Buscar Poemas con Sospecha


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Se han encontrado 24 poemas con la palabra sospecha

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Alfonsina Storni

El sueño 2

-- de Alfonsina Storni --

Máscara tibia de otra más helada
sobre tu cara cae y si te borra
naces para un paisaje de neblina
en que tus muertos crecen, la flor corre.

Allí el mito despliega sus arañas;
y enflora la sospecha; y se deshace
la cólera de ayer y el iris luce;
y alguien que ya no es más besa tu boca;

Que un no ser, que es un más ser, doblado,
prendido estás aquí y estás ausente
por praderas de magias y de olvido.

¿Qué alentador sagaz, tras el reposo,
creó este renacer de la mañana
que es juventud del día volvedora?

Poema El sueño 2 de Alfonsina Storni con fondo de libro

Alfonsina Storni

El sueño 2 (Storni)

-- de Alfonsina Storni --

Máscara tibia de otra más helada
sobre tu cara cae y si te borra
naces para un paisaje de neblina
en que tus muertos crecen, la flor corre.

Allí el mito despliega sus arañas;
y enflora la sospecha; y se deshace
la cólera de ayer y el iris luce;
y alguien que ya no es más besa tu boca;

Que un no ser, que es un más ser, doblado,
prendido estás aquí y estás ausente
por praderas de magias y de olvido.

¿Qué alentador sagaz, tras el reposo,
creó este renacer de la mañana
que es juventud del día volvedora?

Poema El sueño 2 (Storni) de Alfonsina Storni con fondo de libro

Lope de Vega

En un arco de perlas una flecha

-- de Lope de Vega --

En un arco de perlas una flecha
puso el Amor, con un coral por mira
(si es que en los arcos por coral se mira),
vista que fue de dos corales hecha.

Ninguna de morir me dio sospecha
como esta de tu boca dulce vira,
entre cuantas de plomo y oro tira,
que se me vino al corazón derecha.

Viendo que el hurto a tantos obligara,
con lanza en ristre Amor os ha guardado,
Juana, las perlas, porque nadie osara.

Yo las codicio y veo el arco armado,
mas, ¿qué dicha mayor si yo quedara,
flechas de amor, a vuestro palo atado?

Poema En un arco de perlas una flecha de Lope de Vega con fondo de libro

Lope de Vega

Maestro mío, ved si ha sido engaño

-- de Lope de Vega --

Maestro mío, ved si ha sido engaño
regular por amor el movimiento,
que hace en paralelos de su intento
el sol de Fili, discurriendo el año.

Tomé su altura en este desengaño,
y en mi sospecha, que es cierto instrumento,
por coronas conté su pensamiento
y señalome el índice mi daño.

O no son estos arcos bien descritos,
(digo estos ojos) o este limbo indicio,
que a aquella antigua oscuridad me torno,

o yo no observo bien vuestros escritos,
que si hace Fili en Géminis solsticio,
no escapa mi Cenit de Capricornio.



Luis Gálvez de Montalvo

Si a tanto llega el dolor

-- de Luis Gálvez de Montalvo --

Si á tanto llega el dolor
De sospechas y recelos,
No le llame nadie celos
Sino rabia del amor.

Dolor que siempre está verde,
Aunque vos mas no os sequeis,
Y adonde quiera que esteis,
Veis presente á quien os muerte:
Mal que para su rigor
Se conjurar hoy los cielos,
No le llame nadie celos
Sino rabia del amor.

Pues derriba una sospecha
La vida mas poderosa,
Y una presunción celos
Deja una gloria deshecha,
Y á fuerza de su furor
Se aborrecen los consuelos,
No le llame nadie celos
Sino rabia del amor.

No valen fuerzas ni mañas
Contra mal tan inhumano,
Porque el hambriento gusano
Que se ceba en las entrañas
Alli vierte á su sabor
Sus centellas y sus hielos,
No le llame nadie celos
Sino rabia del amor.

Si de este diente tocado
Debe un corazon rabiar,
Nadie lo podrá juzgar
Sino aquel que lo ha probado.
Yo que en medio del favor
Gusté tan enormes duelos,
No le llame nadie celos
Sino rabia del amor.



Jorge Riechmann

13

-- de Jorge Riechmann --

Los hay que mueren de silencio
de tragarse demasiadas palabras y del cólico fenomenal que sigue
y los hay que mueren por hablar demasiado
pues las paredes al contrario que las tapias, que estánsordas oyen.
Los hay que mueren de cansancio
de todo lo que hay que cambiar para que nada cambie
y hay quien muere de aburrimiento
en esta feria universal donde continuamente ocurren cosas
y nunca pasa nada.
Hay quienes mueren de miedo
ante la mera sospecha de que podrían darse de bruces
con la verdad de sus actos
y hay a quienes les da tanto coraje
que alguien pudiera sospechar que hay una verdad tras sus actos
que sencillamente se mueren.
Los hay que no mueren nunca
porque ya están muertos.



