Buscar Poemas con Universo


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Se han encontrado 76 poemas con la palabra universo

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Roberto Juarroz

el universo se investiga a sí mismo

-- de Roberto Juarroz --

El universo se investiga a sí mismo.
Y la vida es la forma
que emplea el universo
para su investigación.
La flecha se da vuelta
y se clava en sí misma.
Y el hombre es la punta de la flecha.
El hombre se clava en el hombre,
pero el blanco de la flecha no es el hombre.
Un laberinto
sólo se encuentra
en otro laberinto.

Poema el universo se investiga a sí mismo de Roberto Juarroz con fondo de libro

Vicente Gallego

octubre, 16

-- de Vicente Gallego --

Despierto. Pesa el sol sobre mi rostro
y la arena ha tomado mi forma levemente.
Incorporo un momento la cabeza
y el cielo es todo mi horizonte,
un cielo de ningún color sino de cielo,
de cielo que yo veo en una vela,
la vela diminuta que recorta
y fija el universo en su contraste.
Y luego el mar,
el mar bajo la vela, ese mar que es inmenso
pues llega hasta mi vientre y no concluye.
Entre el cielo y el agua me detengo un instante,
y después me acomodo hasta quedar
sentado por completo.
El mar entonces me abandona, se retira,
y la arena se moja, avanza, se seca y se calienta
confluyendo en un punto y acercándose a mí,
pero un cangrejo cruza en ese instante
y mis ojos se van con el cangrejo,
y el cielo se hace rojo en su coraza,
y el mar se pierde y nada pesa.
Y al fijar la mirada atrapo el universo,
completo y detenido en su pasar efímero
a lomos de un cangrejo que lo arrastra,
sin saberlo, un segundo.
Y pienso que en las grandes creaciones
vida y arte no alientan en lo extenso,
sino en ese detalle que despierta
nuestro asombro.
El crustáceo se oculta
y nos apaga el mundo.

Poema octubre, 16 de Vicente Gallego con fondo de libro

José Martí

siempre que hundo la mente...

-- de José Martí --

Siempre que hundo la mente en libros graves
la saco con un haz de luz de aurora:
yo percibo los hilos, la juntura,
la flor del universo: yo pronuncio
pronta a nacer una inmortal poesía.
No de dioses de altar ni libros viejos
no de flores de grecia, repintadas
con menjurjes de moda, no con rastros
de rastros, no con lívidos despojos
se amansará de las edades muertas:
sino de las entrañas exploradas
del universo, surgirá radiante
con la luz y las gracias de la vida.
Para vencer, combatirá primero:
e inundará de luz, como la aurora.

Poema siempre que hundo la mente... de José Martí con fondo de libro

Clemente Althaus

Al concepto íntimo

-- de Clemente Althaus --

En el rico vastísimo universo
jamás tu objeto se ofreció al sentido,
concepto por mí solo producido,
cuando conmigo en soledad converso.

¡Cuántas veces probó a expresarte el verso,
por que no yazgas en eterno olvido!
Mas, apenas te doy forma y vestido,
eres en todo ya de ti diverso.

Si tal cual te concibo te expresara,
nada hay que tanto al universo asombre,
cual lo asombrase tu belleza rara:

vive en lo hondo del alma, sin que el hombre
te penetre jamás, pues no declara
tu misterioso ser cifra ni nombre.



Amado Nervo

hugueana

-- de Amado Nervo --

¡ay de mí! cuantas veces, arrobado
en la contemplación de una quimera,
me olvidé de la noble compañera
que dios puso a mi lado.
¡Siempre estás distraído! me decía;
y yo, tras mis fantasmas estelares,
por escrutar lejanos luminares
el íntimo lucero no veía.
Qué insensatos antojos
los de mirar, como en tus versos, hugo,
las estrellas en vez de ver sus ojos,
desdeñando, en mi triste desatino,
la cordial lucecita que a dios plugo
encenderme en la sombra del camino...
Hoy que partió por siempre del amor mío,
no me importan los astros, pues sin ella
para mí el universo está vacío.
Antes, era remota cada estrella:
hoy, su alma es la remota, porque en vano
lo buscan mi mirada y mi deseo.
Ella, que iba conmigo de la mano,
es hoy lo más lejano:
los astros están cerca, pues los veo.



Amado Nervo

El mago

-- de Amado Nervo --

Yo marcho
y un tropel de corceles piafadores
va galopando tras de mí...

Yo vuelo
y me sigue un enjambre de cóndores
por la inviolada majestad del cielo.

Yo canto
y las selvas de música están llenas
y es arpa inmensa el florestal...

Yo nado
y una lírica tropa de sirenas
va tras mí por el mar alborotado.

Yo río
y de risas se puebla el éter vago,
como un coro de dioses...

Yo suspiro
y el aura riza suspirando el lago;
yo miro, y amanece cuando miro...

Yo marcho, vuelo, canto, nado, río,
suspiro, y me acompaña el Universo
como una vibración: Yo soy el Verso,
¡y te busco y me adoras y eres mío!



Manuel de Zequeira

Epigramas (Zequeira)

-- de Manuel de Zequeira --

Como suele en viva llama
Pronto arder la Mariposa;
Así la vista curiosa
Se quema en un epigrama:
Y si es el estilo terso,
Claro y lleno de alusiones,
Puedan bien cuatro renglones
Incendiar el Universo.



Manuel del Palacio

En el aniversario de la batalla de Alcolea

-- de Manuel del Palacio --

Hoy hace un año que á la luz del día
Armados de furor y frente á frente,
Se vieron el pasado y el presente,
Gigante el uno, el otro en la agonía.

Como buenos lucharon á porfía,
Y el vencido lo fué como valiente;
Mientras medrosa, y cínica, y demente
Firmaba su baldón la dinastía.

¡Paz á los muertos! ¡á los vivos gloria!
Nunca manchada el universo vea
La página mejor de nuestra historia.

Al calor de la fé brote la idea,
Y si hace alguno estéril la victoria,
¡Caiga sobre él la sangre de Alcolea!



Jaime Torres Bodet

voz

-- de Jaime Torres Bodet --

Tú me llamaste al íntimo rebaño
única voz que manda cuando implora
mientras la burla despreciaba el daño
y florecía, en el cardal, la aurora.
Era la intacta juventud del año.
Principiaban el mes, el día, la hora...
Y el corazón, intrépido y huraño,
te oía sin creerte, como ahora.
Ay, porque desde entonces ya disperso
sobre la vanidad del universo,
a cada paso, infiel, te abandonaba
y con cada promesa te mentía
y con cada recuerdo te olvidaba
¡y con cada victoria te perdía!



Javier del Granado

el horno

-- de Javier del Granado --

Combando el cielo en olorosa tierra
alza su nido el laborioso hornero,
que convierte las pajas en lucero,
y en miel, el barro que su pico aferra.

Por eso el hombre que en su ser encierra
todo el saber del universo entero,
con gran acierto lo imitó al hornero,
y horneó en el horno, el trigo de la sierra.

Bendice dios, la casa en que se amasa,
y en el hogar hay un calor de nido,
si a cada niño se le da su hogaza.

Y si natalio brinda a su familia
pascual cordero y pan recién cocido,
¡canta el horno en campanas de vigilia!



