Buscar Poemas con Sospechar


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Se han encontrado 11 poemas con la palabra sospechar

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Teófilo V. Méndez Ramos

Seguiré mi camino

-- de Teófilo V. Méndez Ramos --

Seguiré mi camino soportando la carga
de un amor imposible. Siempre fiel al Destino,
seguiré mi camino
sin sospechar siquiera que la jornada es larga.

Mi juventud marchita dirá de la tristeza
de los años vividos... Y, compasiva e inquieta,
miraras al poeta
taciturno, que llora la sed de tu belleza;
Sin poder consolarle de secretas angustias,
rezarás tus plegarias al Señor, sabio y bueno;
sin embargo, el veneno
del amor, mis mejillas mantendrá siempre mustias.

Seguiré mi camino soportando la carga
de un amor imposible. Siempre fiel al Destino
seguiré mi camino
sin sospechar siquiera que la jornada es larga.

Poema Seguiré mi camino de Teófilo V. Méndez Ramos con fondo de libro

Jorge Riechmann

13

-- de Jorge Riechmann --

Los hay que mueren de silencio
de tragarse demasiadas palabras y del cólico fenomenal que sigue
y los hay que mueren por hablar demasiado
pues las paredes al contrario que las tapias, que estánsordas oyen.
Los hay que mueren de cansancio
de todo lo que hay que cambiar para que nada cambie
y hay quien muere de aburrimiento
en esta feria universal donde continuamente ocurren cosas
y nunca pasa nada.
Hay quienes mueren de miedo
ante la mera sospecha de que podrían darse de bruces
con la verdad de sus actos
y hay a quienes les da tanto coraje
que alguien pudiera sospechar que hay una verdad tras sus actos
que sencillamente se mueren.
Los hay que no mueren nunca
porque ya están muertos.

Poema 13 de Jorge Riechmann con fondo de libro

José Ángel Buesa

poema del poema

-- de José Ángel Buesa --

Quizás pases con otro que te diga al oído
esas frases que nadie como yo te dirá;
y, ahogando para siempre mi amor inadvertido
te amaré más que nunca....Y jamás lo sabrás.
La desolada estrofa, como si fuera un ala,
voló sobre el silencio... Y tú estabas allí:
allí en el más oscuro rincón de aquella sala,
estabas tú, escuchando mis versos para ti.
Y tú, la inaccesible mujer de ese poema
que ofrece su perfume pero oculta su flor,
quizás supiste entonces la amargura suprema
de quien ama la vida porque muere de amor.
Y tú, que nada sabes, que tal vez ni recuerdes
aquellos versos tristes y amargos como el mar,
cerraste en un suspiro tus grandes ojos verdes,
los grandes ojos verdes que nunca he de olvidar.
Después, se irguió tu cuerpo como una primavera,
mujer hoy y mañana distante como ayer...
Y vi que te alejabas sin sospechar siquiera
¡que yo soy aquel hombre...Y tú, aquella mujer!

Poema poema del poema de José Ángel Buesa con fondo de libro

Gustavo Adolfo Bécquer

rima xxxv

-- de Gustavo Adolfo Bécquer --

No me admiró tu olvido! aunque de un día,
me admiró tu cariño mucho más;
porque lo que hay en mí que vale algo
eso... ¡Ni lo pudiste sospechar!.



Salvador Díaz Mirón

Rimas (Salvador Díaz Mirón)

-- de Salvador Díaz Mirón --

Al ver mi honda aflicción por tus desvíos,
fijas en mi tu angelical mirada
y hundes tus dedos pálidos y fríos
en mi oscura melena alborotada.

¡Pero en vano, mujer! No me consuelas.
Estamos separados por un mundo.
¿Por qué, si eres la nieve, no me hielas?
¿Por qué, si soy el fuego, no te fundo?

Me aproximo... Y te tiñes de escarlata
y huyes... ¡Oh niña pudorosa y bella!
¡Sensitiva que tiembla y se recata
hasta de sospechar que pienso en ella!

Te llamo, abro los brazos... Y no vienes...
Inútilmente solicito y lloro.
¡Tú no alientas pasión! por eso tienes
ojos de cielo y cabellera de oro.

Tu mano espiritual y transparente,
cuando acaricia mi cabeza esclava,
es el copo glacial sobre el ardiente
volcán cubierto de ceniza y lava.

¡Tu mano espiritual y transparente
cuando acaricia mi cabeza esclava,
es el copo glacial sobre el ardiente
volcán cubierto de ceniza y lava.



Sor Juana Inés de la Cruz

Día de Comunión

-- de Sor Juana Inés de la Cruz --

Amante dulce del alma,
bien soberano a que aspiro,
tú que sabes las ofensas
castigar a beneficios;
divino imán en que adoro
hoy que tan propicio os miro
que me animás a la osadía
de poder llamaros mío;
hoy, que en unión amorosa,
pareció a vuestro cariño,
que si no estabais en mí
era poco estar conmigo;
hoy, que para examinar
el afecto con que os sirvo,
al corazón en persona
habéis entrado vos mismo,
pregunto ¿es amor o celos
tan cuidadoso escrutinio?
que quien lo registra todo
da de sospechar indicios.
Mas ¡ay, bárbara ignorante,
y que de errores he dicho,
como si el estorbo humano
obstara al lince divino!
Para ver los corazones
no es menester asistirlos;
que para vos son patentes
las entrañas del abismo.
Con una intuición presente
tenéis en vuestro registro,
el infinito pasado,
hasta el presente finito;
luego no necesitabais,
para ver el pecho mío,
si lo estáis mirando sabio,
entrar a mirarlo fino;
luego es amor, no celos,
lo que en vos miro.



