Buscar Poemas con Tardanza


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Se han encontrado 11 poemas con la palabra tardanza

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Lope de Vega

Este mi triste y miserable estado

-- de Lope de Vega --

Este mi triste y miserable estado
me ha reducido a punto tan estrecho,
que cuando espero el bien, el mal sospecho,
temiendo el mal, del bien desconfiado.

El daño me parece declarado
y entre mil imposibles el provecho;
propios efetos de un dudoso pecho,
cobarde al bien y al mal determinado.

Deseo la muerte, para ver si ella
halla tan grave mal el bien extremo;
mas quien por bien la tiene no la alcanza.

¡Quién la pasara ya por no temella!
Que estoy tal de esperar, que menos temo
la pena del morir, que la tardanza.

Poema Este mi triste y miserable estado de Lope de Vega con fondo de libro

Jacinto de Salas y Quiroga

El soldado

-- de Jacinto de Salas y Quiroga --

Caballito, caballito,
el de la cola rizada,
hoy me dijo el capitán
que me puedo ir a mi casa.
Hace ya más de ocho años
que no duermo en buena cama,
que vivo sin padre y madre,
sin hermanos, sin hermanas,
que no tengo quien me cosa,
ni quien me diga: ¿qué extrañas?
Ya se acaban mis trabajos...
A Dios, caballo del alma;
cuando mi madre me abrace
le diré: «Sólo me falta
mi caballo para ser
dichoso, madre adorada».

Así decía el Soldado,
luego con dolor y calma
fue a casa del Capitán
Y recibió sin tardanza
su licencia. ¡Pobrecillo!
Quiso volver a la cuadra
a dar el último abrazo
al de la cola rizada.
Ve al caballo, y sin querer
una lágrima se escapa
de sus ojos... «Caballito,
caballito de mi alma,
no veré más a mi madre,
dormiré sobre unas tablas,
llevaré palos del cabo,
más cuidaré tu cebada.
No, no te puedo dejar...
Vales tú más que mi casa».

Dijo, y rompió la licencia.
¡Pobre! Volvió a sentar plaza.

Poema El soldado de Jacinto de Salas y Quiroga con fondo de libro

César Vallejo

Trilce: XXVIII

-- de César Vallejo --

He almorzado solo ahora, y no he tenido
madre, ni súplica, ni sírvete, ni agua,
ni padre que, en el facundo ofertorio
de los choclos, pregunte para su tardanza
de imagen, por los broches mayores del sonido.

Cómo iba yo a almorzar. Cómo me iba a servir
de tales platos distantes esas cosas,
cuando habráse quebrado el propio hogar,
cuando no asoma ni madre a los labios.
Cómo iba yo a almorzar nonada.

A la mesa de un buen amigo he almorzado
con su padre recién llegado del mundo,
con sus canas tías que hablan
en tordillo retinte de porcelana,
bisbiseando por todos sus viudos alvéolos;
y con cubiertos francos de alegres tiroriros,
porque estánse en su casa. Así, ¡qué gracia!
Y me han dolido los cuchillos
de esta mesa en todo el paladar.

El yantar de estas mesas así, en que se prueba
amor ajeno en vez del propio amor,
torna tierra el brocado que no brinda la
MADRE,
hace golpe la dura deglución; el dulce,
hiel; aceite funéreo, el café.

Cuando ya se ha quebrado el propio hogar,
y el sírvete materno no sale de la
tumba,
la cocina a oscuras, la miseria de amor.

Poema Trilce: XXVIII de César Vallejo con fondo de libro

Diego Hurtado de Mendoza

Vuelve el cielo, y el tiempo huye y calla

-- de Diego Hurtado de Mendoza --

Vuelve el cielo, y el tiempo huye y calla,
Y despierta callando tu tardanza;
Crece el deseo y mengua la esperanza
Tanto mas cuanto mas léjos te halla.

Mi alma es hecha campo de batalla,
Combaten el recelo y confianza,
Asegura la fe toda mudanza,
Aunque sospechas andan por mudalla.

Yo sufro y mueto, y díjete, Señora:
«¿Cuándo será aquel dia que estaré
Libre desta contienda en tu presencia?»

Respóndeme tu saña matadora:
«Juzga lo que ha de ser por lo que fué,
Que menos son tus males en ausencia.»



Pedro Calderón de la Barca

Décimas a San Isidro

-- de Pedro Calderón de la Barca --

Ya el trono de luz regía
el luminoso farol,
el fénix del cielo, el sol,
cuya edad es sólo un día.
Ya desde la tumba fría
en su fuego vuelve a ser
hoy lo mismo que era ayer;
que, si en todo es de sentir
que nace para morir,
él muere para nacer.

Veloz la vida se quita,
con que más gloria se adquiere,
pues cuando en el agua muere,
en el fuego resucita.
Las aves, a quien incita
la luz de sus resplandores,
cantando dulces amores,
eran, con belleza suma,
al campo flores de pluma
cuando al viento aves de flores.

