente
de mi corazón herido
pudiese hacer un tejido
perfumado y transparente,
yo lo hiciera diligente,
y aunque hacerlo me matara,
para que usted fabricara
un abanico chinesco,
para echarse grato fresco,
para taparse la cara.

Mas como no puede ser
por más que yo lo quisiera,
mas como si yo pudiera
no habría usted de querer,
me contento con poner
después de rudos esfuerzos
estos versos tan perversos
en este abanico humilde,
para que al menos, Matilde,
se abanique con mis versos.



Félix María Samaniego

La mercadera y el tuno

-- de Félix María Samaniego --

En un día muy festivo

estaba una mercadera

sentada en silla poltrona

a la puerta de su tienda.

Su postura era chocante

porque tenía ambas piernas

demasiado separadas,

y así con razón se lleva

la atención de los que pasan.

Entre todos uno llega

que le dice: -Señorita,

cierre usté luego la puerta,

que hoy no se puede vender

porque es de precepto fiesta.

Conociendo la tal dama

dónde el dicho se endereza,

porque era bien advertida,

respondió: -Señor Babieca,

usted no sea ignorante,

y para adelante sepa

que estos postigos se abren

tan sólo para las fiestas.

Y el tunante la replica:

-Si eso es lo que usted desea,

avise y se las haré

de la suerte que las quiera.



Vital Aza

Cuento

-- de Vital Aza --

Ayer hallé a un cesante
de rostro macilento,
que frente a un panecillo
tan duro como un hierro,
–pues que quizás tuviera
dos meses por lo menos,–
contábale afligido
dolores y tormentos,
vertiendo cada lágrima
que era un dolor el verlo.
Tomele por un loco
y a él me acerqué con miedo,
diciéndole: –Amiguito,
perdone si molesto;
pero saber quisiera
por qué tan triste y serio
le encuentro conversando
con ese pan tan seco.
Y respondiome el hombre
al punto, y muy atento:
–¿Desea usted, amigo,
saber lo que pretendo?
La cosa es muy sencilla,
y aunque a las claras veo
que usted me juzga loco,
verá que soy muy cuerdo.
¡Seis días han pasado!
¡Seis días, caballero,
sin que un bocado solo
entrara en este cuerpo!
Y como el tiempo pasa
y el hambre va creciendo,
con este pan me encaro,
–porque es fuerza comerlo,–
mas como está tan duro
y así con él no puedo,
le cuento mil desgracias
y horrores mil le cuento
¡a ver si de este modo
consigo enternecerlo!



Nicolás Guillén

a veces...

-- de Nicolás Guillén --

A veces tengo ganas de ser un cursi
para decir: la amo a usted con locura.
A veces tengo ganas de ser tonto
para gritar: ¡la quiero tanto!
a veces tengo ganas de ser un niño
para llorar acurrucado en su seno.
A veces tengo ganas de estar muerto
para sentir, bajo la tierra húmeda de mis jugos,
que me crece una flor rompiéndome el pecho,
una flor, y decir: esta flor,
para usted.



Carolina Coronado

en otro III

-- de Carolina Coronado --

Un doctor muy afamado
mandó hacer una sangría
y después que hubo pasado
¿se ha sangrado usted, decía?
sí, señor, ya me he sangrado.
Que se repita mayor.
Repuso, y volvió después,
se repitió sí señor,
pues otra larga hasta tres
y calmará ese dolor.
Cuando volvió al otro día
le preguntó al enfermero
¿cómo está su señoría?
descansa bien, eso quiero.
Que le den otra sangría.
Se le dará sin temor,
mas no está en eso el misterio,
¿diga usted, el sangrador
querrá ir al cementerio
a sangrar a mi señor?



Ramón de Campoamor

Excusas necias

-- de Ramón de Campoamor --

HACIA el nido de un cuervo
Sube un reptil protervo,
Que de otro manjar falto,
De huevos se apercibe;
Mas al dar el salto,
Creyendo al cuervo ausente, oyó: — «¿Quién vive?»

—«Perdone usted; no es nada
(Dijo con voz turbada);
El hallarme soñando
Mi indiscreción abone;
Pues llegué aquí rodando,
Mas desperté y me vuelvo: usted perdone».

— «¡Hola, traidor vecino!
(Dijo el cuervo ladino),
¿Cuando el sueño te priva.
Sin costarte trabajo
Te ruedas hacia arriba?
Pues a ver cómo ruedas hacia abajo».

