Buscar Poemas con Triunfos


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Se han encontrado 22 poemas con la palabra triunfos

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Lope de Vega

Cuando del mundo universal las llaves

-- de Lope de Vega --

Cuando del mundo universal las llaves
tuviste, y sus cabezas humilladas,
rendido Mitridates, y alcanzadas
tantas victorias, y tres triunfos graves,

¿quién dijera, oh Pompeyo, que (las naves
en las peñas del Nilo quebrantadas)
quemaran tus reliquias, arrojadas
a los peces, y dellos a las aves?

Y a ti, César dichoso, que en Farsalia
por la toga trocaste el blanco acero,
todos los enemigos sosegados,

¿quién te dijera, gobernando a Italia,
tu amargo fin, a no saber primero
que no se pueden resistir los hados?

Poema Cuando del mundo universal las llaves de Lope de Vega con fondo de libro

Lope de Vega

Cubran tus aguas, Betis caudaloso

-- de Lope de Vega --

Cubran tus aguas, Betis caudaloso,
las galeras de Italia y españolas,
de Sevilla a Triana formen solas,
por una y otra margen, puente hermoso.

Las naves indias, con metal precioso
más hinchadas que de aire sus ventolas,
tu pecho opriman libre de las olas
del mar, en la Bermuda riguroso.

Apenas des lugar para los barcos,
y, en el mejor, Lucinda, sin memoria,
honre tus fiestas con igual presencia.

Diviértase en tus salvas, triunfos y arcos,
mientras que tengo yo por mayor gloria
peñas del Tajo, y soledad de ausencia.

Poema Cubran tus aguas, Betis caudaloso de Lope de Vega con fondo de libro

Lope de Vega

Halló Baco la parra provechosa

-- de Lope de Vega --

Halló Baco la parra provechosa,
Ceres el trigo, Glauco el hierro duro,
los de Lidia el dinero mal seguro,
Casio la estatua en ocasión famosa,

Apis la medicina provechosa,
Marte las armas y Nemrot el muro,
Scitia el cristal, Galacia el ámbar puro,
y Polignoto la pintura hermosa.

Triunfos Libero, anillos Prometeo,
Alejandro papel, llaves Teodoro,
Radamanto la ley, Roma el gobierno,

Palas vestidos, carros Ericteo,
la plata halló Mercurio, Cadmo el oro,
Amor el fuego y celos el infierno.

Poema Halló Baco la parra provechosa de Lope de Vega con fondo de libro

Lope de Vega

Soberbias torres, altos edificios

-- de Lope de Vega --

Soberbias torres, altos edificios,
que ya cubristes siete excelsos montes,
y agora en descubiertos horizontes
apenas de haber sido dais indicios;

griegos liceos, célebres hospicios
de Plutarcos, Platones, Jenofontes,
teatro que lidió rinocerontes,
olimpias, lustros, baños, sacrificios;

¿qué fuerzas deshicieron peregrinas
la mayor pompa de la gloria humana,
imperios, triunfos, armas y dotrinas?

¡Oh gran consuelo a mi esperanza vana,
que el tiempo que os volvió breves rüinas
no es mucho que acabase mi sotana!



Emilio Bobadilla

¡Al fin!

-- de Emilio Bobadilla --

¡Al fin tu sueño se realiza, Francia:
vuelven a ti la Alsacia y la Lorena,
vencida del tudesco la arrogancia!
¡Patriótico entusiasmo tu alma llena!

¡Cuánto luchar y cuánto sacrificio
y cada vez más lejos la quimera!
Y hoy, rota en sol, aromas y bullicio,
te prodiga sus dones primavera.

Tierra de amor lascivo y poesía
—tu cielo dulce y plañidero canta
de las cosas la irónica elegía—

tus triunfos saborea, aunque te atriste
tanto luto: en el Rhin tienes la planta,
¡tú que la planta del teutón sufriste!



Pedro Calderón de la Barca

Hermosura

-- de Pedro Calderón de la Barca --

Viendo estoy mi beldad hermosa y pura;
ni al rey envidio, ni sus triunfos quiero,
pues más imperio ilustre considero
que es el que mi belleza me asegura.

Porque si el rey avasallar procura
las vidas, yo, las almas, luego infiero
con causa que mi imperio es el primero,
pues que reina en las almas la hermosura.

Pequeño mundo la filosofía
llamó la hombre; sin en él mi imperio fundo,
como el cielo lo tiene, como el suelo,

bien puede presumir la deidad mía
que al que al hombre llamó pequeño mundo,
llamará a la mujer pequeño cielo.



Pedro Salinas

afán

-- de Pedro Salinas --

No, no me basta, no.
Ni ese azul en delirio
celeste sobre mí,
cúspide de lo azul.
Ni esa reiteración
cantante de la ola,
espumas afirmando,
síes, síes sin fin.
Ni tantos irisados
primeros de las nubes
ópalo, blanco y rosa,
tan cansadas de cielo
que duermen en las conchas.
No, no me bastan, no.
Colmo, tensión extrema,
suma de la belleza
el mundo, ya no más.
Y yo más.
Más azul que el azul
alto. Más afirmar
amor, querer, que el sí
y el sí y el sí.
La tarde, ya en el límite
de dar, de ser,
agota sus reservas:
gozos, colores, triunfos;
me descubre los fondos
de mares y de glorias,
se estira, vibra, tiembla,
no puede más.
Lo sé, se va a romper
si yo le grito esto
que ya le estoy gritando
irremisiblemente
a golpes:
«tú, ya no más; yo, más.»



Rafael María Baralt

A Simón Bolívar (1)

-- de Rafael María Baralt --

Él fue quien fulminando el hierro insano
recorrió de Colón el ancho mundo,
dejando en pos de sí surco profundo,
de gloria y triunfos su potente mano.

Truena su voz del uno al otro océano
y libertad en manantial fecundo
brotó la tierra que secó iracundo
el hado injusto del valiente hispano.

Cinco naciones, que formó su espada,
sacra aureola de perpetua lumbre
a la radiante frente le ciñeron.

Y al ver la antigua afrenta ya vengada
de los soberbios Andes en la cumbre
las sombras de los incas sonrieron.



Gabriel Celaya

consejo mortal

-- de Gabriel Celaya --

Levanta tu edificio. Planta un árbol.
Combate si eres joven. Y haz el amor, ¡ah, siempre!
mas no olvides al fin construir con tus triunfos
lo que más necesitas: una tumba, un refugio.
Gabriel celaya



Gutierre de Cetina

al monte donde fue cartago

-- de Gutierre de Cetina --

Excelso monte do el romano estrago
eterna mostrará vuestra memoria;
soberbios edificios do la gloria
aún resplandece de la gran cartago;
desierta playa, que apacible lago
lleno fuiste de triunfos y victoria;
despedazados mármoles, historia
en quien se ve cuál es del mundo el pago;
arcos, anfiteatros, baños, templo,
que fuistes edificios celebrados
y agora apenas vemos las señales;
gran remedio a mi mal es vuestro ejemplo:
que si del tiempo fuistes derribados,
el tiempo derribar podrá mis males.



Salvador Díaz Mirón

in hoc signo...(canción para mi hija rosa)

-- de Salvador Díaz Mirón --

Cautivo un gorrión estaba,
y de un astro se prendó;
y en su música decía:
llegue a ti mi dulce voz.

Por azar, o por astucia,
el pajarillo escapó;
y al cielo se fue trinando
alas tengo y libre soy.

Y el ave a la rica estrella
pudo subir, y cantó:
ni cadenas ni distancias
vedan triunfos al amor.



Salvador Díaz Mirón

In hoc signo

-- de Salvador Díaz Mirón --

Cautivo un gorrión estaba,
Y de un astro se prendó;
Y en su música decía:
"Llegue a ti mi dulce voz."

Por azar, o por astucia,
El pajarillo escapó;
Y al cielo se fue trinando
"Alas tengo y libre soy."

Y el ave a la rica estrella
Pudo subir, y cantó:
"Ni cadenas ni distancias
vedan triunfos al amor."