Entre las rosas cantaban
y el aura que las movía
solamente conocía
por aves las que las volaban.
Todas a Isidro esperaban,
cuando el labrador dichoso
se quedaba perezoso
de su trabajo olvidado:
¿quién vio vicioso al cuidado
y al descuido virtuoso?

Antes de labrar el suelo
(¡oh tardanza de amor llena!)
en la Virgen de Almudena
labraba piadoso el cielo;
y como su santo celo
en el sol le suspendía
de la celestial María,
divertido, no pensaba;
como siempre, al sol miraba,
que pudo pasarse el día.



Pedro Soto de Rojas

Exhortación (Rojas)

-- de Pedro Soto de Rojas --

Como al claro verano el turbio invierno,
la oscura noche al luminoso día,
al llanto de Memnón la melodía
dulce del simple pajarillo tierno,

como al morir en paz vivir eterno,
lágrimas en niñez a su alegría,
a los gozos de amor melancolía
y a sus glorias de celos un infierno,

así le sigue al ser mujer mudanza;
no hay firmeza en mujer, no hay cosa estable:
a la fortuna vence, al aire alcanza.

¡Oh tú, tirana, sé veloz, mudable!
Mas, ay, que temo ya de tu tardanza
ver el fin de Anajarte miserable.



Pedro Soto de Rojas

Llegando de esta ausencia

-- de Pedro Soto de Rojas --

Salve, Fénix, honor de esta ribera,
bien que afrenta del sol, salve, pastora,
que haciendo pobre a la rosada aurora
enriqueces la fértil primavera.

Salve, serena luz que reverbera
cuando el nublado Acuario triste llora,
y cuando el Aries sus guedejas dora
haces piedras ceniza y bronces cera.

Salve, y perdona la tardanza mía,
perdona el tiempo que he vivido ausente,
si es que ausente de ti vivir podría,

aunque sólo pensando estar presente
el alma -como en premio a su porfía
vive en ti cuando en mí morir se siente.



Tan alegres sentimientos

-- de Gaspar Gil Polo --

Tan alegres sentimientos
Recibo, que no me espanto
Si cuesta dos mil tormentos,
Un placer que vale tanto.

Yo aguardé, y el bien tardó,
Mas cuando el alma lo alcanza,
Con su deleite pagó
Mi aguardar y su tardanza.

Vengas las penas á cuentos;
No hago caso del llanto
Si ma dan por mil tormentos
Un placer que vale tanto.



Miguel de Cervantes

A un valentón

-- de Miguel de Cervantes --

Un valentón de espátula y gregüesco
que a la muerte mil vidas sacrifica,
cansado del oficio de la pica,
mas no del ejercicio picaresco,
retorciendo el mostacho soldadesco
por ver que ya su bolsa le repica,
a un corrillo llegó de gente rica
y en el nombre de Dios, pidió refresco.
“Den voacedes, por Dios, a mi pobreza
--les dice--, donde no, por ocho santos
que haré lo que suelo sin tardanza.”
Mas uno que a sacar la espada empieza
“¿Con quién habla—le dijo—el tragacantos?
Si limosna no alcanza,
¿qué es lo que suele hacer en tal querella?”
Respondió el bravonel: “Irme sin ella”

Esta obra se encuentra en dominio público. Esto es aplicable en todo el mundo debido a que su autor falleció hace más de 100 años. La traducción de la obra puede no estar en dominio público.



Evaristo Carriego

La inquietud

-- de Evaristo Carriego --

Les tiene preocupados y tristes la tardanza
de la hermana. Los niños no juegan con el gato,
ni recuerdan ahora lo de la adivinanza
que propusiera alguno, para pasar el rato.

De vez en cuando, el padre mira el reloj. Parecen
más largos los minutos. Una palabra dura
no acaba. Las muchachas, que cosen, permanecen
calladas, con los ojos fijos en la costura.

Las diez, y aún no vuelve. Ya ninguno desecha,
como al principio, aquella dolorosa sospecha...
El padre, que ha olvidado la lectura empezada

enciende otro cigarro... Cansados de esperar
los niños se levantan, y sin preguntar nada
dicen las buenas noches y se van a acostar.



Catalina Clara Ramírez de Guzmán

Al temor

-- de Catalina Clara Ramírez de Guzmán --

Deja vivir, Temor, a mi esperanza,
que apenas nace cuando a penas muere;
y si no ha de lograr, deja que espere,
ya que está el bien del mal en la tardanza.
No tengo en sus promesas confianza,
mas le agadezco que adularme quiere;
no estorbes que me engañe si pudiere,
fingiendo que en mi mal habrá mudanza.
Si esperar la esperanza me entretiene,
deja tan orto alivio a mi tormento
que por lisonja el gusto lo previene.
No me nieges,Temor, tan corto aliento;
ya sé que el concederte me conviene,
que es seguir la esperanza asir el viento.



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