Jorge Luis Borges

a un poeta menor de la antología

-- de Jorge Luis Borges --

¿dónde está la memoria de los días
que fueron tuyos en la tierra, y tejieron
dicha y dolor y fueron para ti el universo?
el río numerable de los años
los ha perdido; eres una palabra en un índice.
Dieron a otros gloria interminable los dioses,
inscripciones y exergos y monumentos y puntuales historiadores;
de ti sólo sabemos, oscuro amigo,
que oíste al ruiseñor, una tarde.
Entre los asfodelos de la sombra, tu vana sombra
pensará que los dioses han sido avaros.
Pero los días son una red de triviales miserias,
¿y habrá suerte mejor que ser la ceniza,
de que está hecho el olvido?
sobre otros arrojaron los dioses
la inexorable luz de la gloria, que mira las entrañas y enumeralas grietas,
de la gloria, que acaba por ajar la rosa que venera;
contigo fueron más piadosos, hermano.
En el éxtasis de un atardecer que no será una noche,
oyes la voz del ruiseñor de teócrito.



Jorge Luis Borges

everness

-- de Jorge Luis Borges --

Sólo una cosa no hay. Es el olvido.
Dios, que salva el metal, salva la escoria
y cifra en su profética memoria
las lunas que serán y las que han sido.
Ya todo está. Los miles de reflejos
que entre los dos crepúsculos del día
tu rostro fue dejando en los espejos
y los que irá dejando todavía.
Y todo es una parte del diverso
cristal de esa memoria, el universo;
no tienen fin sus arduos corredores
y las puertas se cierran a tu paso;
sólo del otro lado del ocaso
verás los arquetipos y esplendores.



Jorge Luis Borges

el bastón de laca

-- de Jorge Luis Borges --

María kodama lo descubrió. Pese a su autoridad y a sufirmeza, es curiosamente liviano. Quienes lo ven lo advierten; quieneslo advierten lo recuerdan.
Lo miro. Siento que es una parte de aquel imperio,infinito en el tiempo, que erigió su muralla para construir unrecinto mágico.
Lo miro. Pienso en aquel chiang tzu quesoñó que era una mariposa y que no sabía aldespertar si era un hombre que había soñado ser unamariposa o una mariposa que ahora soñaba ser un hombre.
Lo miro. Pienso en el artesano que trabajó elbambú y lo dobló para que mi mano derecha pudiera calzarbien en el puño.
No sé si vive aún o si ha muerto.
No sé si es tahoista o budista o si interrogael libro de los sesenta y cuatro hexagramas.
No nos veremos nunca.
Está perdido entre novecientos treintamillones.
Algo, sin embargo, nos ata.
No es imposible que alguien haya premeditado estevínculo.
No es imposible que el universo necesita estevínculo.



Jorge Luis Borges

a quien está leyéndome

-- de Jorge Luis Borges --

Eres invulnerable. ¿No te han dado
los números que rigen tu destino
certidumbre de polvo? ¿no es acaso
tu irreversible tiempo el de aquel río
en cuyo espejo heráclito vio el símbolo
de su fugacidad? te espera el mármol
que no leerás. En él ya están escritos
la fecha, la ciudad y el epitafio.
Sueños del tiempo son también los otros,
no firme bronce ni acendrado oro;
el universo es, como tú, proteo.
Sombra, irás a la sombra que te aguarda
fatal en el confín de tu jornada;
piensa que de algún modo ya estás muerto.



César Vallejo

Los anillos fatigados

-- de César Vallejo --

Hay ganas de volver, de amar, de no ausentarse,
y hay ganas de morir, combatido por dos
aguas encontradas que jamás- han de istmarse.

Hay ganas: de un gran beso que amortaje a la Vida,
que acaba en el áfrica de una agonía ardiente,
suicida!

Hay ganas de... No tener ganas. Señor;
a ti yo te señalo. Con el dedo deicida:
hay ganas de no haber tenido corazón.

La primavera vuelve, vuelve y se irá. Y Dios,
curvado en tiempo, se repite, y pasa:, pasa
:a cuestas con la espina dorsal del Universo.

Cuando, las sienes tocan su lúgubre .Tambor...
Cuando me- duele el sueño grabado en un puñal,
hay ganas de quedarse plantado en .Este verso!



César Vallejo

Los dados eternos

-- de César Vallejo --

Dios mío, estoy llorando el ser que vivo;
me pesa haber tomádote tu pan;
pero este pobre barro pensativo
no es costra fermentada en tu costado:
tú no tienes Marías que se van!

Dios mío, si tú hubieras sido hombre,
hoy supieras ser Dios;
pero tú, que estuviste siempre bien,
no sientes nada de tu creación.
Y el hombre sí te sufre: el Dios es él!

Hoy que en mis ojos brujos hay candelas,
como en un condenado,
Dios mío, prenderás todas tus velas,
y jugaremos con el viejo dado...
Tal vez ¡oh jugador! al dar la suerte
del universo todo,
surgirán las ojeras de la Muerte,
como dos ases fúnebres de lodo.

Dios mío, y esta noche sorda, oscura,
ya no podrás jugar, porque la Tierra
es un dado roído y ya redondo
a fuerza de rodar a la aventura,
que no puede parar sino en un hueco,
en el hueco de inmensa sepultura.



Delmira Agustini

La musa

-- de Delmira Agustini --

Yo la quiero cambiante, misteriosa y compleja;
con dos ojos de abismos que se vuelven fanales;
en su boca, una fruta perfumada y bermeja
que destile más miel que los rubios panales.

A veces nos asalte un aguijón de abeja;
una raptos feroces a gestos imperiales
y sorprenda en su risa el dolor de una queja;
¡En sus manos asombren caricias y pañales!

Y que vibre, y desmaye, y llore, y ruja, y cante,
y sea águila libre, tugre, paloma en un instante.

Que el universo quepa en sus ansias divinas;
tenga una voz que hiele, que suspenda, que inflame,
y una frente que erguida su corona reclame
de rosas, de diamantes, de estrellas o de espina!



Efraín Huerta

órdenes de amor I

-- de Efraín Huerta --

A la hora bendita, alucinada,
en que un hombre solloza
víctima de sí mismo y ábreme
las puertas de la vida.

Yo entraré silencioso
hasta tu corazón, manzana de oro
en busca de la paz
para mi duelo. Entonces
amor mío, joven mía,
en ráfagas la dicha placentera
será nuestro universo.

Despiértame y espérame,
amoroso amor mío.



Emilio Bobadilla

El aviador

-- de Emilio Bobadilla --

Inventaste una máquina ligera
imitando del pájaro las alas;
con tu capricho sólo por frontera,
por el espacio a tu placer resbalas.

Admiro tu industriosa diligencia,
tu audacia y tu desprecio de la muerte.
Todo lo vence al cabo la paciencia
y el curso cambia de la misma suerte.

Minúsculo sin duda el universo
aparece a tus ojos cuando subes.
Eres del metafísico el reverso,

cuyo pensar por los espacios rueda:
tu cuerpo se remonta hasta las nubes,
pero en tierra tu espíritu se queda.



Ernesto Cardenal

epigrama XX

-- de Ernesto Cardenal --

Uno se despierta con cañonazos
en la mañana
lleno de aviones
pareciera que fuera
la revolución
pero es el cumpleaños
del tirano.
Ileana
la galaxia de andrómeda,
a 700.000 Años luz
que se puede
mirar a simple vista
en una noche clara
está más cerca que tú
otros ojos solitarios están
mirándome desde andrómeda,
en la noche de ellos
yo a ti no te veo.
Ileana, la distancia es tiempo,
y el tiempo vuela.
A 200 millones
de millas por hora
el universo
se está expandiendo
hacia la nada
y tú estás lejos
de mí como
a millones de años.



Ernesto Cardenal

no tengo otro le he dicho

-- de Ernesto Cardenal --

Y repetido muchas veces.
Y oí que decía dentro de mí
no con palabras confusamente
pero precisas, decía dentro de mí
o desde el fondo del universo:
y yo no tengo otro más que tú



José María Blanco White

La revelación interna

-- de José María Blanco White --

¿Adónde te hallaré, Ser Infinito?
¿En la más alta esfera? ¿En el profundo
abismo de la mar? ¿Llenas el mundo
o en especial un cielo favorito?

"¿Quieres saber, mortal, en dónde habito?",
dice una voz interna. «Aunque difundo
mi ser y en vida el universo inundo,
mi sagrario es un pecho sin delito.

"Cesa, mortal, de fatigarte en vano
tras rumores de error y de impostura,
ni pongas tu virtud en rito externo;

no abuses de los dones de mi mano,
no esperes cielo para un alma impura
ni para el pensar libre fuego eterno."



José María Blanco White

Muerte y vida

-- de José María Blanco White --

Al ver la noche Adán por vez primera
que iba borrando y apagando el mundo,
creyó que, al par del astro moribundo,
la creación agonizaba entera.

Mas, luego, al ver lumbrera tras lumbrera
dulce brotar y hervir en un segundo
universo sin fin..., Vuelto en profundo
pasmo de gratitud, ora y espera.

Un sol velaba mil: fue un nuevo Oriente
su ocaso, y pronto aquella luz dormida
despertó al mismo Adán pura y fulgente.

...¿Por qué la muerte al ánimo intimida?
Si así engaña la luz tan dulcemente,
¿por qué no ha de engañar también la vida?



Octavio Paz

mar de día

-- de Octavio Paz --

Mar de día
por un cabello solo
parte sus blancas venas,
su dulce pecho bronco,
y muestra labios verdes,
frenéticos, nupciales,
la espuma deslumbrada.
Por un cabello solo.
Por esa luz en vuelo
que parte en dos al día,
el viento suspendido;
el mar, dos mares fijos,
gemelos enemigos;
el universo roto
mostrando sus entrañas,
las sonámbulas formas
que nadan hondas, ciegas,
por las espesas olas
del agua y de la tierra:
las algas submarinas
de lentas cabelleras,
el pulpo vegetal,
raíces, tactos ciegos,
carbones inocentes,
candores enterrados
en la primer ceguera.
Por esa sola hebra,
entre mis dedos llama,
vibrante, esbelta espada
que nace de mis yemas
y ya se pierde, sola,
relámpago en desvelo,
entre la luz y yo.



Pablo Neruda

soneto xix cien sonetos de amor (1959) mañana

-- de Pablo Neruda --

Soneto xix
mientras la magna espuma de isla negra,
la sal azul, el sol en las olas te mojan,
yo miro los trabajos de la avispa,
empeñada en la miel de su universo.
Va y viene equilibrando su recto y rubio vuelo
como si deslizara de un alambre invisible
la elegancia del baile, la sed de su cintura,
y los asesinatos del aguijón maligno.
De petróleo y naranja es su arco iris,
busca como un avión entre la hierba,
con un rumor de espiga vuela, desaparece,
mientras que tú sales del mar, desnuda,
y regresas al mundo llena de sal y sol,
reverberante estatua y espada de la arena.



Pablo Neruda

tengo miedo

-- de Pablo Neruda --

Tengo miedo. La tarde es gris y la tristeza
del cielo se abre como una boca de muerto.
Tiene mi corazón un llanto de princesa
olvidada en el fondo de un palacio desierto.
Tengo miedo. Y me siento tan cansado y pequeño
que reflejo la tarde sin meditar en ella.
(En mi cabeza enferma no ha .De caber un sueño
así como en el cielo no ha cabido una estrella).
Sin embargo en mis ojos una pregunta existe
y hay un grito en mi boca que mi boca no grita.
No hay oído en la tierra que oiga mi queja triste
abandonada en medio de la tierra infinita!
se muere el universo de una calma agonía
sin la fiesta del sol o el crepúsculo verde.
Agoniza saturno como una pena mía,
la tierra es una fruta negra que el cielo muerde.
Y por la vastedad del vacío van ciegas
las nubes de la tarde, como barcas perdidas
que escondieran estrellas rotas en sus bodegas.
Y la muerte del mundo cae sobre mi vida.



Pablo Neruda

soneto lvii cien sonetos de amor (1959) tarde

-- de Pablo Neruda --

Soneto lvii
mienten los que dijeron que yo perdí la luna,
los que profetizaron mi porvenir de arena,
aseveraron tantas cosas con lenguas frías:
quisieron prohibir la flor del universo.
«Ya no cantará más el ámbar insurgente
de la sirena, no tiene sino pueblo.»
Y masticaban sus incesantes papeles
patrocinando para mi guitarra el olvido.
Yo les lancé a los ojos las lanzas deslumbrantes
de nuestro amor clavando tu corazón y el mío,
yo reclamé el jazmín que dejaban tus huellas,
yo me perdí de noche sin luz bajo tus párpados
y cuando me envolvió la claridad
nací de nuevo, dueño de mi propia tiniebla.



Pablo Neruda

soneto xxiv cien sonetos de amor (1959) mañana

-- de Pablo Neruda --

Amor, amor, las nubes a la torre del cielo
subieron como triunfantes lavanderas,
y todo ardió en azul, todo fue estrella:
el mar, la nave, el día se desterraron juntos.
Ven a ver los cerezos del agua constelada
y la clave redonda del rápido universo,
ven a tocar el fuego del azul instantáneo,
ven antes de que sus pétalos se consuman.
No hay aquí sino luz, cantidades, racimos,
espacio abierto por las virtudes del viento
hasta entregar los últimos secretos de la espuma.
Y entre tantos azules celestes, sumergidos,
se pierden nuestros ojos adivinando apenas
los poderes del aire, las llaves submarinas.



Pablo Neruda

soneto xvi cien sonetos de amor (1959) mañana

-- de Pablo Neruda --

Soneto xvi
amo el trozo de tierra que tú eres,
porque de las praderas planetarias
otra estrella no tengo. Tú repites
la multiplicación del universo.
Tus anchos ojos son la luz que tengo
de las constelaciones derrotadas,
tu piel palpita como los caminos
que recorre en la lluvia el meteoro.
De tanta luna fueron para mí tus caderas,
de todo el sol tu boca profunda y su delicia,
de tanta luz ardiente como miel en la sombra
tu corazón quemado por largos rayos rojos,
y así recorro el fuego de tu forma besándote,
pequeña y planetaria, paloma y geografía.



