Buscar Poemas con Torso


  ·En el buscador de poemas puedes encontrar entre más de doce mil poemas todos aquellos que contienen las palabras de búsqueda. Los poemas forman parte de la antología poética de los 344 poetas más importantes en lengua Española de todos los tiempo. Puedes elegir entre dos tipos de búsqueda:
  ·Buscar entre todos los poemas los que contienen las palabras de la búsqueda.
  ·Buscar sólo los poemas cortos -aquellos que tienen 8 versos o menos- que coinciden con el criterio de búsqueda.

Se han encontrado 10 poemas con la palabra torso

Si lo prefieres puedes ver sólo los poemas cortos, aquellos que tienen ocho versos o menos aquí

Vicente Aleixandre

emilio prados (retrato en redondo)

-- de Vicente Aleixandre --

Emilio prados
(retrato en redondo)
1
una sombra. Sólo una
sombra justa. Sin penumbra.
2
Un perfil. Tan sólo un crudo
perfil sobre el cielo puro.
3
Un torso. Un torso de pluma
quieto, peinado de espumas.
4
(No hay que tocarlo. Una herida,
sin saberse, quedaría.)
5
Una mano. ¿Blanca? ¿negra?
sus dos manos verdaderas.
6
Una frente. ¿Y los luceros?
una frente hasta vencerlos.
7
(La noche, en comba, cerrada
sobre su negra mirada.)
8
El aire en su brazo. ¿El aire?
(una sierpe se contrae.)
9
Gime la luz. De su boca
surte, dolida, la aurora.
10
Inagotable la vierte,
cierra los ojos, y siente.
11
Se ha hecho ya el día. Completo
se le lanza contra el pecho.
12
Pero en el suelo, tendido,
su pie lo pisa, infinito.

Poema emilio prados (retrato en redondo) de Vicente Aleixandre con fondo de libro

Alfonsina Storni

Imagen

-- de Alfonsina Storni --

Palermo, espesa cabellera verde,
sueltas sus crenchas
sobre el lomo diestro de Buenos Aires:
Cosas de ensueño, como peinetas
de colores,
las avivan y fijan.
El Río de la Plata,
musculoso brazo derecho,
acciona
articulado al torso de hierro de la ciudad:
con sus dedos nerviosos
toma un racimo a los emigrantes,
los desparrama en el puerto;
conduce los seres reparados
a sus tierras natales;

Poema Imagen de Alfonsina Storni con fondo de libro

Luis Cañizal de la Fuente

carrer del pou dolç

-- de Luis Cañizal de la Fuente --

Carrer del pou dolç
alegre y errabundo
sales de pozos lóbregos,
entras
al pañuelo del aire,
que te torea, muy considerado,
con flámula de seda
ligeramente húmeda.
Y cuando lo respiras, cuando embistes
hacia adentro, bebiendo
su sabor a placenta, a plaza lenta,
a pureza corrupta,
percibes que es verdad, que ahí está
el toro ensabanado de la mar,
sus delicados dedos sudorosos
y su toque en la sien.
Por la noche se encorva, se doblega
a entrar en la caverna de mi olfato
(o convertido en cuervo
da un apretón jovial de pico y ala
a mi torso, a mi pecho, y un mantazo
de talante torero tolerante
a mis pulmones) muy bienhumorado.
Torero del calor aceitunado
de la noche y la mar en barcelona.

Poema carrer del pou dolç de Luis Cañizal de la Fuente con fondo de libro

Luis Cañizal de la Fuente

periódico

-- de Luis Cañizal de la Fuente --

Periódico
no quiero ver más fotos de estropicios de guerra,
sino, a lo sumo, lo que les ha hecho el temporal
a los troncos de pino:
mandarlos crecer en bucle,
dejarlos astillados hasta media cepa
para que giman cautelosamente al acercarme
y pueda yo mecerme sobre tal cautela;
descuajarlos para que aromen a tierra humanitaria;
tronchar un fuste para que perfume
en forma de cabeza tonsurada,
un olor hemisférico a trasquileo humano.
En vez de ramas, sus sombras con que ceñir la carretera
para que vaya pulsando humanamente hacia lo lejos.
Contar la mitología metamórfica
del raigón de pino que era torso humano
y confundido fue por la divinidad
en escamosa grupa de marino monstruo
que ladraba a los pinos.
(Acabado el relato,
sueltan todos a una la leyenda
dígase cabellera
y me sellan el juicio largamente
con bufanda de ovas. Inefable.)
(Sentado en la linde del pinar, entre una luz antigua, a leer el periódico.



