Buscar Poemas con Templo


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Se han encontrado 74 poemas con la palabra templo

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Abraham Valdelomar

Los violines húngaros

-- de Abraham Valdelomar --

Para Rafael Belaúnde.

Los violines húngaros con notas lejanas,
marcaban el paso de las princesitas
que al rústico templo, todas las mañanas
llevaban aromas de cosas marchitas.

Las dos princesitas, rubias encantadas
soñaban la vida de un cuento de hadas
en cuyo prefacio reía Merlín;
cuando iban cantando bajo de los tilos
y arrancando flores en los peristilos
que hay en el palacio del viejo jardín.

Las dos princesitas de rostro muriente
entraron al templo silenciosamente
a orar la plegaria triste y lastimera
ante la divina virgen sonriente
delicadamente modelada en cera.

El viento que siempre baladas lejanas
silentes y tristes como caravanas
lleva a los palacios de los soñadores
cantó a las princesa sus notas tranquilas
al llorar doliente de viejas esquilas
cuando ya en el templo morían las flores.

El Sol. Las princesas ropadas en sedas
como las tanagras de un rito pagano
vuelven tristemente por las alamedas
mientras en las vegas del jardín lejano
los violines húngaros suenan piano... Piano...

Poema Los violines húngaros de Abraham Valdelomar con fondo de libro

Lope de Vega

al sepulcro de amor, que contra el filo

-- de Lope de Vega --

Al sepulcro de amor, que contra el filo
del tiempo hizo artemisia vivir claro,
a la torre bellísima de faro,
un tiempo de las naves luz y asilo;
al templo efesio de famoso estilo,
al coloso del sol, único y raro,
al muro de semíramis reparo,
y a las altas pirámides del nilo;
en fin, a los milagros inauditos,
a júpiter olímpica, y al templo,
pirámides, coloso y mauseolo;
y a cuantos hoy el mundo tiene escritos,
en fama vence de mi fe el ejemplo,
que es mayor maravilla mi amor solo.

Poema al sepulcro de amor, que contra el filo de Lope de Vega con fondo de libro

Lope de Vega

Del templo de la fama en alta parte

-- de Lope de Vega --

Del templo de la Fama en alta parte
vi diez, los que hasta ahora fueron nueve;
aquél por quien Apolo no se mueve
formaba un mármol excediendo el arte.

Con el rey de Sión estaba aparte
Gedeón, cuya gente en Acab bebe;
el que a rendir la tierra y mar se atreve,
y Arturo con el ánglico estandarte;

Héctor, César, y Carlos, con Gofredo,
que el gran sepulcro libertó de Cristo;
mas cuando entre los diez, (para alabarlos),

reconocer el último no puedo,
oigo una voz que dijo: «A los que has visto
dio luz, y quito fama el Quinto Carlos».

Poema Del templo de la fama en alta parte de Lope de Vega con fondo de libro

Lope de Vega

Faltaron con el tiempo riguroso

-- de Lope de Vega --

Faltaron con el tiempo riguroso
la torre a Faro, a Babilonia el muro,
a Grecia aquel milagro en mármol duro
de Júpiter Olímpico famoso;

A Caria aquel sarcófago amoroso
y a Menfis del Egipto mal seguro
las columnas que hoy cubre olvido escuro,
el templo a Efesia, a Rodas el coloso.

Pero cayendo con mayor ejemplo
la gran columna, que en virtudes y obras
las puso con plus ultra al fin del mundo,

torre, muro, coloso, estatuas, templo,
pierde, oh España; mas las mismas cobras
en el Tercero de tan gran Segundo.



Góngora

De pura honestidad templo sagrado

-- de Góngora --

De pura honestidad templo sagrado,
cuyo bello cimiento y gentil muro
de blanco nácar y alabastro duro
fue por divina mano fabricado;

pequeña puerta de coral preciado,
claras lumbreras de mirar seguro
que a la esmeralda fina el verde puro
habéis para viriles usurpado;

soberbio techo, cuyas cimbrias de oro
al claro sol, en cuanto en torno gira,
ornan de luz, coronan de belleza;

ídolo bello, a quien humilde adoro,
oye piadoso al que por ti suspira,
tus himnos canta, y tus virtudes reza.



Gutierre de Cetina

ni la alta piedra que de césar cierra

-- de Gutierre de Cetina --

Las reliquias soberbias en el suelo,
ni aquel famoso templo por quien delo
vivirá siempre en cuanto el mar encierra,
ni todos los honores que en la tierra
pueden de gloria alzarse en alto vuelo,
os dieran tanto honor, héroes del cielo,
cuanto os dan estas piedras y esta tierra.
De huesos de enemigos mayor pira,
do los vuestros a guisa de trofeo
se muestran fabricando, fabricaste.
El templo que a los otros más admira,
y el honor muy más grande que el deseo,
cristo os lo dio y vosotros lo ganaste.



Gutierre de Cetina

al duque de alba

-- de Gutierre de Cetina --

Señor, mientra el valor que en vos contemplo,
el ánimo, el saber, alabar quiero,
con el bajo decir, torpe y grosero,
del alto desear la furia templo.
Vuestras obras serán, pues, vuestro ejemplo;
vos vuestro coronista verdadero;
vuestra virtud será el más cierto homero
que a la inmortalidad os abre el templo.
No dejéis, señor, ser alabado;
mas al principio que lleváis tan alto
dad en lo por venir alegre efeto:
que si el triunfo del mundo es pobre y falto,
si corresponde mal con tal sujeto,
allá os le tiene el cielo aparejado.



Rosalía de Castro

Orillas del Sar

-- de Rosalía de Castro --

I

Á través del follaje perenne
Que oir deja rumores extraños,
Y entre un mar de ondulante verdura,
Amorosa mansión de los pájaros,
Desde mis ventanas veo
El templo que quise tanto.

El templo que tanto quise...
Pues no sé decir ya si le quiero,
Que en el rudo vaivén que sin tregua
Se agitan mis pensamientos,
Dudo si el rencor adusto
Vive unido al amor en mi pecho.

II

¡Otra vez! Tras la lucha que rinde
Y la incertidumbre amarga
Del viajero que errante no sabe
Dónde dormirá mañana,



Juan Meléndez Valdés

Quédese de tu templo ya colgados

-- de Juan Meléndez Valdés --

Quédese de tu templo ya colgados
vistiendo sus paredes mis despojos
ya basta Amor de engaños y de enojos
no quiero más tu guerra y tus cuidados.

Dos años te he seguido mal gastados
que inútilmente lloran hoy mis ojos;
flores pensé coger y halleme abrojos
vuelvo atrás de mis pasos mal andados.

Tuya es, oh Amor, la culpa (y yo la pena
llevo de te servir arrepentido)
que halagas blando y te descubres fiero.

Mas, ay, romper no puedo la cadena;
¡Oh tirano cruel que al que has rendido
guardas toda la vida prisionero!