José Ángel Buesa

canción de amor prohibido

-- de José Ángel Buesa --

Canción del amor prohibido
sólo tú y yo sabemos lo que ignora la gente
al cambiar un saludo ceremonioso y frío,
porque nadie sospecha que es falso tu desvío,
ni cuánto amor esconde mi gesto indiferente.
Sólo tú y yo sabemos por qué mi boca miente,
relatando la historia de un fugaz amorío;
y tú apenas me escuchas y yo no te sonrío...
Y aún nos arde en los labios algún beso reciente.
Sólo tú y yo sabemos que existe una simiente
germinando en la sombra de este surco vacío,
porque su flor profunda no se ve, ni se siente.
Y así dos orillas tu corazón y el mío,
pues, aunque las separa la corriente de un río,
por debajo del río se unen secretamente.



José Ángel Buesa

poema de la duda

-- de José Ángel Buesa --

Nuestro amor ya es inútil como un mástil sin lona,
como un cauce sin agua, como un arco sin flecha,
pues lo que enciende un beso lo apaga una sospecha,
y en amor es culpable el que perdona.
Ya es sombra para siempre lo que miró la duda
con su mirada amarga como una fruta verde;
y el alma está perdida cuando pierde
el supremo pudor de estar desnuda.
Así, frente a la noche, te he de tender la mano
con un gesto cordial de despedida,
y tú no sabrás nunca lo que pesa en mi vida
la angustia irremediable de haberte amado en vano.



Gutierre de Cetina

aires süaves, que mirando atentos

-- de Gutierre de Cetina --

Escucháis la ocasión de mis cuidados,
mientra que la triste alma acompañados
con lágrimas os cuenta sus tormentos,
así alegres veáis los elementos,
y en lugares do estáis enamorados
las hojas y los ramos delicados
os respondan con mil dulces acentos.
De lo que he dicho aquí, palabra fuera
dentre estos valles salga, a do sospecha
pueda jamás causarme aquella fiera.
Yo deseo callar, mas ¿qué aprovecha?:
que la vida, que ya se desespera,
para tanto dolor es casa estrecha.



Gutierre de Cetina

tras lo que temo más voy rastreando

-- de Gutierre de Cetina --

Sin que espere hallar lo que quería,
y es de tal calidad la pena mía
que lo que huye más, anda buscando.
Se me va la verdad manifestando;
yo, por no la topar, busco otra vía;
si entendiese su mal mi fantasía
tendría por mejor vivir dudando.
Ha dado fe el temor a una sospecha
que no puede parar sino en mi daño,
y seguiréla hasta ver do para.
Querríala volver, más ¿qué aprovecha?
que aunque sea en su favor el desengaño,
sola la duda ya le cuesta cara.



Gutierre de Cetina

si de amor y de vos tan poco fío

-- de Gutierre de Cetina --

Del amor y de vos nace este celo;
de vuestra honestidad nada recelo;
menor es contra vos mi desvarío.
Que vuestra voluntad me dé un desvío
hace que tema amor, del nace un celo
tal que vengo a temer si amáis al cielo.
¡Ved hasta dónde llega el dolor mío!
jamás tuve de vos una sospecha,
ya que tenerla cierta es imposible,
ni otra cosa deseé que otros desean.
Que con mi voluntad la vuestra estrecha
estuviese deseo, y, si es posible,
tan juntas que las dos una alma sean.



Gutierre de Cetina

el dulce fruto en la cobarde mano I

-- de Gutierre de Cetina --

Y casi puesto a la hambrienta boca,
de turbado lo suelta y no lo toca,
vencido de un temor bajo, villano,
vandalio; y el amor, fiero tirano,
que al alma asombra con sospecha loca,
mientra la vida deseando apoca,
la hambre cresce y cresce el temor vano.
En tanto, el caro fruto deseado
de la vista al pastor desaparesce,
y ni comer se deja ni tocarse;
cuando con un sospiro apasionado
dijo: «tal sea de aquél a quien se ofresce
un bien de que no sabe aprovecharse».



Gutierre de Cetina

vete, falsa visión, no me atormentes

-- de Gutierre de Cetina --

Déjame estar, que no quiero creerte;
mi ventura consiste en que no acierte,
tú quieres que lo sepa yo y las gentes.
Vete, temor villano y no me cuentes
cosa que con mi fe no se concierte;
vete, sospecha loca; ésta es mi suerte:
que me maten mil sombras aparentes.
Vete, fuego infernal, celosa furia,
fiera imaginación, cruel, dañosa;
no me deis, pues no os pido, el desengaño.
Creyendo el bien a nadie hago injuria.
¿Por qué queréis hacer tan sospechosa
a mi señora, y a mí un mal extraño?



