Buscar Poemas con Torcida


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Se han encontrado 8 poemas con la palabra torcida

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Marilina Rébora

el castillo

-- de Marilina Rébora --

El castillo
un castillo de arena. Lleno el foso de espuma,
subterráneos cruzándose en unión con el mar,
portal de caracoles, en la cresta una pluma
que acaso una gaviota dejara al revolar.
Moldes por centinelas en muralla alineados
circuyen tal alcázar, diseño en redondel,
y a través de los túneles, torcida por dos lados,
pronta ya para el fuego, la mecha de papel.
El hábil constructor que es un niño pequeño
enciende de la tira el extremo que asoma,
a la espera que brote el humo, por instantes.
Tras lo cual dando brincos continúa la broma
y entre risas exclama: ¡adiós, castillo y dueño!
¡yo me voy a las olas, a saltarlas como antes!

Poema el castillo de Marilina Rébora con fondo de libro

Marilina Rébora

designio

-- de Marilina Rébora --

Designio
que esta noche me duerma bajo un manto de olvido,
ajena al desamor, al encono y la saña,
considerando a aquel que nunca me ha querido,
sorda a la mezquindad y a la torcida maña.
Que el corazón regule cadencioso el latido
para que no lo alteren mentiras o patraña;
que el alma, dadivosa con los que no lo han sido,
se entregue por entero, aun a la gente extraña.
Que todo sentimiento impropio me abandone,
y acallado el deseo de ser yo, a mí renuncie,
hasta la misma ofensa más infame perdone,
quedando desde entonces en beatífica paz,
y que un plácido sueño redimidor me anuncie
que la pasión humana no ha de vencerme más.

Poema designio de Marilina Rébora con fondo de libro

Francisco de Quevedo

salmo ii quevedo

-- de Francisco de Quevedo --

¡cuán fuera voy, señor, de tu rebaño,
llevado del antojo y gusto mío!
llévame mi esperanza viento frío,
y a mí con ella disfrazado engaño.
Un año se me va tras otro año:
y yo más duro y pertinaz porfío
por mostrarme más verde mi albedrío,
la torcida raíz de tanto daño.
Llámasme, gran señor: nunca respondo.
Sin duda mi respuesta sólo aguardas,
pues tanto mi remedio solicitas.
Mas, ¡ay!, que sólo temo en mar tan hondo,
que lo que en castigarme ahora aguardas,
doblando los castigos lo desquitas.
Esta obra se encuentra en dominio público.
Esto es aplicable en todo el mundo debido a que su autor falleció hace
más de 100 años. La traducción de la obra puede no estar en dominio
público.

Poema salmo ii quevedo de Francisco de Quevedo con fondo de libro

Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 77

-- de Francisco de Quevedo --

Sea que, descansando, la corriente
torcida y libre de espumoso río,
labró artífice duro, yerto y frío,
este puro milagro transparente;
sea que, aprisionada, libre fuente
encarceló con yelo su albedrío,
o en incendios del sol, l'alba el rocío
cuajó a región benigna del oriente;
o ya monstruo diáfano naciese,
hijo de peñas duras, parto hermoso,
a llama universal rebelde yelo,
fue bien que cielo a dios contrahiciese,
porque podáis decir, duque glorioso,
que, aunque imitado y breve, le dais cielo.



Francisco Villaespesa

por tierras de sol y sangre viii. el albaicín

-- de Francisco Villaespesa --

viii. El albaicín
con pereza oriental, en la colina dormita,
ebrio de sol, el albaicín.
Torcida higuera su ramaje inclina
entre rojos tapiales de un jardín.
Una acritud de fruta ya madura
y podrida trasciende del vergel,
mientras el fuego de la calentura
va esculpiendo las venas en la piel.
El arco de una arábiga cisterna
nos brinda el eco de su agua interna,
que nunca doró el sol, y la frescura
de su sombra antiquísima... ¡Y advierte
la carne en su pesada calentura
la fiebre de la vida y de la muerte!



José Martí

aquí está el pecho, mujer,

-- de José Martí --

xxxvii
aquí está el pecho, mujer,
que ya sé que lo herirás;
¡más grande debiera ser,
para que lo hirieses más!
porque noto, alma torcida,
que en mi pecho milagroso,
mientras más honda la herida,
es mi canto más hermoso.



Blanca Andreu

ursa maior

-- de Blanca Andreu --

Cierra tus puertas, muerte de los sueños,
fueras el hombre que en turbión de centeno
y hierba seca sobre el mar amarillo
cae cuando se desbocan los caballos
y despierta la cólera del padre.
Aquí y allá caía sobre el mar
sin perder su sonrisa torcida,
anunciaba sus derechos escudo en alto,
y en la sombra que legisla la usura y los muertos
encendió para ti su elocuencia.
Sal de los malecones, señor de los sueños,
muestra tu condición, levanta estatuas
con los barcos perdidos en el dorso.
Vuelve a nosotros ese tu rostro
coronado de algas y espinas.



Blanca Andreu

elphistone

-- de Blanca Andreu --

Es la hiedra negra, en las raíces, entre las hojas
del invierno, caídas hojas bajo la nieve, en las estrellas
del invierno, estrellas gastadas.
Yo lo recuerdo de la misma manera que el invierno
cuando con sus grandes botas pisotea la tierra,
como la sombra que divide así yo lo recuerdo
entre arbotantes y grandes maderos, en tanto el viento
escapa hacia el altar.
Yo recuerdo la luz de su fría república,
sin duda la luna u otra materia maléfica.
Yo recuerdo su luz mientras el viento escapa
y una sombra torcida cruza hacia el altar.



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