Julio Flórez

mística

-- de Julio Flórez --

Cuando bajo la comba de la nave,
del vasto templo, rezas con fervor,
y tu oración se eleva, como un ave,
del órgano al gemido vibrador,
desde un rincón oscuro te contemplo,
fijos los ojos en el viejo altar,
en tanto que en los ámbitos del templo
el órgano parece sollozar.
Mientras se va tu espíritu del mundo,
de la infinita claridad en pos,
exclamo a solas con dolor profundo:
¡ah, si me amara a mí... Como ama a dios!
julio flórez



Francisco Sosa Escalante

En el baile y en el templo

-- de Francisco Sosa Escalante --

En alegre festin, de dicha loca
Anoche te miré; su gala fuiste;
¡Qué bella y qué gentil resplandeciste!
Un nido de sonrisas fué tu boca.

La frente hoy cubres con la negra toca,
El humilde percal tus formas viste;
Lívido el labio.... La mirada triste
Ya no á los goces del amor provoca.

¿Por qué te miro así? ¿por qué hácia el templo,
Que es casa del Señor, hoy te encaminas
Semejante á figura de un retablo?

En vez de darnos de piedad ejemplo
Pruebas, niña, que das, ¿no lo imaginas?
Los huesos al Señor, la carne al diablo.



Adelardo López de Ayala

La semana que viene

-- de Adelardo López de Ayala --

De los holgazanes

Lunes, que, a rienda tendida,
vas del martes empujado,
¡cuántas veces te he fiado
la corrección de mi vida!

-¡Te vas! ¡La dejas sumida
en dudas desgarradoras!
Pero, al fin, algo mejoras
mi condición, pues hoy siento
más vivo el remordimiento
de haber perdido tus horas!

MARTES
¡Oh, martes! No me importunes
con los apodos que tienes;
pues a hacer fecunda vienes
la esterilidad del lunes.
Como tú te desayunes,
haciendo dar un respingo
a mi inspiración, un pingo
colgaré en tu templo en pago;
y, aunque te llamen aciago,
serás para mí domingo.



Amado Nervo

Damiana se casa

-- de Amado Nervo --

-Con mis amargos pensares
y con mis desdichas todas,
haré tu ramo de bodas,
que no será de azahares.

Mis ojos, que las angustias
y el continuado velar
encienden, serán dos mustias
antorchas para tu altar.

El llanto que de mi cuita
sin tregua brotando está,
tu frente pura ungirá
como con agua bendita...

-Señor, no penes, tu ceño
me duele como un reproche;
-¡Que pálida estás, mi dueño!
-Es que pasé mala noche,
el amor me quita el sueño...

-¡Y te vas!...
-Me voy, es tarde,
me aguardan; ¡el templo arde
como un sol! Tu mal mitiga,
Señor, ¡y Dios te bendiga!
-Damiana, que Dios te guarde...



Lope de Vega

Como es la patria celestial colonia

-- de Lope de Vega --

Como es la patria celestial colonia,
bien que el camino a los mortales agro,
ilustrísimo Conde, a quien consagro
los árboles de Apolo y de Tritonia,

fuiste contra la fiera Babilonia,
aunque cordero tierno por milagro,
nuevo, divino, heroico Meleagro
de la escocesa silva Caledonia.

Ya muerto, otro Mercurio te contemplo,
que tomando las arnas y la espada,
despojos de tu noble mausoleo,

en defensa de Cristo, y de su templo,
Julián y Babilonia derribada,
confiesen que ha vencido el Galileo.



Lope de Vega

La antigua edad juzgó por imposibles

-- de Lope de Vega --

La antigua edad juzgó por imposibles
tres cosas celebradas en el mundo,
o hallar jamás artífice segundo
a quien segunda vez fuesen posibles:

la clava, con que Alcides tan horribles
mostros venció en la tierra y el profundo,
de Júpiter el rayo furibundo
y los versos de Homero inaccesibles.

Otras tres hay en nuestra edad presente:
las hazañas de Carlos soberano;
del nuevo Salomón, el nuevo templo;

y vuestros versos, Conde, en cuya fuente
resplandece el laurel ingrato en vano:
que no teniendo igual, sirven de ejemplo.



Lope de Vega

Los que fuera del curso y armonía

-- de Lope de Vega --

Los que fuera del curso y armonía,
que con ley inmortal gobierna el suelo,
vistes el sol entristecer el cielo,
y suceder la noche al medio día
los que vistes con triste melodía
llorar las piedras y romperse el velo,
morir la vida y convertirse en hielo
a la luz del mundo, que en sí misma ardía,
mirad el Sol que la prisión levanta
al luminoso cuerpo soberano;
mirad la Vida que a la muerte espanta.
Pues con los rayos de su eterna mano
renueva de su templo el alma santa
el cinco veces roto velo humano.



Lope de Vega

Yo vi, sobre dos piedras plateadas

-- de Lope de Vega --

Yo vi, sobre dos piedras plateadas
dos colunas gentiles sostenidas,
de vidro azul cubiertas, y cogidas
en un cendal pajizo y dos lazadas.

Turbéme, y dije: «¡Oh prendas reservadas
al Hércules que os tiene merecidas,
si como de mi alma sois queridas
os viera de mis brazos levantadas,

tanto sobre mis hombros os llevara,
que en otro mundo, que ninguno viera,
fijara del plus ultra los trofeos!»

«¡Oh, fuera yo Sansón, que os derribara,
porque, cayendo vuestro templo, diese
vida a mi muerte, y muerte a mis deseos!»



Góngora

A Juan Rufo, jurado de Córdoba

-- de Góngora --

Culto jurado, si mi bella dama,
en cuyo generoso mortal manto
arde, como en cristal de templo santo,
de un limpio amor la más ilustre llama,

tu musa inspira, vivirá tu fama
sin invidiar tu noble patria a Manto,
y ornarte ha, en premio de tu dulce canto,
no de verde laurel caduca rama,

sino de estrellas inmortal corona.
Haga, pues, tu dulcísimo instrumento
bellos efectos, pues la causa es bella,

que no habrá piedra, planta, ni persona,
que suspensa no siga el tierno acento,
siendo tuya la voz, y el canto della.



Góngora

A Don Cristobal de Mora

-- de Góngora --

Árbol de cuyos ramos fortunados
Las nobles moras son quinas reales,
Teñidas en la sangre de leales
Capitanes, no amantes desdichados;

En los campos del Tajo más dorados
Y que más privilegian sus cristales,
A par de las sublimes palmas sales,
Y más que los laureles levantados.

Gusano, de tus hojas me alimentes,
Pajarilla, sosténganme tus ramas,
Y ampáreme tu sombra, peregrino.

Hilaré tu memoria entre las gentes,
Cantaré enmudeciendo ajenas famas,
Y votaré a tu templo mi camino.



Luis Muñoz Rivera

las campanas

-- de Luis Muñoz Rivera --

Ya sé lo que dicen
las roncas campanas
cuando en recio y confuso desorden,
agitan con fuerza sus lenguas metálicas.

Anuncian dolientes
la hora del alba,
porque el astro que sube a los cielos
es astro que alumbra vergüenzas y lagrimas.

Al pueblo congregan
y escuchan con rabia
por las naves del templo sombrío
subir a la altura la humilde plegaria,

en tanto que a gritos
exige la patria
ancho muro de pechos viriles,
de pólvora en estruendos y choque de espadas.