Hernando de Acuña

Con la razón en su verdad envuelta

-- de Hernando de Acuña --

Con la razón en su verdad envuelta
combate de atrevido mi querer,
armado de esperanza, y sin temer
que Amor le engañe o pueda dar la vuelta.

Acomete animoso a rienda suelta,
mi razón, débil contra tal poder,
resiste, mas en fin viene a perder,
y a parar en mi daño esta revuelta.

Que entonces sin sospecha, este cruel
de mí triunfa y sin temor se extiende,
viendo tan suya toda parte mía;

mas no me acaba, porque está con él
memoria de un gran bien, y me defiende
quien otras mil partes me ofendía.



Hernando de Acuña

Por apartarme un tiempo de pasiones

-- de Hernando de Acuña --

Por apartarme un tiempo de pasiones,
me apartaba de amor cuanto podía,
conociendo ya de él que se seguía
con ásperas y, duras condiciones;

pero de aquella mismas ocasiones
por do más a temerle me movía
nacieron, como os vi, señora mía,
justas para seguirle mil razones.

Así fui suyo sin sospecha laguna
en cuanto me amparó vuestra presencia
de los males que causa su cuidado;

más pesó de este bien a mi fortuna,
y al destierro mortal de vuestra ausencia
me trajo, donde moriré forzado.



Santiago Montobbio

huecograbado

-- de Santiago Montobbio --

Huecograbado
igual que no es ningún genio quien sospecha
que la lentitud venenosa de un otoño
tiene por testigo final a cualquier calle
la tinta de este papel también es la tinta última
y en la improbable forma con que consiga
abrazarme a su mentira jamás podrá
ser más cierta la vida. Pues no
porque se repitan hasta la fatiga
dejo de saber que mis poemas no son más
que los retratos de unos penúltimos suicidios,
el puño que si se abre todas las llagas
de la sombra tiene y también el corazón que suspira
por la sigilosa huida que se transfigura en las ventanas.
Que juntos quizá forman un instante solo y tenso
en lo rojo o en la noche, un pobre tiempo fiero
en el que el corazón aprieta y muerde para que después
la vida se descanse y con igual tristeza
retome mi cintura; instantes de derrotas
y de muros, desangelados arañazos o torpes ensayos
que con insistente timidez anuncian despedidas
estos mis ocres versos en silencio sabedores
de que si de la noche salgo no estoy
en ningún sitio.



Tomás de Iriarte

Reconciliación después de unos celos y un desmayo

-- de Tomás de Iriarte --

Acordarme no quiero, Orminta amada,
del desmayo en que apenas pude verte
cuando estaba la imagen de la muerte
en tu bello semblante retratada.

Olvido la sospecha mal fundada
que contra mí forjó la adversa suerte,
y el cargo por sí débil, pero fuerte,
cuando tierna la hacías, cuando airada.

Sólo me acuerdo, sí, de aquel abrazo
en que tu gracia vi restituida,
y vi alargada a mi esperanza el plazo.

No quede cicatriz de tal herida;
reine la paz; y en tan estrecho lazo,
hallen muerte los celos, y yo vida.



Vicente Aleixandre

corazón negro

-- de Vicente Aleixandre --

Corazón negro.
Enigma o sangre de otras vidas pasadas,
suprema interrogación que ante los ojos me habla,
signo que no comprendo a la luz de la luna.
Sangre negra, corazón dolorido que desde lejos la envías
a latidos inciertos, bocanadas calientes,
vaho pesado de estío, río en que no me hundo,
que sin luz pasa como silencio, sin perfume ni amor.
Triste historia de un cuerpo que existe como existe un planeta,
como existe la luna, la abandonada luna,
hueso que todavía tiene un claror de carne.
Aquí, aquí en la tierra echado entre unos juncos,
entre lo verde presente, entre lo siempre fresco,
veo esa pena o sombra, esa linfa o espectro,
esa sola sospecha de sangre que no pasa.
¡Corazón negro, origen del dolor o la luna,
corazón que algún día latiste entre unas manos.
Beso que navegaste por unas venas rojas,
cuerpo que te ceñiste a una tapia vibrante!



Vicente García de la Huerta

Seguridades del amor

-- de Vicente García de la Huerta --

Si tu mérito, Lisi, conocieras,
como la envidia persuadir procura,
y estimaras en tanto tu hermosura,
cuanto estimarla por razón debieras,

poco desconfiaras ni temieras
de un amor tan leal y fe tan pura,
y viviendo en tu mérito segura,
menos motivos de pesar me dieras.

