Buscar Poemas con Tenaz


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Se han encontrado 38 poemas con la palabra tenaz

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José Martí

¡no, música tenaz...!

-- de José Martí --

¡no, música tenaz, me hables del cielo!
es morir, es temblar, es desgarrarme
sin compasión el pecho! si no vivo
donde como una flor al aire puro
abre su cáliz verde la palmera,
si del día penoso a casa vuelvo...
¿Casa dije? ¡no hay casa en tierra ajena!...
Roto vuelvo en pedazos encendidos!
me recojo del suelo: alzo y amaso
los restos de mí mismo; ávido y triste
como un estatuador un cristo roto:
trabajo, siempre en pie, por fuera un hombre
¡venid a ver, venid a ver por dentro!
pero tomad a que virgilio os guíe...
Si no, estáos afuera: el fuego rueda
por la cueva humeante: como flores
de un jardín infernal se abren las llagas:
y boqueantes por la tierra seca
queman los pies los escaldados leños!
¡toda fue flor la aterradora tumba!
no, música tenaz, me hables del cielo!

Poema ¡no, música tenaz...! de José Martí con fondo de libro

Amado Nervo

restitución

-- de Amado Nervo --

¿encontrará la ciencia las almas de los muertos
un día, y a la angustia y el llanto que los van
buscando, del enigma por los limbos inciertos,
responderá la boca del abismo: aquí están ?
¿descubriremos ondas etéreas que transmitan
a los desaparecidos la voz de nuestro amor,
y habrá para lo que ellos decirnos necesitan
algún maravilloso y oculto receptor?
¡oh milagro, tu sola perspectiva nos pasma!
pero ¿qué hay imposible para la voluntad
del hombre, que a su antojo tenaz todo lo plasma?
¡ante el imperativo del genio, mi fantasma
tendrás que devolverme por fuerza, eternidad!

Poema restitución de Amado Nervo con fondo de libro

Amado Nervo

perlas negras - ¡ven acércate más! el campo umbrío

-- de Amado Nervo --

¡ven acércate más! el campo umbrío,
el cielo torvo y el ambiente frío,
predisponen el alma a la tristeza.
Ven, apoya en mi hombro tu cabeza;
así, juntos, muy juntos, dueño mío.
Hablemos de tu amor; ¡de aquel soñado
amor! cuando el invierno desolado
reina doquier, y pálidas se ahuyentan
la ilusión y la fe, ¡cómo calientan
los recuerdos benditos del pasado!
ven, acércate más, mi dulce dueño . . .
Y en tanto agita con tenaz empeño
la niebla gris su colosal cimera,
sobre nosotros vuelque la quimera
el ánfora impalpable del ensueño.

Poema perlas negras - ¡ven acércate más! el campo umbrío de Amado Nervo con fondo de libro

Amado Nervo

la sombra de ala

-- de Amado Nervo --

Tú que piensas que no creo
cuando argüimos los dos,
no imaginas mi deseo,
mi sed, mi hambre de dios;
ni has escuchado mi grito
desesperante, que puebla
la entraña de la tiniebla
invocando al infinito;
ni ves a mi pensamiento,
que empañado en producir
ideal, suele sufrir
torturas de alumbramiento.
Si mi espíritu infecundo
tu fertilidad tuviese,
forjado ya un cielo hubiese
para completar su mundo.
Pero di, ¿qué esfuerzo cabe
en un alma sin bandera
que lleva por dondequiera
tu torturador ¿quién sabe?;
que vive ayuna de fe
y, con tenaz heroísmo,
va pidiendo a cada abismo
y a cada noche un ¿por qué?
de todas suertes, me escuda
mi sed de investigación,
mi ansia de dios, honda y muda;
y hay más amor en mi duda
que en tu tibia afirmación.