Ya sé lo que dicen
las roncas campanas
cuando vibran en brusco desorden:
ya sé lo que dicen: ¡venganza! ¡venganza!



Lupercio Leonardo de Argensola

Si quiere Amor que siga sus antojos

-- de Lupercio Leonardo de Argensola --

Si quiere Amor que siga sus antojos
y a sus hierros de nuevo rinda el cuello;
que por ídolo adore un rostro bello
y que vistan su templo mis despojos,

la flaca luz renueve de mis ojos,
restituya a mi frente su cabello,
a mis labios la rosa y primer vello,
que ya pendiente y yerto es dos manojos.

Y entonces, como sierpe renovada,
a la puerta de Filis inclemente
resistiré a la lluvia y a los vientos.

Mas si no ha de volver la edad pasada,
y todo con la edad es diferente,
¿por qué no lo han de ser mis pensamientos?



Manuel Bretón de los Herreros

A la pereza

-- de Manuel Bretón de los Herreros --

¡Qué dulce es una cama regalada!
¡Qué necio el que madruga con la aurora
aunque las musas digan que enamora
oír cantar a un ave en la alborada!

¡Oh, qué lindo en poltrona dilatada
reposar una hora y otra hora!
Comer, holgar..., ¡Qué vida encantadora,
sin ser de nadie y sin pensar en nada!

¡Salve, oh, Pereza! En tu macizo templo
ya, tendido a la larga, me acomodo.
De tus graves alumnos el ejemplo

arrastro bostezando: y en tal modo
tu apacible modorra a entrar me empieza
que no acabo el soneto... De per... (Eza)



Manuel de Zequeira

a la misma

-- de Manuel de Zequeira --

Entre un coro de ninfas
retozaba contento
cupidillo desnudo
de su carcax funesto:

dulcemente las unas
le estrechan en su seno,
imprimiendo las otras
en sus mejillas besos.

Cada cual a porfía
celebra al rapazuelo,
llenándole de flores
y cintas el cabello:

pasaba por acaso
carmelina a este tiempo
con inocentes risas
hechizando los cielos:

sus labios de corales,
sus dulces movimientos,
sus rosas, y sus lises,
sus mejillas y cuello.

Todo brillaba en ella
con más puros reflejos,
que febo cuando opaca
los astros y luceros.

Cupido avergonzado
batió veloz su vuelo,
al ver que carmelina
triunfaba en los afectos;

legó donde su madre,
lloroso del desprecio,
llenando de gemidos
el templo citereo:

mas venus al mirarle
con tan tristes lamentos,
tomándole en sus brazos
le consoló diciendo:

no llores, hijo mío,
serena el rostro bello,
¿no sabes que es tu hermana
la que causo tus celos?



Manuel de Zequeira

Contra la guerra

-- de Manuel de Zequeira --

De cóncavos metales disparada,
sale la muerta envuelta en estampido
y en torrentes de plomo repartido
brota el Etna su llama aprisionada.

El espanto, el dolor, la ruina airada,
al vencedor oprimen y al vencido,
huye esquivo el reposo apetecido,
solo esgrime el valor sangrienta espada.

El hombre contra el hombre se enfurece,
su propia destrucción forma su historia,
y de sangre teñido comparece

en el sagrado templo de la gloria.
Cese hombre tu furor, tu ambición cese,
si al destruirte a ti mismo es tu victoria.



Ignacio María de Acosta

Un sueño (Acosta)

-- de Ignacio María de Acosta --

Soñaba yo que por la senda hermosa
de la virtud la humanidad corría,
y el sol de la verdad resplandecía
llenando el orbe de su luz radiosa.

La torpe envidia, la calumnia odiosa
abaten su poder y bastardía;
y a la voz del progreso se veía
la sociedad aparecer dichosa.

Un pueblo sólo es el linaje humano,
triunfa la ilustración, y por su empeño
su templo cierra para siempre Jano...

A tan mágico cuadro y halagüeño,
al arpa de oro le tendí la mano
por cantar tanto bien... ¡Mas era un sueño!...



Jacinto Verdaguer

Blanca como un sirio

-- de Jacinto Verdaguer --

Blanca como un cirio,
pura como un lirio,
la Virgen divina
al templo camina,
llevando en sus brazos cual rayo de luz
al niño Jesús.
Cuando Simeón
ve a Cristo en Sión
le toma y le mira,
y canta y suspira.
María: ¡qué espada de pena y dolor
herirá tu amor!
La Virgen María,
después de aquel día,
miraba a Jesús,
entre dos ladrones, clavado en la cruz.



Jorge Isaacs

Inocencia

-- de Jorge Isaacs --

– Niña, ¿de las bellas flores
Que tu delantal oculta
Permites a este viajero
Llevar una... Sólo una?
– Son de la Virgen, Señor,
Pero en las selvas abundan.
– Alza los púdicos ojos
Que en vano mis ojos buscan;
Deben tener de tu acento
La gratísima dulzura.
¿Las espinas de los bosques
Tus desnudos pies no punzan?
¿De tus cabellos, las zarzas
No dañan las ondas rubias?
– Yo busco los alfombrados
Con yerbecillas menudas,
Y los zarzales no crecen
Bajo las bóvedas húmedas.
– ¿Sola vas por estos montes,
La soledad no te asusta?
– Cantando se espanta el miedo,
Pero no hay duendes ni brujas.
– ¿Quieres llevarme a la umbría
Donde esas aguas murmuran
Y cantarás las canciones
Que las palomas te escuchan?
– He aquí la senda.
– ¡ Detente!
Ángel de las crenchas rubias,
Llévale al templo tus flores,
Su altar con ellas perfuma...
Y huye de los caballeros
Que tu verde valle cruzan.



Emilio Bobadilla

El reloj de la iglesia

-- de Emilio Bobadilla --

El río se desangra por invisibles venas
y a veces por lo denso parece que se para.
¡De cuántas sollozantes y ominosas escenas
fué testigo su linfa, ayer tranquila y clara!

Resuenan por las calles monásticas los sables
y proyecta la luna sombras escurridizas:
sombras escurridizas de gentes miserables,
sin hogar y famélicas, las ropas hechas trizas.

Sin cabeza, a lo lejos, maltrecho el campanario,
que vigilaba el llano, sombrío se destaca
y clavado en el muro del templo milenario

del reloj el cuadrante, que se paró marcando
la hora —como en brusca parálisis cardíaca—
¡la hora inolvidable del bombardeo nefando!



Emilio Bobadilla

Impasibilidad

-- de Emilio Bobadilla --

En hospital de sangre la iglesia se convierte;
en un confesonario un herido agoniza
y la metralla sigue vomitando la muerte
y del humus no queda sino lodo y ceniza.

Los cirujanos tajan, remiendan entre el ruido
del cañón y aturdidas corren las enfermeras;
a un moribundo un cura auxilia compungido
y de la iglesia en torno gritan vivas y mueras.