Y remontando el vuelo
Lo suelta desde el cielo,
Por más que ya difunto
El reptil lo rehúsa;
Y ¡plaf! reventó al punto.
¡Digno castigo de su necia excusa!

Campoamor.



Leandro Fernández de Moratín

Por nada, como ves

-- de Leandro Fernández de Moratín --

-Siete duros al mes de peluquero;
para calzarme, nueve; las criadas
-que necesito dos- no están pagadas
si no les doy cien reales en dinero.

Diez duros al bribón de mi casero;
telas, plumas, caireles, arracadas,
blondas, medias, hechuras y puntadas
de madama Burlet y del platero...

Noventa duros, poco más. -Noventa,
diez, siete, nueve, cinco... ¡Y la comida!
-¿No la quiere pagar, y somos cuatro?

-¿Y esto en un mes? -Si a usted no le contenta...
-Sí, calla. Bien. ¡Hermosa de mi vida!...
¡Ay del que tiene amor en el teatro!



Líber Falco

Tres apuntes

-- de Líber Falco --

I

¿Era aquel un hombre?
Me acerqué y le dije:
¿Ha visto que tiene usted
la cara de papel?
Me miró con odio,
pero alzó una mano; allí.

¡Ah! Oí crujir su rostro,
quebrársele la nariz
y rodar sus ojos por el suelo.

Quedó detrás del mostrador;
espantoso!
Yo me fui,
triste.

II

El hombre me miró de costado.
Como viese que era yo
lo que era, lo que soy,
me miró de costado...
Luego de frente, y me dijo:
Váyase!
Retrocedí.
Dí contra una pared.
Reboté hacia él
y desesperadamente,
le escupí mi asco.

Ahora...
Ando calles.

III

No parecía que aquel ojo viese.
Pero estaba ahí, mirándome.
Sin brillo, sin sentido.
Ojo de perro muerto.
De cosa que Dios no ha creado.
De bestia inédita.

Estaba el hombre mirándome.
Abrió su boca, rió.
Y con sus dientes de oro
mascó mi corazón,
como si fuese un trapo.



Manuel del Cabral

camina

-- de Manuel del Cabral --

Camina el jefe del pueblo
después de beber café.
Y una voz que no se ve,
grita al oído:
-mire, jefe, que hay un hombre
que allí está herido.

-Lo sé.

Camina el jefe del pueblo
después de beber café.

Y vuelve la voz y dice:
-jefe, que un hombre no ve;
tiene llanto entre los ojos,
y tiene plomo en los pies.

-Lo sé.

Sigue caminando el jefe
después de beber café.
Y la misma voz le grita:

-murió un hombre allí de sed.
¿Qué haremos, ahora, jefe?

-que haga pronto el hoyo usted.

Y el jefe sigue su rumbo,
pero también
el jefe sigue pensando ...

Piensa sólo a qué hora es
la otra taza
dc café...



Jaime Sabines

tlaltelolco - semidesnudos, fríos, agujereados

-- de Jaime Sabines --

Semidesnudos, fríos, agujereados,
algunos con el rostro de un muerto.
Afuera, la gente se amontona, se impacienta,
espera no encontrar el suyo:
vaya usted a buscar a otra parte.

6



Gabriel Celaya

biografía

-- de Gabriel Celaya --

Biografía
no cojas la cuchara con la mano izquierda.
No pongas los codos en la mesa.
Dobla bien la servilleta.
Eso, para empezar.
Extraiga la raíz cuadrada de tres mil trescientos trece.
¿Dónde está tanganika? ¿qué añonació cervantes?
le pondré un cero en conducta si habla con su compañero.
Eso, para seguir.
¿Le parece a usted correcto que un ingeniero haga versos?
la cultura es un adorno y el negocio es el negocio.
Si sigues con esa chica te cerraremos las puertas.
Eso, para vivir.
No seas tan loco. Sé educado. Sé correcto.
No bebas. No fumes. No tosas. No respires.
¡Ay, sí, no respirar! dar el no a todos los nos.
Y descansar: morir.