Pablo Neruda

regreso

-- de Pablo Neruda --

Hostiles cordilleras,
cielo duro,
extranjeros, ésta es,
ésta es mi patria,
aquí nací y aquí viven mis sueños.
El barco se desliza
por el azul, por todos los azules,
la costa es la más larga
línea de soledad del universo,
pasan y pasan las arenas blancas,
suben y bajan los montes desnudos,
y corre junto al mar la tierra sola,
dormida o muerta en paz ferruginosa.
Cuando cayeron las vegetaciones
y el dulce verde abandonó estas tierras
el sol las calcinó desde su altura,
la sal las abrasó desde sus piedras.
Desde entonces se desenterraron
las antiguas estrellas minerales:
allí yacen los huesos de la tierra,
compacto como piedra es el silencio.
Perdonad, extranjeros,
perdonad la medida desolada
de nuestra soledad,
y lo que damos en la lejanía.
Sin embargo,
aquí están las raíces de mi sueño,
ésta es la dura luz que amamos,
y de algún modo, con distante orgullo,
como en los minerales de la noche,
vive el honor en esta larga arena.



Pablo Neruda

por qué se queda en los ramajes

-- de Pablo Neruda --

Por qué se queda en los ramajes
hasta que las hojas se caen?
y dónde se quedan colgados
sus pantalones amarillos?
verdad que parece esperar
el otoño que pase algo?
tal vez el temblor de una hoja
o el tránsito del universo?
hay un imán bajo la tierra,
imán hermano del otoño?
cuándo se dicta bajo tierra
la designación de la rosa?



Pedro Antonio de Alarcón

En el muladar

-- de Pedro Antonio de Alarcón --

Mendigo: tu blasfemia me estremece...
Deja que olvide a Dios el venturoso;
pero tu labio hambriento y asqueroso
con renovada fe bendiga y rece:

Todo, menos su Dios, le pertenece
al opulento, sano y poderoso,
y el pobre, enfermo, triste y haraposo,
de todo, excepto de su Dios, carece

Dios es al cabo el único enemigo
del vano, del audaz, del sibarita,
y la sola esperanza, el solo amigo

del que llora, padece y necesita...
¡Sin Dios, el universo se anonada!
¡Sin Dios, el rico es Dios, y el pobre nada!



José Tomás de Cuellar

La tempestad (Cuéllar)

-- de José Tomás de Cuellar --

YA se agita la mar ondisonante
Al rudo empuje de aquilón bravio,
Y ya truena en el cóncavo vacío
El flamígero rayo amenazante:

Va cundiendo el pavor á cada instante,
Todo está triste, lóbrego, sombrío,
Férvido entonces en el pecho mío
Siento latir el corazón amante.

Y exclamo con acento lastimero:
¡Oh Señor! ¡cuán magnánimo te ostentas!
¡Tiembla á tus pies el universo entero!

¡Ah! sí, bondad, cuánto poder alientas,
Gracia, perdón, misericordia quiero
Del alma en las terríficas tormentas.



Salvador Novo

hoy no lució la estrella de tus ojos

-- de Salvador Novo --

Hoy no lució la estrella de tus ojos.
Náufrago de mí mismo,
húmedo del brazo de las ondas,
llego a la arena de tu cuerpo
en que mi propia voz nombra mi nombre,
en que todo es dorado y azul como un día nuevo
y como las espigas herméticas, perfectas y calladas.
En ti mi soledad se reconcilia para pensar en ti.

Toda ha mudado
el sereno calor de tus miradas
en fervorosa madurez mi vida.
Alga y espumas frágiles, mis besos
cifran el universo en tus pestañas,
-playa de desnudez, tierra alcanzada
que devuelve en miradas tus estrellas.

¿A qué la flor perdida
que marchitó tu espera,
que dispersó el destino?
mi ofrenda es toda tuya en la simiente
que secaron los rayos de tus soles.
Al poema confío la pena de perderte.
He de lavar mis ojos de los azules tuyos,
faros que prolongaron mi naufragio.

He de coger mi vida deshecha entre tus manos,
leve jirón de niebla
que el viento entre sus alas efímeras dispersa.
Vuelva la noche a mí, muda y eterna,
del diálogo privada de soñarte,
indiferente a un día
que ha de hallarnos ajenos y distantes.



Salvador Novo

mi vida es como un lago

-- de Salvador Novo --

Mi vida es como un lago taciturno.
Si una nube lejana me saluda,
si hay un ave que canta, si una muda
y recóndita brisa
inmola el desaliento de las rosas,
si hay un rubor de sangre en la imprecisa
hora crepuscular,
yo me conturbo y tiendo mi sonrisa.
¡Mi vida es como un lago taciturno!
yo he sabido formar, gota por gota,
mi fondo azul de ver el universo.
Cada nuevo rumor me dio su nota,
cada matiz diverso
me dio su ritmo y me enseñó su verso.
Mi vida es como un lago taciturno....



Vicente Huidobro

Solitario invencible

-- de Vicente Huidobro --

Resbalando
Como canasta de amarguras
Con mucho silencio y mucha luz
Dormido de hielos
Te vas y vuelves a ti mismo
Te ríes de tu propio sueño
Pero suspiras poemas temblorosos
Y te convences de alguna esperanza

La ausencia el hambre de callar
De no emitir más tantas hipótesis
De cerrar las heridas habladoras
Te da una ansia especial
Como de nieve y fuego
Quieres volver los ojos a la vida
Tragarte el universo entero
Esos campos de estrellas
Se te van de la mano después de la catástrofe
Cuando el perfume de los claveles
Gira en torno de su eje



Andrés Eloy Blanco

Silencio

-- de Andrés Eloy Blanco --

Cuando tú te quedes muda,
cuando yo me quede ciego,
nos quedarán las manos
y el silencio.

Cuando tú te pongas vieja,
cuando yo me ponga viejo,
nos quedarán los labios
y el silencio.

Cuando tú te quedes muerta,
cuando yo me quede muerto,
tendrán que enterrarnos juntos
y en silencio;

y cuando tú resucites,
cuando yo viva de nuevo,
nos volveremos a amar
en silencio;

y cuando todo se acabe
por siempre en el universo,
será un silencio de amor
el silencio.



Andrés Eloy Blanco

Silencio (poema)

-- de Andrés Eloy Blanco --

Cuando tú te quedes muda,
cuando yo me quede ciego,
nos quedarán las manos
y el silencio.

Cuando tú te pongas vieja,
cuando yo me ponga viejo,
nos quedarán los labios
y el silencio.

Cuando tú te quedes muerta,
cuando yo me quede muerto,
tendrán que enterrarnos juntos
y en silencio;

y cuando tú resucites,
cuando yo viva de nuevo,
nos volveremos a amar
en silencio;

y cuando todo se acabe
por siempre en el universo,
será un silencio de amor
el silencio.



Andrés Eloy Blanco

¿Cuántas estrellas tiene el cielo?

-- de Andrés Eloy Blanco --

La última noche que pasamos juntos,
lo preguntó:
-¿Cuántas estrellas tiene el cielo?
-Trescientas cincuenta mil.
-¿A que no?
-¿A que sí?

-Cállate. Esta noche
no quiero que preguntes esas cosas.
Esta noche, si quieres preguntar
cuántas estrellas tiene el cielo,
o cualquier otra cosa,
pregunta algo así como ¿me quieres?
¿tienes frío? ¿quién dice que tiene hambre?

Esta noche, pregunta algo que sea
contestado en el mundo sin palabras.
Interroga con toda tu sangre
algo en que toda la vida del mundo
esté preguntando,
algo así como ¿quién llora?
¿hace falta algo?

Y verás como todo hace falta
y sabrás cuántas estrellas tiene el cielo
cuando sepas que el cielo tiene una sola estrella
para cada momento,
porque con una que se pierda
dará un paso de sombra la luz del Universo.



Antonio Machado

Abel Martín

-- de Antonio Machado --

La mujer
es el universo del ser.

(Página 22)

Sin el amor, las ideas
son como mujeres feas,
o copias dificultosas
de los cuerpos de las diosas.

(Página 59)

Sin mujer
no hay engendrar ni saber.

(Página 125)

Y otras sentencias menos felices aunque no menos interesantes, como ésta:

...Aunque a veces sabe Onán
mucho que ignora Don Juan

(Página 207)



Antonio Machado

Elegía de un madrigal

-- de Antonio Machado --

Recuerdo que una tarde de soledad y hastío,
¡oh tarde como tantas! , el alma mía era,
bajo el azul monótono, un ancho y terso río
que ni tenía un pobre juncal en su ribera.
¡Oh mundo sin encanto, sentimental inopia
que borra el misterioso azogue del cristal!
¡Oh el alma sin amores que el Universo copia
con un irremediable bostezo universal!
Quiso el poeta recordar a solas
las ondas bien amadas, la luz de los cabellos
que él llamaba en sus rimas rubias olas.
Leyó... La letra mata: no se acordaba de ellos...
Y un día—como tantos—, al aspirar un día
aromas de una rosa que en el rosal se abría,
brotó como una llama la luz de los cabellos
que él en sus madrigales llamaba rubias olas;
brotó, porque un aroma igual tuvieron ellos...
Y se alejó en silencio para llorar a solas.



Marilina Rébora

paz interior

-- de Marilina Rébora --

Paz interior
detrás de mis paredes, feliz a mi manera,
extraigo del azul la esencia de mi verso
y escribo entre las nubes ¡añorante quimera!,
con las letras del alma, un vocablo disperso.
Ignorando el tropel que redobla en la acera,
extraña a la vorágine que rige el universo,
no turba mi interior el bullicio de afuera
y así conmigo misma, escribiendo, converso.
Pero en el corazón no puede haber engaño,
como dentro del alma no cabe la mentira
que en solitaria paz nos vemos al desnudo,
sin vanidad ni orgullo, ajenos al cruel daño
de la simulación que hipócrita conspira
y entonces a los cielos, para inspirarme, acudo.



Mario Benedetti

utopías

-- de Mario Benedetti --

Cómo voy a creer dijo el fulano
que el mundo se quedó sin utopías
cómo voy a creer
que la esperanza es un olvido
o que el placer una tristeza
cómo voy a creer dijo el fulano
que el universo es una ruina
aunque lo sea
o que la muerte es el silencio
aunque lo sea
cómo voy a creer
que el horizonte es la frontera
que el mar es nadie
que la noche es nada
cómo voy a creer dijo el fulano
que tu cuerpo mengana
no es algo más que lo que palpo
o que tu amor
ese remoto amor que me destinas
no es el desnudo de tus ojos
la parsimonia de tus manos
cómo voy a creer mengana austral
que sos tan sólo lo que miro
acaricio o penetro
cómo voy a creer dijo el fulano
que la utopía ya no existe
si vos mengana dulce
osada eterna
si vos sois mi utopía.



Mario Benedetti

piojos

-- de Mario Benedetti --

Concebir o tratar de imaginar
la cruda inmensidad del universo
es para enloquecerse lentamente
¿qué es después de todo este mundito
en la inconmensurable vastedad?
un piojo apenas eso
y marte ese arrugado territorio
cuya espantosa soledad ya vimos
es otro piojo un piojo muerto claro
al menos nuestro mísero planeta
es sólo un piojo pero un piojo vivo



Mario Benedetti

credo

-- de Mario Benedetti --

De otros diluvios
d'altri diluvi una colomba ascolto
giuseppe ungaretti
de pronto uno se aleja
de las imágenesqueridas
amiga
quedás frágil en el horizonte
te he dejado pensando en muchas cosas
pero ojalá pienses un poco en mí
vos sabés
en esta excursión a la muerte
que es la vida
me siento bien acompañado
me siento casi con respuestas
cuando puedo imaginar que allá lejos
quizá creas en mi credo antes de dormirte
o te cruces conmigo en los pasillos del sueño
está demás decirte que a esta altura
no creo en predicadores ni en generales
ni en las nalgas de miss universo
ni en el arrepentimiento de los verdugos
ni en el catecismo del confort
ni en el flaco perdón de dios
a esta altura del partido
creo en los ojos y las manos del pueblo
en general
y en tus ojos y tus manos
en particular.



Mario Benedetti

hasta mañana

-- de Mario Benedetti --

Voy a cerrar los ojos en voz baja
voy a meterme a tientas en el sueño.
En este instante el odio no trabaja
para la muerte que es su pobre dueño
la voluntad suspende su latido
y yo me siento lejos, tan pequeño
que a dios invoco, pero no le pido
nada, con tal de compartir apenas
este universo que hemos conseguido
por las malas y a veces por las buenas.
¿Por qué el mundo soñado no es el mismo
que este mundo de muerte a manos llenas?
mi pesadilla es siempre el optimismo:
me duermo débil, sueño que soy fuerte,
pero el futuro aguarda. Es un abismo.
No me lo digan cuando me despierte.



Medardo Ángel Silva

Canción de los quince años

-- de Medardo Ángel Silva --

Son los quince abriles como quince rosas
con rocíos claros de maga alegría.
Corazón que tiene, cual las mariposas
alas de azul y oro de la fantasía!

Cada frase tiene la gracia de un verso;
olor a jazmines el cabello efluvia,
y compendían ese fragmento universo
las flores, el ave, la muñeca rubia...

Son los quince abriles como quince rosas
divinas, robadas a un albo bouquet;
tener un anhelo de imposibles cosas
y ruborizarse sin saber por qué...



Miguel Unamuno

Luciérnaga celeste

-- de Miguel Unamuno --

Luciérnaga celeste, humilde estrella
de navegante guía: la Boquilla
de la Bocina que a hurtadillas brilla,
violeta de luz, pobre centella

del hogar del espacio; ínfima huella
del paso del Señor; gran maravilla
que broche del vencejo en la gavilla
de mies de soles, sólo ella los sella.

Era al girar del universo quicio
basado en nuestra tierra; fiel contraste
del Hombre Dios y de su sacrificio.

Copérnico, Copérnico, robaste
a la fe humana su más alto oficio
y diste así con su esperanza al traste.



Miguel Unamuno

La estrella polar

-- de Miguel Unamuno --

Luciérnaga celeste, humilde estrella
de navegante guía: la Boquilla
de la Bocina que a hurtadillas brilla,
violeta de luz, pobre centella

del hogar del espacio; ínfima huella
del paso del Señor; gran maravilla
que broche del vencejo en la gavilla
de mies de soles, sólo ella los sella.

Era al girar del universo quicio
basado en nuestra tierra; fiel contraste
del Hombre Dios y de su sacrificio.

Copérnico, Copérnico, robaste
a la fe humana su más alto oficio
y diste así con su esperanza al traste.



Miguel Unamuno

La vida de la muerte

-- de Miguel Unamuno --

Oir llover no más, sentirme vivo;
el universo convertido en bruma
y encima mi conciencia como espuma
en que el pausado gotear recibo.

Muerto en mí todo lo que sea activo,
mientras toda vision la lluvia esfuma,
y allá abajo la sima en que se suma
de la clepsidra el agua; y el archivo



Juan Ramón Jiménez

cancioncillas intelectuales la vez

-- de Juan Ramón Jiménez --

la vez
tú, lo grande, anda, descansa
en honor de lo pequeño;
que su mundo está en su hora
y tu hora es el universo.



Juan Ramón Jiménez

el ser uno

-- de Juan Ramón Jiménez --

Que nada me invada de fuera,
que sólo me escuche yo dentro.
Yo dios
de mi pecho.
(Yo todo: poniente y aurora;
amor, amistad, vida y sueño.
Yo solo
universo).
Pasad, no penséis en mi vida,
dejadme sumido y esbelto.
Yo uno
en mi centro.



Julia de Burgos

ya no es mío mi amor

-- de Julia de Burgos --

Si mi amor es así, como un torrente,
como un río crecido en plena tempestad,
como un lirio prendiendo raíces en el viento,
como una lluvia íntima,
sin nubes y sin mar...

Si mi amor es de agua,
¿por qué a rumbos inmóviles lo pretenden atar?

si mi amor rompe suelos,
disuelve la distancia como la claridad,
ataja mariposas al igual que luceros,
y cabalga horizontes como cruza un rosal...

Si el universo es átomo siguiéndome las alas,
¿por qué medirme el trino cuando rompe a cantar?

si mi amor ya no es mío,
es yo misma borrando las riberas del mar,
yo inevitablemente y fatalmente mía,
germinándome el alma en mis albas de paz...

Si mi amor ya no roza fronteras con mi espíritu,
¡qué canción sin su vida puede ser en mi faz?

¡si mi amor ya no es mío!
es tonada de espumas en los labios del mar...



Julia de Burgos

proa de mi velero de ansiedad

-- de Julia de Burgos --

¡si fuera todo mar,
para nunca salirme de tu senda!

¡si dios me hiciera viento,
para siempre encontrarme por tus velas!

¡si el universo acelerara el paso,
para romper los ecos de esta ausencia!

cuando regreses, rodará en mi rostro
la enternecida claridad que sueñas.
Para mirarte, amado,
en mis ojos hay público de estrellas.

Cuando me tomes, trémulo,
habrá lirios naciendo por mi tierra,
y algún niño dormido de caricia
en cada nido azul que te detenga.

Nuestras almas, como ávidas gaviotas,
se tenderán al viento de la entrega,
y yo, fuente de olas, te haré cósmico...
¡Hay tanto mar nadando en mis estrellas!

recogeremos albas infinitas,
las que duermen al astro en la palmera,
las que prenden el trino en las alondras
y levantan el sueño de las selvas.

En cada alba desharemos juntos
este poema exaltado de la espera,
y detendremos de emoción al mundo
al regalo nupcial de auroras nuestras.



Julio Zaldumbide Gangotena

A las flores (Zaldumbide)

-- de Julio Zaldumbide Gangotena --

Prole gentil del céfiro y la aurora,
nacida con el don de la belleza;
gracias con que la gran naturaleza
ríe, y su augusta majestad decora.

La luz del sol, que el universo dora,
no tanto de su frente en la grandeza,
cuanto en vosotras linda se adereza,
y con matiz más gayo se colora.

En el campo del éter las estrellas
son flores celestiales, y en el suelo
vosotras sois estrellas de colores.

Tan puras sois, en fin, al par que bellas,
que pienso que del mundo el claro cielo
no tiene cosas más... Que almas y flores.



Esteban Echeverría

serenata

-- de Esteban Echeverría --

Al bien que idolatro busco
desvelado noche y día,
y la esperanza me lleva
tras su imagen fugitiva,
prometiéndome engañosa
felicidades y dichas:
ángel tutelar que guardas
su feliz sueño, decidla
las amorosas endechas
lo que mi guitarra suspira.

Sobre el universo en calma
reina la noche sombría,
y las estrellas flamantes
en el firmamento brillan:
todo reposa en la tierra
sólo vela el alma mía.
Ángel tutelar que guardas
su feliz sueño, decidla,
las amorosas endechas
que mi guitarra suspira.

Como el ciervo enamorado
busca la cierva querida,
que de sus halagos huye
desapiadada y esquiva;
así yo corro afanoso
en pos del bien de mi vida.
Ángel tutelar que guardas
su feliz sueño, decidla,
las amorosas endechas.

El contento me robaste
con tu encantadora vista,
y sin quererlo te hiciste
de un inocente homicida:
vuélvele la paz al menos
con tu halagüeña sonrisa.
Ángel tutelar que guardas
su feliz sueño, decidla,
las amorosas endechas
que mi guitarra suspira.

Vii



Federico García Lorca

El diamante

-- de Federico García Lorca --

El diamante de una estrella
Ha rayado el hondo cielo,
Pájaro de luz que quiere
Escapar del universo
Y huye del enorme nido
Donde estaba prisionero
Sin saber que lleva atada
Una cadena en el cuello.

Cazadores extrahumanos
Están cazando luceros,
Cisnes de plata maciza
En el agua del silencio.

Los chopos niños recitan
La cartilla. Es el maestro
Un chopo antiguo que mueve
Tranquilo sus brazos viejos.

Ahora en el monte lejano
jugarán todos los muertos
a la baraja. ¡Es tan triste
la vida en el cementerio!

¡Rana, empieza tu cantar!
¡Grillo, sal de tu agujero!
Haced un bosque sonoro
Con vuestras flautas. Yo vuelo
Hacia mi casa intranquilo.

Se agitan en mi recuerdo
Dos palomas campesinas
Y en el horizonte, lejos,
Se hunde el arcaduz del día.
¡Terrible noria del tiempo!



Francisco Sosa Escalante

Al amor (Sosa Escalante)

-- de Francisco Sosa Escalante --

Amor, inmenso amor, amor sublime
Que santo y puro el universo llenas;
Dulce amor que á las almas enajenas,
Amor que al mismo criminal redime:

Llena mi corazón; tu huella imprime
En él, borrando las amargas penas;
De grato bienestar y horas serenas
¿Por qué me niegas las delicias, díme?

Fuente es mi pecho de sin par ternura,
En la virtud de la beldad yo creo,
Y culto le consagro á la hermosura.

Amor, inmenso amor, no es devaneo
Mi férvida ambición; tu llama pura
Es la que aviva mi febril deseo.



