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Se han encontrado 28 poemas con la palabra trato

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Jaime Sabines

tu nombre

-- de Jaime Sabines --

Tu nombre
trato de escribir en la oscuridad tu nombre. Trato de escribir que te amo.Trato de decir a oscuras todo esto. No quiero que nadie se entere, quenadie me mire a las tres de la mañana paseando de un lado a otrode la estancia, loco, lleno de ti, enamorado. Iluminado, ciego, lleno deti, derramándote. Digo tu nombre con todo el silencio de la noche,lo grita mi corazón amordazado. Repito tu nombre, vuelvo a decirlo,lo digo incansablemente, y estoy seguro que habrá de amanecer.

Poema tu nombre de Jaime Sabines con fondo de libro

Góngora

A cierta dama que se dejaba vencer antes del interés que del gusto

-- de Góngora --

Mientras Corinto, en lágrimas deshecho,
la sangre de su pecho vierte en vano,
vende Lice a un decrépito indïano
por cien escudos la mitad del lecho.

¿Quién, pues, se maravilla deste hecho,
sabiendo que halla ya paso más llano,
la bolsa abierta, el rico pelicano,
que el pelícano pobre, abierto el pecho?

Interés, ojos de oro como gato,
y gato de doblones, no Amor ciego,
que leña y plumas gasta, cien arpones

le flechó de la aljaba de un talego.
¿Qué Tremecén no desmantela un trato,
arrimándole al trato cien cañones?

Poema A cierta dama que se dejaba vencer antes del interés que del gusto de Góngora con fondo de libro

Mario Benedetti

hagamos un trato

-- de Mario Benedetti --

Compañera usted sabe
puede contar conmigo
no hasta dos o hasta diez
sino contar conmigo
si alguna vez advierte
que a los ojos la miro
y una veta de amor
reconoce en los míos
no alerte sus fusiles
ni piense que deliro
a pesar de esa veta
de amor desprevenido
usted sabe que puede
contar conmigo
pero hagamos un trato
nada definitivo
yo quisiera contar
con usted es tan lindo
saber que usted existe
uno se siente vivo
quiero decir contar
hasta dos hasta cinco
no ya para que acuda
presurosa en mi auxilio
sino para saber
y así quedar tranquilo
que usted sabe que puede
contar conmigo

Poema hagamos un trato de Mario Benedetti con fondo de libro

Adelardo López de Ayala

A Carmela

-- de Adelardo López de Ayala --

¡Vengan hijos de ti, cuya ternura
se hará apacible del vivir la senda,
si luce en cada uno alguna prenda
de tantas como adornan tu hermosura!

Imiten los varones la bravura
con que al potro andaluz sueltas la rienda;
y enamore en las hembras y suspenda
tu dulce trato, tu virtud segura.

Mire el mundo sin fin reproducidas
tu faz hermosa, tus contornos bellos,
alma sencilla y corazón valiente:

y en tus nietos tus gracias esparcidas,
la edad futura te amará por ellos,
como por ti te adora la presente.



Adelardo López de Ayala

Insulto

-- de Adelardo López de Ayala --

Yo perdonara la traición artera,
huésped eterno de tu pecho ingrato,
si alguna vez en tu amoroso trato
me hubieses dicho una verdad siquiera.

¿Yo perdonarte, infame?... ¡Cuando adquiera
todos los bienes que te di insensato,
el ardor de mi cándido arrebato,
el noble arranque de mi edad primera!

¡Pido al cielo que, en cambio de tu calma,
te dé mi pena, y que tu pecho herido
llore con sangre la perdida palma!...

Mas ¡ay! en vano la venganza pido;
que estos males se sienten en el alma,
¡y tú, perversa, nunca la has tenido!



Adelardo López de Ayala

Campoamor (López de Ayala)

-- de Adelardo López de Ayala --

Tu bondad, tu trato ameno,
tu faz, tu ingenio florido,
Campoamor, son un veneno;
pues, siendo tan descreído,
no debieras ser tan bueno.

Hoy con tu ejemplo se ve
más válida la opinión
de que es fácil que se dé
la moral sin religión,
y la conciencia sin fe.

¡Hombre, no inspires amor!
Te lo ruego por Dios vivo...
¡Hazte malo, por favor;
pues no serás tan nocivo...
En siendo un poco peor!