Derriba una granada parte de la techumbre;
las puertas con estrépito se abren; negro río
de soldados penetra —torrente de una cumbre—

y en el fondo del templo, sobre el altar sombrío,
a la luz temblorosa de lámparas murientes
un Cristo abre los brazos, sus brazos impotentes.



Emilio Bobadilla

Invasión teutónica

-- de Emilio Bobadilla --

Las hordas invasoras avanzan: en eriales
conviértense los prados, los bosques de castaños,
de tilos, festoneados de yedras y rosales,
los valles y los sotos —guaridas de rebaños—.

Las hordas invasoras avanzan: fugitivas
abandonan los pueblos en ruinas las mujeres,
y van por los atajos en tristes comitivas,
llorando sus hogares en llamas, sus enseres!

Las hordas invasoras avanzan: el fracaso
horrísono de casas que tumban los cañones,
cual música diabólica solemniza su paso;

del templo sólo quedan en pie los paredones
y el rosetón que mira, cual ojo ensangrentado,
el campo sin verdura, sin hombres ni ganado...!



Emilio Bobadilla

Italia (Bobadilla)

-- de Emilio Bobadilla --

«Arcos, anfiteatros, baño, templo,
que fuisteis edificios celebrados...»

(Al monte donde fué Cartago.)

«Italia! too Italia! looking on the
Full flashes on the soul the ligth of ages...»

(
Childe Harold's Pilgrimace, Canto third CX.)

¿Tú también en guerra, pintoresca Italia,
tú que fuiste siempre del arte maestra,
de los soñadores, la fuente Castalia,
bajas encendida en odio a la palestra?

¡Hablan tus museos de recuerdos miles:
historia, batallas, de papas astutos
y de emperadores, los recios perfiles
y las maravillas de tus Benvenutos...!

Cuando de la lucha cruel a los comienzos
las bombas llenaban de horror los espacios,
temblé por tus mármoles, por tus viejos lienzos,

y por tus basílicas y por tus palacios
y evocaba pálido tus viejas ciudades,
—líricas sonámbulas de muertas edades—.



Julián del Casal

al mismo (enviándole mi retrato)

-- de Julián del Casal --

Al mismo
(enviándole mi retrato)
no busques tras el mármol de mi frente
del ideal la esplendorosa llama
que hacia el templo marmóreo de la fama
encaminó mi paso adolescente;
ni tras el rojo labio sonriente
la paz del corazón de quien te ama,
que entre el verdor de la florida rama
ocúltase la pérfida serpiente.
Despójate de vanas ilusiones,
clava en mi rostro tu mirada fría
como su pico el pájaro en el fruto,
y sólo encontrarás en mis facciones
la indiferencia del que nada ansía
o la fatiga corporal del bruto.



Rafael María Baralt

A la memoria de don Alberto Lista y Aragón

-- de Rafael María Baralt --

¡Levanta de tu tumba, oh de la hispana
ilustre juventud émulo guía!
¡Tú a cuya voz absorto detenía
Betis sagrado el onda soberana!

¡Tú a quien Minerva de su oliva, ufana,
la noble frente coronaba un día
y el rubio Apolo del laurel ceñía
que en la pompa circense el vate gana!

¡Vives, sí, vives; de esplendor vestido
templo el mundo a tu fama es dilatado
y altar augusto la marmórea losa!

¡Alce otra vez tu plectro el gran sonido,
y en hombros de las Musas levantado,
sube triunfante a la mansión gloriosa!



Rafael María Baralt

Al nacimiento de la Princesa de Asturias

-- de Rafael María Baralt --

¡La Reina es madre! Venturoso día
luce por fin en el Oriente hispano:
présago de salud, con hondo arcano
a Trono y Pueblo el Hacedor le envía.

Cesa la guerra; la Discordia impía
huye al profano; y del bifronte Jano
cerrado el templo, con augusta mano
la regia prole a la virtud nos guía.

Y la patria revive; árbitro y dueño
es de la tierra; y su blasón divino
brilla otra vez con inmortal hazaña.

Ángel querido, así al mirarte, el ceño
la suerte depondrá, y alto destino
de honor y gloria labrarás a España.



José María Gabriel y Galán

El amo

-- de José María Gabriel y Galán --

En el nombre de Dios que las abriera,
cierro las puertas del hogar paterno,
que es cerrarle a mi vida un horizonte
y a dios cerrarle un templo.

Es preciso tener alma de roca,
sangre de hiena y corazón de acero,
para dar este adiós que en la garganta
se me detiene al bosquejarlo el pecho.

Es preciso tener labios de mártir
para acercarse a ellos
la hiel del cáliz que en mi mano trémula
con ojos turbio esperando veo.

Ya está solo el hogar. Mis patriarcas
uno en pos de otro del hogar salieron.

Me los vino a buscar Cristo amoroso
con los brazos abiertos...



José Tomás de Cuellar

En la caverna de Cacahuamilpa

-- de José Tomás de Cuellar --

¡ESPLÉNDIDA mansión, recinto umbroso
De silencio y de paz augusto templo:
De tu imponente majestad ansioso,
Extático y absorto te contemplo!

Asiento ya mi planta en tus umbrales,
Ávido de gozar, negra caverna;
Y huyendo las visiones mundanales,
Medito solo en tu tíniebla eterna....

La mente se consagra enajenada
De tu esencia al misterio sorprendente;
Tu sublime quietud, tu calma helada
Imprimen el terror sobre mi frente.



Juan Bautista Arriaza

Consejo a un militar

-- de Juan Bautista Arriaza --

Si por la noble senda del dios Marte
subir quieres al templo de la Fama,
y arrebatar allí la verde rama
que la envidia jamás podrá quitarte.

Es fuerza, oh Blanco, a los estudios darte,
pues en las glorias a que el Dios te llama
no sirve ya el valor que el pecho inflama,
si no lo templa y modifica el arte.

Es bien que por modelo te presentes
de altos varones la inmortal caterva
que en letras y armas fueron excelentes.

Pues el lauro que Marte te reserva,
para darlo por premio a los valientes,
se lo da por la mano de Minerva.



Juan Cruz Varela

Al que desmaya en nuestro sistema

-- de Juan Cruz Varela --

¿Del gran sistema la contraria suerte
tanto te sobrecoge e intimida?
¿Más que la libertad amas la vida?
¿Eliges la cadena, y no la muerte?

El contraste no aflige al varón fuerte,
él a mayor peligro le convida;
dijo perezca el cruel y no trepida,
y en león libio, en furia se convierte.

Su sangre a borbotones mancha el suelo;
él la mira, y el pecho se le inflama,
y allí su atropellar, allí su anhelo.

Al expirar a sus amigos llama,
y despreciando tan funesto duelo,
himnos entona que admiró la fama.

II

¿Tú lleno de pavor pasas el día
los males de tu patria contemplando,
y huyendo de un amigo al ruego blando
buscas ansiosos la melancolía?

¿Qué hiciste infeliz hombre tu alegría
los grillos al romper? ¿a do temblando
llevas la planta con tu sombra hablando?
¡Infeliz para sí de ti confía!

Húndete miserable, a tus hermanos
devuélveles tu mal ceñida espada,
no la profanen tan cobardes manos.