Gustavo Adolfo Bécquer

rima xl

-- de Gustavo Adolfo Bécquer --

Su mano entre mis manos,
sus ojos en mis ojos,
la amorosa cabeza
apoyada en mi hombro,
¡dios sabe cuántas veces,
con paso perezoso,
hemos vagado juntos
bajo los altos olmos
que de su casa prestan
misterio y sombra al pórtico!
y ayer... Un año apenas,
pasando como un soplo
con qué exquisita gracia
con qué admirable aplomo,
me dijo al presentarnos
un amigo oficioso:
“creo que alguna parte
he visto a usted” ¡ah, bobos
que sois de los salones
comadres de buen tono,
y andáis por allí a caza
de galantes embrollos.
¡Qué historía habéis perdido!
¡qué manjar tan sabroso!
para ser devorado
“soto voce” en un corro,
detrás de abanico
de plumas de oro!
¡discreta y casta luna,
copudos y altos olmos,
paredes de su casa,
umbrales de su pórtico,
callad, y que en secreto
no salga con vosotros!
callad; que por mi parte
lo he vivido todo:
y ella..., Ella..., ¡No hay máscara
semejante a su rostro!



Mario Benedetti

la historia

-- de Mario Benedetti --

Dijo cervantes que la historia
es el depósito de las acciones
y yo salvadas las distancias creo
que es un nomenclátor de expectativas
el historiador era para schlegel
apenas un profeta que miraba hacia atrás
y yo salvadas las distancias creo
que suele ser estrábico y a veces hipermétrope
por su parte el saber congelado sostiene
que los pueblos felices nunca tienen historia
y como en realidad todos la tienen
vaya sacando usted las conclusiones
a menudo la historia se vale de utopías
algunos aprovechan para erigirle estatuas
y luego es consagrada como infancia del mundo
o como fotocopia del futuro
la historia colecciona pálidos nomeolvides
lápidas de homenaje con hollines y mugre
y en su amplio muestrario de desdenes
figura hasta el humilde que vivió sin codicia
la historia está maltrecha quebrantada
hace dos o tres siglos que no ríe
que no llora no habla acaso porque ahora
ya no hay quien le peine las mentiras



Mario Benedetti

hombre que mira el cielo

-- de Mario Benedetti --

Para que pueda ser he ser otro,
salir de mí, buscarme entre los otros,
los otros que no son si yo no existo,
los otros que me dan plena existencia.
Octavio paz
trece hombres que miran
mire la calle.
¿Cómo puede usted ver
indiferente a ese gran río
de huesos, a ese gran río
de sueños, a ese gran río



Juan Gelman

en la carpeta

-- de Juan Gelman --

Tomé mi amor que asombraba a los astros
y le dije: señor amor,
usted crece de tarde, noche y día,
de costado, hacia abajo, entre las cejas,
sus ruidos no me dejan dormir perdí todo apetito
y ella ni nos saluda, es inútil, inútil.
De modo que tomé a mi amor,
le corté un brazo, un pie, sus adminículos,
hice un mazo de naipes
y ante la palidez de los planetas
me lo jugué una noche lentamente
mientras mi corazón silbaba, el distraído.



José Asunción Silva

El mal del siglo

-- de José Asunción Silva --

EL PACIENTE:
Doctor, un desaliento de la vida
que en lo íntimo de mí se arraiga y nace,
el mal del siglo... El mismo mal de Werther,
de Rolla, de Manfredo y de Leopardi.
Un cansancio de todo, un absoluto
desprecio por lo humano... Un incesante
renegar de lo vil de la existencia
digno de mi maestro Schopenhauer;
un malestar profundo que se aumenta
con todas las torturas del análisis...

EL MÉDICO:
-Eso es cuestión de régimen: camine
de mañanita; duerma largo; báñese;
beba bien; coma bien; cuídese mucho:
¡Lo que usted tiene es hambre...!



José Martí

a juan doniila

-- de José Martí --

Mi querido amigo juan:
he puesto ahora mismo el nombre
de usted como ejemplo de hombre,
en unas cartas que van
camino al cayo, y dirán
al constante cayo hueso
que en esta angustia y exceso
de oficio que ahoga mi vida,
por lo noble no lo olvida
su amigo: ni olvida el $1.00.
Su
martí



Rubén Darío

abrojo 2

-- de Rubén Darío --

¿cómo decía usted, amigo mío?
¿que el amor es un río? no es extraño.
Es ciertamente un río
que uniéndose al confluente del desvío,
va a perderse en el mar del desengaño.



Rubén Darío

Abrojo 2 (Rubén Darío)

-- de Rubén Darío --

¿Cómo decía usted, amigo mío?
¿Que el amor es un río? No es extraño.
Es ciertamente un río
que uniéndose al confluente del desvío,
va a perderse en el mar del desengaño.



© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba