Buscar Poemas con Tumulto


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Se han encontrado 15 poemas con la palabra tumulto

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Luis Muñoz Rivera

minha terra

-- de Luis Muñoz Rivera --

Borinquen, pobre cautiva
del mar que sus costas bate;
garza dormida entre brumas
como en lecho de azahares,
no vio nunca en sus collados
el humo de los combates,
ni el somatén en sus villas,
ni el tumulto en sus ciudades.

Borinquen, la pobre tierra
de las angustias tenaces,
de las danzas gemidores,
y de los tristes cantares,
no vengó, loca de furia
como una virgen salvaje
las equimosis del látigo,
las cicatrices del sable.

Borinquen tiene en su escudo
un peñasco entre dos mares
y un cordero solitario
con un pálido estandarte.

Símbolo fiel de su historia
que, a través de las edades,
no escribió jamás en rojas
tintas el nombre de un mártir.

Borinquen, la cenicienta,
no puede romper su cárcel,
porque faltan, ¡vive cristo!,
mucho nervio en su carácter,
mucho plomo en sus colinas
y mucho acero en sus valles,
porque en sus campos no hay pueblo;
porque en sus venas no hay sangre.

Poema minha terra de Luis Muñoz Rivera con fondo de libro

Lupercio Leonardo de Argensola

Al sueño (Argensola)

-- de Lupercio Leonardo de Argensola --

Imagen espantosa de la muerte,
sueño cruel, no turbes más mi pecho,
mostrándome cortado el nudo estrecho,
consuelo solo de mi adversa suerte.

Busca de algún tirano el muro fuerte,
de jaspe las paredes, de oro el techo,
o el rico avaro en el angosto lecho
haz que temblando con sudor despierte.

El uno vea popular tumulto
romper con furia las herradas puertas,
o al sobornado siervo el hierro oculto;

el otro, sus riquezas descubiertas
con llave falsa o con violento insulto:
y déxale al amor sus glorias ciertas.

Poema Al sueño (Argensola) de Lupercio Leonardo de Argensola con fondo de libro

Emilio Bobadilla

El verdadero héroe

-- de Emilio Bobadilla --

No es la muerte, el dolor es lo que aflige,
lo que al sueño a plegar el ala obliga;
quien entre sirtes nuestra nave rige
y al más osado paladín fatiga.

La muerte es el silencio y el reposo:
ni dignidad, ni cólera, ni amores;
hedor que se transforma en oloroso
brotar de nuevas y encendidas flores.

No es héroe el que en la ardiente batahola
del tumulto, sangrando por la herida,
el pabellón patriótico tremola;

no el que muere en los campos de batalla:
es el que sufre de una adversa vida
tristezas sin consuelo y se las calla...

Poema El verdadero héroe de Emilio Bobadilla con fondo de libro

Emilio Bobadilla

Presentimiento (Bobadilla)

-- de Emilio Bobadilla --

Derecho, dignidad y patria unidos,
con la tudesca máquina acabaron
y rotos —¡ellos rotos!— y vencidos
¡piedad casi de hinojos imploraron!

Y las águilas, ebrias de jactancias,
se desplomaron en su raudo vuelo.
¿Qué se hicieron las viejas arrogancias?
¡Con estrépito vino todo al suelo!

El Kaiser huye y busca un escondite
temiendo —es el que vence quien legisla—
las justas represalias del desquite...

¡Y acaso al verse en su destierro a solas,
presienta el aislamiento de una isla
perdida entre el tumulto de las olas...!



Ernesto Noboa y Caamaño

Vox Clamans

-- de Ernesto Noboa y Caamaño --

Oigo en la sombra, a veces, una voz que me advierte:
Poeta, entre tus ruinas, yérguete vencedor:
deja la flauta débil de tu canción inerte,
y alza el himno a la vida, al orgullo, al vigor.

Acalla tu secreto, sé fuerte con la muerte,
Y oigo otra voz que clama: fuerte como el amor.
(En mi conciencia íntima no sé cuál es más fuerte,
si el gesto de la vida o el gesto destructor).