¡Cuál quedara la envidia, Lisi mía,
al verte como estás desconfiada,
desvanecida su mordaz sospecha,

y en mí el deseo y pertinaz porfía
de verte de tu mérito pagada,
por verte de mi afecto satisfecha!



Rosalía de Castro

Quisiera, hermosa mía

-- de Rosalía de Castro --

I

Quisiera, hermosa mía,
A quien aún más que á Dios amo y venero,
Ciego creer que este tu amor primero,
Ser por mi dicha el último podría.
Mas...
— ¡Qué! ¡Gran Dios, lo duda todavía!

— ¡Oh!, virgen candorosa,
¿Por qué no he de dudarlo al ver que muero
Si aun viviendo también lo dudaría?

— Tu sospecha me ofende,
Y tanto me lastima y me sorprende
Oiría de tu labio,
Que pienso llegaría
A matarme lo injusto del agravio.

— ¡A matarla! ¡La hermosa criatura
Que apenas cuenta quince primaveras!...
¡Nunca!... ¡Vive, mi santa, y no te mueras!

— Mi corazón, de asombro y dolor llenas.



Juan Ruiz Arcipreste de Hita

libro de buen amor 96

-- de Juan Ruiz Arcipreste de Hita --

«urraca só, que yago so esta sepultura,
en quanto fui al mundo, ove viçio e soltura,
con buena rasón muchos casé, non quise locura,
caí en una hora so tierra del altura.
Prendiome sin sospecha la muerte en sus redes,
parientes et amigos, ¿aquí non me acorredes?
obrad bien en la vida, a dios non lo erredes,
que bien como yo morí, así todos morredes.
El que aquí llegare si dios le bendiga,
e si l' dé dios buen amor, et plaser de amiga,
que por mí pecador un pater noster diga,
si desir non lo quisiere, a muerta non maldiga.»
Lt;lt;lt;
índice de la obra
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Evaristo Carriego

La inquietud

-- de Evaristo Carriego --

Les tiene preocupados y tristes la tardanza
de la hermana. Los niños no juegan con el gato,
ni recuerdan ahora lo de la adivinanza
que propusiera alguno, para pasar el rato.

De vez en cuando, el padre mira el reloj. Parecen
más largos los minutos. Una palabra dura
no acaba. Las muchachas, que cosen, permanecen
calladas, con los ojos fijos en la costura.

Las diez, y aún no vuelve. Ya ninguno desecha,
como al principio, aquella dolorosa sospecha...
El padre, que ha olvidado la lectura empezada

enciende otro cigarro... Cansados de esperar
los niños se levantan, y sin preguntar nada
dicen las buenas noches y se van a acostar.



Ramón López Velarde

transmútase mi alma...

-- de Ramón López Velarde --

Transmútase mi alma...
Transmútase mi alma en tu presencia
como un florecimiento,
que se vuelve cosecha.
Los amados espectros de mi rito
para siempre me dejan;
mi alma se desazona
como pobre chicuela
a quien prohíben en el mes de mayo
que vaya a ofrecer flores en la iglesia.
Mas contemplo en tu rostro
la redecilla de medrosas venas,
como una azul sospecha
de pasión, y camino en tu presencia
como en campo de trigo en que latiese
una misantropía de violetas.
Mis lirios van muriendo, y me dan pena;
pero tu mano pródiga acumula
sobre mí sus bondades veraniegas,
y te respiro como a un ambiente
frutal; como en la fiesta
del corpus respiraba hasta embriagarme
la fruta del mercado de mi tierra.
Yo desdoblé mi facultad de amor
en liviana aspereza
y suave suspirar de monaguillo;
pero tú me revelas
el apetito indivisible, y cruzas
con tu antorcha inefable
incendiando mi pingüe sementera.



Ramón López Velarde

Trasmútase mi alma

-- de Ramón López Velarde --

Trasmútase mi alma en tu presencia
como un florecimiento,
que se vuelve cosecha.

Los amados espectros de mi rito
para siempre me dejan;
mi alma desazona
como pobre chicuela
a quien prohiben en el mes de mayo
que vaya a ofrecer flores en la iglesia.

Mas contemplo en tu rostro
la redecilla de medrosas venas,
como un azul sospecha
de pasión, y camino en tu presencia
como en campo de trigo en que latiese
una misantropía de violetas.

Mis lirios van muriendo, y me dan pena;
pero tu mano pródiga acumula
sobre mí sus bondades veraniegas,
y te respiro como a un ambiente
frutal; como en la fiesta
del Corpus respiraba hasta embriagarme
la fruta del mercado de mi tierra.

Yo desdoblé mi facultad de amor
en liviana aspereza
y suave suspirar de monaguillo;
pero tú me revelas
el apetito indivisible, y cruzas
con tu antorcha inefable
incendiando mi pingüe sementera.



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