Amado Nervo

inmortalidad

-- de Amado Nervo --

No, no fue tan efímera la historia
de nuestro amor: entre los folios tersos
del libro virginal de tu memoria,
como pétalo azul está la gloria
doliente, noble y casta de mis versos.
No puedes olvidarme: te condeno
a un recuerdo tenaz. Mi amor ha sido
lo más alto en tu vida, lo más bueno;
y sólo entre los légamos y el cieno
surge el pálido loto del olvido.
Me verás dondequiera: en el incierto
anochecer, en la alborada rubia,
y cuando hagas labor en el desierto
corredor, mientras tiemblan en tu huerto
los monótonos hilos de la lluvia.
¡Y habrás de recordar! esa es la herencia
que te da mi dolor, que nada ensalma.
¡Seré cumbre de luz en tu existencia,
y un reproche inefable en tu conciencia
y una estela inmortal dentro de tu alma!



Amado Nervo

La sombra del ala

-- de Amado Nervo --

Tú que piensas que no creo
cuando argüímos los dos,
no imaginas mi deseo,
mi sed, mi hambre de Dios;

ni has escuchado mi grito
desesperante, que puebla
la entraña de la tiniebla
invocando al Infinito;

ni ves a mi pensamiento,
que empañado en producir
ideal, suele sufrir
torturas de alumbramiento.

Si mi espíritu infecundo
tu fertilidad tuviese,
forjado ya un cielo hubiese
para completar su mundo.

Pero di, qué esfuerzo cabe
en un alma sin bandera
que lleva por dondequiera
tu torturador quién sabe!;

que vive ayuna de fe
y, con tenaz heroísmo,
va pidiendo a cada abismo
y a cada noche un por qué?

De todas suertes, me escuda
mi sed de investigación,
mi ansia de Dios, honda y muda;
y hay más amor en mi duda
que en tu tibia afirmación.



Manuel del Cabral

este negro

-- de Manuel del Cabral --

Negro simple,
tú que tienes
a tu vida y al mundo
dentro de un amuleto.

De ti,
só1o asciende
el humo de tu cachimbo.

Negro sin cielo,
tu indiferencia tenaz
es como la palabra tierra.

Sin embargo,
tienes para los hombres
una sonrisa blanca
que te pone muy alto.

Ni los niños
ni el asno,
tienen tu sencillez.

Negro lejano.
Noche sin mañana.
Letra de algún remoto alfabeto.

Quiero cavar la mina de tu grito.



Jorge Isaacs

En la noche callada

-- de Jorge Isaacs --

Ay! cuántas veces en las lentas horas
De la noche callada, antes que el sueño
Venga á cerrar mis párpados, recorre
Mi memoria tenaz los bellos días
De lloros y de risas infantiles
A que siguieron tan hermosos años!
Sus palabras de amor entonces oigo,
Sus votos de constancia...No cumplidos,
Y vuelvo á ver la luz de esa mirada
Que hundióse en el Ocaso de la vida
Para ya no lucir...Ay! para siempre!
Ay! cuántas veces los amigos caros
Al corazón desde la infancia unidos,
Que ya no existen...Mi memoria evoca,
Y hallo en torno de mí sólo sus tumbas,
A do bajaron, como al soplo frío
Del invierno, las hojas macilentas...
Imagínome entonces que recorro
Un salón de banquete ya desierto,
Do algunas luces oscilando mueren...
Donde se ven aquí y allá dispersas
Las guirnaldas marchitas... Lo han dejado
Todos, excepto yo; y así en la vida
Ay! cuántas veces me contemplo solo!



César Vallejo

Trilce: LXVII

-- de César Vallejo --

Canta cerca el verano, y ambos
diversos erramos, al hombro
recodos, cedros, compases unípedos,
espatarrados en la sola recta inevitable.

Canta el verano, y en aquellas paredes
endulzadas de marzo,
lloriquea, gusanea la arácnida acuarela
de la melancolía.

Cuadro enmarcado de trisado anélido, cuadro
que faltó en ese sitio para donde
pensamos que vendría el gran espejo ausente.
Amor, éste es el cuadro que faltó.

Mas, para qué me esforzaría
por dorar pajilla para tal encantada aurícula,
si, a espaldas de astros queridos,
se consiente el vacío, a pesar de todo.

Cuánta madre quedábase adentrada
siempre, en tenaz atavío de carbón, cuando
el cuadro faltaba, y para lo que crecería
al pie de ardua quebrada de mujer.

Así yo me decía: Si vendrá aquel espejo
que de tan esperado, ya pasa de cristal.
Me acababa la vida, ¿para qué?
Me acababa la vida, para alzarnos

sólo de espejo a espejo.



César Vallejo

canta cerca el verano, y ambos

-- de César Vallejo --

lxvii
canta cerca el verano, y ambos
diversos erramos, al hombro
recodos, cedros, compases unípedos,
espatarrados en la sola recta inevitable.
Canta el verano, y en aquellas paredes
endulzadas de marzo,
lloriquea, gusanea la arácnida acuarela
de la melancolía.
Cuadro enmarcado de trisado anélido, cuadro
que faltó en ese sitio para donde
pensamos que vendría el gran espejo ausente.
Amor, éste es el cuadro que faltó.
Mas, para qué me esforzaría
por dorar pajilla para tal encantada aurícula,
si, a espaldas de astros queridos,
se consiente el vacío, a pesar de todo.
Cuánta madre quedábase adentrada
siempre, en tenaz atavío de carbón, cuando
el cuadro faltaba, y para lo que crecería
al pie de ardua quebrada de mujer.
Así yo me decía: si vendrá aquel espejo
que de tan esperado, ya pasa de cristal.
Me acababa la vida, ¿para qué?
me acababa la vida, para alzarnos
sólo de espejo a espejo.



Emilio Bobadilla

Inglaterra (Bobadilla)

-- de Emilio Bobadilla --

Cuando el hado te era adverso, soberbiosa resistías
—pueblo noble, pueblo grande, pueblo enérgico y valiente—
y jamás, ni aun en tus horas aflictivas y sombrías,
inclinaste bajo el peso del temor, la altiva frente.

Con tenaz perseverancia, dueña estoica de ti misma,
de industrial y navegante, belicosa te volviste
y no oyendo de Germania la amenaza ni el sofisma
a la postre, a sangre y fuego, frente a frente la venciste.

Voluntad de hierro y piedra, en tu orgullo silencioso,
no dejaste que insolente te vejara el extranjero,
y rompiste en mil pedazos la codicia del coloso.

Inglaterra, tierra libre —libertad que es todo fibra—,
¿quién que rinda a lo sublime culto rígido y sincero,
de emoción, por tus hazañas casi míticas no vibra?



Arturo Borja

Visión lejana

-- de Arturo Borja --

A Ernesto Noboa

¿Qué habrá sido de aquella morenita,
trigo tostado al sol –que una mañana–
me sorprendió mirando a su ventana?
Tal vez murió, pero en mí resucita.

Tiene en mi alma un recuerdo de hermana
muerta. Su luz es de paz infinita.
Yo la llamo tenaz en mi maldita
cárcel de eterna desventura arcana.

Y es su reflejo indeciso en mi vida
una lustral ablución de jazmines
que abre una dulce y suavísima herida.

¡Cómo volverla a ver! ¿En qué jardines
emergerá su pálida figura?
¡Oh, amor eterno el que un instante dura!



Pablo Neruda

casa

-- de Pablo Neruda --

Tal vez ésta es la casa en que viví
cuando yo no existí ni había tierra,
cuando todo era luna o piedra o sombra,
cuando la luz inmóvil no nacía.
Tal vez entonces esta piedra era
mi casa, mis ventanas o mis ojos.
Me recuerda esta rosa de granito
algo que me habitaba o que habité,
cueva o cabeza cósmica de sueños,
copa o castillo o nave o nacimiento.
Toco el tenaz esfuerzo de la roca,
su baluarte golpeado en la salmuera,
y sé que aquí quedaron grietas mías,
arrugadas sustancias que subieron
desde profundidades hasta mi alma,
y piedra fui, piedra seré, por eso
toco esta piedra y para mí no ha muerto:
es lo que fui, lo que seré reposo
de tu combate tan largo como el tiempo.



Pablo Neruda

tiranía

-- de Pablo Neruda --

Oh dama sin corazón, hija del cielo,
auxíliame en esta solitaria hora,
con tu directa indiferencia de arma
y tu frío sentido del olvido.
Un tiempo total como un océano,
una herida confusa como un nuevo ser,
abarcan la tenaz raíz de mi alma
mordiendo el centro de mi seguridad.
Qué espeso latido se cimbra en mi corazón
como una ola hecha de todas las olas,
y mi desesperada cabeza se levanta
en un esfuerzo de salto y de muerte.
Hay algo enemigo temblando en mi certidumbre,
creciendo en el mismo origen de las lágrimas,
como una planta desgarradora y dura
hecha de encadenadas hojas amargas.



Pablo Neruda

soneto xcviii cien sonetos de amor (1959) noche

-- de Pablo Neruda --

Y esta palabra, este papel escrito
por las mil manos de una sola mano,
no queda en ti, no sirve para sueños,
cae a la tierra: allí se continúa.
No importa que la luz o la alabanza
se derramen y salgan de la copa
si fueron un tenaz temblor del vino,
si se tiñó tu boca de amaranto.
No quiere más la sílaba tardía,
lo que trae y retrae el arrecife
de mis recuerdos, la irritada espuma,
no quiere más sino escribir tu nombre.
Y aunque lo calle mi sombrío amor
más tarde lo dirá la primavera.



Pablo Neruda

el amarillo de los bosques

-- de Pablo Neruda --

El amarillo de los bosques
es el mismo del año ayer?
y se repite el vuelo negro
de la tenaz ave marina?
y donde termina el espacio
se llama muerte o infinito?
qué pesan más en la cintura,
los dolores o los recuerdos?



Fray Luis de León

Al salir de la prisión

-- de Fray Luis de León --

De nuevo, ¡oh Salamanca!
estoy aquí , de la prisión salido.
La frente toda blanca,
el cuerpo envejecido.
¡Si las canas me hiciese más temido!
Sosegado ya un tanto
vuelvo a emprender la vía abandonada
sin rencor ni quebranto.
¿Fe y vida está salvada?
¡Pues todo no ha quedado en la estacada!
Mañana hacia la ciencia
seguiré sin sentir recelo alguno
ni cargo de conciencia.
¡Dulce oficio oportuno
que enseñar y aprender es todo uno!
Pero es camino largo
que hay que seguir tenaz con firme anhelo.
A veces, cierto, amargo
hasta romper el hielo;
más grato cuanto más lejos del suelo.
¡Dulce camino loco!
¡Empresa más feliz cuanto más nueva!
Que si es cierto que el poco
saber nos pone a prueba,
el mucho, si se alcanza, a Dios nos lleva.



Gertrudis Gómez de Avellaneda

El recuerdo importuno

-- de Gertrudis Gómez de Avellaneda --

¿Serás del alma eterna compañera,
Tenaz memoria de veloz ventura?
¿Por qué el recuerdo interminable dura,
Si el bien pasó cual ráfaga ligera?

¡Tú, negro olvido, que con hambre fiera
Abres ¡ay! sin cesar tu boca oscura,
De glorias mil inmensa sepultura
Y del dolor consolación postrera!

Si a tu vasto poder ninguno asombra,
Y al orbe riges con tu cetro frío,
¡Ven! que su dios mi corazón te nombra.

¡Ven y devora este fantasma impío,
De pasado placer pálida sombra,
De placer por venir nublo sombrío!



Gustavo Adolfo Bécquer

rima xlviii

-- de Gustavo Adolfo Bécquer --

Como se arranca el hierro de una herida
su amor de las entrañas me arranqué,
aunque sentí al hacerlo que la vida
me arrancaba con él.
Del altar que le alcé en el alma mía
la voluntad su imagen arrojó,
y la luz de la fe que en ella ardía
ante el ara desierta se apagó.
Aún turbando en la noche el firme empeño
viene en la idea su visión tenaz...
¡Cuándo podré dormir con ese sueño
en que acaba el soñar!



Gustavo Adolfo Bécquer

rima xxxvii

-- de Gustavo Adolfo Bécquer --

Antes que tú me moriré: escondido
en las entrañas ya
el hierro llevo con que abrió tu mano
la ancha herida mortal.
Antes que tú me moriré: y mi espíritu,
en su empeño tenaz,
sentándose a las puertas de la muerte,
allí te esperará.
Con las horas los días, con los días
los años volarán,
y a aquella puerta llamarás al cabo...
¿Quién deja de llamar?
entonces que tu culpa y tus despojos
la tierra guardará,
lavándote en las ondas de la muerte
como en otro jordán.
Allí, donde el murmullo de la vida
temblando a morir va,
como la ola que a la playa viene
silenciosa a expirar.
Allí donde el sepulcro que se cierra
abre una eternidad...
¡Todo lo que los dos hemos callado
lo tenemos que hablar!



Como esa gota

-- de Vicenta Castro Cambón --

Rueda el trueno, el relámpago brilla;
contra el vidrio la lluvia golpea.
Impaciente he dejado mi silla...
Me atormenta tenaz una idea.

Hace rato que el trueno ha cesado.
Ya la lluvia los vidrios no azota,
pero el agua en el techo ha quedado
y se filtra por él gota a gota.

Ese ruido me cansa y enerva.
Se parece esa gota a la idea
que esta noche, porfiada y acerba,
mi cerebro golpea... Golpea...



Vicente Gallego

oración pagana

-- de Vicente Gallego --

Sopla recio a mi espalda,
viento oscuro y tenaz del desarraigo,
confúndeme los pasos y sitúa mi norte
donde no halle el amparo de esta mansa morada.
Quiero arder en la noche como un fuego sin dueño
mientras la noche dure,
y que el santo egoísmo
de quien busca el placer y renuncia al soborno
con que compra el resguardo voluntades
me atraviese de espinas por pretender la rosa.
Yo le entrego al diablo cuanto tengo por mío,
y que él lo malvenda,
y sólo pido a cambio caminar a su lado.
De la paz pusilánime que en el orden anida
no mendigo limosna: que el desconcierto traiga
su cizaña a la casa que mis manos levanten.
Porque sólo en el roto corazón de lo turbio
he encontrado la luz verdadera del fuego,
que las sombras me lleven,
y yo lleve conmigo, cuando sea la hora,
la clara vecindad de la tiniebla ardida
de mi noche a la noche.



Angel González

para que yo me llame ángel gonzález

-- de Angel González --

Para que yo me llame ángel gonzález,
para que mi ser pese sobre el suelo,
fue necesario un ancho espacio
y un largo tiempo:
hombres de todo el mar y toda tierra,
fértiles vientres de mujer, y cuerpos
y más cuerpos, fundiéndose incesantes
en otro cuerpo nuevo.
Solsticios y equinoccios alumbraron
con su cambiante luz, su vario cielo,
el viaje milenario de mi carne
trepando por los siglos y los huesos.
De su pasaje lento y doloroso
de su huida hasta el fin, sobreviviendo
naufragios, aferrándose
al último suspiro de los muertos,
yo no soy más que el resultado, el fruto,
lo que queda, podrido, entre los restos;
esto que veis aquí,
tan sólo esto:
un escombro tenaz, que se resiste
a su ruina, que lucha contra el viento,
que avanza por caminos que no llevan
a ningún sitio. El éxito
de todos los fracasos. La enloquecida
fuerza del desaliento...



Marcelino Menéndez y Pelayo

A ...

-- de Marcelino Menéndez y Pelayo --

¡Ojalá cada sol que te amanezca
Aún más hermosa y más feliz te mire!
¡Nunca tu frente oprima
El demonio tenaz del pensamiento,
Ni blando rostro, halagadora risa,
Hielen en ti la flor del sentimiento!
No llorarás por ti, serás dichosa;
Mas no a la compasión tu ánimo cierres,
Porque en llorar con el dolor ajeno
Hay alto y melancólico placer.



Marilina Rébora

vértigo

-- de Marilina Rébora --

Vértigo
¿y esta melancolía? ¿por qué tanto abandono
si no hay una razón o por lo menos nueva,
si no existen rencores ni nos muerde el encono?
¿de qué ese sentimiento que al ánimo subleva?
¿a qué causa atribuir tan ciego pesimismo?
¿qué motivo encontrar a esta tenaz congoja
si son nuestros estados un puro fatalismo?
¿qué es, por fin, lo que al alma tanto y tanto la enoja?
la ansiedad de vivir en vértigo, de prisa,
exacerba la mente a punto culminante,
ya que ante el tiempo escaso en todo se improvisa
y el destino de un ser se juega en un instante.
Y es eso lo que al cabo del día nos aplasta
para cuyo consuelo la oración sólo basta.



Meira Delmar

el escudo

-- de Meira Delmar --

Cuánto te quise, amor, cuánto te quiero,
más allá de la vida y de la muerte.
Y aunque ya nunca más he de tenerte,
eres de cuanto es mío lo primero.
Más que el sol del estío, verdadero,
tu recuerdo mitiga, por mi suerte,
la sombra que me ciñe, y se convierte
en la luz que ilumina mi sendero.
Nada ni nadie desterrar haría
de mi frente aquel tiempo jubiloso
en que eterna la dicha parecía.
Contra el olvido y su tenaz acoso
defenderá por siempre y a porfía
su condición de escudo milagroso.
!--Img



Meira Delmar

secreta isla

-- de Meira Delmar --

Deja que pase entre los dos el tiempo
sin que pueda mudarnos alma y alma.
Hemos quedado fijos, uno y otro,
con impasible soledad de estatuas,
tu rostro al fondo de mis ojos quietos,
mi rostro en tu mirada.
En vano están los pájaros, las nubes,
y el cielo siempre huyendo
hacia el ocaso.
El mar, el mar del corazón innúmero
con sus velas tendidas y sus faros.
Los árboles que llegan sonriendo
a través de las hojas iniciales,
la lluvia que modela finas torres
del vidrio, las mañanas,
el estío...
Como ciegos estamos. Como ciegos
de un viento luminoso que nos alza
y nos lleva tenaz, ávidamente,
nadie sabe hasta dónde.
Y todo nos rodea sin tocarnos
en este alucinante amor de amor
y de silencio.
!--Img



Meira Delmar

soneto insistente

-- de Meira Delmar --

Cuando presiente el corazón la gloria
de ser libre por gracia del olvido,
me llega entre la noche, como el ruido
del mar en la distancia, tu memoria.
Con ella viene la tenaz historia
de lo que pudo ser y nunca ha sido.
Arduo amor ni ganado ni perdido,
batalla sin derrota y sin victoria.
Cada vez que en mi mano reverdece
la rama del olivo y aparece
después de la tormenta la alegría,
algo tuyo regresa de la nada
y de nuevo destruye la dorada
esperanza fugaz de un claro día.
!--Img



Julio Flórez

En la agonía

-- de Julio Flórez --

Poem

Nó, retira esa droga, que no luche por más tiempo del doctor... ¡Es muy tenaz! Ven, que el latido de tu pecho escuche.

¡Ven, acércate más!

Dime, ¿quieres curarme? ¿Sí? Pues eso fácil es y un remedio hay eficaz: ¡pon tu boca en mi boca y dame un beso

que no acabe jamás!



Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 10

-- de Francisco de Quevedo --

¿ves con el polvo de la lid sangrienta
crecer el suelo y acortarse el día
en la celosa y dura valentía
de aquellos toros que el amor violenta?
¿no ves la sangre que el manchado alienta;
el humo que de la ancha frente envía
el toro negro, y la tenaz porfía
en que el amante corazón ostenta?
pues si lo ves, ¡oh lisi!, ¿por qué admiras
que, cuando amor enjuga mis entrañas
y mis venas, volcán, reviente en iras?
son los toros capaces de sus sañas,
¿y no permites, cuando a bato miras,
que yo ensordezca en llanto las montañas?



Francisco Sosa Escalante

A Fela

-- de Francisco Sosa Escalante --

Tras de las horas del placer, un día
Las horas llegarán de la tristeza,
Cuando, marchita la gentil belleza,
Te cerque, Fela, soledad impía.

No importa! á la tenaz melancolía
Vencida mirarás si con grandeza
Consagras tu cariño y tu terneza
Al infinito amor de tu María.

Resista al infortunio tu alma fuerte
Y nunca temas, aunque el mal te aflija,
Que la mano del mal pueda vencerte.

Oh Fela hermosa! la mirada fija
Ten en que alcance venturosa suerte
La dulce niña de tus sueños hija.



Francisco Sosa Escalante

A un cazador

-- de Francisco Sosa Escalante --

Si con ansia mortal miraste un día
De tu mansion bajo el dorado techo,
Al hijo idolatrado que en el lecho
Te dió su adios postrero en su agonía;

Si de entónces tenaz melancolía
Tu frente anubla y despedaza el pecho,
Y en vano la amistad á tu despecho
Consuelo ofrece, bondadosa y pía:

¿Cómo puedes mirar indiferente
A la madre del tierno cervatillo
Que allí en el bosque cautivaste artero?

¿Nada te dice su gemir doliente
Cuando le hiere el deslumbrante brillo
De tu desnudo matador acero?



Francisco Sosa Escalante

A una artista (Sosa Escalante)

-- de Francisco Sosa Escalante --

No canta el ave así; no así del viento
El suspirar se escucha en la arboleda,
Ni el manso arroyo que entre guijas rueda
El són iguala de tu dulce acento.

Ya revele tu voz del pensamiento
Amargura tenaz ó dicha leda,
Es nota de arpa celestial; remeda
Alegre risa ó funeral lamento.

Mas ay! si á influjo de tu dulce canto
Olvida el triste corazón sus penas
Tambien es causa de dolor y llanto.

Infundes el amor cual las sirenas,
Y á aquel que admira tu hechicero encanto
A eterno vasallaje le condenas!



Francisco Sosa Escalante

Apariencia engañosa

-- de Francisco Sosa Escalante --

Ah! no es la tuya, Rosa, la alegría
Que inunda al alma con su amor dichosa:
Es la máscara no más con que afanosa
Ocultas la tenaz melancolía.

Como la luz al espirar el día
Es la luz de tus ojos, misteriosa,
Y hasta el acento de tu voz, ¡oh Rosa!
El dejo tiene de tristeza impía.

El beso de tus labios no es el beso
Que al sueño dulce del amor provoca;
La frente quema donde fuera impreso.

En vano buscas anhelante y loca
La dicha, del festin en el exceso:
La muerte allí tu corazon invoca.



José Martí

dentro de mí...

-- de José Martí --

Dentro de mí...
Dentro de mí hay un león enfrenado:
de mi corazón he labrado sus riendas:
tú me lo rompiste: cuando lo vi roto
me pareció bien enfrenar a la fiera.
Antes, cual la llama que en la estera prende,
mi cólera ardía, lucía y se apagaba:
como del león generoso en la selva
la fiebre se enciende; lo ciega y se calma.
Pero, ya no puedes: las riendas le he puesto
y al juicio he subido en el león a caballo:
la furia del juicio es tenaz: ya no puedes.
Dentro de mí hay un león enfrenado.



Clemente Althaus

A Londres

-- de Clemente Althaus --

En vano, altiva Londres, a porfía
te enriqueces, te ensanchas y te pueblas,
si en una nueva atmósfera sombría
te envuelve el humo y tus eternas nieblas;
si no difiere lo que llamas día
de las nocturnas lóbregas tinieblas,
o, como triste pasajera tarde,
entre dos noches dilatadas arde.
¿Qué vale tu grandeza y poderío
y la corona azul del océano,
Si tiembla en ti junto al hogar el Frío
tendiendo al fuego la aterida mano,
si en tus vastos palacios el Hastío,
roído el pecho de tenaz gusano,
gime y suspira y sin cesar bosteza,
sin que el sueño le rinda la cabeza.
Tú no conoces esa indefinida
dulce tristeza, soñadora y vaga,
encanto y poesía de la vida
que en otro clima el corazón halaga;
sólo conoces el Esplín suicida
que todo bien con su veneno estraga
y que o corta la vida o la convierte
en una lenta prolongada muerte.



Clemente Althaus

A mi sobrina Manuelita C.

-- de Clemente Althaus --

Cuando en los días primeros
de tu existencia te vi,
lunar no hallaban en ti
ni los ojos más severos.
Y si no me alucinó
el casi paterno afecto,
criatura sin defecto
te jurara entonces yo.
Mas pronto Naturaleza,
arrepentida de haber
creado un humano ser
con tan divina belleza,
dijo: «no es bien que te dé,
»predilecta criatura,
«la perfección de hermosura
»que siempre a todas negué.
»Si signes creciendo así
»y humillando a las demás,
»soberbia te engreirás
»de la beldad que te di.
»Un defecto has menester
»que sea en ti la señal
»de tu condición mortal,
»y te confirme mujer.
»Que, si no, supersticiosa,
»la tierra tributaria
»criminal idolatría
»a tu belleza de diosa,
»por quitarte lo soberbio,
»fiebre tenaz te enviaré,
»que de tu pequeño pie
»tuerza el delicado nervio;
»por que, cuando te engrïeres
»viendo en ti belleza tanta,
»al sentir tu enferma planta,
»recuerdes que mortal eres;
»y para que, cuando quieras
»dejar la tierra afligida,
»tu planta grave te impida
»alzar tus alas ligeras.»



Clemente Althaus

Al Rímac

-- de Clemente Althaus --

I

En muda calma la ciudad reposa:
y yo, de codos en tu vasto puente,
miro brillar tu rápida corriente,
que al mar se precipita bulliciosa,
hoy del placer la taza deleitosa
bebió de Lima la festiva gente,
y yo la del dolor, que eternamente
de hiel amarga para mí rebosa.
Y ahora, Rímac, tu raudal sonoro
su sueño arrulla bajo puro cielo,
azul dosel con lentejuelas de oro:
¡y yo tan solo, con perenne duelo,
de la ciudad en la alegría lloro,
de la ciudad en el reposo velo!

II
¡Cuánto crecieron con el llanto mío
Arno y Betis y Támesis y Sena,
testigos todos de mi larga pena
y de mi insano amor y desvarío!
Y hoy también a tus ondas, patrio río,
mezclan mis ojos su encendida vena;
que en la tierra natal como en la ajena,
tenaz me sigue mi recuerdo impío.
Y en vano busco junto a ti reposo,
y el alivio del mal que me atormenta
al refrigerio de tus ondas pido:
¡Ah! sólo del Leteo silencioso
beber puedo en el agua soñolienta
la paz profunda der eterno olvido.



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