De súbito, en tumulto, cual luminosas teas,
en el cerebro atónito se encienden las ideas,
mas, cuando de su foco, como de ardiente pira,

va a levantar las notas del vigoroso canto,
como una flauta débil el corazón suspira;
y la canción se trueca por un raudal de llanto.



Vicente Huidobro

Contacto externo

-- de Vicente Huidobro --

Mis ojos de plaza pública
Mis ojos de silencio y de desierto
El dulce tumulto interno
La soledad que se despierta
Cuando el perfume se separa de las flores y emprende el viaje
Y el río del alma largo largo
Que no dice más ni tiempo ni espacio

Un día vendrá ha venido ya
La selva forma una sustancia prodigiosa
La luna tose
El mar desciende de su coche
Un jour viendra est déjà venu
Y Yo no digo más ni primavera ni invierno

Hay que saltar del corazón al mundo
Hay que construir un poco de infinito para el hombre



Antonio Machado

La plaza y los naranjos encendidos

-- de Antonio Machado --

La plaza y los naranjos encendidos
con sus frutas redondas y risueñas.
Tumulto de pequeños colegiales
que, al salir en desorden de la escuela,
llenan el aire de la plaza en sombra
con la algazara de sus voces nuevas.
¡Alegría infantil en los rincones
de las ciudades muertas!...
¡Y algo nuestro de ayer, que todavía
vemos vagar por estas calles viejas!



Julio Flórez

De viaje

-- de Julio Flórez --

Poem

Siempre aturdido entre el tumulto ignaro voy con mi carga de dolor a cuestas, olas salvando y empinadas crestas en tierra, sin bordón, y en mar sin faro.

Aquí y en todas partes sin amparo, con los labios repletos de protestas, tras horas desoladas y funestas, a bajar la pendiente me preparo.

Ruinas no más, desolación y luto dejo en mi senda lúgubre; a mi vista se abre la eternidad y no me inmuto.

¡Sólo seguir viviendo me contrista, pues tengo para el último minuto el alma pronta y la materia lista!



Federico García Lorca

gacela de la muerte oscura

-- de Federico García Lorca --

Quiero dormir el sueño de las manzanas,
alejarme del tumulto de los cementerios.
Quiero dormir el sueño de aquel niño
que quería cortarse el corazón en alta mar.
No quiero que me repitan que los muertos no pierden la sangre:
que la boca podrida sigue pidiendo agua.
No quiero enterarme de los martirios que da la hierba,
ni de la luna con boca de serpiente
que trabaja antes del amanecer.
Quiero dormir un rato,
un rato, un minuto, un siglo;
pero que todos sepan que no he muerto;
que haya un establo de oro en mis labios;
que soy un pequeño amigo del viento oeste;
que soy la sombra inmensa de mis lágrimas.
Cúbreme por la aurora con un velo,
porque me arrojará puñados de hormigas,
y moja con agua dura mis zapatos
para que resbale la pinza de su alacrán.
Porque quiero dormir el sueño de las manzanas
para aprender un llanto que me limpie de tierra;
porque quiero vivir con aquel niño oscuro
que quería cortarse el corazón en alta mar.
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Federico García Lorca

Adam

-- de Federico García Lorca --

Árbol de Sangre riega la mañana
por donde gime la recién parida.
Su voz deja cristales en la herida
y un gráfico de hueso en la ventana.

Mientras la luz que viene fija y gana
blancas metas de fábula que olvida
el tumulto de venas en la huida
hacia el turbio frescor de la manzana,

Adam sueña en la fiebre de la arcilla
un niño que se acerca galopando
por el doble latir de su mejilla.

Pero otro Adán oscuro está soñando
neutra luna de piedra sin semilla
donde el niño de luz se irá quemando.



Fernando de Herrera

Hondo Ponto, que bramas atronado

-- de Fernando de Herrera --

Hondo Ponto, que bramas atronado
con tumulto y terror, del turbio seno
saca el rostro de torpe miedo lleno,
mira tu campo arder ensangrentado,

y junto en este cerco y encontrado
todo el cristiano esfuerzo y sarraceno,
y cubierto de humo y fuego y trueno,
huir temblando el impío quebrantado.