Antonio-Plaza-Llamas

a una niña

-- de Antonio-Plaza-Llamas --

Niña gentil que a la vida
despertaste alegre ayer,
como en oriente despierta
la luz al amanecer.

Niña, que del oro cielo
viniste al mundo a caer,
como aljofarada gota
del nítido rosicler.

Y en inmaculada cuna
te remeciste después,
como ilusión que se mece
del sueño al dulce vaivén.

Niña de cabellos de oro
y de labios de clavel
son de rosa tus mejillas
es de raso tu alba tez.

Es tu sonrisa inconsciente,
de ángel tu mirada es,
y como brilla una estrella
brilla el candor en tu sien.

Dichosa tú que del mundo
pasando vas el dintel,
sin sospechar que las flores
espinas tienen también.

En mi canto, bella niña,
le ruego al dios de israel,
que la virtud de tus años
tierno, en otros te dé.

Para que ese mundo, nunca,
con su lodo y fetidez,
ensucie de tu pureza
el blanquísimo glasé;

qué siempre tú, mariposa
en primoroso vergel
hueles y en las flores halles
ánforas ricas de miel;

que dé calor a tus alas
el santo sol de la fe,
y que jamás una espina
tus alas llegue a romper.



Francisco Sosa Escalante

A un río

-- de Francisco Sosa Escalante --

Aquí, en el bosque donde el alma siente
Rodar las horas en quietud serena,
Por entre guijas y menuda arena
Se deslizan tus ondas blandamente.

El cielo azul, la luna refulgente,
En tí copian su faz de encanto llena,
Y es grato en esta soledad amena
El plácido rumor de tu corriente.

¡Quién al mirarte, cristalino río,
Encanto de las aves y las flores,
Cinta de plata que en el bosque umbrío

Reproduce del sol los resplandores,
Quién puede sospechar que el mar bravío
Con tus aguas aumenta sus furores!



Carlos Pellicer

recinto VII

-- de Carlos Pellicer --

vii
el paisaje decía:
«¿quién iba a sospechar, después de tanto
ir y venir por cuatro mares sueños...
Que en un valle pintado
por el niño sin nombre, yo sirviera
para el de ojos errantes, teatro amor?
toda su geografía del paisaje
vino a quedar en un rincón inédito,
en un lugar cualquiera de la mancha
de cuyo nombre...»
Y el paisaje
cintilaba los bósforos, las tardes
florentinas, la palma río janeiro,
la grande hora de delfos y el bazar
de las tierras de españa y las etcéteras,
y enrollaba los mapas...
Porque sólo
tengo los ojos dioses del paisaje
echados a los pies del valle poco,
inédito tal vez... Y ágil escondo
el lugarcillo esbelto cuya diáfana
desnudez aligera sus contornos,
sus posturas aéreas, sus pueblos de bolsillo,
y sus luces audaces.
Y el paisaje
con su risa de siglos, mi memoria
invadía. Las puertas de las horas
cerráronse y quedó ya solo, dentro
de la errante mirada,
el valle poco grande con su dueño
seguro al corazón como una espada.



Ramón López Velarde

cuando contigo estoy, dueña del alma

-- de Ramón López Velarde --

Cuando contemplo a veces
que plegando los labios enmudeces,
mi adoración pretende en su locura
bajar hasta tu alma a paso lento
y sorprender, en su mansión oscura,
como nota de luz tu pensamiento.
Cuando me miran, oh mujer, tus ojos
luminosos cual sol de primavera,
por oír anhelante
las pulsaciones de tus nervios flojos
y el rumor de tu pecho palpitante,
en mi pasión quisiera
el misterioso oído de los magos
que en las nocturnas sombras escondidos
escuchan, a la orilla de los lagos,
hasta sus más recónditos murmullos,
de las ramas los débiles crujidos
y la reventazón de los capullos.
Y al sospechar que los recuerdos llenas
de otro amor ya pasado con la historia,
me muerden el espíritu los celos
y quieren mis anhelos
extender con la sombra de mis penas
la noche del olvido en tu memoria.



Ramón López Velarde

Flor temprana

-- de Ramón López Velarde --

A Antonio Moreno y Oviedo.
Mujer que recogiste los primeros
frutos de mi pasión, ¡con qué alegría
como una santa esposa te vería
llegar a mis floridos jazmineros!

Al mirarte venir, los placenteros
cantares del amor desgranaría,
colgada en la risueña galería,
la jaula de canarios vocingleros.

Si a mis abismos de tristeza bajas
y si al conjuro de tu labio cuajas
de botones las rústicas macetas,

te aspiraré con gozo temerario
como se aspira en un devocionario
un perfume de místicas violetas.

Y al sospechar que los recuerdos llenas
de otro amor ya pasado con la historia,
me muerden el espíritu los celos
y quieren mis anhelos
extender con la sombra de mis penas
la noche del olvido en tu memoria.



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