Francisco Sosa Escalante

La caza (Sosa Escalante)

-- de Francisco Sosa Escalante --

¡Cuán alegre y feliz sobre la rama
De roble erguido que respeta el viento,
Gozosa lanza su amoroso acento
Canora el ave que á su dueño llama!

En tanto fiero el hombre que proclama
Ser rey del Universo, y es portento
De bondad y saber y sentimiento,
A quien la sacra inspiración inflama,

Siente envidia tal vez de un sér dichoso,
Su trino placentero le lastima
Y le recuerda de su amor la suerte.

Prepara el arma, y luego, cauteloso,
Oculto entre las hojas, se aproxima
Y al ave encantadora da la muerte.



José Asunción Silva

La voz de las cosas

-- de José Asunción Silva --

¡Si os encerrara yo en mis estrofas,
frágiles cosas que sonreís,
pálido lirio que te deshojas,
rayo de luna sobre el tapiz
de húmedas flores, y verdes hojas
que al tibio soplo de Mayo abrís,
si os encerrara yo en mis estrofas
pálidas cosas que sonreís!

¡Si aprisionaros pudiera el verso,
fantasmas grises, cuando pasáis,
móviles formas del Universo,
sueños confusos, seres que os vais,
ósculo triste, suave y perverso
que entre las sombras al alma dais;
si aprisionaros pudiera el verso
fantasmas grises cuando pasáis!



José de Diego

fuerzas irresistibles

-- de José de Diego --

Cantando va la musa de la tierra,
cantando va la audaz locomotora,
que difunde, con voz atronadora,
todo el poder que el universo encierra,

si oscura masa el horizonte cierra,
sus entrañas graníticas perfora
y surge coronada y triunfadora
del corazón de la temblante sierra.

La idea es el vapor: vapor divino,
que invisible y potente, como el viento,
marcha seguro a su inmortal destino.

¿Quién osa detener su movimiento?
si se alza una montaña en su camino,
abre un túnel y pasa el pensamiento!



José Hierro

el buen momento alegría (1947)

-- de José Hierro --

Aquel momento que flota
nos toca con su misterio.
Tendremos siempre el presente
roto por aquel momento.
Toca la vida sus palmas
y tañe sus instrumentos.
Acaso encienda su música
sólo para que olvidemos.
Pero hay cosas que no mueren
y otras que nunca vivieron.
Y las hay que llenan todo
nuestro universo.
Y no es posible librarse
de su recuerdo.



Abate Marchena

La primavera

-- de Abate Marchena --

¿Ves, hermosa, la fuente que bullendo
el céfiro menea blandamente?
Amor la agita: mira su corriente
hacia el amado arroyo huir riendo.

Mira volar la abeja susurrante
en torno de las violas olorosas,
y su néctar le ofrecen amorosas,
zagala; que es la flor también amante.

¿No escuchas gorgear los ruiseñores,
de aguda flecha el tierno pecho heridos,
y en melodiosos trinos no aprendidos
explicar sus dulcísimos amores?

¿No ves las palomillas amorosas
exhalar sus arrullos inflamados?
¿Los pichones no ves enamorados
responder en querellas cariñosas?

Todo es amor; la alegre primavera,
al universo nueva vida dando,
naturaleza yerta va inflamando,
que Enero con su escarcha entorpeciera.

Y tú, por más que lo rehuyas dura,
has de rendir a Amor el cuello erguido,
que todo se avasalla ¡ay! a Cupido:
tal es la ley eterna de natura.



José Martí

dos patrias

-- de José Martí --

Dos patrias tengo yo: cuba y la noche.
¿O son una las dos? no bien retira
su majestad el sol, con largos velos
y un clavel en la mano, silenciosa
cuba cual viuda triste me aparece.
¡Yo sé cuál es ese clavel sangriento
que en la mano le tiembla! está vacío
mi pecho, destrozado está y vacío
en donde estaba el corazón. Ya es hora
de empezar a morir. La noche es buena
para decir adiós. La luz estorba
y la palabra humana. El universo
habla mejor que el hombre.
Cual bandera
que invita a batallar, la llama roja
de la vela flamea. Las ventanas
abro, ya estrecho en mí. Muda, rompiendo
las hojas del clavel, como una nube
que enturbia el cielo, cuba, viuda, pasa...



José Martí

copa con alas

-- de José Martí --

Una copa con alas: quién la ha visto
antes que yo? yo ayer la vi. Subía
con lenta majestad, como quien vierte
óleo sagrado: y a sus bordes dulces
mis regalados labios apretaba:
ni una gota siquiera, ni una gota
del bálsamo perdí que hubo en tu beso!
tu cabeza de negra cabellera
te acuerdas? con mi mano requería,
porque de mí tus labios generosos
no se apartaran. Blanda como el beso
que a ti me transfundía, era la suave
atmósfera en redor: la vida entera
sentí que a mí abrazándote, abrazaba!
perdí el mundo de vista, y sus ruidos
y su envidiosa y bárbara batalla!
una copa en los aires ascendía
y yo, en brazos no vistos reclinado
tras ella, asido de sus dulces bordes:
por el espacio azul me remontaba!
oh amor, oh inmenso, oh acabado artista:
en rueda o riel funde el herrero el hierro:
una flor o mujer o águila o ángel
en oro o plata el joyador cincela:
tú sólo, sólo tú, sabes el modo
de reducir el universo a un beso!



José Martí

noche de mayo

-- de José Martí --

Noche de mayo 1
con un astro la tierra se ilumina;
con el perfume de una flor se llenan
las ámbitos inmensos. Como vaga,
misteriosa envoltura, una luz tenue
naturaleza encubre,y una imagen
misma del linde en que se acaba brota
entre el humano batallar. ¡Silencio!
en el color, oscuridad! ¡enciende
el sol al pueblo bullicioso y brilla
la blanca luz de luna!en los ojos
la imagen va,porque si fuera buscan
del vaso herido la admirable esencia,
en haz de aromas a los ojos surge:
y si al peso del párpado obedecen,
¡como flor que al plegar las alas pliega
consigo su perfume, en el solemne
templo interior como lamento triste
la pálida figura se levanta!
divino oficio! el universo entero,
su forma sin perder, cobra la forma
de la mujer amada, y el esposo
ausente, el cielo póstumo adivina
por el casto dolor purificado.
José martí



José Martí

es rubia: el cabello suelto

-- de José Martí --

xvii
es rubia: el cabello suelto
da más luz al ojo moro:
voy, desde entonces, envuelto
en un torbellino de oro.
La abeja estival que zumba
más ágil por la flor nueva,
no dice, como antes, «tumba»:
«eva» dice: todo es «eva».
Bajo, en lo oscuro, al temido
raudal de la catarata:
¡y brilla el iris, tendido
sobre las hojas de plata!
miro, ceñudo, la agreste
pompa del monte irritado:
¡y en el alma azul celeste
brota un jacinto rosado!
voy, por el bosque, a paseo
a la laguna vecina:
y entre las ramas la veo,
y por el agua camina.
La serpiente del jardín
silba, escupe, y se resbala
por su agujero: el clarín
me tiende, trinando, el ala.
¡Arpa soy, salterio soy
donde vibra el universo:
vengo del sol, y al sol voy:
soy el amor: soy el verso!