La augusta Libertad con faz airada
te apartará de sus Americanos,
y en su templo jamás tendrás entrada.



Félix María Samaniego

Las beatas

-- de Félix María Samaniego --

Madre e hija con su manto

devotas al templo vienen,

no eran aquellas que tienen

devoción con algún santo.

La madre al divino canto

atiende, y cuando el tenor

¿computas —dijo— al cantar?

exclamó: - Mi dicha es fija,

mira que nos llaman, hija,

vamos al altar mayor.



Garcilaso de la Vega

SONETO VII

-- de Garcilaso de la Vega --

No pierda más quien ha tanto perdido,
bástate, amor, lo que ha por mí pasado;
válgame agora jamás haber probado
a defenderme de lo que has querido.

Tu templo y sus paredes he vestido
de mis mojadas ropas y adornado,
como acontece a quien ha ya escapado
libre de la tormenta en que se vido.

Yo había jurado nunca más meterme,
a poder mío y mi consentimiento,
en otro tal peligro, como vano.

Mas del que viene no podré valerme;
y en esto no voy contra el juramento;
que ni es como los otros ni en mi mano.



Garcilaso de la Vega

No pierda más quien ha tanto perdido

-- de Garcilaso de la Vega --

No pierda más quien ha tanto perdido,
bástate, amor, lo que ha por mí pasado;
válgame agora jamás haber probado
a defenderme de lo que has querido.

Tu templo y sus paredes he vestido
de mis mojadas ropas y adornado,
como acontece a quien ha ya escapado
libre de la tormenta en que se vido.

Yo había jurado nunca más meterme,
a poder mío y mi consentimiento,
en otro tal peligro, como vano.

Mas del que viene no podré valerme;
y en esto no voy contra el juramento;
que ni es como los otros ni en mi mano.



Gustavo Adolfo Bécquer

rima lxxi

-- de Gustavo Adolfo Bécquer --

No dormía; vagaba en ese limbo
en que cambian de forma los objetos,
misteriosos espacios que separan
la vigilia del sueño.
Las ideas que en ronda silenciosa
daban vueltas en torno a mi cerebro,
poco a poco en su danza se movían
con un compás más lento.
De la luz que entra al alma por los ojos
los párpados velaban el reflejo;
pero otra luz el mundo de visiones
alumbraba por dentro.
En este punto resonó en mi oído
un rumor semejante al que en el templo
vaga confuso al terminar los fieles
con un amén sus rezos.
Y oí como una voz delgada y triste
que por mi nombre me llamo a lo lejos,
y sentí olor de cirios apagados,
de humedad y de incienso.
.......................................
Entró la noche, y del olvido en brazos
caí, cual piedra, en su profundo seno.
No obstante al despertar exclamé:
¡alguno que yo quería ha muerto!



Gutierre de Cetina

al monte donde fue cartago

-- de Gutierre de Cetina --

Excelso monte do el romano estrago
eterna mostrará vuestra memoria;
soberbios edificios do la gloria
aún resplandece de la gran cartago;
desierta playa, que apacible lago
lleno fuiste de triunfos y victoria;
despedazados mármoles, historia
en quien se ve cuál es del mundo el pago;
arcos, anfiteatros, baños, templo,
que fuistes edificios celebrados
y agora apenas vemos las señales;
gran remedio a mi mal es vuestro ejemplo:
que si del tiempo fuistes derribados,
el tiempo derribar podrá mis males.



Salvador Novo

junto a tu cuerpo

-- de Salvador Novo --

Junto a tu cuerpo totalmente entregado al mío
junto a tus hombros tersos
de que nacen las rutas de tu abrazo,
de que nacen tu voz y tus miradas, claras y remotas,
sentí de pronto el infinito vacío de su ausencia.

Si todos estos años que me falta
como una planta trepadora que se coge del viento
he sentido que llega o que regresa en cada contacto
y ávidamente rasgo todos los días un mensaje
que nada contiene sino una fecha
y su nombre se agranda
y vibra cada vez más profundamente
porque su voz no era más que para mí oído,
porque cegó mis ojos cuando apartó los suyos
y mi alma es como un gran templo deshabitado.

Pero este cuerpo tuyo es un dios extraño
forjado en mis recuerdos, reflejo de mí mismo,
suave de mi tersura, grande por mis deseos,
máscara, estatua que he erigido a su memoria.



Ventura de la Vega

A Lope de Vega (Ventura de la Vega)

-- de Ventura de la Vega --

Tres siglos ha que este sol
que hoy luce en el firmamento
alumbraba el nacimiento
del gran poeta español.
Purificado al crisol
de una edad y de otra edad,
monstruo de fecundidad,
numen de la patria escena,
Lope con su nombre llena
del mundo la inmensidad.

En la modesta mansión
que oyó su postrer gemido
hoy a Lope se ha rendido
tributo de admiración.
Aquí con mayor razón,
aquí, templo de su gloria,
donde una y otra victoria
le ornaron de resplandores,
demos público y actores
un aplauso a su memoria.



Manuel Reina

Mi Dios

-- de Manuel Reina --

El Dios en quien yo creo palpita en la conciencia,
los sabios y los justos, sus sacerdotes son,
los cielos y los mares publican su existencia,
el bien es su doctrina, su templo la creación.



Rosalía de Castro

De repente los ecos divinos

-- de Rosalía de Castro --

De repente los ecos divinos
Que en el templo se apagaron,
Desde lejos de nuevo llamáronle
Con el poderoso encanto
Que del fondo del sepulcro
Hizo levantar a Lázaro.

Agitóse al oirlos su alma
Y volvió de su sueño letárgico
A la vida, como vuelve
A su patria el desterrado
Que ve al fin los lugares queridos,
Mas no a los seres amados.

Alma que has despertado
Vuelve a quedar dormida;
No es que aparece el alba,
Es que ya muere el día
Y te envía en su rayo postrero
La postrimera caricia.



Rosalía de Castro

Desde los cuatro puntos cardinales

-- de Rosalía de Castro --

Desde los cuatro puntos cardinales
De nuestro buen planeta
— Joven, pese a sus múltiples arrugas —
Miles de inteligencias
Poderosas y activas,
Para ensanchar los campos de la ciencia,
Tan vastos ya que la razón se pierde
En sus frondas inmensas,
Acuden a la cita que el Progreso
Les da desde su templo de cien puertas.

Obreros incansables, ¡yo os saludo!
Llena de asombro y de respeto llena,
Viendo cómo la Fe que guió un día
Hacia el desierto al santo anacoreta,
Hoy con la misma venda transparente
Hasta el umbral de lo imposible os lleva.
¡Esperad y creed!, crea el que cree,
Y ama con doble ardor aquel que espera.



Mauricio Bacarisse

La tortuga del catolicismo

-- de Mauricio Bacarisse --

La cúpula del Escorial, bajo el bautismo
del agresivo sol que irrita, ciega y daña,
es el caparazón de hipocondría y saña
de la inmensa tortuga del catolicismo.

Tartamudea el esquilón en la espadaña...
Guarda el macizo templo que se agobia a sí mismo
el detestable gusto del jesuitismo
sobre el triste panteón de los reyes de España.