Santiago Montobbio

mujer de poeta (mascarilla)

-- de Santiago Montobbio --

Mujer de poeta (mascarilla)
para la verdadera dignidad la sociedad no tiene asiento;
pero eso se comprueba luego, y así primero fueron
los inexistentes triunfos pequeños, el manso ruido
de la colaboración diaria, esperanzadoras señales todasdel inicio
de una tan gloriosa como inevitable carrera literaria que nacía
de un extraño entusiasmo por las cosas
y también de las mordidas
lagunas de la sombra. Y aunque nunca
entendiste esas cosas con exceso
estuviste cerca, silenciosa columna
fuiste del sigilo y para navegar
por esas aguas de tu corazón
día a día hiciste pan muy blanco.
Pero para tu escondido quehacer diario
al cabo de los años resulta muy poco
y muy pobre el contrapeso del regalo aburrido
además de ocasional de algunos libros,
como recalentados ya los dedicados versos
y aún menos tolerable te parece el valor
de unos pretendidamente dolorosos
insomnios a destiempo. Y así dichoso,
de verdad dichoso será el día
en que comprendas todo eso y te decidas
a dejar ya para siempre abandonado
a tan miserable y estúpido sujeto.



Vicente García de la Huerta

Reflexiones amantes

-- de Vicente García de la Huerta --

Si nadie puede verte sin amarte,
dulce bien mío, y nadie puede verte
sin que le abrase con rigor de muerte
ardentísimas ansias de agradarte;

quien logra tan de cerca contemplarte, 5
y tanto como yo sabe quererte,
difícil es que a contenerse acierte
en los límites sólo de mirarte.

Abrásome a tu vista, dueño mío,
pretendo triunfos, pero al conocerte
repugnante, desisto en mis trofeos;

que a mi ciego furioso desvarío
refrena más el miedo de ofenderte,
que le mueve el tropel de mis deseos.



Miguel Hernández

rosario, dinamitera

-- de Miguel Hernández --

Rosario, dinamitera,
sobre tu mano bonita
celaba la dinamita
sus atributos de fiera.
Nadie al mirarla creyera
que había en su corazón
una desesperación,
de cristales, de metralla
ansiosa de una batalla,
sedienta de una explosión.
Era tu mano derecha,
capaz de fundir leones,
la flor de las municiones
y el anhelo de la mecha.
Rosario, buena cosecha,
alta como un campanario
sembrabas al adversario
de dinamita furiosa
y era tu mano una rosa
enfurecida, rosario.
Buitrago ha sido testigo
de la condición de rayo
de las hazañas que callo
y de la mano que digo.
¡Bien conoció el enemigo
la mano de esta doncella,
que hoy no es mano porque de ella,
que ni un solo dedo agita,
se prendó la dinamita
y la convirtió en estrella!
rosario, dinamitera,
puedes ser varón y eres
la nata de las mujeres,
la espuma de la trinchera.
Digna como una bandera
de triunfos y resplandores,
dinamiteros pastores,
vedla agitando su aliento
y dad las bombas al viento
del alma de los traidores.



Miguel Unamuno

Frente a Orduña

-- de Miguel Unamuno --

Al trasponer tus peñas, vieja Orduña,
sobre el fresco verdor de los maïces
los amarillos trigos que raïces
prenden en la llanada de la Armuña

llenaban mi memoria, la que acuña
los pasos venturosos é infelices
y que al igual de triunfos los deslices
del corazón con avaricia empuña.



Evaristo Carriego

El guapo

-- de Evaristo Carriego --

El barrio le admira. Cultor del coraje,
conquistó, a la larga renombre de osado;
se impuso en cien riñas entre el compadraje
y de las prisiones salió consagrado.

Conoce sus triunfos y ni aun le inquieta
la gloria de otros, de muchos temida,
pues todo el Palermo de acción le respeta
y acata su fama, jamás desmentida.

Le cruzan el rostro, de estigmas violentos,
hondas cicatrices, y quizás le halaga
llevar imborrables adornos sangrientos:
caprichos de hëmbra que tuvo la daga.

La esquina o el patio, de alegres reuniones,
le oye contar hechos, que nadie le niega:
¡con una guitarra de altivas canciones
él es Juan Moreira, y él es Santos Vega!



