Buscar Poemas con Trote


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Se han encontrado 7 poemas con la palabra trote

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José Alonso y Trelles

Canta la noche

-- de José Alonso y Trelles --

Sobre la cabeza del lomiyo
Que luce en oro de su dueño el nombre,
Como cansáo de asujetar las riendas
Se apoya el brazo convidando al trote.
Obedece el overo,
Que sabe ya que al comenzar la noche,
La inquietú de su dueño se adormece
Como en agua e laguna el camalote,
Y, pisando a gatitas la gramiya,
Va saliendo del monte
Pa rumbiar por la costa e la cañada
Buscando un rancho al que da sombra un molle.
Duebla el jinete el poncho sobre el hombro,
Y pa que al viento su melena flote
Echa a la nuca el gacho y pára el oído,
Y se agacha pa ver el horizonte...
No se mueve ni un pasto; en la yanura
Ni el tero ni el chajá sienten el trote
Del overo que sabe, como su amo,
Que hay que juir de la luz y de los hombres...
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
En la puerta del rancho
A que da sombra un molle,
Una china hechicera espera a un gáucho,
Y un poema de amor canta la noche.

Poema Canta la noche de José Alonso y Trelles con fondo de libro

Jorge Guillén

estatua ecuestre

-- de Jorge Guillén --

Permanece el trote aquí,
entre su arranque y mi mano.
Bien ceñida queda así
su intención de ser lejano.
Porque voy en un corcel
a la maravilla fiel:
inmóvil con todo brío.
¡Y a fuerza de cuánta calma
tengo en bronce toda el alma,
clara en el cielo del frío!

Poema estatua ecuestre de Jorge Guillén con fondo de libro

César Vallejo

quiere y no quiere su color mi pecho

-- de César Vallejo --

Quiere y no quiere su color mi pecho,
por cuyas bruscas vías voy, lloro con palo,
trato de ser feliz, lloro en mi mano,
recuerdo, escribo
y remacho una lágrima en mi pómulo.
Quiere su rojo el mal, el bien su rojo enrojecido
por el hacha suspensa,
por el trote del ala a pie volando,
y no quiere y sensiblemente
no quiere aquesto el hombre;
no quiere estar en su alma
acostado, en la sien latidos de asta,
el bimano, el muy bruto, el muy filósofo.
Así, casi no soy, me vengo abajo
desde el arado en que socorro a mi alma
y casi, en proporción, casi enaltézcome.
Que saber por qué tiene la vida este perrazo,
por qué lloro, por qué,
cejón, inhábil, veleidoso, hube nacido
gritando;
saberlo, comprenderlo
al son de un alfabeto competente,
sería padecer por un ingrato.
¡Y no! ¡no! ¡no! ¡qué ardid, niparamento!
congoja, sí, con sí firme y frenético,
coriáceo, rapaz, quiere y no quiere, cielo y pájaro;
congoja, sí, con toda la bragueta.
Contienda entre dos llantos, robo de una sola ventura,
vía indolora en que padezco en chanclos
de la velocidad de andar a ciegas.

Poema quiere y no quiere su color mi pecho de César Vallejo con fondo de libro

César Vallejo

¿qué me da, que me azoto con la línea

-- de César Vallejo --

¿qué me da, que me azoto con la línea
y creo que me sigue, al trote, el punto?
¿qué me da, que me he puesto
en los hombros un huevo en vez de un manto?
¿qué me ha dado, que vivo?
¿qué me ha dado, que muero?
¿qué me da, que tengo ojos?
¿qué me da, que tengo alma?
¿qué me da, que se acaba en mí mi prójimo
y empieza en mi carrillo el rol del viento?
¿qué me ha dado, que cuento mis dos lágrimas,
sollozo tierra y cuelgo el horizonte?
¿qué me ha dado, que lloro de no poder llorar
y río de lo poco que he reído?
¿qué me da, que ni vivo ni muero?



Medardo Ángel Silva

Voces en la sombra

-- de Medardo Ángel Silva --

Está en el bosque, sonrosada,
la luna de la madrugada.

El negro bosque rememora
lo que miró desde la aurora:

Se recuerda, temblando, una hoja
del lobo y Caperuzita Roja;
del aúreo son del olifante
del Rey de barbas de diamante
habla la eufónica espesura
donde claro eso perdura;
cuenta el césped que fuera alfombra
al paso de una leve sombra,
y al ligero trote lascivo
del dios de las patas de chivo,,,

De una polífona armonía
se puebla la selva sombría...

Mas cuando dice una voz: "Ella,
la Diosa, el Ídolo ha pasado..."
Pensando en su blancor de estrella
el negro bosque se ha callado...



Miguel Unamuno

Irresignación

-- de Miguel Unamuno --

No me resignaré, no, que mi lote
bregar es sin espera de victoria
y sucumbir en busca de la gloria
de palizas cual las de Don Quijote.

Mientras mi terco anhelo no se agote
defenderé aun la absurda, la ilusoria
creencia que da vida, y no á la noria
del saber triste con esclavo trote



Clemente Althaus

Cuadros

-- de Clemente Althaus --

¿Visteis, cuando el temblor con improvisa
fuerza se siente al despuntar el alba,
que, como puede cada cual se salva,
sin que a nada lugar le dé la prisa?

Saliendo sin zapatos y en camisa,
flacas piernas mostrando y lucía calva,
hacen Crispín y su mujer Grijalva
que en medio del terror nazca la risa.

¡Cuánto oculto galán más que de trote
con la infamada joven sale fuera,
sin temor de que el público lo note!

Y hasta se ve salir ¡quién lo creyera!
a todo un venerable sacerdote
¡de la impura mansión de una ramera!



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