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Se han encontrado 8 poemas con la palabra unánimes

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Josefina Pla

tus manos

-- de Josefina Pla --

Tus manos

de las más hondas raíces se me alargan tus manos,
y ascienden por mis venas como cegadas lunas
a desangrar mis sienes hacia el blancor postrero
y tejer en mis ojos su ramazón desnuda.

En mi carne de estío, como en hamaca lenta,
ellas la adolescente de tu placer columpian.
-Tus manos, que no son. Mis años, que ya han sido.
Y un sueño de rodillas tras la palabra muda-.

...Dedos sabios de ritmo, unánimes de gracia.
Cantaban silenciosos la gloria de la curva:
cadera de mujer o contorno de vaso.

Diez espinas de beso que arañan mi garganta,
untadas de agonía las diez pálidas uñas,
yo los llevo en el pecho como ramos de llanto.

1939

Poema tus manos de Josefina Pla con fondo de libro

César Vallejo

Trilce: XLVIII

-- de César Vallejo --

Tengo ahora 70 soles peruanos.
Cojo la penúltima moneda, la que suena
69 veces púnicas.
Y he aquí, al finalizar su rol,
quemase toda y arde llameante,
llameante,
redonda entre mis tímpanos alucinados.

Ella, siendo 69, dase contra 70;
luego escala 71, rebota en 72.
Y así se multiplica y espejea impertérrita
en todos los demás piñones.

Ella, vibrando y forcejeando,
pegando grittttos,
soltando arduos, chisporroteantes silencios,
orinándose de natural grandor,
en unánimes postes surgentes,
acaba por ser todos los guarismos,
la vida entera.

Poema Trilce: XLVIII de César Vallejo con fondo de libro

César Vallejo

tengo ahora 70 soles peruanos

-- de César Vallejo --

xlviii
tengo ahora 70 soles peruanos.
Cojo la penúltima moneda, la que suena
69 veces púnicas.
Y he aquí, al finalizar su rol,
quemase toda y arde llameante,
llameante,
redonda entre mis tímpanos alucinados.
Ella, siendo 69, dase contra 70;
luego escala 71, rebota en 72.
Y así se multiplica y espejea impertérrita
en todos los demás piñones.
Ella, vibrando y forcejeando,
pegando grittttos,
soltando arduos, chisporroteantes silencios,
orinándose de natural grandor,
en unánimes postes surgentes,
acaba por ser todos los guarismos,
la vida entera.

Poema tengo ahora 70 soles peruanos de César Vallejo con fondo de libro

Pablo Neruda

a callarse

-- de Pablo Neruda --

Ahora contaremos doce
y nos quedamos todos quietos.
Por una vez sobre la tierra
no hablemos en ningún idioma,
por un segundo detengámonos,
no movamos tanto los brazos.
Sería un minuto fragante,
sin prisa, sin locomotoras,
todos estaríamos juntos
en un inquietud instantánea.
Los pescadores del mar frío
no harían daño a las ballenas
y el trabajador de la sal
miraría sus manos rotas.
Los que preparan guerras verdes,
guerras de gas, guerras de fuego,
victorias sin sobrevivientes,
se pondrían un traje puro
y andarían con sus hermanos
por la sombra, sin hacer nada.
No se confunda lo que quiero
con la inacción definitiva:
la vida es sólo lo que se hace,
no quiero nada con la muerte.
Si no pudimos ser unánimes
moviendo tanto nuestras vidas,
tal vez no hacer nada una vez,
tal vez un gran silencio pueda
interrumpir esta tristeza,
este no entendernos jamás
y amenazarnos con la muerte,
tal vez la tierra nos enseñe
cuando todo parece muerto
y luego todo estaba vivo.
Ahora contaré hasta doce
y tú te callas y me voy.



Mario Benedetti

de lo prohibido

-- de Mario Benedetti --

Soy un caso perdido
prohibidos los silencios y los gritos unánimes
las minifaldas y los sindicatos
artigas y gardel
la oreja en radio habana
el pelo largo la condena corta
josé pedro varela y la vía láctea
la corrupción venial el pantalón vaquero
los perros vagos y los vagabundos
también los abogados defensores
que sobrevivan a sus defendidos
y los pocos fiscales con principio de angustia
prohibida sin perdón la ineficacia
todo ha de ser eficaz como un cepo
prohibida la lealtad y sobretodo la tristeza
esa que va de sol a sol
y claro la inquietante primavera
prohibidas las reuniones
de más de una persona
excepto las del lecho conyugal
siempre y cuando hayan sido
previa y debidamente autorizadas
prohibidos el murmullo de las tripas
el padrenuestro y la internacional
el bajo costo de la vida y la muerte
las palabritas y las palabrotas
los estruendos molestos el jilguero los zurdos
los anticonceptivos pero quién va a nacer.



Medardo Ángel Silva

Pretérita

-- de Medardo Ángel Silva --

Te había soñado hija de un antiguo mar grave,
en un negro castillo cerca del Rhin azul;
unánimes al ritmo de tu sonrisa suave
charlaban las alondras en fresco abedul.

Tu perfumada sombra cantaban los poetas
(eran los bellos días de Erec y Parsifal)
y tus ojos velados cual obscuras violetas
causaron la locura de un príncipe feudal.

Los nelumbos abrían a tus leves contactos...
A ti vagaban trémulos cisnes estupefactos
si tus pupilas de oro volvías al jardín...

Los nardos deliraban con tu cutis de azalia
y un pajecillo rubio que llegara de Italia
mirándote impasible, se suicidó en el Rhin.



Medardo Ángel Silva

Votos

-- de Medardo Ángel Silva --

Al verte, sin pensar, se dice ¡Ave María...!
Y pues es tuyo el reino de la estrella y la rosa
y está en tu corazón la sacra Poesía
por gracia de una antigua virtud maravillosa;

que suenen tiorbas y arpas; y Psalmo y Letanía
se digan en tu elogio; que la lira y la rosa
y el ciego ruiseñor, al expirar el día,
unánimes saluden tu aparición gloriosa.

Que con voz auroral de fuente diamantina,
y con luz vesperal de estrella cristalina
y con apasionada voz de brisas y mares.

Cielo y Tierra consagren tu venusino imperio...
¡O sonaré en tu gloria mi místico salterio
en otro salomónico Cantar de los Cantares!



Julio Herrera Reissig

El entierro

-- de Julio Herrera Reissig --

Cuatro rudos gañanes, sobre el hombro herculoso
sustentan el humilde féretro descubierto.
El cura ronca el salmo del eterno reposo,
y redobla la esquila desde el valle hasta el huerto.

Las melenas volcadas de dolor, con incierto
ritmo tardo y solemne adelantan al foso...
Y los torvos ancianos, con la vista en el muerto,
se arrodillan en medio de un silencio espantoso.

"Adiós, alma bendita, paloma de los cielos",
reza el cura. Y unánimes desdoblan los pañuelos...
Por fin, sobre la caja, con íntimo reproche,

cada cual un puñado de tierra vil derrumba...
Todo duerme. A intervalos lastiman en la noche,
los aullidos del perro que vela ante la tumba.



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