Luis Muñoz Rivera

patriota

-- de Luis Muñoz Rivera --

Con las ropas en bello desorden,
la frente marmórea de rizos poblada,
balbuciendo los trémulos labios
confusas palabras,
un niño dormía
soñando una patria.

Oh! ¡qué hermosa, riente y espléndida,
altiva y heroica, viril y gallarda
la veía surgir de las ondas
rugientes y bravas,
con su veste de espumas cubiertos
el torso de ninfa, las formas de estatua!

corrieron los años;
el niño, en su tierra, creció como un paria;
vio la fusta estallar implacable
del siervo en la espalda;
mirar pudo en el rostro del césar
sonrisas de lástima;
la sangre, rebelde,
subió a sus mejillas en brusca oleada;
y después... En sus noches de insomnio,
evocando a la ninfa soñada
¡qué mezquina, qué pobre, qué triste
solía mirarla!

¡ay! el sueño... ¡Qué dulce y alegre!
la verdad... ¡Qué desnuda y amarga!
por eso el mancebo
pensando en la patria,
sintió muchas veces sus ojos marchitos
llenarse de lágrimas.



Octavio Paz

sonetos ii

-- de Octavio Paz --

El mar, el mar y tú, plural espejo,
el mar de torso perezoso y lento
nadando por el mar, del mar sediento:
el mar que muere y nace en un reflejo.
El mar y tú, su mar, el mar espejo:
roca que escala el mar con paso lento,
pilar de sal que abate el mar sediento,
sed y vaivén y apenas un reflejo.
De la suma de instantes en que creces,
del círculo de imágenes del año,
retengo un mes de espumas y de peces,
y bajo cielos líquidos de estaño
tu cuerpo que en la luz abre bahías
al oscuro oleaje de los días.



Gerardo Diego

reflejos

-- de Gerardo Diego --

Reflejos
a pedro garfias
en este río lácteo
los navíos no sueñan sobre el álveo
como un guante famélico
el día se me escapa de los dedos
me voy quedando exhausto
pero en mi torso canta el mármol
una rueda lejana
me esconde y me suaviza
las antiguas palabras
cae el líquido fértil de mi estatua
y los navíos cabecean
amarrados al alba



Salvador Díaz Mirón

Entre dos lentes

-- de Salvador Díaz Mirón --

Bruno el sombrero que a lucir campea
Con alto moño y superior plumaje.
Faz que vela su olímpico linaje
Y que de negro el tul raya y puntea.

Azabache tejido el noble traje;
Y al cuello en un listón rica presea:
Adamantino aljófar que chispea
En dos aros que intrincan maridaje.

Al pecho y relumbrando en el ropaje,
Áurica soga. La beldad ladea
El torso; mas no elude mi espionaje.

Y con gesto hermosísimo florea
Faz que vela su olímpico linaje
¡Y que de negro el tul raya y puntea!



Carlos Pellicer

recinto XII

-- de Carlos Pellicer --

iv
vida,
ten piedad de nuestra inmensa dicha.
De este amor cuya órbita concilia
la estatuaria fugaz de día y noche.
Este amor cuyos juegos son desnudo
espejo reflector de aguas intactas.
Oh, persona sedienta que del brote
de una mirasda suspendiste
el aire del poema,
la música riachuelo que te ciñe
del fino torso a los serenos ojos
para robarse el fuego de tu cuerpo
y entibiar las rodillas del remanso.
Vida,
ten piedad del amor en cuyo orden
somos los capiteles coronados.
Este amor que ascendimos y doblamos
para ocultar lo oculto que ocultamos.
Tenso viso de seda
del horizonte labio de la ausencia,
brilla.
Salgo a mirar el valle y en un monte
pongo los ojos donde tú a esas horas
pasas junto a recuerdos y rocío
entre el mudo clamor de egregias rosas
y los activos brazos del estío.



Ramón María del Valle Inclán

alegoría

-- de Ramón María del Valle Inclán --

Era nocturno el potro. Era el jinete
de cobre -un indio que nació en tlaxcala-,
y su torso desnudo, coselete
dorado y firme, al de la avispa iguala.

El sol en el ocaso, como un lauro
a la sien del jinete se ofrecía,
y vi lucir el mito del centauro
en la hacienda del trópico, aquel día.

De la fábula antigua un verde brote
cortaba el indio sobre el potro rudo.
Era el campo sonoro en cada brote,

era el jinete frente al sol. Desnudo
y cara al sol partió como un azote...
Iba a robarlo para hacer su escudo.



© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba