Buscar Poemas con Temporales


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Se han encontrado 6 poemas con la palabra temporales

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Jorge Isaacs

Las flores de la hija de caro en el bazar de los pobres

-- de Jorge Isaacs --

Eran como las que haces, esas flores
Que en ignoradas vegas recogía,
Para ufana ceñir la frente mía,
La púdica deidad de mis amores.

Esas que de sus bucles temporales
Caer dejaba, cuando huir fingía
De mis halagos en la selva umbría,
Tuvieron de las tuyas los colores.

Aun en mis sueños el aroma aspiro
De las que ajó mi labio enamorado...
¿Por qué las tuyas reverente miro?

Desprecia el indigente las del prado,
Desdeña aquellas que en tu huerto admiro:
¡Por eso flores para el pobre has criado!

Poema Las flores de la hija de caro en el bazar de los pobres de Jorge Isaacs con fondo de libro

Jorge Manrique

coplas por la muerte de su padre 11

-- de Jorge Manrique --

Pero digo que acompañen
y lleguen hasta la huesa
con su dueño:
por eso nos engañen,
pues se va la vida apriesa
como sueño;
y los deleites de acá
son, en que nos deleitamos,
temporales,
y los tormentos de allá,
que por ellos esperamos,
eternales.
↑ Sepultura
↑ aprisa
↑ placeres

Poema coplas por la muerte de su padre 11 de Jorge Manrique con fondo de libro

Jorge Manrique

coplas por la muerte de su padre 19

-- de Jorge Manrique --

Las dádivas desmedidas,
los edificios reales
llenos de oro,
las vajillas tan febridas,
los enriques y reales
del tesoro;
los jaeces, los caballos
de sus gentes y atavíos
tan sobrados,
¿dónde iremos a buscallos?
¿qué fueron sino rocíos
de los prados?
↑ cosas que se dan gratuitamente
↑ desproporcionadas
↑ bruñidas, relucientes
↑ enriques y reales: monedas
↑ adornos
↑ atrevidos
↑ buscarlos
↑ lluvias temporales
↑ las tierras húmedas

Poema coplas por la muerte de su padre 19 de Jorge Manrique con fondo de libro

César Vallejo

panteón

-- de César Vallejo --

He visto ayer sonidos generales,
mortuoriamente,
puntualmente alejarse,
cuando oí desprenderse del ocaso
tristemente,
exactamente un arco, un arcoíris.
Vi el tiempo generoso del minuto,
infinitamente
atado locamente al tiempo grande,
pues que estaba la hora
suavemente,
premiosamente henchida de dos horas.
Dejóse comprender, llamar, la tierra
terrenalmente;
negóse brutalmente, así a mi historia,
y si vi, que me escuchen, pues, en bloque,
si toqué esta mecánica, que vean
lentamente,
despacio, vorazmente, mis tinieblas.
Y si vi en la lesión de la respuesta,
claramente,
la lesión mentalmente de la incógnita,
si escuché, si pensé en mis ventanillas
nasales, funerales, temporales,
fraternalmente,
piadosamente echadme a los filósofos.
Mas no más inflexión precipitada
en canto llano, y no más
el hueso colorado, el son del alma
tristemente
erguida ecuestremente en mi espinazo,
ya que, en suma, la vida es
implacablemente,
imparcialmente horrible, estoy seguro.



Hernando de Acuña

Tan hijos naturales de Fortuna

-- de Hernando de Acuña --

Tan hijos naturales de Fortuna
son la desigualdad y el desconcierto,
que jamás permitió llegase a puerto
virtud muy rara ni bondad ninguna;

y si ésta ha de temer en parte alguna
de mostrar disfavor tan descubierto,
que en vos lo temerá tengo por cierto,
aunque siempre a lo bueno es importuna.

Las virtudes en voz son principales
y, a su despecho, vemos que han sacado
de su poder y mando vuestra suerte.

Lo menos son los bienes temporales,
pues la desigualdad de todo estado
al fin viene a igualarse con la muerte.



José Lezama Lima

una batalla china

-- de José Lezama Lima --

Separados por la colina ondulante,
dos ejércitos enmascarados
lanzan interminables aleluyas de combate.
El jefe, en su tienda de campaña,
interpreta las ancestrales furias de su pueblo.
El otro, fijándose en la línea del río,
ve su sombra en otro cuerpo, desconociéndose.
Las músicas creciendo con la sangre
precipitan la marcha hacia la muerte.
Los dos ejércitos, como envueltos por las nubes,
se adormecen borrando los escarceos temporales.
Los dos jefes se han quedado como petrificados.
Después cuentan las sombras que huyeron del cuerpo,
cuentan los cuerpos que huyeron por el río.
Uno de los ejércitos logró mantener
unida su sombra con su cuerpo,
su cuerpo con la fugacidad del río.
El otro fue vencido por un inmenso desierto somnoliento.
Su jefe rinde su espada con orgullo.



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