Leandro Fernández de Moratín

inscripción para el sepulcro de d. francisco gregorio de salas

-- de Leandro Fernández de Moratín --

En esta venerada tumba, humilde,
yace salicio: el ánimo celeste,
roto el nudo mortal, descansa y goza
eterno galardón. Vivió en la tierra
pastor sencillo, de ambición remoto,
a el trato fácil y a la honesta risa,
y del pudor y la inocencia amigo.
Ni envidia conoció, ni orgullo insano,
su corazón, como su lengua puro.
Amaba la virtud, amó las selvas.
Diole su plectro, y de olorosas flores.
Guirnalda le ciñó, la que preside
al canto pastoril, divina euterpe.



Lope de Vega

si gasta el mar la endurecida roca

-- de Lope de Vega --

Si gasta el mar la endurecida roca
con el curso del agua tierna y blanda,
si el español, que entre los indios anda,
con largo trato a su amistad provoca;
si al ruego el áspid la fiereza apoca,
si el fuego al hierro la fiereza ablanda,
no yerra amor, cuando esperar le manda
un imposible a mi esperanza loca.
Que el tiempo que las rocas enternece,
indios, áspides, hierros, bien podría
sirviendo, amando cuanto amor concede,
por más que mi desdicha os endurece,
señora, enterneceros algún día,
que un inmortal amor todo lo puede.



Lope de Vega

La blanca en el valor, venida a España

-- de Lope de Vega --

La blanca en el valor, venida a España,
y en Francia y en el mundo, más preciosa,
vertiendo hielo marchitó la rosa
de las mejillas que llorando baña.

Del fuerte Pedro, armado en la campaña,
vencido de otro amor, está quejosa,
y aunque no la de oír con voz piadosa,
movió la lengua propia en lengua extraña:

«Amor, sangre conforme, estrella, trato,
faltando todo en mí, pudo hallar modo
que amase, y me olvidase Pedro ingrato».

«Amo, aborrece; pido, niega en todo;
su sombra adoro, y huye mi retrato;
yo tierna, él fuerte; yo francesa, él godo».



Manuel del Palacio

Reseña política

-- de Manuel del Palacio --

Se hace en Francia demócrata el Imperio;
El Czar de Rusia hácia el progreso avanza;
Da Prusia del desarme la esperanza;
Entra en Italia un nuevo ministerio;

De Dalmacia el motin se pone sério;
Contra los turcos el Egipto avanza;
Empieza en Roma ya la contradanza,
y viene de Austria olor á cementerio.

Inglaterra prosigue con sus líos;
Brasil y Paraguay se dan mal trato;
Del fiero portugués crecen los bríos;

Buscan los españoles candidato...
Lo cual quiere decir, lectores mios,
Que estamos como tres en un zapato.



Jaime Sabines

igual que los cangrejos...

-- de Jaime Sabines --

Igual que los cangrejos heridos
que dejan sus propias tenazas sobre la arena,
así me desprendo de mis deseos,
muerdo y corto mis brazos,
podo mis días,
derribo mi esperanza,
me arruino.
Estoy a punto de llorar.

¿En dónde me perdí, en qué momento
vine a habitar mi casa,
tan parecido a mí que hasta mis hijos me toman por su
padre
y mi mujer me dice las palabras acostumbradas?

me recojo a pedazos,
a trechos en el basurero de la memoria,
y trato de reconstruirme,
de hacerme como mi imagen.
¡Ay, nada queda!
se me caen de la mano los platos rotos,
las patas de las sillas, los calzones usados,
los huesos que desenterré
y los retratos en que se ven amores y fantasmas.

¡Apiádate de mí!
quiero pedir piedad a alguien.
Voy a pedir perdón al primero que encuentre.
Soy una piedra que rueda
porque la noche está inclinada y o se le ve el fin.

Me duele el estómago y el alma
y todo mi cuerpo está esperando con miedo
que una mano bondadosa me eche una sábana encima.



César Vallejo

quiere y no quiere su color mi pecho

-- de César Vallejo --

Quiere y no quiere su color mi pecho,
por cuyas bruscas vías voy, lloro con palo,
trato de ser feliz, lloro en mi mano,
recuerdo, escribo
y remacho una lágrima en mi pómulo.
Quiere su rojo el mal, el bien su rojo enrojecido
por el hacha suspensa,
por el trote del ala a pie volando,
y no quiere y sensiblemente
no quiere aquesto el hombre;
no quiere estar en su alma
acostado, en la sien latidos de asta,
el bimano, el muy bruto, el muy filósofo.
Así, casi no soy, me vengo abajo
desde el arado en que socorro a mi alma
y casi, en proporción, casi enaltézcome.
Que saber por qué tiene la vida este perrazo,
por qué lloro, por qué,
cejón, inhábil, veleidoso, hube nacido
gritando;
saberlo, comprenderlo
al son de un alfabeto competente,
sería padecer por un ingrato.
¡Y no! ¡no! ¡no! ¡qué ardid, niparamento!
congoja, sí, con sí firme y frenético,
coriáceo, rapaz, quiere y no quiere, cielo y pájaro;
congoja, sí, con toda la bragueta.
Contienda entre dos llantos, robo de una sola ventura,
vía indolora en que padezco en chanclos
de la velocidad de andar a ciegas.



Juan de Tassis y Peralta

cuando me trato más, menos me entiendo

-- de Juan de Tassis y Peralta --

Hallo razones que perder conmigo,
lo que procuro más, más contradigo
con porfiar y no ofender sirviendo.
La fe jamás con la esperanza ofendo,
desconfiando más, menos me obligo;
el padecer no puede ser castigo,
pues sólo es padecer lo que pretendo.
De un agravio, señora, merecido,
siempre será remedio aquel tormento
que cuanto mayor es, más se procura;
porque para morir agradecido
basta de vos aquel conocimiento
con que nunca eche menos la ventura.



Gutierre de Cetina

si no os digo verdad, si en algo os miento

-- de Gutierre de Cetina --

Sobre mi vida torne el desengaño;
si falta hay en mi fe, si os trato engaño,
dolor no quepa en vos del mal que siento;
si no sois causa vos del mal que siento
de vos sea yo tratado como extraño;
si por vos tengo en algo el mayor daño,
no pueda en vos caber consentimiento;
si no estáis hecha ya sola señora
de aquella libertad que no era mía,
¡plega a dios que sin vos y ella me vea!
mas si la mísera ánima os adora,
si está llena de vos mi fantasía,
¿qué puedo yo decir que a sí no sea?



Hernando de Acuña

Cuando era nuevo el mundo y producía

-- de Hernando de Acuña --

Cuando era nuevo el mundo y producía
gentes, como salvajes, indiscretas,
y el cielo dio furor a los poetas
y el canto con que el vulgo los seguía,

fingieron dios a Amor, y que tenía
por armas fuego, red, arcos y saetas,
porque las fieras gentes no sujetas
se allanasen al trato y compañía;

después, viniendo a más razón los hombres,
los que fueron más sabios y constantes
al Amor figuraron niño y ciego,

para mostrar que de él y de estos hombres
les viene por herencia a los amantes
simpleza, ceguedad, desasosiego.



Sor Juana Inés de la Cruz

al que, ingrato me deja, busco amante

-- de Sor Juana Inés de la Cruz --

Al que ingrato me deja, busco amante;
al que amante me sigue, dejo ingrata;
constante adoro a quien mi amor maltrata,
maltrato a quien mi amor busca constante.
Al que trato de amor, hallo diamante,
y soy diamante al que de amor me trata,
triunfante quiero ver al que me mata
y mato al que me quiere ver triunfante.
Si a éste pago, padece mi deseo;
si ruego a aquél, mi pundonor enojo;
de entrambos modos infeliz me veo.
Pero yo, por mejor partido, escojo;
de quien no quiero, ser violento empleo;
que, de quien no me quiere, vil despojo.



Sor Juana Inés de la Cruz

Al que ingrato me deja

-- de Sor Juana Inés de la Cruz --

Al que ingrato me deja busco amante;
y al que amante me sigue dejo ingrata;
constante adoro a quién mi amor maltrata;
maltrato a quién mi amor busca constante.

Al que trato de amor hallo diamante;
y soy diamante al que de amor me trata;
triunfante quiero ver al que me mata;
y mato al que me quiere ver triunfante.

Si a éste pago, padece mi deseo;
si ruego a áquel, mi pundonor enojo;
de entre ambos modos infeliz me veo.

Pero yo por mejor partido escojo;
de quién no quiero ser violento empleo;
que de quien no me quiere, vil despojo.