Francisco de Quevedo

parnaso español 25

-- de Francisco de Quevedo --

Próvida dio campania al gran pompeo
piadosas, si molestas, calenturas;
la salud le abundó de desventuras
y le usurpó a sus glorias el trofeo.
¿Quién podrá disculpar nuestro deseo
si en el cerco del sol camina a oscuras?
sobráranle en campania sepulturas;
fáltanle de su muerte en el rodeo.
Si mario la alma espléndida exhalara,
opima con los triunfos de la guerra,
lagos, destierro y cárcel ignorara.
Mucha tiniebla y grande noche cierra
cuanto destina el hombre, y todo para
en pretendida muerte y poca tierra.



Francisco de Quevedo

parnaso español 29

-- de Francisco de Quevedo --

Si de un delito propio es precio lido
la horca, y en menandro la dilema,
¿quién pretendes, ¡oh júpiter!, que tema
el rayo a las maldades prometido?
cuando fueras un pobre endurecido,
y no del cielo majestad suprema,
gritaras, tronco, a la injusticia extrema,
y, dios de mármol, dieras un gemido.
Sacrilegios pequeños se castigan;
los grandes en los triunfos se coronan,
y tienen por blasón que se los digan.
Lido robó una choza, y le aprisionan;
menandro un reino, y su maldad obligan
con nuevas dignidades que le abonan.



Carlos Pellicer

los sonetos de zapotlán

-- de Carlos Pellicer --

i
a juan josé arreola
un amarillo estar de otoño al día.
Sus olvidadas comunicaciones
abrieron los antiguos corazones
que junio en otros junio exprimía.
Triunfos de corporal idolatría
desnudan sepulcrales posesiones.
Las perlas, amargadas, las acciones
atléticas, vejada fantasía.
¿En dónde estás, eterna primavera?
¿por qué perdí tu claridad ligera
y en flores amarillas te descubro?
y devorado por mi boca herida,
con las palabras que te digo cubro
la muerte más hermosa de mi vida.



Ramón María del Valle Inclán

rosa de mi abril

-- de Ramón María del Valle Inclán --

Fui por el mar de las sirenas
como antaño rudel de blaya,
y ellas me echaron las cadenas
sonoras de la ciencia gaya.

¡Divina tristeza, fragante
de amor y dolor! ¡dulce espina!
¡soneto que hace el estudiante
a los ojos de una vecina!

la vecina que en su ventana
suspiraba de amor. Aquella
dulce niña, que la manzana
ofrecía como una estrella.

¡Ojos cándidos y halagüeños,
boca perfumada dc risas,
alma blanca llena de sueños
como un jardín lleno de brisas!

era el abril, cuando la llama
de su laurel adolescente,
daba el sol como un oriflama,
en el navío de mi frente.

¡Clara mañana de estudiante
con tristezas de amor ungida,
y aquella furia de gigante
por llenar de triunfos la vida!

en mi pecho daba su canto
el ave azul de la quimera,
y me coronaba de acanto
una lírica primavera.

Ciego de azul, ebrio de aurora,
era el vértigo del abismo
en el grano de cada hora,
y era el horror del silogismo.

¡Clara mañana de mi historia
de amor, tu rosa deshojada,
en los limbos de mi memoria
perfuma una ermita dorada!



Rubén Darío

Autumnal

-- de Rubén Darío --

Marqués (como el Divino lo eres), te saludo.
Es el Otoño, y vengo de un Versalles doliente.
Había mucho frío y erraba vulgar gente.
El chorro de agua de Verlaine estaba mudo.

Me quedé pensativo ante un mármol desnudo,
cuando vi una paloma que pasó de repente,
y por caso de cerebración inconsciente
pensé en ti. Toda exégesis en este caso eludo.

Versalles otoñal; una paloma; un lindo
mármol; un vulgo errante, municipal y espeso;
anteriores lecturas de tus sutiles prosas;

la reciente impresión de tus triunfos... Prescindo
de más detalles para explicarte por eso
cómo, autumnal, te envió este ramo de rosas.

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