Con profundo murmullo la victoria
mayor celebra, que jamás vio el cielo
y más dudosa y singular hazaña,

y di que sólo mereció la gloria,
que tanto nombre da a tu sacro suelo,
el joven de Austria y el valor de España.



José Martí

sólo el afán...

-- de José Martí --

Sólo el afán...
Sólo el afán de un náufrago podría,
compararse a mi afán:
lejos el cielo y hondo el mar;
a un alma sin amor, que en el tumulto
de rostro en rostro, por su tarda amante
en vano inquiere, y lívida jadea:
¡yo sé, madres sin hijos, la tortura
de vuestro corazón! ¡yo sé del triste
sediento, y del hambriento, y del que lleva
un muerto en las entrañas! asgo el aire,
suplico en alta voz, desesperado
gimo, a la sorda sombra pido un beso:
de mí no sé. Me olvido. Me recoge
la desesperación: y entre los brazos
del hambre, a tanto el plato, me despierto!
yo sé que de las rosas
holladas al morir brota un gemido:
yo he visto el alma pálida que surge
de la yerba que troncha el casco duro
cual lágrima con alas: yo padezco
de aquel dolor del agua cristalina
que el sol ardiente desdeñoso seca.
Sé de mis náuseas mortales y el deseo
de vaciar de una vez el pecho ansioso,
como en la mesa el bebedor cansado
vuelca la copa del inútil vino.



Ramón María del Valle Inclán

rosa métrica

-- de Ramón María del Valle Inclán --

¡número celeste! ¡geometría dorada!
¡verso pitagórico! ¡clave de cristal!
¡canto de divina boca en llamarada!
¡verso del ardiente pentáculo astral!

las pomas dcl seno diana cinegética
timbra con tu ardiente alusión carnal,
divina promesa que enciende la estética
del fauno, rugiente de furia nupcial.

Con feliz congoja, con mítico insulto
panida, arrebatas mi sangre en tumulto,
áurea solfa del dorado facistol.

Rosa alejandrina, tu sentido oculto
promueve los ritmos heroicos del culto
apolíneo. ¡Rosa métrica del sol!



Roberto Juarroz

quién puede soportar cuatro velas

-- de Roberto Juarroz --

¿quién puede soportar cuatro velas
velando a una rosa?
¿quién puede soportar una mano
arrastrada por el río
cuando iba a alcanzar a otra mano?
¿quién puede soportar un temblor
en el rostro consagrado de un muerto?
¿quién puede soportar un tumulto
en el pozo de una noche sin dios?
¿quién puede soportar que algo termine
mientras todo lo demás continúa?
¿quién puede soportar el contrapunto
de esta música negra
y estos silencios blancos?
quien pueda soportar
que pase al frente.
¿Pero al frente de qué?



Rubén Darío

Marina

-- de Rubén Darío --

Mar armonioso,
mar maravilloso,
tu salada fragancia,
tus colores y músicas sonoras
me dan la sensación divina de mi infancia
en que suaves las horas
venían en un paso de danza reposada
a dejarme un ensueño o regalo de hada.

Mar armonioso,
mar maravilloso,
de arcadas de diamante que se rompen en vuelos
rítmicos que denuncian algún ímpetu oculto,
espejo de mis vagas ciudades de los cielos,
blanco y azul tumulto
de donde brota un canto
inextinguible,
mar paternal, mar santo,
mi alma siente la influencia de tu alma invisible.

Velas de los Colones
y velas de los Vascos,
hostigadas por odios de ciclones
ante la hostilidad de los peñascos;
o galeras de oro,
velas purpúreas de bajeles
que saludaron el mugir del toro
celeste, con Europa sobre el lomo
que salpicaba la revuelta espuma.
¡Magnífico y sonoro
se oye en las aguas como
un tropel de tropeles,
tropel de los tropeles de tritones!
Brazos salen de la onda, suenan vagas canciones,
brillan piedras preciosas,
mientras en las revueltas extensiones
Venus y el Sol hacen nacer mil rosas.



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