José Martí

copa ciclópea

-- de José Martí --

Copa ciclópea
el sol alumbra: ya en los aires miro
la copa amarga: ya mis labios tiemblan,
no de temor, que prostituye,¡de ira!...
El universo, en las mañanas alza
medio dormido aún de un dulce sueño
en las manos la tierra perezosa,
copa inmortal, en donde
hierven al sol las fuerzas de la vida!
al niño triscador, al venturoso
de alma tibia y mediocre, a la fragante
mujer que con los ojos desmayados
abrirse ve en el aire extrañas rosas,
iris la tierra es, roto en colores,
raudal que juvenece y rueda limpio
por perfumado llano, y al retozo
y al desmayo después plácido brinda!
y para mí, porque a los hombres amo
y mi gusto y mi bien terco descuido,
la tierra melancólica aparece
sobre mi frente que la vida bate,
de lúgubre color inmenso yugo!
la frente encorvo, el cuello manso inclino
y, con los labios apretados,muero.



José Martí

pomona

-- de José Martí --

Pomona
¡oh ritmo de la carne, oh melodía,
oh licor vigorante, oh filtro dulce
de la hechicera forma! ¡no hay milagro
en el cuento de lázaro, si cristo
llevó a su tumba una mujer hermosa!
¿qué soyquién es, sinomemnón en donde
toda la luz del universo canta,
y cauce humilde en el que van revueltas,
las eternas corrientes de la vida?
iba, como arroyuelo que cansado
de regar plantas ásperas fenece,
y, de amor por el noble sol, transido,
a su fuego con gozo se evapora:
iba,cual jarra que el licor ligero
hinche, sacude, en el fermento rompe.
Y en silenciosos hilos abandona:
iba,cual gladiador que sin combate
del incólume escudo ampara el rostro
y el cuerpo rinde en la ignorada arena.
... ¡Y súbito,las fuerzas juveniles
de un nuevo mar, el pecho rebosante
hinchan y embargan,el cansado brío
arde otra vez,y puebla el aire sano
música suave y blando olor de mieles!
porque a mis ojos los brazos olorosos
en armónico gesto alzó pomona.



Blanca Andreu

así, en pretérito pluscuamperfecto y futuro absoluto

-- de Blanca Andreu --

Así, en pretérito pluscuamperfecto y futuro absoluto
voy hablando del trozo de universo que yo era,
de subcutáneas estrellas de sangre
cazadas por el ángel de la anemia
en el cielo arterial,
diciendo leucocitos del alba y río de linfa,
o bien de lo que quise:
el ligero mediterráneo,
la prohibición de envejecer,
la gavilla del sueño barbitúrico,
y sobre todo, sobre todas las cosas,
mozart anfetamínico preámbulo de pájaros,
mozart en ala y aeropuerto,
arco de violín príncipe o piloto: mozart el músico.



Clemente Althaus

A Méjico

-- de Clemente Althaus --

Desgraciada Nación, tan sólo rea
de ser menor en armas y pujanza,
en cuya reconquista hoy hace alianza
la codicia famélica europea:

no el universo sucumbir te vea,
cual res cobarde, sin blandir la lanza;
y, aunque del triunfo falte la esperanza,
entra en la cruda desigual pelea.

Cae a lo menos con honor y gloria,
y en el mayor conflicto nunca olvides
que es la lucha el deber, no la victoria;

mas, si defensa al patriotismo pides,
tal vez en ti renovará la Historia
de Salamina y Maratón las lides.



Clemente Althaus

Éxtasis (Althaus)

-- de Clemente Althaus --

Sobre el vasto universo adormecido
brilla en silencio la serena luna;
duerme la mar cual plácida laguna,
y suspenden las auras su gemido.

Todo calla en redor: ningún rüido
de la naturaleza, voz ninguna
de los dormidos hombres importuna,
en tanta paz, el solitario oído.

Y en la profunda misteriosa calma
de la tierra, del aire y océano,
el oído interior levanta el alma;

y poseída de ferviente anhelo,
oír espera algún rumor lejano
de la inefable música del cielo.



Ramón de Campoamor

El gran festín

-- de Ramón de Campoamor --

De un junco desprendido a una corriente
un gusano cayó,
y una trucha, saltando de repente,
voraz se lo tragó.
Un martín-pescador cogió a la trucha
con carnívoro afán;
y al pájaro después, tras fiera lucha,
lo apresó un gavilán.
Vengando esta cruel carnicería,
un diestro cazador
dio un tiro al gavilán que se comía
al martín-pescador.
Pero,¡ay!, al cazador desventurado
que al gavilán hirió,
por cazar sin licencia y en vedado,
un guarda le mató.
A otros nuevos gusanos dará vida
del muerto la hediondez,
para volver, la rueda concluida,
a empezar otra vez.
¿Y el amor? ¿Y la dicha? Los nacidos
¿no han de tener más fin
que el de ser comedores y comidos
del Universo en el atroz festín?...



Ricardo Gutiérrez

El cadáver

-- de Ricardo Gutiérrez --

Sí; todo es vanidad, todo es mentira,
todo es dolor en la existencia humana,
porque la vida de la tierra triste
no es más que el paso a la inmortalidad jornada.
¡Ay! del que al mundo
su dicha amarra...
El cadáver del hombre es el sudario
donde a la eternidad la vida pasa.

Sí; todo es ilusión, todo es delirio;
sólo es verdad la voz de la esperanza
con que en el corazón cada latido
a la esfera de Dios la vida llama.
Sólo es eterna,
eterna el alma:
el cadáver del hombre es el sudario
que a la inmortalidad la vida salva.

Allí ya para siempre, para siempre
unió el Señor mi alma con tu alma
que la existencia fúnebre del mundo
separó con estúpida muralla.
¿Qué es ya en la tierra
la angustia humana?
El cadáver del hombre es el sudario
donde la eternidad la vida pasa.

La luz celeste de la fe sublime
me alumbró el universo en tu mirada:
he visto a su fulgor la vida eterna;
me ha tocado el Señor con la esperanza.
¡Ah, y en mis ojos
no hay más lágrimas!...
¡Oh, pasajera muerte en la tierra,
cúbreme con la sombra de tus alas!



Roberto Juarroz

pienso que en este momento

-- de Roberto Juarroz --

Pienso que en este momento
tal vez nadie en el universo piensa en mí,
que solo yo me pienso,
y si ahora muriese,
nadie, ni yo, me pensaría.
Y aquí empieza el abismo,
como cuando me duermo.
Soy mi propio sostén y me lo quito.
Contribuyo a tapizar de ausencia todo.
Tal vez sea por esto
que pensar en un hombre
se parece a salvarlo.



Rubén Darío

Ama tu ritmo

-- de Rubén Darío --

Ama tu ritmo y ritma tus acciones

bajo tu ley, así como tus versos;

eres un universo de universos

y tu alma una fuente de canciones.

La celeste unidad que presupones

hará brotar en ti mundos diversos,

y al resonar tus números dispersos

pitagoriza en tus constelaciones.

Escucha la retórica divina

del pájaro, del aire y la nocturna

irradiación geométrica adivina;

mata la indiferencia taciturna

y engarza perla y perla cristalina

en donde la verdad vuelca su urna.



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Ariiba