... Un inquisitorial esfuerzo de pigricia
de Felipe y de Herrera. La fe que ajusticia
le ha dado al Monasterio color de ictericia.

¡Siniestro galápago, grave, ocre y moroso,
simbolizas la fuerza estéril del coloso
que al encontrarse feo se torna bilioso!



Julio Zaldumbide Gangotena

América y Bolívar - de primer centenario de Simón Bolívar

-- de Julio Zaldumbide Gangotena --

Himnos no canta América este día
a un crudo engendro de la horrenda guerra,
en quien no tiene qué admirar la tierra,
sino la ira de Dios, que se lo envía.

Sea en buena hora pasmo y ufanía
de un mundo siervo aquel que al orbe aterra
con su ambición, hasta que el Cielo atierra
en él de otro Luzbel la alta osadía.

Que la América libre es templo inmenso
que sólo al alma Libertad endiosa,
purgada el ara de servil incienso.

Hoy de la ardiente llama esplendorosa
perfume eleva, de loores denso,
al mayor hijo de la altiva Diosa.



Fernando de Herrera

Por qué renuevas este encendimiento

-- de Fernando de Herrera --

¿Por qué renuevas este encendimiento,
tirano Amor, en mi herido pecho?
que ya, casi olvidado del mal hecho,
vivía en soledad de mi tormento.

Cuando más descuidado y más contento,
rebuelves a meterm' en tanto estrecho;
oblígasme, cruel, qu' a mi despecho
procure contrastar tu fiero intento.

Las armas, en el templo ya colgadas,
visto, y el azerado escudo embraço,
y en mi vengança salgo a la batalla.

Mas ay, qu' a las saetas, que templadas
en la luz de mi Estrella están, y al braço
tuyo no puede resistir la malla.



Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 97

-- de Francisco de Quevedo --

Pura, sedienta y mal alimentada,
medrosa luz, que, en trémulos ardores,
hace apenas visible los horrores
en religiosa noche derramada,
arde ante ti, que un tiempo, de la nada,
encendiste a la aurora resplandores,
y pobre y dios, en templo de pastores,
barata y fácil devoción te agrada.
Piadosas almas, no ruego logrero,
aprecia tu justicia con metales,
que falta aliento contra ti al dinero.
Crezcan en tu pobreza los raudales,
que den alegre luz a dios severo,
y se verá en tu afecto cuanto vales.



Francisco de Quevedo

agradece, en alegoría continuada

-- de Francisco de Quevedo --

Qué bien me parecéis, jarcias y entenas,
vistiendo de naufragios los altares,
que son peso glorioso a los pilares
que esperé ver tras mi destierro apenas!
símbolo sois de ya rotas cadenas
que impidieron mi vuelta, en largos mares;
mas bien podéis, santísimos lugares,
agradecer mis votos en mis penas.
No tanto me alegrárades con hojas
en los robres antiguos, remos graves,
como colgados en el templo y rotos.
Premiad con mi escarmiento mis congojas;
usurpe al mar mi nave muchas naves;
débanme el desengaño los pilotos.



Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 83

-- de Francisco de Quevedo --

De los misterios a los brindis llevas,
¡oh! baltasar, los vasos más divinos,
y de los sacrificios a los vinos,
porque injurias de dios, profano, bebas.
¡Qué a difamar los cálices te atrevas,
que vinieron del templo peregrinos,
juntando a ceremonias desatinos
y a ancianos ritos tus blasfemias nuevas!
después de haber, sacrílego, bebido
toda la edad a baco en urna santa,
mojado el seso y húmedo el sentido,
¿ver una mano en la pared te espanta,
habiendo tu garganta merecido,
no que escriba, que corte tu garganta?



Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 46

-- de Francisco de Quevedo --

Cuando con atención miro y contemplo
la soberana raza, y compostura
de esta divina, y celestial figura,
que de su hacedor es vivo ejemplo.
La prima con razón bajo, y contemplo
del indigno instrumento, que procura
tocar los puntos de mayor altura,
que la madre de amor oyó en su templo.
Pues no es bien ofenderos, y agraviaros
cortamente alabando la riqueza
de los raros extremos, que en vos veo.
Sólo se ocupe el alma en contemplaros,
y estos ojos en ver esta belleza,
que es último sujeto del deseo.



Francisco Sosa Escalante

El funeral de mi madre

-- de Francisco Sosa Escalante --

La postrera oración bajo la nave
Del espacioso templo resonaba,
Y el concurso, apenado, se alejaba
Con paso lento, silencioso y grave.

En la alta torre, su graznido el ave
Al ver cerrar el féretro lanzaba,
Y por única prenda me quedaba
De aquel bruñido féretro la llave.

Al peso de tan rudas emociones
En horrible letargo me adormia
Y volaba á otros mundos ignorados....

Y ya no supe más; de los blandones
El resplandor siniestro ya no heria
Mis tristes ojos de llorar cansados.



Francisco Sosa Escalante

La escuela (Sosa Escalante)

-- de Francisco Sosa Escalante --

Oid! en dulce y argentino coro
Parece que se elevan á la altura
Palabras mil y mil que el onda pura
Lleva en sus alas con rumor sonoro.

Los niños allí están; allí el tesoro
Se encierra ¡oh patria! que en edad futura
Formará tu grandeza y tu ventura
Y la prenda será de tu decoro,

¡Bendito el templo do la Ciencia ofrece
Al niño, con amor, sus ricos dones,
Y la razón sublime resplandece!

Funda en la Escuela, Anáhuac, tus blasones,
Que solo al pueblo do el saber florece
Contemplan con respeto las naciones.



Francisco Villaespesa

por tierras de sol y sangre x. córdoba

-- de Francisco Villaespesa --

x. Córdoba
en el sopor circular dormita
el alma con sus épicas quimeras,
bajo los arcos de la gran mezquita
como un viejo bosque de palmeras.
De pronto, el fasto antiguo resucita
con pompas de orientales primaveras.
Resplandecen los muros y palpita
el aire en un desfile de banderas.
Fulge bajo las niveas vestiduras
el oro de las finas armaduras...
Abro los ojos, pálido, y contemplo
la faz de un viejo cristo ensangrentado,
simbolo de mi vidaabandonado
en la medrosa oscuridad del templo.



José Asunción Silva

crepúsculo II

-- de José Asunción Silva --

En la tarde, en las horas del divino
crepúsculosereno,
se pueblan de tinieblas los espacios
y las almas de sueños.
Sobre un fondo de tonos nacarados
la silueta del templo
las altas tapias del jardín antiguo
y los árbolesnegros,
cuyas ramas semejan un encaje
movidas por el viento
se destacan oscuras, melancólicas
como un extrañoespectro!
en estas horas de solemne calma
vagan los pensamientos
y buscan a la sombra de lo ignoto
la quietud y el silencio.
Se recuerdan las caras adoradas
de los queridos muertos
que duermen para siempre en el sepulcro
y hace tanto no vemos.
Bajan sobre las cosas de la vida
las sombras de loeterno
y las almas emprenden su viaje
al país delrecuerdo.
También vamos cruzando lentamente
de la vida el desierto
también en el sepulcro helada sima
más tarde dormiremos.
Que en la tarde, en las horas del divino
crepúsculosereno
se pueblan de tinieblas los espacios
y las almas de sueños!