Sor Juana Inés de la Cruz

Al que ingrato me deja, busco amante

-- de Sor Juana Inés de la Cruz --

Al que ingrato me deja, busco amante;
al que amante me sigue, dejo ingrata;
constante adoro a quien mi amor maltrata,
maltrato a quien mi amor busca constante.

Al que trato de amor, hallo diamante,
y soy diamante al que de amor me trata,
triunfante quiero ver al que me mata
y mato al que me quiere ver triunfante.

Si a éste pago, padece mi deseo;
si ruego a aquél, mi pundonor enojo;
de entrambos modos infeliz me veo.

Pero yo, por mejor partido, escojo;
de quien no quiero, ser violento empleo;
que, de quien no me quiere, vil despojo.



El huracán

-- de Vicenta Castro Cambón --

DERRIBAR, deshacer: ¡ese es mi afán!
No sin razón se teme al huracán.
Más de un ave, su nido y su polluelo,
a mi paso ha rodado por el suelo.
¡Ah! cerréis las ventanas y las puertas?
Cerrad no más: me ensañaré en las huertas.
Del árbol más coposo y más gigante
yo abato la arrogancia en un instante.
¡Mirad, los que cuidáis de los frutales,
cómo trato a la vid y a los perales!
De mi saña no escapa ni un arbusto.
Deshacer... Derribar... ¡Ese es mi gusto!
Infeliz del transefinte retrasado:
¡qué cara su demora habrá pagado!
A muchos he dejado sin vivienda,
y he causado de estragos en la hacienda...!
Interrumpo trabajos y placeres...
¡Como lloran de miedo las mujeres!...
Y cómo las asustan mis zumbidos!...
Me divierto imitando sus gemidos...
Me voy apacigüando: estoy cansado.
Es tanta la extensión que he azotado...
Es suerte no sentir remordimiento
ante el mal que he causado en un momento.
Bien puedo mi obra contemplar con calma:
yo no soy como el hombre, no tengo alma.
¡Bah! más mal hace un alma sin conciencia
y se pasa tan calma la existencia...!



Miguel de Cervantes

epitafios

-- de Miguel de Cervantes --

Del cachidiablo, académico de la argamasilla, en la sepultura de don quijote

epitafio

aquí yace el caballero,
bien molido y mal andante,
a quien llevó rocinante
por uno y otro sendero.
Sancho panza el majadero
yace también junto a él,
escudero el más fïel
que vio el trato de escudero.

Del tiquitoc, académico de la argamasilla, en la sepultura de dulcinea del toboso

epitafio

reposa aquí dulcinea;
y, aunque de carnes rolliza,
la volvió en polvo y ceniza
la muerte espantable y fea.
Fue de castiza ralea,
y tuvo asomos de dama;
del gran quijote fue llama,
y fue gloria de su aldea.



Miguel Hernández

soneto final

-- de Miguel Hernández --

Soneto final
por desplumar arcángeles glaciales,
la nevada lilial de esbeltos dientes
es condenada al llanto de las fuentes
y al desconsuelo de los manantiales.
Por difundir su alma en los metales,
por dar el fuego al hierro sus orientes,
al dolor de los yunques inclementes
lo arrastran los herreros torrenciales.
Al doloroso trato de la espina,
al fatal desaliento de la rosa
y a la acción corrosiva de la muerte
arrojado me veo, y tanta ruina
no es por otra desgracia ni por otra cosa
que por quererte y sólo por quererte.



Miguel Hernández

Mis ojos

-- de Miguel Hernández --

Mis ojos, sin tus ojos, no son ojos,
que son dos hormigueros solitarios,
y son mis manos sin las tuyas varios
intratables espinos a manojos.

No me encuentro los labios sin tus rojos,
que me llenan de dulces campanarios,
sin ti mis pensamientos son calvarios
criando cardos y agostando hinojos.

No sé qué es de mi oreja sin tu acento,
ni hacia qué polo yerro sin tu estrella,
y mi voz sin tu trato se afemina.

Los olores persigo de tu viento
y la olvidada imagen de tu huella,
que en ti principia, amor, en mí termina.



Juan Pablo Forner

Definición de una niña de moda

-- de Juan Pablo Forner --

Yo soy de poca edad, rica y bonita;
tengo lo que suelen llamar salero,
y toco, y canto, y bailo hasta el bolero,
y ando que vuelo con la ropa altita;

si entro en ella, revuelvo una visita,
y más si hay militar o hay extranjero;
voy a tertulia, y hallo peladero;
a paseo, y me llevo la palmita;

soy marcial: hablo y trato con despejo;
a los lindos los traigo en ejercicio,
y dejo y tomo a mi placer cortejo;

visto y peino con gracia y artificio...
Pues ¿qué me falta?... Oyola un tío viejo,
y le dijo gruñendo: «Loca, el juicio.»



Fernando de Herrera

Ardía, en varios cercos recogido

-- de Fernando de Herrera --

Ardía, en varios cercos recogido,
del crispante cabello en torno, el oro,
que en bellos lazos coronado adoro,
dichoso en el dolor del mal sufrido.

Vibraba el esplendor esclarecido
y dulces rayos, del amor tesoro,
por quien en pérdida busco fiel y lloro
la gloria de mi daño consentido.

Veste negra, descuido recatado,
suave voz de angélica armonía
era, mesura y trato soberano.

Yo, que tal no esperaba, transportado,
dije, en la pura luz que me encendía:
«No encierra tal valor semblante humano».



Baltasar del Alcázar

Preso de amores

-- de Baltasar del Alcázar --

Tres cosas me tienen preso
de amores el corazón,
la bella Inés, el jamón
y berenjenas con queso.

Esta Inés (amantes) es
quien tuvo en mí tal poder,
que me hizo aborrecer
todo lo que no era Inés.

Trájome un año sin seso,
hasta que en una ocasión
me dio a merendar jamón
y berenjenas con queso.

Fue de Inés la primer palma,
pero ya júzgase mal
entre todos ellos cuál
tiene más parte en mi alma.

En gusto, medida y peso
no le hallo distinción,
ya quiero Inés, ya jamón,
ya berenjenas con queso.

Alega Inés su beldad,
el jamón que es de Aracena,
el queso y berenjena
la española antigüedad.

Y está tan fiel en el peso
que juzgado sin pasión
todo es uno, Inés, jamón,
y berenjenas con queso.

A lo menos este trato
de estos mis nuevos amores,
hará que Inés sus favores,
me los venda más barato.

Pues tendrá por contrapeso
si no hiciere razón,
una lonja de jamón
y berenjenas con queso.



Baltasar del Alcázar

Receta para encornar

-- de Baltasar del Alcázar --

Si enviudar os conviene,
Compadre, no es tan barato
Como pensais este trato,
Porque la rapaza tiene
Mas alma que tiene un gato:
Pero dejadla vivir
Á sus anchas, y no dudo
Que presto os vereis cornudo;
¡Ay Jesus! -quise decir
Que os vereis presto viudo.



Bartolomé de Argensola

romances 3

-- de Bartolomé de Argensola --

Mi coraçon descuydado,
sus muros y fortaleza
amores me la han cercado.

Razón y seso y cordura,
que tenía a mi mandado,
hizieron trato con ellos,
¡malamente me han burlado!

y la fe, que era el alcayde,
las llaves les ha entregado;
combatieron por los ojos,
diéronse luego de grado,

entraron a escala vista,
con su vista han escalado,
subieron dos mil sospiros,
subió passión y cuydado
diziendo: ¡amores, amores!
su pendón han levantado.

Quando quise defenderme
ya estava todo tomado;
huve de darme a presión
de grado, siendo forçado.

Agora, triste cativo,
de mí estoy enagenado,
quando pienso libertarme
hállome más cativado.

No tiene ningún concierto
la ley del enamorado;
del amor y su poder
no ay quién pueda ser librado.

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Clemente Althaus

A Flérida

-- de Clemente Althaus --

¿Qué has hecho, ingrata Flérida, que has hecho?
¡Así a tu amante dejas, y a un anciano
por un vil interés vendes tu mano
a que solo el amor tiene derecho!

¡Ay! ¡qué vida te aguarda! en mesa, en lecho,
do quier al lado de ese espectro humano,
tu dulce amante extrañarás en vano,
que no se vende con la mano el pecho.

No marmóreo palacio, áurea carroza,
claros diamantes, ni real boato
la pena aliviarán que te destroza:

mas que tal vida y el continuo trato
de tu odiado consorte, en pobre choza
con tu amante vivir te fuera grato.



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Ariiba