José Asunción Silva

Crepúsculo1

-- de José Asunción Silva --

En la tarde, en las horas del divino
crepúsculo sereno,
se pueblan de tinieblas los espacios
y las almas de sueños.

Sobre un fondo de tonos nacarados
la silueta del templo
las altas tapias del jardín antiguo
y los árboles negros,
cuyas ramas semejan un encaje
movidas por el viento
se destacan oscuras, melancólicas
como un extraño espectro!

En estas horas de solemne calma
vagan los pensamientos
y buscan a la sombra de lo ignoto
la quietud y el silencio.
Se recuerdan las caras adoradas
de los queridos muertos
que duermen para siempre en el sepulcro
y hace tanto no vemos.

Bajan sobre las cosas de la vida
las sombras de lo eterno
y las almas emprenden su viaje
al país del recuerdo.
También vamos cruzando lentamente
de la vida el desierto
también en el sepulcro helada sima
más tarde dormiremos.

Que en la tarde, en las horas del divino
crepúsculo sereno
se pueblan de tinieblas los espacios
y las almas de sueños!



José Cadalso

injuria el poeta al amor

-- de José Cadalso --

Amor, con flores ligas nuestros brazos;
los míos te ofrecí lleno de penas,
me echaste tus guirnaldas más amenas,
secáronse las flores, vi los lazos,
y vi que eran cadenas.
Nos guías por la senda placentera
al templo del placer ciego y propicio;
yo te seguí, más viendo el artificio,
el peligro y tropel de tu carrera,
vi que era un precipicio.
Con dulce copa, al parecer sagrada,
al hombre brindas, de artificio lleno;
bebí; quemóse con su ardor mi seno;
con sed insana la dejé apurada
y vi que era veneno.
Tu mar ofrece, con fingida calma,
bonanza sin escollo ni contagio;
yo me embarqué con tan falaz presagio,
vi cada rumbo que se ofrece al alma,
y vi que era un naufragio.
El carro de tu madre, ingrata diosa,
vi que tiraban aves inocentes;
besáronlas mis labios imprudentes,
el pecho me rasgó la más hermosa
y vi que ran serpientes.
Huye, amor, de mi pecho ya sereno,
tus alas mueve a climas diferentes,
lleva a los corazones imprudentes
cadenas, precipicios y veneno,
naufragios y serpientes.



José Cadalso

injurial el poeta al amor

-- de José Cadalso --

Amor, con flores ligas nuestros brazos;
los míos te ofrecí lleno de penas,
me echaste tus guirnaldas más amenas,
secáronse las flores, vi los lazos,
y vique eran cadenas.
Nos guías por la senda placentera
al templo del placer ciego y propicio;
yo te seguí, mas viendo el artificio,
el peligro y tropel de tu carrera,
vique era un precipicio.
Con dulce copa al parecer sagrada,
al hombre brindas, de artificio lleno;
bebí; quemose con su ardor mi seno;
con sed insana la dejé apurada
y vi que era veneno.
Tu mar ofrece, con fingida calma,
bonanza sin escollo ni contagio;
yo me embarqué con tal falaz presagio,
vi cada rumbo que se ofrece al alma,
y vi que era unnaufragio.
El carro de tu madre, ingrata diosa,
vi que tiraban aves inocentes;
besáronlas mis labios imprudentes,
el pecho me rasgó la más hermosa
y vi que eranserpientes.
Huye amor, de mi pecho ya sereno,
tus alas mueve a climas diferentes,
lleva a los corazones imprudentes
cadenas, precipicios y veneno,
naufragios yserpientes.



José Joaquín de Olmedo

A Eliza

-- de José Joaquín de Olmedo --

¿No ves cuán pronto por la azul esfera
el vuelo de las horas se desliza?,
¿no ves, amable Eliza,
marchitarse al nacer las tiernas flores
de la fugaz y alegre primavera?
Pues ¡ay!, con más presteza
nacen, desaparecen los amores,
las gracias de la edad y la belleza.
Feliz en todas partes
quien con el grato estudio de las artes
mezclando las lecciones
de virtud y piedad, engaña, burla
del tiempo y de sus hijas estaciones
la ciega rapidez y la inconstancia.

Así cuando la bella primavera
pierde su gala y virginal sonrisa
y se retira triste
de tu jardín, Eliza,
huyendo del invierno los enojos,
al fuego de tu genio y de tus ojos
con sus vivos colores y fragancia
bajo de tu pincel nace en tu estancia.

En tu estancia feliz que yo contemplo
será con tu presencia
el más hermoso templo
del gusto, la piedad y la inocencia,
a cuyo culto y plácidos misterios
vestal sacerdotisa
con tu graciosa hermana será Eliza.



José Martí

noche de mayo

-- de José Martí --

Noche de mayo 1
con un astro la tierra se ilumina;
con el perfume de una flor se llenan
las ámbitos inmensos. Como vaga,
misteriosa envoltura, una luz tenue
naturaleza encubre,y una imagen
misma del linde en que se acaba brota
entre el humano batallar. ¡Silencio!
en el color, oscuridad! ¡enciende
el sol al pueblo bullicioso y brilla
la blanca luz de luna!en los ojos
la imagen va,porque si fuera buscan
del vaso herido la admirable esencia,
en haz de aromas a los ojos surge:
y si al peso del párpado obedecen,
¡como flor que al plegar las alas pliega
consigo su perfume, en el solemne
templo interior como lamento triste
la pálida figura se levanta!
divino oficio! el universo entero,
su forma sin perder, cobra la forma
de la mujer amada, y el esposo
ausente, el cielo póstumo adivina
por el casto dolor purificado.
José martí



José Martí

académica

-- de José Martí --

Académica
ven, mi caballo, a que te encinche: quieren
que no con garbo natural el coso
al sabio impulso corras de la vida,
sino que el paso de la pista aprendas,
y la lengua del látigo, y sumiso
des a la silla el arrogante lomo:
ven, mi caballo: dicen que en el pecho
lo que es cierto, no es cierto: que las estrofas
igneas que en lo hondo de las almas nacen,
como penacho de fontana pura
que el blando manto de la tierra rompe
y en gotas mil arreboladas cuelga,
no han de cantarse, no, sino las pautas
que en moldecillo azucarado y hueco
encasacados dómines dibujan:
y gritan «¡al bribón!» ¡cuando a las puertas
del templo augusto un hombre libre asoma!
ven, mi caballo, con tu casco limpio
a yerba nueva y flor de llano oliente,
cinchas estruja, lanza sobre un tronco
seco y piadoso, donde el sol la avive
del repintado dómine la chupa,
de hojas de antaño y de romanas rosas
orlada, y deslucidas joyas griegas,
y al sol del alba en que la tierra rompe
echa arrogante por el orbe nuevo.



Carlos Guido y Spano

Soledad (Guido y Spano)

-- de Carlos Guido y Spano --

¡Oh soledad! ¡Oh murmurante río,
A cuya margen espontáneos crecen
Los árboles frondosos, que el otoño
Despoja ya de su hojarasca verde!

Huésped errante de la selva oscura
Di en estas limpias aguas. ¡Cuántas veces
Me vio la tarde, absorto en mis recuerdos,
Contemplando su plácida corriente!

La gran naturaleza, de mis penas
Oyó el lamento que hacia Dios asciende:
En su templo inmortal a quien la invoca
Seguro asilo y bálsamos ofrece.

Al dejar sin retorno estos lugares
Tan dulces a mi afán, llevo indeleble
Una impresión de gracia, de frescura,
Y hasta el sahumerio del paisaje agreste.

Como esas aves de amoroso instinto
Que en busca de calor el aire hienden,
Así mis pensamientos al amparo
De los afectos íntimos se vuelven.

¿Pero en cuál mejor sitio hallar la calma,
Y este silencio arrobador, solemne,
Que al fatigado espíritu conforta
Mientras las horas se deslizan breves?

Es aquí donde exhausto peregrino
Quisiera alzar mi solitario albergue,
¡Y arrullado del aura y de las ondas
Vivir lejos del mundo, para siempre!



Carolina Coronado

en un álbum de una dama con genio y sin pretensión

-- de Carolina Coronado --

De ti, señora, me contó la fama
que con ingenio vivo y alma inquieta
renuncias a la gloria del poeta
por no arriesgar el de modesta dama:
pero dicen también que el dios del arte
al verte abandonar su templo santo
sintió la ausencia de tu ingenio tanto
que a los poetas ordenó cantarte.
Uno por uno con afán, señora,
de apolo te transmiten los favores,
y yo también aunque infeliz cantora
vengo a ofrecer a tu corona flores.
Admite entre el laurel y la violeta
este ramo no más de siemprevivas;
aunque por ser modesta nada escribas,
siempre tendrás renombre de poeta.



Clemente Althaus

A Lope de Vega (Althaus)

-- de Clemente Althaus --

¡Salve, gran Lope, de la tierra espanto,
de España eterno honor, oh el más fecundo
de cuantos vates vio jamás el mundo
y la Gloria endiosó en su templo santo!

Si a tu tan fácil vena, a caudal tanto,
arte correspondiera más profundo,
sin par te declarara, y sin segundo
el dios augusto que preside al canto.

¡Cuántas veces tu rica fantasía
las tres jornadas animó de un drama
en el pasmoso término de un día!

Y aunque imperfectos la Razón los llama,
bástele de tu patria a la ufanía
que de ti sólo lo contó la Fama.



Clemente Zenea

Por la tarde

-- de Clemente Zenea --

Solitario y abatido,
abandonado y enfermo,
tengo una lágrima triste
para bañar tu recuerdo.

A través de los cristales
morir la tarde contemplo,
y al cantar la golondrina
pensando en ti me consuelo.

Miro al pie de los nogales
encima del alto cerro,
el pastor que a breves pasos
va meditando y sonriendo.

Oigo el canto melodioso
de las damas del colegio,
y los acordes del piano
que se esparcen por el viento;

mientras un poco más distante
junto a la puerta del templo,
indiferente transita
el tranquilo pasajero.

Fijo a mi redor la vista,
todo lo estudio y observo,
pero nada en este instante
me presta entretenimiento.

Solo tu imagen hermosa
se aparece con misterio,
y en mi corazón revive
un amor que está en silencio:

Un amor a quien sostienen
después de muy largo tiempo,
entre las penas más tristes
los más deliciosos sueños.



Ramón López Velarde

huérfano quedará...

-- de Ramón López Velarde --

Huérfano quedará...
Huérfano quedará mi corazón,
alma del alma, si te vas de ahí,
y para siempre lloraré por ti
enfermo de amorosa consunción.
Triste renuncio a las venturas todas
de tu suave y eterna compañía,
hoy que se apaga, con la dicha mía,
el altar que soñé para mis bodas.
Y el templo aquel de claridad incierta
y tú, como las vírgenes vestida,
brillarán en la noche de mi vida
como la luz de la esperanza muerta.



Ramón López Velarde

Huérfano

-- de Ramón López Velarde --

Huérfano quedará mi corazón
Alma del alma, si te vas de ahí,
Y para siempre lloraré por ti
Enfermo de amorosa consunción.

Triste renuncio a las venturas todas
De tu suave y eterna compañía,
Hoy que se apaga con la dicha mía,
El altar que soñé para mis bodas.

Y el templo aquel de claridad incierta
Y tú, como las vírgenes vestida,
Brillarán en la noche de mi vida
Como la luz de la esperanza muerta.



Ramón María del Valle Inclán

karma

-- de Ramón María del Valle Inclán --

Quiero una casa edificar
como el sentido de mi vida,
quiero en piedra mi alma dejar
erigida.

Quiero labrar mi eremitorio
en medio de un huerto latino,
latín horaciano y grimorio
bizantino.

Quiero mi honesta varonía
transmitir al hijo y al nieto,
renovar en la vara mía
el respeto.

Mi casa como una pirámide
ha de ser templo funerario,
el tumor que mueve mi clámide
es de terciario.

Quiero hacer mi casa aldeana
con una solana al oriente,
y meditar en la solana
devotamente.

Quiero hacer una casa estoica
murada en piedra de barbanza,
la casa de séneca, heroica
de templanza.

Y sea labrada de piedra
mi casa, karma de mi clan,
y un día decore la hiedra
sobre el dolmen de valle-inclán.



Roberto Juarroz

si has perdido tu nombre

-- de Roberto Juarroz --

Si has perdido tu nombre,
recobraremos la puntada de las calles más solas
para llamarte sin nombrarte.
Si has perdido tu casa,
despistaremos a los guardianes de la cárcel
hasta dejarlos con su sombra y sin sus muros.
Si has perdido el amor,
publicaremos un gran bando de palomas desnudas
para atrasar la vida y darte tiempo.
Si has perdido tus límites de hombre,
recorreremos el cruento laberinto
hasta alzar otra forma desde el fondo.
Si has perdido tus ecos o tu origen,
los buscaremos, pero hacia adelante,
en el templo final de los orígenes.
Solamente si has perdido tu pérdida,
cortaremos el hilo
para empezar de nuevo.



Rubén Darío

J. J. Palma

-- de Rubén Darío --

Ya de un corintio templo cincela una metopa,
Ya de un morisco alcázar el capitel sutil;
Ya, como Benvenuto, del oro de una copa
Forma un joyel artístico, prodigio del buril.

Pinta las dulces Gracias, o la desnuda Europa,
En el pulido borde de un vaso de marfil,
O a Diana, diosa virgen de desceñida ropa,
Con aire cinegético, o en grupo pastoril.

La musa que al poeta sus cánticos inspira
No lleva la vibrante trompeta de metal,
Ni es la bacante loca que canta y que delira,

En el amor fogosa, y en el placer triunfal:
Ella al cantor ofrece la septicorde lira,
O, rítmica y sonora, la flauta de cristal.



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Ariiba